lunes, 11 de diciembre de 2017

Collarada... y van 50

A TUCAS ALBARS
Collarada (2.883 m)
Sábado, 11 de diciembre de 2017



            Las predicciones del tiempo no eran nada halagüeñas, sólo un par de días antes se suavizaban un poco dando una ventana libre de precipitaciones hasta las seis de la tarde. Pero el viento no se daba por aludido en esa dulcificación, tenía tanto ruido interno que no escuchaba, no se enteraba. La meteo noruega, más neutral que las locales para nuestro territorio, lo ha clavado. En el viento también, sí. La última vez que subimos esta montaña, hace tres años, subtitulábamos la entrada en el blog como “La Dama de los Vientos”, y en esta ocasión tampoco ha faltado a la cita. A una cita con una montaña, que no se puede decir que sea amable, que no se puede decir que sea agradecida, que no se puede decir que sea hospitalaria, no, nada de eso. Pero es la máxima altura de la comarca, es la máxima altura del eje pirenaico hasta el Cantábrico y, sobre todo, es la nuestra, y la queremos como es.

Agosto del 92. Con David en la Collarada

Agosto del 98. Con Jesús, Isabel y David en la Collarada
            A por ella, pues… y ya van diez. La primera vez con mi hijo David, semanas antes de cumplir los diez años. La segunda, con Jesús, al poco de cumplirlos… Con la perspectiva que da el tiempo, hay cosas difíciles de digerir, pero muy orgullosos de ello. La hemos hecho en las cuatro estaciones, con calor, con frío, con piolet y crampones, con raquetas… y hasta corriendo desde Acumuer en aquel duatlón que partía y llegaba a Sabiñánigo. Pero de eso hace ya catorce años. Ahora, ya más relajadicos, vamos a por la última… de momento. 

El valle se despereza

Imagen de partida
            Con los debidos permisos para el tránsito por la pista, recorremos en tres vehículos los once kilómetros que median desde Villanúa hasta el refugio del cubilar de la Espata. Llegamos antes que el alba, con el cielo estrellado, viento en calma y un grado negativo en el termómetro. En esta ocasión, estamos once mayencos, Fernando, Julio, Rafa, Paco, María, Carlos, Iñaki, Arturo, Guillaume y Miguel. Tan sólo uno de Jaca, y otro afincado, el resto foráneos… son así los tiempos. Bueno, al turrón. Nos pertrechamos bien y comenzamos la marcheta pista arriba en dirección a la Trapa, aunque la abandonamos en cuestión de unas decenas de metros para tomar un camino que se adentra en el bosque, con decidida vocación de acercarnos a la primera muralla que sostiene esta enorme montaña.

Dejando el bosque atrás

Por la estrecha canal
            Al llegar a ella, el camino, que ya tenía su pendiente, se pone tieso. Un breve, pero valiente tramo superamos, incluso con la nieve que la propia vaguada acoge, y que es la primera que pisamos. A partir de aquí una larga ascensión, con una pendiente ya más calmada, hasta llegar al paso del Abeté, para entrar en ese fondo, como de un ibón colmatado se tratase, entre la Collarada y la Collaradeta. El paso siguiente es el de subir hasta el collado de Ip. Si hasta aquí, el viento había sido el protagonista, con fuertes ráfagas, es al asomarnos hacia el Gran Norte cuando comprobamos que se lo cree, de lo que somos testigos, y no sólo de ello, también de sus estragos. La cuenca de Ip y las montañas que la forman claman clemencia por tal azote… ya puede nevar, que el viento no deja ni que repose en el suelo.

En un respiro, con el objetivo de telón de fondo

Primera imagen del circo de Ip
            Ya tenemos el objetivo más cerca. Sólo nos queda alcanzarlo. Poco más de 300 metros de desnivel tienen la culpa, y que vamos superando de forma bastante penosa, pues si desde el fondo de este pequeño circo ya vamos regularmente por terreno mixto, a partir del collado aumenta la proporción de nieve, nieve dura, e incluso helada en algún tramo, que ralentiza la marcha, y hace pensar en la bajada por aquí. Veremos.

Último tramo de ascensión

Fernando Val
            Finalmente, y ante la evidente diferencia de ritmo, los más ligeros se adelantan para buscarle acomodo al Belén y formar un arco triunfal con los bastones para recibir al impulsor de esta salida de hoy, Fernando Val que, no sin gran esfuerzo, ha querido ser fiel a la tradición y culminar su Belén número 50, encumbrándolo en el mismo lugar que lo fue el primero, y que en aquella ocasión estuvo acompañado por Ángel Mesado, Miguel Ángel Pardo y Germán Lanaspa, otros tres precursores del montañismo jaqués y jacetano, pero especialmente mayenco.

29 de diciembre de 1968 en la Collarada
Ángel Mesado, Miguel Ángel Pardo y Fernando Val,
con Germán Lanaspa haciendo la fotografía

Midi d'Ossau... pedazo de montaña
            Momento histórico sin duda para el club y para Fernando, con el que hemos tenido el privilegio de compartir diez amigos más, que hemos colaborado para que culminara esta singular serie de 50 belenes, cumpliendo así un sueño gestado durante décadas, y del que daremos noticia más adelante. Un acto, el de llegada a la cima que tiene que ser inmortalizado en imágenes que transmiten esa emoción, ese recuerdo de la primera ascensión con esa vieja fotografía en blanco y negro, con más nieve, y con menos años.

