jueves, 29 de agosto de 2013

Montes Tatras, el techo de Eslovaquia I

AQUERAS MONTAÑAS
TRAVESÍAS VARIAS JORNADAS
Montes Tatras, el techo de Eslovaquia
Jueves 1 a martes 6 de agosto de 2013


           En un mundo dual como el nuestro, las montañas se prestan para hacer una analogía con el triángulo equilátero inferior de la Estrella de David, ese que apoya su base en el suelo y apunta su vértice hacia arriba. Así son ellas, apuntando hacia lo alto, en busca de la divinidad, y entrecruzándose con su triángulo hermano cuya dirección canaliza las energías que vienen de lo más alto. Así son ellas, interactuando sus propias energías telúricas con las cósmicas que fluyen del espacio. Así son ellas, albergando los ricos bosques a sus pies, depositarios de ese prana, de esa energía vital fruto de ese intercambio. Así son ellas, que permiten nuestro acercamiento en pos de la serenidad, en pos de la tranquilidad, en pos del silencio, en pos de la sabiduría, en definitiva.



Estrella de David
           Sí, así son ellas, custodiando nuestros sueños, aupándose para estar más cerca de su patria. De firme roca, azotadas por los vientos, los soles y las aguas, conservando la esencia de todo ello para nuestro deleite, para nuestra humildad, para nuestra admiración, y para contribuir en gran medida al aprendizaje en nuestro deambular por este rincón del Universo. Un afamado montañero de la antigüedad dijo que las montañas se suben porque están ahí. Con el debido respeto, hoy podemos decir que no es sólo por eso.

Torre de la iglesia de
San Martín, en Bratislava
            Nos extenderemos más en una de esas publicaciones de más empaque, aunque no sean fáciles de terminar de elaborar. Pero podemos empezar diciendo que la buena experiencia mantenida con ese numeroso grupo con el que recorrimos parte del Valle d’Arán, nos ha animado a aunar de nuevo esfuerzos para patear lo más significativo del Tatras, ese extremo más occidental de la cordillera de los Cárpatos.

           Sí, el Tatras es mucho Tatras, y lo cierto es que nos costó entenderlo, que si el Alto, que si el Blanco, que si el Bajo, que si el Mala… pero creo que ya lo tenemos claro, entre otras cosas porque en mayor o menor medida los hemos visitado todos. Lo escarpado del terreno denota una cordillera joven, aunque bien es cierto que el granito es un material duro, hay crestas, cordales, aparentemente infranqueables.

En la Intermodal de Zaragoza comienza un largo día

           Jueves, 1 de agosto. Primera jornada de tránsito a la ida. La historia parte de una trasnochada con sabor a madrugada, en la que el grueso del grupo, formado por 8 personas, nos reunimos en la Intermodal de Zaragoza para tomar un autobús que nos lleve hasta la estación de Sants, y de allí un tren de cercanías nos acerque, valga la ‘rebundundancia’ hasta el Prat. En Sants se nos une Fernando, y en el aeropuerto lo hace Benito, el guía de alta montaña que nos proporciona Aragón Aventura, organizadora del viaje. Todos juntos ya, y a la espera de embarcar, nuestra Sta. Piedad nos impone la cinta de la Virgen del Pilar, una medida barrada que nos acompañará durante los próximos días y noches.

            Tránsito aéreo hasta Viena, donde nos recoge Ondrej, el responsable de la agencia local, guía turístico y amante y buen conocedor de estas montañas, quien junto a Peter, muy ligado también a este mundillo, nos recogen en dos furgonas para llevarnos ya de tiro a Bratislava. Poco o nada vemos de Viena, sólo a través de los cristales. A la vuelta. Veremos.

