Raquetas por la Partacua
Domingo, 8 de febrero de 2015
El colofón a una intensa semana teniendo el placer de raquetear por
los alrededores de Jaca, ha sido esta salida programada en el calendario de
actividades de la Sección de Montaña del CP Mayencos para el presente año. El escenario ha sido
uno de los más amplios, más bellos, más espectaculares de nuestro entorno.
Valle de Tena, Piedrafita de Jaca, las faldas de La Gran Dama de Peña Telera
nos aguardan. Allá vamos.
Amplios espacios tensinos |
Sara, Silvia, Jorge, Pedro, Julián y servidor picapedrero formamos la
nómina de esta expedición por los blancos paisajes de estas bellas montañas que
conforman la llamada sierra de La Partacua, cuyos hitos más occidentales se apresuran en busca del circo de Ip, y los orientales casi se amorran en un curso de río de
nombre con tintes extranjeros, pero que no despiste, porque es el único hijo
varón del Ebro que por su izquierda discurre íntegramente por esta tierra que
es Aragón. Hablamos del Gállego, que se abre a tajo entre esta sierra y La
Tendeñera, marcando ambas el límite entre el Valle de Tena, de marcado carácter alpino, y la Tierra de
Biescas, que placentera busca la cuenca de Sabiñánigo, capital de la comarca.
Circulando junto a las dunas |
Pues aquí estamos, con un termómetro escandalizado de lo que nos
muestra, y con unas inmensas ganas de calzarnos las raquetas en busca del sol
que pronto nos va a ir alumbrando y calentando. El Parque Faunístico de
Lacuniacha está cerrado, pero no es por dificultades en el acceso. De todas
maneras, tomamos el camino viejo, el que parte a la vera de los lavaderos. Unas
decenas de metros y ya nos las colocamos, discurriendo por entre árboles
rendidos ante tanta y tanta carga de nieve que están soportando desde hace ya
unos días, y que no es aliviada por la ola de frío continental, seco, que
estamos padeciendo. Pronto salimos ya al acceso al parque, que tomamos por un
margen ya trillado de huellas raqueteras.
Estratos en la nieve |
El silencio, sólo roto por el crujir del caminar, se funde con el
nevado paisaje, ofreciéndonos un amplio panorama hacia los montes panticutos,
hacia los desmelenados montes panticutos, que se ven despojados de sus blancas
cabelleras por el incesante viento que esparce las minúsculas partículas de
nieve. En un pis pas salimos del bosque y comenzamos a pasar por zonas
verdaderamente castigadas por ese viento, aquí de momento en calma, y que ha
formado unas caprichosas formas que asemejan a dunas, otras a los estratos
erosionados de las areniscas, otras de difícil definición, pero igual de
bellas.
Esto se va empinando |
El tránsito raquetero de jornadas pasadas ha dejado una ancha y cómoda
huella con nieve asentada… demasiado cómodo como para seguir mucho tiempo así,
de modo que casi sin querer… alguno digo, nos salimos de la pista y nos
dirigimos hacia una ladera, siguiendo otras huellas aunque con nieve menos
pisada, lo que obliga a trabajarlo más. Esa ladera se va empinando más y más,
alcanzando una amplia repisa más cómoda de transitar, pero que no lleva a
ninguna parte, por lo que aunque nos hagamos los despistados no tenemos muchas
más opciones que la de acometer el tramo final, que aunque sin ningún peligro,
sí que ofrece ya un desnivel considerable.
Llegados a lo alto de la loma, nos descubre sus secretos… aunque no
del todo, pero de eso ya no tiene culpa. A nuestros pies, la cubeta que alberga
el ibón de Piedrafita, que placenteramente duerme bajo su blanco cobertor. Es
invierno, todo late bajo una capa que aísla del exterior. Sí, todo ser vivo
ralentiza su latir, todo ser vivo se mira para sus adentros, se ocupa de sus
propios asuntos, a la espera de un nuevo despertar… porque siempre hay un nuevo
despertar.
Progresando |
En lo alto de esta loma, sólo nuestras huellas y las del viento, que
entreteje unos pliegues sobre el helado manto de nieve. Eso donde se conserva,
porque hay corros en los que ya ha hecho pasto de ella. Abajo, en la vaguada,
vuelve a verse otro recorrido que se dirige hacia la presa del ibón. Vamos bajando
para incorporarnos a él, y tras cruzarla, nos aposentamos para echar un bocado,
con respeto y admiración hacia estas inmensas masas de roca y nieve de La
Telera y sus vecinas, en una mañana que nos ofrece su mejor cara.
Dando cara a la montaña |
Seguimos las huellas, que cruzan barrancos, suben y bajan pequeñas
lomas, hasta llegar a la pista, por la que continuamos, aunque no mucho tramo…
es tan aburrida. Volvemos a salirnos para probarnos de nuevo en laderas, que
nos van subiendo y subiendo por nieve virgen, hasta dar de nuevo con esa pista
que nos despista, pero que unos inequívocos corralones junto al refugio de
Plana Alta de Boj nos dan la referencia para ya no despegarnos de ella hasta el
término de nuestra vuelta donde hemos comenzado, en Piedrafita de Jaca y su
precioso conjunto urbano, que atesora ese bien preciado que va a dar futuro a
campos y prados, a montes y valles, a ríos y mares.
Damos término de este modo a casi cinco horas de auténtico disfrute, con
un nada despreciable desnivel de 600+ metros. Buena mañana. Buena compañía.
Vamos, pa’ repetir.
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