JACA
y los Cazadores del Galicia
Jaca. No nos será fácil encontrar tanto contenido en
tan pocas letras. Jaca. Pregúntale al río, sí. Pregúntale al río Aragón, que extendió
su nombre al territorio, de piedra gélida en sus orígenes glaciales, que nace
en su término, y que en el transcurso de los últimos milenios ha visto correr
por su lecho las mismas aguas que van y vienen, que siempre vuelven porque aquí
se encuentran a gusto, porque aquí encuentran su paraíso. Pregúntales qué han
visto, qué han oído, qué han sentido cuando han abandonado el entremón del
congosto valle que forman estos montes, estas sierras interiores de la gran y
hermosa cordillera pirenaica, y se han topado con estas tierras ensanchándose a
placer. Pregúntales qué les susurraban los cascos de los caballos íberos,
celtas y vascones que en su eterno batallar contra las tribus “iakketanois” no
cesaron de dejar sus huellas. Summus Portus, rebajado por los romanos antes de
Cristo, ya fue testigo de su presencia para ocupar “Iacca” y a sus
“Iaccetanis”, con su calzada que fueron abriendo hasta CaesarAugusta, y de la que nos quedan buenos tramos empedrados. Luego los visigodos, los francos, árabes, judíos y cristianos.
Todos. Sí, todos en esas cuatro letras.
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Convento de las Benitas (foto de
labitacoradejenri.blogspot.com) |
Pero pregúntale a los montes, pregúntale también a
esos montes que siempre han defendido estas tierras, beneficiadas por esos cielos
abiertos destino de plegarias por tantas y tan diversas tribus que han ido
dejando su impronta a lo largo de los siglos. El monte Rapitán, que protege a
Jaca por el norte. El Albarún, que protege al anterior y que hace divisoria con
la Garcipollera. El Grosín, que se aúpa en la sierra de Angelé para ser bien
visto también desde el vecino valle del Lubierre. Y qué decir de la Peña Oroel,
auténtico símbolo jacetano, reina indiscutible del término, como un barco
varado con la imponente proa hacia los impenitentes cierzos, que jamás ha
dejado de mirar, no sin cierto grado de envidia, esas cumbres nevadas cercanas
donde el Pirineo decide comenzar a auparse, decide ponerse de pie para mostrar
sus mejores galas. Desde que se destetó en el Cantábrico lo viene anunciando, y
aquí se hace adulto.
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Monasterio Viejo de San Juan de la Peña
(foto de www.rednaturaldearagon.com) |
Continuando
ese cordal hacia el W, e integrado hoy en día en un único espacio natural
protegido, tenemos las sierras de San Juan de la Peña, una gran masa de
conglomerados, como su historia, abrazada a los primeros compases medievales
entre mitos y leyendas; cuevas, abismos y anacoretas; testigos privilegiados,
escenarios únicos de la reconquista, cuna del Reino de Aragón. Aún se pueden
oír sus voces, las de los monjes pinatenses, los monjes negros les decían, por
sus primigenios hábitos cluniacenses, que surgieron en su tiempo, que
resurgieron del frío y del fuego y que cuidaron estos lugares enterrando nobles
y reyes, que les dieron poder y lugares en la tierra mientras ellos los
buscaban en el cielo. Verdadero trampolín para la expansión del reino por el
territorio jacetano, y más allá, haciendo retroceder las cercanas líneas de la
Marca Superior de al-Andalus.
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Ajedrezado jaqués en un ábside
lateral de la catedral de Jaca
(foto de ww.romanicoaragones.com) |
Jaca. Pregúntale de dónde viene. Pregúntale quién la
recuperó de las garras infieles. Te hablará del S IX, te hablará del Condado de
Aragón, te hablará de Sancho Garcés I de Navarra y de su sucesiva dinastía,
hasta que en 1077, Sancho Ramírez la dotó de un régimen jurídico pionero en su
tiempo, el Fuero de Jaca, que garantizaba derechos de igualdad y libertades,
poniendo en valor las florecientes actividades agrícolas, ganaderas y
mercantiles para realizar intercambios con los vecinos valles bearneses y
gascones del otro lado de la cordillera, mientras por el sur se iba diseñando
la reconquista. Mandó construir la Catedral de San Pedro, que alberga parte de
las reliquias de Santa Orosia, mártir de la antigüedad. La hasta entonces Villa
pasó a ser Ciudad al dotarla de Sede Episcopal, porque el obispo no podía ser
villano. Pregúntale al románico jaqués, exportado por sus maestros canteros a
una buena parte del territorio por el místico cauce del Camino de Santiago. También te hablará de moneda y medida propias.