Puente Nový Most, en Bratislava
           Bratislava es una de esas ciudades que se deja mecer a orillas del Danubio. Un Danubio que luce esplendoroso en un día que andamos gastando como un hermoso regalo. Un Danubio que acoge dócilmente a unos grandes barcos con el único cometido de transitarlo con ávidos viajeros de los cruceros fluviales. Bratislava, sí. Bratislava es monumental. Bratislava ha hecho, y sigue haciendo verdaderos esfuerzos para cortar esos lazos que todavía la retienen de los oscuros años del soviet, y que se bate entre esos viejos, sucios y feos edificios y los señoriales que se esfuerza en mantener. Tiempo y paciencia, es lo que necesita, por no hablar de dinero, mucho dinero. Una breve vuelta por el corazón de la ciudad, antes de comer, es lo que nos da cuenta de todo ello.

Esculturas urbanas
            Tras comer en un mesón de la cerveza fuera de programa, pero que nuestros organizadores, amablemente, han incorporado, retomamos ese paseo por los alrededores, contemplando el ir y venir de las gentes, las calles, plazas, fuentes, edificios, y más edificios. Sus callejas estrechas, con rancio sabor a antaño. Vemos la catedral de San Martín, cuya torre ostenta esa corona de 300 kg, que con orgullo le dice al mundo a 85 metros del suelo, que han sido coronados 19 monarcas húngaros. El castillo, declarado Monumento Nacional Cultural en 1961, se alza altivo en una loma con raíces en la prehistoria, albergando el Museo Nacional Eslovaco. Desde su entorno se domina visualmente lo que llaman el ‘ufobridge’, o puente del ovni, por la forma de platillo volante en la que culmina una estructura vertical, que sirve para asir unos largos tirantes, y cuyo nombre oficial es el de Nový Most, y que separa, o une, según se mire, la ciudad antigua con el barrio de Petržalka, y los arrabales construidos en la época de dominación soviética. Tras algo más de callejeo, nos trasladamos al hotel Barónka, donde nos albergamos esta noche, y lo haremos en la de la vuelta. Pronto tenemos que acostumbrarnos a los horarios, la cena es a las 7.

Vlkolinec
            Viernes, 2 de agosto. Segunda jornada de tránsito a la ida. Ondrej y Peter nos trasladan hacia sus tierras, hacia los pies del Tatras, hacia la región de Poprad… Pero antes, visitamos Vlkolinec, un antiguo poblado de ganaderos, habitado en época estival para la confección de sus quesos, y que hoy en día es un reclamo turístico. Se trata de una agrupación de 40 ó 50 pequeñas casas de madera, adornados sus jardines con profusión de grandes esculturas aprovechando viejos troncos de árboles. La raíz ‘vlk’ significa lobo, y ya se puede entender el por qué. El conjunto, dotado también de iglesia bajo la advocación de la Virgen María, está declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1993.

Nuestra llegada al Reitmayer
            Hora de comer, y lo hacemos en un parador de carretera, con un cuidado sabor invernal. Finalmente, tras pasar por Poprad, que inicialmente iba a albergar nuestros huesos, un cambio de última hora ha hecho que avancemos más en esa aproximación a las montañas y nos alojemos a unos pocos kilómetros, en el Nový Smokovic, concretamente en la llamada Fonda Reitmayer. Un hotelillo pequeño por fuera pero grande por dentro, que cubre todas nuestras expectativas con creces. Una verdadera delicia de sitio y entorno, entre floridos jardines, mediando entre los Altos Tatras y la depresión del río Váh, que los separa de los bajos. Con el paso de los días, nos daremos cuenta de la amabilidad de sus gentes y de lo bien que hemos estado en este lugar. Un gran acierto, sí señor. Tiene un edificio contiguo con apartamentos, y en uno de ellos se cobijan los dos matrimonios oficiales. Los otros tres, los temporales, lo hacemos en el principal. Con Javier nos ha tocado el gallinero, tres pisos para ir aclimatando, pero un ‘buhardillón’ tremendo, que porque no jugamos al fútbol, porque hasta la moqueta es verde.