Entrada triunfal al Portal de Belén

El 50 Belén
            Como estamos aquí para continuar una tradición, y no hay Belén sin el “Noche de Paz”, nos disponemos a ello, en un momento más emotivo que artístico. Y luego, claro, el cava, para brindar por la ascensión, para brindar por las cincuenta ascensiones, para brindar por la alegría de una nueva montaña, ascendida por un motivo muy especial que, al margen de unas creencias u otras, no deja de ser eso, una montaña y todo lo que representa… que no es poco.

Fernando brindando por sus sueños

Con "il capo"
            Fotos y más fotos, con unos y con otros, con un fondo y con otro. El más rompedor, sin duda, el que ofrece el Midi d’Ossau, que se erige como el rey del horizonte norte, algo que no es discutido por ningún otro monte. A nuestros pies, ese circo de Ip, con unas laderas escurridas, y que se avergüenzan un poco por no haber sabido ganarle el pulso al feroz viento. Un viento que sigue fuerte, y con dentelladas de muy fuerte, la ventana de buen tiempo que a pesar de todo estamos gozando, intuimos como que alguien se va acercando a ella para ir cerrándola. Hay que ir pensando ya en bajar, y como hemos visto la subida desde el collado un tanto peligrosa para hacerla en descenso, nos decantamos por hacerlo por la canal de la vía normal, más peligrosa aún, sí, pero mucho más corta, por lo que optamos por ella, eso sí, con los crampones puestos.

El actual grupo de Mayencos, con 50 años de historia

Comenzando el descenso
            Cinco horas le hemos echado al ascenso. Nada menos. La una y veinte son cuando comenzamos el descenso, bajando primero ese corto y peligroso tramo hasta el collado, para enfilar ya de lleno la entrada a la canal, que nos engulle, a algunos con una cierta violencia. Los crampones, en terreno mixto, y de bajada, te juegan palas pasadas. Aplicando el mismo criterio, pero en distintos momentos, nos vamos quitando los crampones para terminar esta canal que nos ha tenido entretenidos como media hora. Una vez abajo, todo es ya muy sencillo, pues se trata de seguir el sendero, que aún conserva tramos de nieve, más nutridos al paso por vaguadas, donde se refugia de los vientos.

Mucho por andar todavía

Ana, con su tarjeta de visita
            El descenso, como lo fue la subida, se hace cansino, no paramos de mirar las hojas de esa ventana, que se van cerrando. De hecho, por la zona del Bisaurín ya lo están del todo, porque está soportando ya las iras de Ana, así bautizada esta primera borrasca profunda, ciclogénesis explosiva la llaman, que nos visita, que está descargando lo suyo, y que ya va viniendo hacia nosotros, tanto por esa parte, como por la de la Espata. Es como si hubiera una alianza para dejarnos terminar. Tres de la tarde, la borrasca se interpone entre el sol y nosotros, que intuimos no volver ya a ver. La luminosidad baja tan en picado como la temperatura. Como vamos en dirección a la Trapa, y los vehículos están en el refugio del cubilar de la Espata, se abre la opción de llegarnos hasta ellos cambiando el rumbo, pero el no tener clara la ruta y en vistas al panorama meteorológico y las horas que son, no nos arriesgamos.

Pirineo que espera más nieve

            Nuevamente partimos el grupo. Cinco, de los que dos son chóferes, se adelantan, y seis vamos bajando con más calma. La idea es bajar hasta la Trapa y alcanzar los vehículos, para subir con dos de ellos y recogernos a los tardanos.

Paso por las cadenas, sin dificultad en verano, pero delicado ahora

Última dificultad de la jornada
            Hora y tres cuartos hasta alcanzar el comienzo del descenso del paredón, última dificultad de la jornada, y que está equipado con cadenas, pero también con nieve, que hace complicado su tránsito. Finalmente, vamos llegando al refugio de la Trapa algo pasadas las cuatro y media, prácticamente al mismo tiempo que nuestros porteadores, y como somos ocho los que nos reunimos, bajamos ya por la pista hasta el tercer vehículo, donde nos aguardan los otros tres compañeros.

La Collarada, ahí en sus asuntos


El 50º Belén Montañero CP Mayencos
            Cerca de nueve horas de tiempo total, del que tan sólo 3h 40’ han sido en movimiento, para recorrer 8,7 km, y salvar un desnivel acumulado de 1200m D+ y 1175m D-. Un tiempo, un recorrido, y un desnivel, bien empleados tratándose de lo que se trataba, y que al final de los cuales hemos notado un expansivo alivio, y no sólo por haber culminado con éxito una jornada de pura montaña, no, sino también por ver que este final ha venido acompañado del cerrojazo definitivo a esa ventana. Los primeros copos de nieve acompañan nuestro descenso ya con los rodantes. 


Circo de Ip

            De esta forma termina esta salida, que no se puede considerar una más, sino el broche final a esa histórica serie de cincuenta ascensiones a cincuenta montañas de nuestro entorno, con un motivo, que cada uno tiene el suyo, y que invariablemente ha ido teniendo lugar en el mes de diciembre de los últimos cincuenta años.





2 comentarios:

  1. Hola Chema.

    Y que siga la tradición por muchos años más!La verdad que cuando sopla el viento con ganas, se hace muy incómodo caminar por la montaña, y más por la zona de Collarada, que le da con ganas.

    Un saludo

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