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Sierra de los Alanos, en el Parque
Natural de los Valles Occidentales |
Sancho Ramírez, hombre preclaro de la época, que
buscó alianzas en la Santa Sede para esa reconquista, que fue alejando a Jaca
de la importancia de esos primeros tiempos, desplazando el punto de gravedad
hacia las tierras del Ebro. Esa tranquilidad fue el caldo de cultivo para su
expansión y modernización en el tiempo, teniendo que ser dotada de la infraestructura
necesaria para el incesante paso de comerciantes y peregrinos. Los monjes
benedictinos se dispersaron, pero no así las monjas de Santa Cruz de la Serós, sí
de la Serós, de las Hermanas, que refundaron su comunidad entre los muros del
convento en el extremo este de la calle Mayor, y que alberga el sarcófago de
Doña Sancha, hija de Ramiro I, primer rey de Aragón, verdadera joya del
románico. Historias, mitos y leyendas forman una nebulosa que cubre la famosa
batalla de la Victoria, que nos habla del triunfo contra los musulmanes, que
nos habla de campesinos y de campesinas, de espejos y de reflejos, de raza, de
coraje y de resistencia.
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Miniaturas militares, en la Ciudadela
(foto de v.labrujulaverde.com) |
Jaca. Al pie de unos montes que le han imprimido el
carácter fronterizo, siendo codiciada plaza por unos y por otros. Castillo de
San Pedro, datado en el S XVI, y construido dentro de un programa de defensa de
la muga con Francia, es una de las ciudadelas mejor conservadas de Europa, y
que hoy en día alberga una colección de miniaturas militares única, con más de
32.000 figuras representadas en fieles escenarios de todas las épocas, y que
hasta hace poco estuvo en el Fuerte de Rapitán, construido para darle cobertura
estratégica.
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Estación Internacional de Canfranc
(foto de primo.com.es) |
“Muy noble, muy leal y muy vencedora” son los
epítetos que se ganó por Felipe V, el Borbón con el que se aliaron en Jaca
durante la Guerra de Sucesión, en la que fueron asediados por las tropas del
Archiduque Carlos, añadiendo la flor de lis a un escudo de armas cargado ya de
una y mil victorias. Pregúntale. Sí. Pregúntale a esos pendones, a esos
símbolos, porque también han hondeado en las guerras de la Independencia contra
los franceses, y en las carlistas, y en los primeros estrapalucios contra la
monarquía de Alfonso XIII, el mismo que inauguró la Estación Internacional de
Canfranc, que languidece sobre sus vías, sobre unas vías que pasan por Jaca y
que fueron el orgullo de las gentes que forjaron su carácter junto a estas
montañas.
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Puente medieval de San Miguel |
También habla el edificio que alberga el Ayuntamiento
de Jaca, de los S XV y XVI, y lo hace del plateresco aragonés. Con los eruditos
presume de los documentos que alberga, algunos casi milenarios. Del que más
orgulloso está es del Libro de La Cadena, que recoge los fueros y privilegios
de los que fue dotada la ciudad. Al
público en general le muestra en su entrada la campana de la cercana Torre del
Reloj, obra coetánea, interesante muestra del gótico civil, empleada en
múltiples usos desde su construcción, hasta cárcel fue, y que hoy alberga la
Sede de la Comunidad de Trabajos de los Pirineos. De la época también, el
puente de San Miguel, de postrero medieval, paso de peregrinos.
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Castiello de Jaca |
Pregúntales, a tantos y tantos otros edificios y
lugares representativos y que nos han traído la Jaca de antaño hasta nuestros
días. A esa Jaca decadente en el sector primario, como todo el agro aragonés y
español, pero floreciente en el de servicios, floreciente en un turismo que
acerca a propios y visitantes a unos paisajes que nos hablan de aguas, de
tierras, de aires y de luz; de unos habitantes que nos hablan de su amor por
las montañas, de su amor por el entorno, de un entorno absolutamente
privilegiado, absolutamente idóneo para la práctica de deportes que permiten
estar en contacto con esa naturaleza que late, que fluye, que vive las cuatro
estaciones con una sinfonía de colores, de sonidos, de fragancias, que viene
hacia ti sin darte cuenta, que te atrapa. Pregúntale, sí. Pregúntale cómo lo
consigue.
