Año XIII. Entrega nº 913
"Dios escribe derecho con renglones torcidos". Frase que se le atribuye a Santa Teresa de Jesús.
Teresa Sánchez de Cepeda, más comúnmente conocida como Teresa de Ávila, gran mística y escritora del siglo XVI español, beatificada y canonizada a los pocos años de fallecer, habiendo dejado un gran legado de fundaciones monacales. Fue reformadora de la Orden de Nª Sª del Carmelo, refundándola como la Orden de los Carmelitas Descalzos. Fue proclamada Doctora de la Iglesia Católica por el papa Pablo VI en 1970. De su sabiduría se verbalizaba la frase de cabecera, que deja un amplio margen al entendimiento, y a la que acudimos cuando tenemos que atravesar momentos duros en nuestra vida, momentos de difícil explicación.
Las formas son cambiantes, pero la esencia es inmutable. Ya hemos manifestado en alguna ocasión que no somos muy de belenes ni de santurrones, a pesar de reconocer el verdadero y profundo misterio de la Navidad, pero la tradición es la tradición, las raíces son las raíces, y el respeto es el respeto. Es lo que nos motiva de nuevo, un año más, a subir a la Cruz de Oroel para estas fechas, y en esta ocasión de forma muy especial.
Este año, como decimos, con un motivo especial, y es que las emociones están a flor de piel con el recuerdo de Gracia María, compañera de vida de un relevante miembro del grupo, aunque todos lo son, y que, con envidiables muestras de entereza, hacía frente a la evocación de su memoria en un emotivo acto al abrigo de las fuertes rachas de viento, recordando que unas semanas antes era candidata para acompañarnos en este acto que año a año se repite en esta montaña.
Por cierto, en Ávila hay un convento advocado a Nª Sª de Gracia, en el que internó Alonso Sánchez de Cepeda a su adolescente hija, que se convertiría en Teresa de Jesús.
Al hilo de la cita de Teresa, renglones torcidos, como las 33 curvas que traza el camino desde poco después de salir del Parador hasta llegar al collado de las Neveras, y escritura más derecha a partir de él hasta la mismísima Cruz, en una mañana que el ulular del viento se hacía más intenso conforme se iba llegando al final del arbolado, en cuyas copas de forma inquieta anidaba.
Era una forma de avisarnos de que, a la salida al collado, desprotegidos ya del bosque, seríamos nosotros contra el fortísimo viento racheado, la indefensión contra los elementos, contando únicamente con la férrea voluntad de llegar a donde en tantas ocasiones habíamos llegado.
La subida, entre esperas para agruparnos bajo los últimos árboles, y el ir contra corriente hasta la Cruz, nos lleva hora y media. Unas decenas más de pasos para rendir sentido recuerdo a otros seres, que también se verían vestidos de viento, extendiendo sus alas por las faldas de estas montañas.
Imposible estar junto a la Cruz más tiempo que el de hacer cuatro fotos, y para abajo, a ver dónde nos podemos cobijar. Lo hacemos, finalmente, dejando el mal orache* atrás, al abrigo de unos buxos* antes de llegar al collado, donde se plantan dos belenes, y se da culto a algo más prosaico como son las viandas prenavideñas. El acto concluye con el sentido homenaje a la memoria de Gracia María, cuya esencia, sobrevuela el lugar y el momento, entre la intimidad de los familiares más cercanos y los amigos que queremos arroparles.
Por mi parte, que recuerde, creo que tan sólo en una ocasión he coincidido con Gracia en la montaña, y fue, en este próximo febrero hará tres años, en la ferrata de Cubilillo os* Fils, en Riglos, pero sería suficiente para ver la generosidad en el derroche y contagio de su alegría al resto de la compaña.
Volviendo a nuestra Peña Oroel, simbólicamente hablando, estamos entre el Nacimiento y la Cruz que, a nuestro juicio, ni es comienzo, ni final de nada, sino que son hitos relevantes en la vida, puesto que es cíclica, como así nos lo demuestra el Gran Libro de la Naturaleza Viviente en infinidad de manifestaciones.
Sólo resta bajar por el mismo itinerario, para acudir a un conocidísimo restaurante altoaragonés, de Jaca, en el que nos volvíamos a reunir en torno a una larga y buena mesa, y cuyo regente nos obsequiaría, como es habitual en él, y más en estas fechas, con un villancico cuyas notas al aire salían de su gaita de boto, rematando con la lectura de un cuento montañés a la vieja usanza.
Subida a la Cruz de Oroel, una más, en la que los sentimientos están por encima, muy por encima, de los 7,4 km de distancia, o las 4 horas de duración, o los 670 m D+/- (594 m D+/- Wikiloc) de desnivel acumulado, habiendo alcanzado la altura máxima de los 1769 m de la base de esa ya centenaria cruz. Sin duda, un antes y un después.
Imagen de José María Bonet
GLOSARIO
Orache = Tiempo
Buxo = Boj
Os = Los
Web:
Las fotos, con sus comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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