lunes, 30 de julio de 2018

Punta Escarra, el pequeño Cervino

AQUERAS MONTAÑAS
Punta Escarra (2751 m)
Sábado, 28 de julio de 2018



            Piramidal es tu cuerpo, piramidal tu corazón, piramidal tu alma… como piramidal la voluntad de unir nuestras cúspides en una sola. Como doce rayos láser enfocados hacia el mismo punto, un punto visible desde decenas, quizá centenas, de kilómetros desde todas las direcciones de la Rosa de los Vientos, ahí nos hemos dirigido hipnotizados por tu belleza, rota, sin embargo, por los cuatro costados. Como doce más Uno fueron en torno a una sagrada mesa, ahí hemos estado en derredor tuyo, con ese Uno integrado, para comer de tus mieles, para beber de tus hieles. Soberbia, altiva, con vocación de ser la joya de la corona de Ip, los movimientos orogénicos no te eligieron, pero te compensaron con lejanía, te compensaron con dificultad, te compensaron con un singular atractivo que encandila. La bella y la bestia. Con una profunda humildad, y siempre a tu sombra, doce mayencos, vamos a tratar de deslizarnos por tus pliegues. Sabemos que vas a jugar con nosotros, sabemos que no nos lo vas a poner fácil, sabemos que nunca te vamos a poder tratar de igual a igual, ni lo pretendemos, pero queremos ver lo que tú ves, sentir lo que tú sientes, unir nuestros latidos al tuyo, con sumo respeto, porque siempre serás… el pequeño Cervino de nuestros valles.

Con una indisimulada risa floja, partimos.

De silueta inconfundible
            En ocasiones, inconscientemente, tendemos a minusvalorar los objetivos cuando son cercanos, cuando son familiares. Craso error. La Punta Escarra es la prominencia más occidental del Circo de Ip, cerrado y profundo él, que forma un característico valle colgado de origen glacial, que vierte al Aragón, con su ibón embalsado, que recoge todas las precipitaciones de la cuenca. La Punta Escarra forma parte también de otro circo a espaldas del anterior, el de Balsera, más pequeño, más humilde, pero necesario también, y con su también pequeño ibón, el de la Sierra, una cuenca ésta que vierte al Gállego. La Punta Escarra está situada entre su Hombro, que la apoya por el sur, y el cordal de la Pala de Ip, que se desgarra por el norte. En ella confluyen tres municipios, Canfranc, Sabiñánigo y Sallent, que se disputan su cumbre, que se disputan su dificultad, que se disputan su belleza… y es que la Punta Escarra… es mucha Punta Escarra.

El alba puede con todo

Majestuoso, el cordal sur de Ip
            Poco tiempo para soñar. Tras una escandalosa madrugada, al tajo. Le ganamos la partida al alba en el puente de Arriba de Canfranc, pero pronto viene a nuestro encuentro, y de frente, como debe ser. Subimos por el camino de la solana, que en algo más de dos horas nos lleva hasta el refugio del embalse, habiendo salvado ya el nada despreciable desnivel de más de mil metros. No queremos molestar y no nos asomamos, enfilando ya los pasos hacia nuestro objetivo, que ya nos tiene en su radar. Alto para echar un bocado y coger fuerzas, su mirada es implacable. Nadie en el entorno. Solas las montañas, con su única compañía… y si les vale, la nuestra.

Camino

Discurriendo por la canal
            Cogemos la canal que nos va a subir, no sin esfuerzo, en hora y cuarto hasta el collado, que nos da vista a las grandes extensiones tensinas a nuestros pies, y de gran parte de la cordillera en lontananza. Hasta aquí llega el corredor Norte, con vertiginosos tramos de hasta 55º de inclinación, codiciado en invierno. Nos ponemos los pertrechos. El indispensable casco, y el resto, arnés, cabo de anclaje, mosquetones, descendedor y cuerda, por si se usan. Diez minutos más para llegar a la base de la pared, donde las manos comienzan su tarea. A partir de aquí apenas cuarenta minutos de pura adrenalina, en los que hay que extremar la atención para no dar ni un paso en falso, ni un mal apoyo de manos sobre la roca descompuesta. Aunque marcado con hitos, no hay una única vira. En busca siempre de la más cómoda, finalmente llegamos a esos 2751 metros de su máxima altura, apenas 50 más que el Hombro que la sostiene.

El corredor Norte nos engulle visualmente

Al turrón
            Grandes patios. Buen ambiente de montaña. Cortas, pero expuestas travesías horizontales buscando las debilidades para ir ganando altura y conseguir finalmente alcanzar nuestra recompensa, siempre con el permiso de la montaña que, aliada con el buen tiempo, nos ha dejado hacer. Cinco horas justas desde la salida nocturna, como mil setecientos metros más abajo, han bastado para llegar a participar del banquete visual, del banquete sensorial, que nos ofrece esta cima, altiva, soberbia, rota, pero que se ha dejado acariciar por nuestras botas. Una cima largamente ansiada y a la que le ha llegado la hora mayenca de, como decíamos en la presentación, comer sus mieles y beber sus hieles.

Peña Nevera, Collaradeta, El Fraile, Collarada...

En el descenso
            La tarea pendiente del destrepe apenas nos deja disfrutar de la estancia, que se nos hace corta, muy corta. Felicitaciones, parabienes, asomes a los cuatro costados y fotos, muchas fotos que apostillen estos vívidos momentos que con tanta intensidad nos han unido a esta singular montaña, y que se quedarán para siempre grabados en su piel y en la nuestra. El descenso lo hacemos con más cuidado, si cabe, no hay margen para el error. Con suma delicadeza y asegurando muy bien pies y manos, vamos buscando esos pasos que nos permitan ir bajando por esas chimeneas rotas, por esas travesías horizontales expuestas, con la ayuda siempre de los compañeros de viaje. Media hora más de pura adrenalina para llegar hasta el collado, donde recogemos el material para seguir, ya por camino, bajando hasta las proximidades de los corrales de ganado, aguas abajo del embalse, donde paramos a echar otro bocado.

Agrupándonos en el collado, cerca de la altiva Pala de Ip

Los buxos nos dan la bienvenida al bosque
          Enfilados, como estamos, para tomar el sendero que baja por el paco, no queda más que tomarlo para recorrerlo en su totalidad, pasando por la Besera, esos corros de tierra, otrora cultivados por las esforzadas gentes de Canfranc, y llegar al punto de partida en menos de dos hora más. Con ellas y las de antes, hemos completado una vuelta, gran vuelta, de 19,5 km, recorridos en poco más de 9 horas y media, salvando un desnivel acumulado en torno a los 1800 metros D+/-, en una jornada inmersa en un puro ambiente montañero, tanto en el entorno, como en lo humano, con compañeros garantía de éxito, con los que hemos cumplido otro gran hito mayenco, la Punta Escarra, que a partir de ahora la miraremos ya de otra manera.


Para ver más fotos, en: 

Si quieres bajarte el track, en: 

2 comentarios:

  1. Hola Chema.

    Pequeña gran montaña está Punta Escarra, que tengo hace tiempo en la lista de pendientes.

    Me ha gustado mucho el texto, lastima que para la subida el Lorenzo diese de cara.

    Un saludo.

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    Respuestas
    1. En ausencia de nubes, es inevitable que a la salida del bosque te vaya dando ya el sol, y de cara. Vas hacia él. Gracias por el comentario.

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