IXOS MONS
Gratal (1567 m)
La Calma (1581 m)
Sábado, 16 de septbre. de 2017
Tras nuestras andanzas estivales
por la alta montaña, llega el momento de reconciliarnos con esas sierras que
nos acogen cuando los frentes del norte barren el Pirineo. Guara, Loarre,
Gratal, Caballera, y tantas otras que viniendo del llano anuncian que el
terreno cambia, anuncian que el terreno comienza a empinarse, anuncian la
antesala de la cordillera madre. Y a ellas acudimos fieles todos los años como
nómadas de las montañas, como los viejos pastores que llevaban sus ganados a
los mejores pastos huyendo de los lugares más hostiles. Pues eso hacemos,
llevar nuestros propios ganados, nuestros sentidos, nuestras sensaciones, a
pastar, a que se alimenten en lugares más amables.
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La mañana se echa encima de la cuenca de Arguis |
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El Peiró |
Y con esas sanas intenciones
henos aquí de nuevo, en Arguis, que sorprendentemente está más alto que el
viejo Canfranc. Sí, más altitud, pero menos latitud, y es lo que le confiere
estar más alejado de esos zarpazos otoñales, que tras los rigores del verano,
francamente parecen ya invernales, al menos por las alturas, que ya se han
vestido de blanco. Tomando, pues, como punto de partida y llegada la presa del embalse
de Arguis, nos llegaremos hasta Gratal, para volver y ascender a la Calma, que
con el Peiró se disputa la mayor altura de la redolada. Vamos.
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Entrando en el barranco Focegabarda |
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Llegando a puerto |
Con los amigos Toño, Carlos, y
Sergio de Sabi que comparte ruta, vamos acompañando la ribera sur del embalse
de Arguis, que acusa la sequera de este verano, y que muestra sin pudor la desnudez de la parte superior de su vaso, deseoso de ser llenado por nuevas aportaciones. En
veinte minutos pasamos por la entrada al barranco de San Antón, por el que
vamos a descender al regreso. Seguimos, y en otro cuarto de hora, tras saludar
a un Peiró que rasga el horizonte, el camino se mete en otro barranco, el de
Focegabarda, que no muy orgulloso muestra la cicatriz que oculta la conducción
de gas. El terreno se pone tiesote, pero por poco tiempo, ya que hay que tomar
un sendero a mano derecha, que aunque sigue subiendo ya es otra sensación al
compartirla pegado a los bojes.
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En la fuente de Fenés -imagen de Sergio- |
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Por el roquedo del sendero cimero |
Salimos a puerto, cruzado por una
red de pistas. Una de ellas nos lleva a las proximidades de la fuente de Fenés,
que alimenta al barranco del mismo nombre, y es el que se abre paso entre las
peñas del Mediodía y el Gratal, nuestro objetivo, y que ya tenemos a la vista. Importante
veta ésta, que mana y mana a pesar del sequero reinante. Nos dirigimos ya
decididamente a tomar el sendero cimero de este Gratal que domina visualmente
la sierra viniendo del llano. En torno a 150 metros de desnivel salvamos, por
empinado sendero, hasta la cima, en la que encontramos una cruz y una pequeña
capilla metálicas, y debajo de ambas, en un hueco de las piedras cimeras, una
carpeta con el libro de cumbre, en el que aportamos nuestra presencia.
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Vista hacia levante, con Guara presidiendo |
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Buscamos un abrigo a la solana de la cumbre |
Echando un bocado nos empapamos
bien de las extraordinarias vistas a los cuatro costados… o más, que nos ofrece
esta espectacular atalaya. Por el norte, el Gran Norte, que nos gusta llamar,
la atmósfera viene a hacer buenas las predicciones, el eje pirenaico se va
cubriendo con ese frente que va invadiendo las montañas, y que apenas deja
identificar algunas. El solano está ocupado, y muy extensamente, por la Hoya de
Huesca, desde levante, donde se va topando con la señora Guara, hasta poniente,
que lo hace con las sierras de Loarre. Un gran espectáculo a vista de pájaro
que sólo podemos recorrer así, con la vista.
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Las extensas llanuras de la Hoya de Huesca |
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Carlos echándole un ojo al pozo |
Volvemos sobre nuestros pasos
bajando ese empinado sendero cimero y hasta algo más allá de la fuente de Fenés, para
tomar un desvío que discurre por la solana del Vértice Gratal y del pico San
Julián, dejando en algunos tramos viejos campos abandonados a la derecha. Como
abandonados también, aunque puestos en valor con paneles informativos, están
algunos de los varios pozos de nieve de estos lugares, que en sus tiempos
abastecían a todo Huesca y redolada. Una buena muestra de ellos está en el IV,
que nos topamos antes de comenzar el ascenso al segundo monte de la ruta, el
pico de la Calma, que en veinte minutos alcanzamos por otro empinado sendero,
quizá más que el de Gratal. Como amueblamiento de cima tan sólo un montón de
piedras. Las vistas no difieren mucho del pico anterior, únicamente con más
perspectiva sobre el congosto del Isuela, cada vez más colonizado por el
desdoblamiento de la carretera.
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En la cima de la Calma -imagen de Sergio- |
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El Isuela sale de su congosto hacia la tierra llana |
Bajamos por donde subimos, para coger una pista, por breve tiempo, porque tomamos un sendero que la va burlando,
hasta que nos introduce de lleno en el barranco de San Antón, por cuyo lecho se coquetea, ahora que baja seco y se puede. Saliendo a la pista del
comienzo del recorrido, sólo resta llegarnos ya, bordeando el embalse, hasta la
presa, dando así por concluida esta bonita travesía por los puertos de Gratal,
aupándonos a dos de sus puntales, el propio Gratal y la Calma, completando una
distancia próxima a los 16 km, en algo más de 5 horas y media de tiempo total,
del que 4h 25’ han sido en movimiento, con un desnivel acumulado en torno a los
1200 metros D+/-.
Hola Chema.
ResponderEliminarEstas sierras cercanas a Huesca dan mucho juego, aunque igual todavía hace bastante calor. Yo tengo pendiente las Calmas, a ver si para este otoño hago el tridente (Calmas, Gratal y Peiro), y así disfruto de ese pequeño hayedo que hay subiendo al Peiro.
Un saludo
Pues mira, sí. Tenemos hechos los tres, pero no juntos, como mucho de dos en dos. Habrá que hacerlo. Gracias.
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