Ruta de las Ermitas
Yebra de Basa
Viernes, 20 de febrero de 2015
Hay días en los que haces cuentas y te salen rosarios. Hay días en los
que haces unos planes, pero hay un no sé qué, o un qué sé yo, que te los
tuerce… o te los endereza, que nunca se sabe. Bueno, hoy creo que ha sido esto
último, porque dejar una actividad que mientras haya suficiente nieve se puede
hacer cualquier día, como son las raquetas, por otra para visitar un fenómeno
inédito, y que no sabes cuánto va a durar, ni cuándo va a volver, creemos que
es una buena elección. ¿Habrá sido la santa?, puede, porque ella, o no, nos han
llevado hasta Yebra de Basa para dar comienzo a la tan manida Ruta de las
Ermitas y ver de cerca ese pozo de nieve helada que la intermitente cascada y
el viento que la mece, van artísticamente forjando. Estamos hablando de ese
cráter en la nieve de Santa Orosia. Allá vamos.
Nueva señalización Camino del Pastor |
Con un sabio golpe de timón ponemos rumbo a Yebra para ponernos en
camino. La mañana luce hermosa, ajena a la que dicen va a ser la siguiente, que
nos va a traer otro frente atlántico con aire frío en las capas altas, los
mejores ingredientes para que nos deje otra vuelta de nieve, para que no se nos
olvide que aunque hayamos entrado en el último mes de la fría estación,
seguimos en ella, seguimos en invierno. Pero hoy vamos a disfrutar. Con Sara y
Eva damos inicio pues a esta ruta que estrena señalización, aunque no sabemos
si está completada en la totalidad del recorrido, porque es un viejo proyecto
de poner en valor el llamado Camino del Pastor, que unía las poblaciones de
Jaca y Yebra de Basa con el Santuario de Santa Orosia. Creo que merece la pena
detenerse en esto.
Cabeza de la santa |
La leyenda y la historia, unidas cual elegante caída de una falda
plisada, contentan a unos y a otros. En una tierra, como en la que estamos,
cuyos tiempos se cuentan por batallas, por idas y venidas, por conquistas y
reconquistas, ha sido muy fácil añadir elementos sobrenaturales a los propios
acaecidos, elementos que han quedado en la memoria colectiva y que han motivado
tradiciones que han unido generaciones. Esta que nos ocupa hoy nos cuenta que Orosia
era hija de los reyes de Bohemia, y vino a estos pagos a casar con un príncipe
visigodo. Aunque buscaron refugio en algún lugar de los Pirineos, ella y su
comitiva fueron descubiertos por los sarracenos. Su cabecilla, Aben Lupo, dio
muerte a su tío, el obispo San Acisclo, a su hermano, San Cornelio, y a otros
acompañantes en su presencia, porque la quería para sí. Ella, lejos de ceder,
siguió firme en la defensa de su fe, lo que originó su martirio y posterior
descuartizamiento. Todos sus miembros, incluso su cabeza, fueron separados de
su cuerpo y arrojados a las montañas para que fueran pasto de las bestias.
Orosia, y seguimos con la leyenda, sintió sed en tan trágicos momentos,
intercedió para que manara una fuente de puras aguas, que aún perdura junto al
santuario que con los años fue erigido. Fueron ángeles los que reunieron sus
restos y les dieron sepultura.
Martirio de Santa Orosia |
Pero claro, la alternancia tiene que hacer imperar su ley, y a unos
años de oscuridad le siguieron otros de luz. Seguimos. Al cabo de dos o tres
siglos, estando Guillén de Guasillo pastoreando por el lugar, se le apareció el
cuerpo y la cabeza de la santa, dejándole el mensaje de que depositara la
cabeza en Yebra y llevara el cuerpo a Jaca. Es lo que hizo, y al llegar a la
entonces capital del reino se produjo el primer milagro atribuido a la santa,
si es que la aparición no lo fue, y es que al llegar el pastor a Jaca las
campanas adquirieron vida propia y repicaron sin parar para acoger en la
catedral los restos, que desde entonces se conservan en un arca bajo el altar
mayor. Sancho Ramírez también jugó su baza a favor de la puesta en valor de las
reliquias, revitalizando el Camino de Santiago que atravesaba el Somport, en
detrimento del que pasa por el Puerto del Palo.