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Fuerte de Rapitán (foto de www.flickr.com) |
A lo largo del recorrido del Ultra, oiremos nombres
como Ciudadela, Rapitán, Ipas, Bergosa, Ijuez, Camino de Santiago, Castiello,
Plandigüé, sierra de Angelé, Grosín, Castelillo, Caniás, Guasillo, Asieso, puente de San Miguel,
cuartel de La Victoria, Forranchinas, Depuradora, Monte Guaso, Atarés, Mirador de San Vicente, San Juan de la Peña
Nuevo, San Indalecio, el Viejo, Santa Cruz de la Serós, Atarés de regreso, Puerto Oroel, Calzada Romana, Pardina Moquito, Chupaceites, ermita de la Virgen de La Cueva, Peña Oroel, su cruz, las neveras, el Parador, San Salvador, el Polvorín, de nuevo la Calzada, barranco de Ballatás, llano de Aín, Baños, Escolapios, Plaza del Marqués de La Cadena, Ayuntamiento, Ciudadela, y La Victoria, si llegamos... que llegaremos. Sí,
los oirás, y alguno más, o quizás no, depende, depende de cómo te vaya. Vas a recorrer
estos senderos por los montes de Jaca, visitando lugares emblemáticos por los
que vas a ir dejando tu sudor a lo largo del día y quizás también de la noche. Se trata de hacer un
recorrido por la historia milenaria de Jaca, y por su geografía, esculpida por
los vientos y por las aguas, por la tierra y por el sol.
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Peña Oroel |
Vas
a pasar por solanas, en las que irás entre encinas, coscojas y quejigos, te
acariciarán los bojes y los enebros, y lo intentarán las aliagas, sí, les gustan las piernas; y tus sentidos se llenarán de mentas y tomillos. Por las umbrías,
aquí llamadas pacos, nos encontraremos con pinos silvestres, avellanos y serbales,
y más escasos los ejemplares de haya, tilo, tejo, nogal, chopo temblón, almez,
castaño, acebo, los maltrechos abetos y la rastrera gayuba. En la intimidad de
los barrancos crecen las especies más hidro-dependientes, como chopos, sauces,
fresnos, abedules o tamarices. Todo ello se dejará ver.
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Cruz de Oroel (foto de
blog.aragonaventura.es) |
No
tanto los animales. Si vuelves para el otoño, podrás oír desde bien lejos la berrea
de los ciervos en su reserva de caza de la Garcipollera. También habitan estos
montes el jabalí, el zorro, el corzo, conejo, liebre, y demás alimañas como
hurones, ginetas, tejones o garduñas, aquí llamada fuina. Mucho más fácil de
ver serán las aves que te sobrevolarán, como el escaso quebrantahuesos, o el
recuperado buitre leonado, o el alimoche, milano, diversos tipos de águila,
cuervo, grajas, picapinos y una gran diversidad de pájaros de bosque. Todos
ellos, mamíferos y aves, de sangre caliente, como la del corredor, como la
tuya.
Pregúntale.
Sí. Pregúntate por qué has llegado leyendo hasta aquí, por qué vas a encajar
esta prueba en tus retos. Sólo hay una respuesta, porque la vida es movimiento,
superación y entrega.
I Campeonato de Aragón de Ultra Trail FAM 2013.
15 de junio. OS ESPERAMOS!!!
Que bonito lugar, que bonitos paisajes y pueblos (los habitados y los abandonados) y que buena descripción has hecho de ellos y de la prueba, que tiene todo el aspecto de ser increíble.
ResponderEliminarNo sé si conoces el territorio, Correcaminos, pero lo cierto es que aun sin tener en el mismo valle macizos de la talla 3M, sí que estamos rodeados de naturaleza en el más amplio sentido de la palabra, aparte de perseguirnos una historia milenaria que ha ido dejando huella por doquier. Y sí, la prueba va a ser increíble. Te esperamos. Gracias por el comentario.
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