            Negociamos la hora de la cena, y conseguimos retrasarla a las 8 para todos los días, todo un logro. Hasta entonces, una breve toma de contacto por el pueblo, por su zona comercial, y con sus baretos, que no nos es fácil encontrar uno con sitio para echar una cerveza 10 sedientas ‘gorgas’. A cenar y pronto a dormir, que mañana comienza lo bueno. Peter se nos va, y no lo volveremos a ver hasta los últimos días.

Nový Smokovic


Zelenom plese
            Sábado, 3 de agosto. Primera jornada de monte. De toma de contacto. La mayor parte de esta singular cordillera es de granito, pero tiene una zona, la más oriental, que es caliza, y por ello la llaman los Tatras Blancos, o los Belianské Tatry, en paisano, y hoy va a ser el día que más próximos vamos a estar de ellos. Se nos incorpora un colaborador nuevo, Mariano, que con su microbús amarillo en el que cabemos todos nos va a hacer el servicio de aproximación diario a la base de las montañas. Hoy lo hace a un lugar llamado Biela Voda, donde encajamos el primer impacto, y es el producido por unas enormes calvas arbóreas en el seno de un frondoso bosque, y nos explica Ondrej que se debe a un tornado ocurrido en 2004. Nuestras pesquisas posteriores nos han llevado a informarnos de que fue en la tarde del viernes 19 de noviembre de ese año, y que afectó a 24.000 ha del Parque Nacional del Tatras, quedando bien reflejado en este vídeo de la Televisión Eslovaca: http://www.youtube.com/watch?v=ScOkCQiAexU, causando innumerables pérdidas tanto económicas como ecológicas.

Multicolores Tatras Blancos
            Con Benito al frente, marcando un paso cansino para comodidad de todos, nos adentramos en el bosque, o lo que queda de él. En dos horas y media nos presentamos en el primer lago, el llamado Zelenom plese, o Lago Verde, en el fondo de una preciosa cubeta, al pie de un espectacular circo rodeado de grandes cumbres. A sus orillas, un refugio, en el que hacemos una breve parada. En una hora escasa cambiamos de cuenca y nos presentamos en el Velke Bielo plese, o Gran Lago Blanco, donde nos acomodamos para echar un bocado y admirar esa porción de Tatras Blancos, sí, los calizos. Los 1.610 metros de altitud de este precioso lago es la cota más alta de hoy, por lo que nos sabe a cumbre. Hora y media más entre exuberante vegetación nos deja en la chata Plesnivec, un refugio lleno de gente, en el que tardan para servirnos la piva de turno (cerveza). Seguimos bajando, encontrándonos más zonas de enormes árboles abatidos por una enfermedad. Sones de jotas se enredan entre ramas de pinos, abetos y alerces. A las cinco de la tarde damos con nuestros huesos en el autobús amarillo de Mariano, que nos recoge en Tatranska Kotlina y nos deposita en nuestro Reitmayer particular. A partir de ahí, el ritual que se hará habitual, ducha, colada, cerveza, cena… y a dormir pronto. Para el que le gusten los datos, como a mí, los daremos todos los días. Distancia: 20,7 Km. Tiempo total: 8h 30'. En movimiento: 5h 40'. Desnivel positivo acumulado: 820 m. Negativo: 970 m. Aunque es bien cierto que los dos GPSs no se ponen muy de acuerdo… bueno, nada de acuerdo, igual es porque hay algún satélite soviético porculizando por ahí.
Vuelta con sabor a cima


El Velické pleso se queda atrás
           Domingo, 4 de agosto. Segunda jornada de monte. Hoy empezamos de distinto modo, y lo hacemos tomando un tren que recorre la cordillera en paralelo, no adentrándose en ningún valle, como lo hace el canfranero. Lo tomamos en el apeadero cercano de Sibír, que traducido literalmente es Siberia, y por qué será? En poco nos lleva hasta Tatranska Polianka, donde nos recogen un par de todoterrenos que nos acercan hasta otro lago, el Velické pleso, donde se refleja un poco agraciado edificio que alberga el hotel Sliezsky. Comenzamos ya a andar desprovistos de bosque, aunque sí que es cierto que abundan unos pinos bajos, como si fuesen arbustos, pero que no nos hacen sombra, aunque de momento tampoco hace falta. Vamos dejando atrás el lago, acercándonos a unos murallones de roca. Más subida, y más apertura de valle. Ya vemos el fondo del circo. Ya vemos el collado de los Polacos. Ya vemos el Dihe pleso, o Lago Largo, en el que no nos detenemos, haciéndole la promesa de hacerlo a la vuelta.