Imagen de espirituado |
Suponemos que por considerar que el infiel actuó poseído por el
maligno, se le atribuyen a Santa Orosia el patronazgo de la liberación de demonios
y malos espíritus, además de ser la intercesora ante las desgracias naturales,
como sequías, plagas y pestes. Hoy en día, seguimos teniendo exorcistas y
exorcismos, demonios y endemoniados, y una desarrollada ciencia que no termina
de dar explicación a tantas y tantas anomalías que padece el ser humano, y que
pueden resumirse en su alejamiento del mundo natural, pero ese es otro tema.
Cruzando el barranco de Santa Orosia |
Como en el juego de la Oca, volvemos a la casilla de salida. Salimos
de Yebra, decimos, en una mañana que da los últimos coletazos de un mini
periodo anticiclónico, que serena el ambiente y el espíritu. Junto a la ermita
del Augusto, muy próxima al casco urbano, tomamos el embarrado camino que la
sombra hiela, para cruzar el arroyo y salir al sol, ese que más calienta, y
meternos de lleno en el sendero que va enfilando hacia el barranco.
Escoroniella primero y Arrodillas después van sembrando el camino de enclaves
orosinos, hasta llegar al cruce de ese barranco por un puente de escurridizas
tablas.
Cascada y cráter en la nieve |
El paso a la vertiente izquierda aporta el ya continuo manto nivoso
que va aguantando nuestro pisar, devolviéndonos ese acompasado crujir. Al
cuarto de hora pasamos por el desvío que por Sorna sube a la pradera, en busca
de la pista que lleva al santuario. El camino que traemos algo pisado está, pero
el que nos tienta, en absoluto, pero es algo que no nos detiene para metemos
por él. A tramos evidente, otros no, lo vamos subiendo hasta llegar al alto,
donde se nos ofrece un mirador sobre el tajo contrario del barranco, unas paredes
de conglomerados propias para albergar más y más cobijos rupestres y pastoriles
con nombres de santos y santas. Entre otros, nuestro objetivo de hoy.
Ermita de la Cruz |
Seguimos en un ambiente agradable pero extraño. Es mediodía, y aun con
la fuerza del sol en lo más alto apenas nos hundimos en la nieve. Subimos hasta
tener a la vista el santuario, y en un momento oportuno, cuando vemos que la
pista se desvía de nuestro itinerario, optamos por cruzar el barranco, viendo
enseguida la silueta de la ermita de la Cruz, donde parte el camino de bajada.
Bocado y trago en un abrigo y nos llegamos hasta ella, para dar comienzo ya al
descenso junto a estas imponentes paredes que se pingan para formar parte del
vacío, para formar parte del espacio que el Basa ha ido labrando a lo largo de
milenios.
Cráter en la nieve de Santa Orosia |
Seguimos pisando nieve; nieve y barro. De vuelta ya hacia el fondo del
barranco, en una amplia faja entre los conglomerados, se halla un rosario de
pequeños eremitorios rupestres. Santa Bárbara, San Blas, y la Cueva y San
Cornelio, amenizado estos últimos por lo que nos ha traído hoy a hacer esta
singular ruta. Se trata de una gran acumulación de nieve helada, que ha ido
siendo horadada por la exigua, pero incesante aportación de agua de la cascada,
que con el permiso del viento se precipita al aire por delante de las ermitas.
Un cráter sobre la nieve de Santa Orosia es la formación inédita creada por los
elementos y que embellece uno de los rincones de por sí más bellos de la
redolada.
Y poco más, después de contemplar de la cara y del revés, desde arriba y desde abajo, este raro fenómeno, apretamos la bajada hasta cerrar el círculo en el desvío de la Sorna, tomado a la subida. Desde aquí, ya sendero común, pasando por el cruce del barranco, que nos lleva a pasar por las ermitas de abajo, enclavadas entre las adornadas margas por los últimos jirones de nieve. Cuatro horas y media de auténtico placer, pateando estos montes y sus historias de moros y cristianos, de mártires y martirios, de pastores y milagros, de demonios y endemoniados. Una mañana diez.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/CrateresEnLaNieveDeSantaOrosia
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