lunes, 13 de julio de 2015

Borreguil de la Cuca y Pico del Águila

IXOS MONS
Borreguil de la Cuca (2.096 m)
Pico del Águila (1.972 m)
Domingo, 12 de julio de 2015



            Cuando el calor aprieta hay que buscar refugio en las alturas, donde más pega el sol. No, no nos hemos bebido el juicio, porque en las alturas se descarría nuestra libertad, una libertad que te da alas, y que desafían al viento de nuestros pensamientos y al ímpetu de nuestros sentimientos, que forjan una voluntad inquebrantable de subir más y más en busca de la pureza del aire, en un continuo compartir del espacio y del tiempo entre amigos. De compartir unas vistas con estas dos pequeñas grandes cimas. De compartir alegrías, risas, emociones. De compartir.



Olla de Estiviellas
          Con cuatro compañer@s de fatigas de las secciones de montaña del CA Jaca y del CP Mayencos, nos planteamos subir al Borreguil de la Cuca y al Pico del Águila, dos modestas, pero valientes, cimas que cierran por el norte el circo de Estiviellas. Para ello, salimos de Canfranc Estación para dejarnos engullir por el bosque. Un bosque que sorprendemos metido en sus cosas, bostezando todavía, al que arrancamos de sus sueños para darnos cobijo y que nos aporte lo que él ya sabe. Un bosque que tiene asumido que es adoptado, pero que se esfuerza por agradar. Un bosque con unas zetas que te mecen y que sin darte cuenta te van subiendo y subiendo, pasando por la mermada fuente del Burro y por la casi inexistente Cola de Caballo, que vierte, cuando vierte, las esencias de este circo colmadas en la Olla de Estiviellas.



Claroscuros del bosque
             En poco más de una hora dejamos atrás el desvío que cruza el barranco y por la otra vertiente baja a Canfranc por Secrás. Seguimos abrazados a las zetas para ir subiendo y subiendo, tomando perspectiva sobre este estrecho valle por entre los claros que nos va dejando el bosque, que poco a poco va mostrando sus ejemplares más autóctonos de pino negro, que nos muestra su tormentoso pasado a la vista de su retorcida apariencia. Desvío al Pico del Águila, que dejamos para tomarlo a la bajada.



Progresando en la trepada
            Dos horas y veinte hasta el collado de Estiviellas, que nos permite asombrarnos ante la gran cuenca de Tortiellas, colgada sobre Rioseta, y escoltada por la Muralla de Borao al sur y por la solana del Monte Tobazo al norte, en cuyo seno se colmata un ibón que se materializa desde los primeros mayencos. Unos pasos, entre dos aguas, y llegamos al roquedo cimero, que obliga a echar las manos en un breve tramo para alcanzar la cumbre de este primer monte, que nos acoge con la amabilidad de saberse querido. Hacia el norte se extiende una prominencia que nos mira de reojo mientras echamos un bocado. Tanta compasión nos da que nos acercamos a ella. Bajada por esquistos hasta una pequeña planicie herbosa que nos acerca a las rocas que hay que ganarse, también a cuatro patas, para alcanzar su máxima altura.



Descenso del promontorio
          Vuelta al Borreguil y al collado. Nos despedimos de los abismos de Tortiellas, aunque por poco tiempo. Deshacemos el camino andado, hasta el desvío al Pico del Águila, que lo tomamos para recorrer el tibio sendero por encima de alguno de los grandes muros de defensa anti aludes. Cuando estos terminan, su ausencia deja al descubierto el gran agujero cuyo peligro se acrecienta por el inestable pisar de tanta y tanta piedra descompuesta. Casi media hora nos dura esta travesía hasta el collado, que nos vuelve a dar vista sobre el mundo Tortiellas-Rioseta. Un último esfuerzo y alcanzamos los casi dos mil metros de este modesto y a la vez altivo monte, de inconfundible estampa.

Metidos en el descenso
            Nos aliamos con tres montañeros, que han subido directamente al collado y que van a tomar el mismo camino de bajada. Descenso hasta el collado, y ya directamente emprendemos un camino en picado para abajo, con unos tramos más evidentes que otros, y que obliga a poner toda nuestra atención, para al cabo de casi una hora desde la cima alcanzar una plataforma herbosa que distribuye a la izquierda para Rioseta, por donde siguen ellos, y a la derecha para Canfranc, por donde nos dirigimos nosotros. Son unos viejos campos que albergan corrales de ganado. Una desdibujada pista nos va bajando por amplias lazadas hasta la renovada cantera de mármol negro que nos deja en la carretera. Un breve tramo hasta el hotel Santa Cristina y nos metemos en el Camino de Santiago, para salir en Canfranc a la altura de la boca túnel ferroviario, que esperanzas alberga en los cambios de vientos políticos para darle la utilidad que nunca debió de arrebatarle un cuestionado accidente en el lado francés, hace ya más años que los que estuvo activo.



            Y poco más, llegada al coche y recuento de datos. Han sido 16,7 Km, recorridos en 6h 25’ de tiempo total, con 4h 40’ en movimiento, y con un desnivel acumulado en torno a los 1.300 metros ascendentes y otros tantos descendentes, todo ello en buena compañía de montes y personas, de espacios y amigos, que ahí quedará para el recuerdo.
  


  


No hay comentarios:

Publicar un comentario