Gratal (1.567 m)
Peiró (1.579 m)
Domingo, 15 de marzo de 2015
Cuando tenemos al tiempo revuelto, que no sabe si va o viene, conviene
centrarlo un poco, todo lo que nos deja, claro, que más bien es centrarnos
nosotros en busca de su lado más amable. Y en esta jornada lo hemos hecho en
tierras menos pirenaicas, más bajas, pero no por eso menos dignas de nuestro
pateo, que también tienen mucho que ofrecer. Nos hemos acercado a los límites
occidentales de la Sierra de Guara para hacer una travesía sur-norte y de paso
hacer dos cimas, el Gratal, de fuerte personalidad, que se asoma a la Hoya de
Huesca, y el Peiró, de porte más modesto, aunque algo más alto, y que pertenece
a la cuenca de Arguis. Cinco somos, cinco, los que nos echamos al monte, a los
montes.
Donde se junta el tiempo |
Dejamos un vehículo en la presa del embalse de Arguis, que según reza
en la cartelería, es el más antiguo de Aragón, ya más de trescientos años
dividiendo territorios. Ahí es ná. Y con otro nos dirigimos a la urbanización
Golf de Guara, de cuyo límite norte partimos, y lo hacemos vestidos de romeros
floridos, vestidos de almendros floridos, vestidos de primavera en definitiva,
para ya, con el primer objetivo a la vista ir encaminándonos a la bocana de las
Gorgas de San Julián, ese lugar donde la piedra se hace agua y el respiro
asombro, ese lugar donde los contrarios se juntan formando un conjunto
arquitectónico natural de primer orden, modesto, pero de primer orden, que hace
ir conteniendo el aliento conforme te vas acercando a su final, con esa
sensación de que los sedimentos conglomerados te van a tragar, te van a
engullir. Una sensación fundada, porque eso es lo que hacen estas arrugadas
paredes.
Con el belén de Peña Guara |
En poco más de media hora nos vemos entre estos dos murallones, que se
convierten en uno, a cuyos pies se remansan unas claras aguas, donde los peces
beben y las lavanderas lavan. Sí, ambiente de belén, belén montañero, que
encontraron en este singular lugar hace años componentes de Peña Guara, ese club
de montaña de Huesca, que con más de 80 años de vida es uno de los más antiguos
de Aragón.
Interior de la ermita de San Julián |
Salimos de este magnético lugar, desandando lo andado hasta el desvío
a la ermita rupestre de San Julián, a donde subimos para hacerle una visita y
rendir culto a tanta y tanta tradición de oscuros años, tiempos en blanco y
negro, en los que a las preguntas naturales se le buscaban respuestas
sobrenaturales en los repliegues de la vida. Su interior alberga un altar
repleto de imágenes de todos tamaños, entre las que destacan la Virgen del
Pilar, San Lorenzo, y el propio San Julián. El agua y el aire se alían para crear en las
piedras unas curiosas formaciones que llaman la atención del visitante.
Enfilados hacia Gratal |
Dejamos este espacio de oración y de recogimiento, pero también de
fiesta y de esparcimiento, y continuamos sendero para salir de este barranco y
meternos en el de Fenés, más abierto y generoso, que cruzamos para salir a
terrenos de sembrados campos que dejamos a nuestra izquierda. Una estrecha
pista, que convertida en zarzal en largos tramos, nos va llevando hasta que
damos con la entrada a un sendero, que se nos antoja nos va a acortar terreno y
nos va a llevar directos al collado. Y así es, siempre bajo la atenta mirada
del altivo Gratal. Una vez llegados a ese collado, nos permite la mejor vista
sobre Nueno y sus tierras.
Vista norte desde Gratal |
De nuevo en la pista, la seguimos hasta meternos en otro sendero que
más aplicado nos lleva a contornearle la cinturilla a esta muela que despegada
de la sierra marca bien el territorio. Tras un corto tramo de espesos erizones
llegamos a una explanada de donde parte ya el sendero cimero, cuyos amables
bojes nos acarician, y que se encarga de subirnos las pulsaciones hasta la
misma cumbre. Una amplia cumbre ocupada por una singular capilla metálica,
coronada por una gran cruz haciéndose la fuerte, haciéndose la mayor altura en
casi cinco kilómetros a la redonda, donde se encuentra el Peiró, que con doce
metros más es nuestro próximo objetivo, y que vemos asomar justo al norte. Él
también nos ha visto. Aguarda, que vamos.
Cima de Gratal |
Sin ser ésta una gran altura, sí es una atalaya privilegiada para,
como la Rosa de los Vientos, dirigir nuestra mirada a todo nuestro alrededor.
Al sur, a nuestros pies, la Hoya de Huesca y tierras de Ebro más allá. El oeste
la Sotonera y la sierra de Loarre. Al norte, nuestro próximo campo de acción,
con la sierra de las Calmas y Peiró, con otras sierras exteriores pirenaicas
como San Juan de la Peña u Oroel, y la nevada cordillera al fondo. Y al este
los dominios de Guara, coronados por su Tozal. Sin duda una recompensa a las tres
horas y media y a los ochocientos metros de desnivel desde el arranque.
A la sombra de Gratal |
La bajada se hace rápida. Seguimos dirección norte, para acometer la
verticalidad de la cicatriz producida por el gaseoducto, y que burlamos casi al
final para continuar por la pista en dirección oeste. Una pista que alberga
nieve y hielo en los pacos y que nos lleva, tras varios sube y baja más, hasta
entrar en el Camino Natural de la Hoya de Huesca, que viniendo de Bolea,
termina etapa en Arguis. Dura subida que se ve recompensada con un bocado al
abrigo del frío viento, ante un Peiró ya casi al alcance de la mano.
Hayedo de Peiró |
Con Manolo nos adelantamos para ir ganando terreno y subir este
próximo monte,esta ralla atrapada entre dos valles, las cuencas de Arguis y
Bentué de Rasal. Pero antes hay que llegar, lo que se convierte en una verdadera
delicia, porque el hayedo está dispuesto a acogernos en los misterios de su
ser. Llegamos al desvío y lo tomamos. Tras un tramo de cierta horizontalidad
nos metemos en un estrecho y descarnado barranco, que con jadeos nos lleva a un
pequeño collado, para acometer ya el sendero que nos aúpa a la también estrecha
cima de este monte, más modesto que el anterior, pero que su geología lo ha
levantado unos metros más. Nada se escapa al rápido recuentomontes, y para abajo,
en cuyo trayecto nos reunimos con el resto para continuar el descenso y pasar
por el desvío a los tres cuartos de hora de haberlo dejado. Todos juntos ya,
nos deslizamos por el vertiginoso descenso hasta la pista, que hace de anillo
para esa ruta que rodea el embalse y por la que dirección Arguis continúa este
Camino Natural.
Tomamos pues dirección a la presa, que al cabo de cinco kilómetros y
casi otra hora alcanzamos, pasando por las entradas a esos barrancos que llevan
a los pozos de nieve de las Calmas, dando por terminada esta larga travesía por
unos montes rabiosamente ávidos de primavera, y que ya va llegando poqué a
poqué. Siete horas y media, de las que cinco y tres cuartos han sido en
movimiento, han servido para recorrer 22,4 km cubriendo 1.775 de D+ y 1.575 de
D- y auparnos a dos de los grandes pivotes de esta callada sierra.
El track, en: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=9101089
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