Comenzando el tramo de cadenas
            Hoy es día de cumbre, y nuestras botas parecen saberlo. Van más alegres, no sé, más animadas, porque saben además, que antes de eso tienen un divertimento especial. Hay una zona equipada con cadenas y alguna escala, para ayudarnos a alcanzar el llamado Polsky Hreben, que lo hacemos al cabo de dos horas y media desde el arranque. Ante nosotros, en la otra vertiente, más lagos, más montañas, y al cabo del segundo cordal, Polonia, de ahí el nombre del collado. En poco más de media hora alcanzamos el Vychodna Vysoka peak, que con sus  2.428 metros es la cota más alta de hoy. Y ya se sabe cómo terminan estas cosas. A bajar. Y lo hacemos hasta las mismísimas orillas del Lago Largo, donde paramos a dar buena cuenta de las viandas que nos preparan diariamente en el Reitmayer. Amenizados por la presencia de una buena cabaña de sarrios, terminamos con lo nuestro poniendo de nuevo los pies en el camino de vuelta, que en este caso no va a concluir en el punto de arranque, no, sino que vamos a continuar bajando por el valle, pero burlando la pista asfaltada gracias a un camino lateral, que en hora y media nos deja en Tatranska Polianka, donde nos espera Mariano. Los datos de hoy son: Distancia: 13,4 Km. Tiempo total: 9h 20'. En movimiento: 5h 35'. Desnivel positivo acumulado: 760 m. Negativo: 1.450 m.
En la cumbre del Vichodna Vysoka (2.428 m) (foto de Javier)


Subiendo al Velké Hincovo pleso
            Lunes, 5 de agosto. Tercera jornada de monte. Los nativos se siguen sorprendiendo de la cantidad de días que llevamos sin mojarnos. Lo cierto es que nosotros también, porque veníamos advertidos de que son frecuentes las lluvias por aquí. Aguantamos de momento, aunque las tardes lo vienen anunciando. Hoy nos deja Mariano junto al apeadero del Popradské pleso, lago que tenemos ligeramente apartado de nuestra ruta, pero que iremos de propio a visitar a la vuelta. Casi una hora nos cuesta andar ese trozo de pista asfaltada. A partir del cruce, cambio de registro, de nuevo los bolos de granito vuelven a adquirir protagonismo. Nos vamos metiendo en otro magnífico valle de este Parque Nacional, y en tres horas y media desde la salida nos presentamos en el Velké Hincovo pleso, o Gran Lago, que con sus 20 Ha de lámina de agua es el mayor lago de alta montaña del país.

Collado y pico del Cobre
            Aquí ya tenemos a la vista nuestro siguiente objetivo, y el siguiente y último, también. Son el Koprowski hreben y el pico del mismo nombre, del Cobre. La subida al collado, a pesar de las apariencias, es muy cómoda, y descubre nuevos lagos escondidos tras crestas contiguas. En cuarenta minutos lo alcanzamos, y en cincuenta más la cumbre, que no se muestra muy hospitalaria con nosotros. De hecho es el punto más alto de un cresterío muy roto, y apenas hay sitio para acomodarnos. Como compensación, la vista es impresionante. Estamos a un cordal de Polonia, pero los montes, que no entienden de eso se muestran francos, a nuestro servicio y para nuestro disfrute físico y psíquico. La nubes de evolución van creciendo, y cada día más y antes. No nos
Tatras. Impresionante Tatras
entretenemos demasiado y emprendemos la bajada. De nuevo al collado y al Gran Lago, a echar un bocado. En hora y media alcanzamos la pista asfaltada, y en consecuencia la entrada al Popradské pleso, en cuyo refugio damos buena cuenta de unas buenas jarras de cerveza. Es la recompensa del día. En otra hora vemos a Mariano, que nos arrima al Reitmayer. Otro día más, y otro día menos. Distancia: 19,8 Km. Tiempo total: 10h 15'. En movimiento: 7h 20'. Desnivel positivo acumulado: 1.150 m. Negativo: 1.150 m. Sin contar, claro está, el asalto al apartamento de los casados para degustar una botella de licor local de no sé cuántos octanos, pero muchos.
En la cumbre del pico del Cobre (2.365 m)


