Año XIV. Entrega nº 984
“En el corazón de todos los inviernos late una primavera palpitante, como detrás de cada noche viene una aurora sonriente”. Khalil Gibran (1883-1931).
Cita del poeta, novelista y pintor libanés, conocido como “el poeta del exilio”, debido a la pronta emigración de su familia a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades. A su vuelta a su tierra natal escribiría, entre otras, su obra cumbre: El Profeta, publicada en 1923, en la que trata de diversos aspectos de la vida cotidiana bajo su particular mirada a la luz de grandes maestros de la humanidad como Jesús, Buda u otros.
Pues para tratar de unir nuestros latidos con los del invierno, con el ánimo de tener también una primavera palpitante, hemos acudido a las nieves inmaculadas del puerto de Jaca que, aunque astrológicamente seguimos en Sagitario, último mes de otoño, meteorológicamente ya nos han llegado las primeras noticias de un invierno, que vino algo acelerado, pero que se ha dormido en los laureles.
Decimos el puerto de Jaca porque ancestralmente ese es su nombre, al pertenecer Astún a ese municipio, conociéndose más comúnmente el paso fronterizo como collado de los Monjes, o col des Moines, si se mira desde el otro lado.
Pues bien, en una mañana poco fría y con alguna nube ornamental, nos calzamos las raquetas para salir de la estación invernal en dirección a los Llanos del Sol, con nieve discontinua en los primeros pasos. Antes de llegar a los dos mil metros se terminan esos falsos llanos y comienza la cuesta para superar el congosto del barranco del Escalar, con pasos algo expuestos, para entrar en la cuenca donde reposa, bajo una capa de nieve, el ibón homónimo, más conocido como de Ranas.
Territorio virgen en las cuatro estaciones, gracias a la declaración de Parc National des Pyrénées, el 23 de marzo de 1967, cubriendo una superficie de 45,7 ha, algo inferior al espacio protegido de mayor extensión de Aragón, como es el Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, pero como el triple de las pírricas 15,6 ha del Parque Nacional de Ordesa, que sigue a la espera de ampliación, como tantos otros dignos de ser reconocidos con alguna figura de protección, como el Sobrepuerto y Santa Orosia o Anayet-Partacua, por ceñirnos a los Pirineos.
Un circo, el d’Ayous, dominado por el archiconocido Midi d’Ossau, que majestuoso se alza en sus dominios. Bajo su magnética mirada vamos bajando por el blanco manto tratando de aprovechar alguna de las huellas que gentes precedentes han ido dejando.
Vaguada tras vaguada vamos desfilando hasta bordear algún roquedo y lago, para subir definitivamente al collado Castérau, al pie del pico homónimo, que nos permite una preciosa vista sobre el lago Bersau, sobre el que echamos un bocado, tras de lo cual, nos damos media vuelta, hasta llegar, de nuevo, al collado de los Monjes y bajar al ibón de Ranas.
Para evitarnos la exposición de los tramos más delicados del barranco de Escalar, lo que hacemos es subir a la pista que nos lleva hasta debajo de la terminal de Truchas, para bajar a la base de la estación, dando una tremenda vuelta, pero más seguros, por el canto de la pista de esquí.
Una jornada distinta, con un paisaje distinto, tantas veces admirado de verde, hoy le ha tocado de blanco. Finalmente, han salido 12 km, en un tiempo de 6 horas y media, y un desnivel acumulado de 800 m D+/- (Wikiloc: 705 m D+/-), valores que, sin ser elevados, acrecientan notable y subjetivamente el esfuerzo al hacerlos con raquetas. La mayor altitud se alcanza en los 2169 msnm del collado de los Monjes, que se traspasa en dos ocasiones.
RECURSOS DIGITALES
Las fotos, con sus comentarios y el track
*Track trazado sobre nieve, por lo que no tiene por qué ajustarse al sendero de verano.
* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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