viernes, 7 de octubre de 2022

Siete montañas, entre el valle de Astún y el Quartier de Rébec

AQUERAS MONTAÑAS
Punta Malacara (2271 m)
Pène Blanque (2192 m)
Caillabet de Rébec (2207 m)
Pic des Moines (2346 m)
Pico Escalar (2283 m)
Pico de Audas (2260 m)
Pic de Belonseiche (2297 m)
Martes, 4 de octubre de 2022

            El escultor francés Auguste Rodin, que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX, como muchos otros artistas, buscaba su inspiración en la naturaleza, y no es difícil responderse al porqué de ello. Algo que se puede resumir en esta cita suya: “El arte es la contemplación, es el placer del espíritu que penetra la naturaleza y descubre que la naturaleza también tiene alma”. Una frase, sin duda, con una profundidad que mueve los resortes de esa alma, un alma propia, que forma parte del alma universal.



            Desde nuestra humilde posición de observadores, no podemos estar más de acuerdo con este pensamiento, y que completaríamos con el concepto de reciprocidad, porque no solo es el espíritu propio el que penetra la naturaleza cuando la contemplamos y que, por eso de que es una vía bidireccional, también es el de la naturaleza el que nos penetra, y con mayor intensidad cuanta más consciencia pongamos en esa contemplación, y ello porque, como dice Rodin, la “naturaleza tiene alma”. Pues cómo no la va a tener, solo hay que acudir a la etimología del término, que procede de “ánima”. Se dice que estamos animados o desanimados, dependiendo de lo cerca o lejos que nos sintamos de ella, de los motivos oscuros que nos separen de ella, y no hay mejor forma de disiparlos que fundirnos con esa alma de la naturaleza, porque en ella todo está animado. Es esa alma universal, que todo lo ampara, a la que podemos acercarnos a través de esa contemplación que preconizaba Rodin, fruto de sus inspiraciones.



            Y como es ese el ámbito en el que nos movemos, hoy vamos a tratar de establecer esa conexión en las montañas que hay a uno y otro lado del valle de Astún y el circo del Quartier de Rébec, dos espacios que se dan la espalda, pero que están condenados a entenderse. Y allí nos hemos dirigido para ver cómo lo llevan, pudiendo decir que bien, francamente bien. Dos espacios, como decimos, uno orientado hacia el SW, en la parte española, y que alberga el nacimiento del río Aragón, que daba nombre a una de las casas regias más importantes de nuestra historia y, de hecho, a nuestra Comunidad Autónoma; y el otro hacia el NE, con numerosas cuencas lacustres que alimentan la Gave de Bious. Aguas mediterráneas y atlánticas, en definitiva, por cuya divisoria vamos a enfilar nuestros pasos en una mañana extraordinaria para andar por las montañas, pero fuera de tiempo, en especial estos últimos que vivimos tan faltos de agua.



            Vale, allá vamos. Salimos de Astún por una de las pistas que se dirigen hacia el ibón de Truchas, terminando a pecho hasta alcanzar el camino de dicho ibón al collado de Astún, al que llegamos tras hora y veinte desde el arranque, habiendo ascendido unos 450 metros de desnivel. Estamos en esa divisoria de agua, pero también de vistas, porque se nos abren las de este tremendo espacio presidido por el Midi d’Ossau y su perenne escudero el Peyreget. Desde este paso, ascendemos a la Punta Malacara, que no estaba en los objetivos de hoy, pero como no supone demasiado esfuerzo allá que vamos. Normalmente, al contrario de la costumbre, este “poyaque” ha ido antes de los objetivos. No sé, a ver cómo terminamos… Bueno, de vuelta al collado para ir bajando hacia la otra vertiente y dirigirnos hacia ese Pène Blanque, que subimos sin la menor dificultad por ladera herbosa, aunque los últimos pasos son de roca.






            Es una de las muchas atalayas de este grandioso circo. Bajamos por donde hemos subido y nos dirigimos hacia el siguiente, el Caillebet de Rébec, con más enjundia, y es algo que ya nos va anunciando el terreno para acercarnos a él, el prado da lugar al ámbito pedregoso hasta llegar a su base, desde la que, afrontamos la chimenea de la derecha, que nos parece más asequible, aunque se pone toda tiesota ella. Tras la breve trepada, salimos a una antecima, de la que tenemos que apearnos para acometer la subida final hasta la cumbre, también echando manos. Antes de esa última subida, advertimos que a mano izquierda hay una canal pronunciada, pero más conveniente para bajar que por donde hemos subido, por lo que la tomamos y, una vez fuera de la montaña continuamos hacia los pastizales para tomar el sendero que con alguna interrupción nos lleva al puerto de Jaca, también llamado col des Moines, previsto para iniciar el regreso, pero…






            Pues eso, que una jornada tan espléndida no se puede desperdiciar, y tomamos la decisión de ascender al pic des Moines, que con sus 2346 msnm es el techo de la jornada, y desde donde se tiene otra magnífica vista del valle a nuestros pies y la Gave d’Arnouse, ambos en territorio francés, más todo lo que alcanza la vista sobre la vertiente sur. Ascendido ya en varias ocasiones, este inhiesto pico siempre nos llama cuando estamos cerca. Bajamos y, antes de llegar al collado, tenemos a nuestra derecha toda la sierra NW de Astún, con su máximo exponente, el Belonseiche, y como queda mucho día todavía, y bueno que es, pues allá que vamos también. Tomamos el desvío en el collado de Bénou para acercarnos hasta la cota más alta de la sierra, pasando por el Escalar y el Audas por continuos toboganes, incluso cresteando por zona rocosa, por un itinerario que ya habíamos recorrido anteriormente en varias ocasiones, la última para incluirlo en el libro de las Tierras de Jaca (Prames 2020), porque es a ese municipio al que pertenece este territorio.













            Bueno, una vez coronada esta sierra en los 2297 del pico Belonseiche, retrocedemos hacia el collado y, antes de llegar a él, junto a una significativa roca, emprendemos el descenso, primero por un delimitado sendero, que tenemos que abandonar para ir bajando por la ladera hasta el desagüe del ibón de Ranas, para tomar ya el camino normal de descenso. Primero acompañamos al barranco y por los Llanos del Sol después, hasta llegar al punto de partida en Astún, cumplimentando así una extraordinaria jornada, planificada con dos montañas como objetivo a las que se han añadido otras cinco, pues no sé, porque estaban ahí, en una permanente contemplación tratando de fundir nuestra alma con la del paisaje.




            Finalmente, Wikiloc nos da unos datos de 13 km de distancia, recorridos tranquilamente en 7 horas y cuarto, salvando un desnivel acumulado en torno a los 1030 m D+/-.


Webs:

Geamap 

RAE  

Hijo de la Tierra 





Las fotos y el track


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