Spisská Sobota, en Poprad
          Martes, 6 de agosto. Jornada de descanso activo. Y tan activo, no sé qué cansa más. Nos recoge Mariano, como de costumbre, y nos lleva a Poprad, donde visitamos uno de los barrios viejos, el llamado Spisská Sobota, que literalmente significa Mercado del Sábado, y ya nos podemos imaginar por qué. Aquí nos encontramos unas anchas calles con viejas casonas que han corrido toda la clase de suerte a lo largo de su historia, de su turbulenta historia, pero lo más significativo, y donde más tiempo pasamos es atendiendo las explicaciones que nos da Ondrej sobre la iglesia de San Jorge, que son detalladas en su interior. Muy próximo a ella, una estatua de la Virgen del Pilar. Bueno, pues entre el santo y la virgen, como en casa.

Sinagoga de Kezmarok
            Nuestra siguiente parada es en Kezmarok, ciudad cuyo nombre deriva del alemán käse, queso para nosotros, y es porque también eran muy populares los mercados de ese producto. Aquí nos encontramos con una joya digna de mención. Es una iglesia luterana, declarada Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco, en 2008. Totalmente construida de madera, tanto el exterior como el interior, aunque bien es cierto las fachadas están remozadas. En la inmensa mayoría de iglesias no permiten fotografiar ni filmar dentro, y en este caso no será por robarles el alma a los santos, porque no hay ni uno. Junto a ella está la basílica de la Santa Cruz, con su torre independiente, a modo de minarete, habiendo albergado a las tres religiones monoteístas a lo largo del tiempo. También una sinagoga no muy lejos de ella. Y cómo no, su castillo, que alberga historias feudales de los orígenes de esta ciudad y de las primeras incursiones a los Tatras por parte de algunos nobles.

Castillo de Spis
            La comida la hacemos en los sótanos de unas antiguas bodegas de vino, lo que hoy es el restaurante Arkada, en Levoca, donde visitamos luego el ayuntamiento y la enorme iglesia de Santiago. Luego al castillo, que queda retirado del pueblo. En una tarde en la que nos arrastramos por el asfalto que no hace el autobús, llegamos a este gran emplazamiento donde se erige esta gran construcción del castillo, que domina toda la vega circundante. Hora y media le metemos a la visita a muchas de sus dependencias, museo, capilla, cuartos de los horrores, en fin. Vuelta a Poprad, a refrescarnos en una galería comercial. Y a casa, donde se ha quedado hoy el GPS, aunque hubiera estado bien saber lo que nos hubiera dicho. Ya lo creo.
Recreación de la cocina, en el castillo de Spis


        

4 comentarios:

  1. Un fuerte abrazo a mis amigos de Esbarre y acompañantes.

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  2. El paisaje de montaña, por lo que se aprecia en alguna foto, es muy pirenaico, no? Por momentos me recuerda a valles como la canal Roya o las aproximaciones al Vignemale. Los pueblos muy cucos, qué bonito todo.

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    1. Sí, salvo el primer día en el que tuvimos cerca un macizo calizo, el resto de los Altos Tatras es granítico, y como se puede apreciar en alguna foto, los caminos están muy bien cuidados, así como toda la cartelería. En Aragón tenemos que aprender de eso, pero estamos en ello. Gracias por el comentario.

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