martes, 4 de febrero de 2025

Circo de la Partacua, bajo el embrujo de la Peña Telera

 Año XIV. Entrega nº 921


MONS CON NIEU
Circo de la Partacua
Domingo, 2 de febrero de 2025

            “Estudia la naturaleza, ama la naturaleza, acércate a la naturaleza. Nunca te fallará”. Palabras atribuidas al estadounidense, arquitecto y diseñador de interiores Frank Lloyd Wright, que muy sabiamente sabía en qué inspirarse para crear sus obras de arte, porque… se podría calificar de mente necia aquella que albergara la idea de que hubiera algo que superara a la naturaleza.



            Y como él, nosotros, que no le llegaremos ni a la suela del zapato, sí que podemos afirmar que coincidimos en que es en la naturaleza donde se encuentra la verdadera sabiduría, la verdadera inspiración, la verdadera iluminación… el verdadero arrebato. Como nos gusta decir, es en las hojas del Gran Libro de la Naturaleza Viviente donde tenemos la verdadera lectura.



            Y, como siempre que podemos, acudimos a las páginas de ese gran libro universal, para poder mecernos entre sus líneas y vagar entre la gran sabiduría que destila, para dejarnos imbuir por su magia. En esta ocasión lo hacemos a los grandes y bellísimos espacios del circo de la Partacua*, bajo la magnética mirada de la Peña Telera que, sin ser la más alta de la sierra, sí es la más emblemática, la que más miradas acapara, con cualquiera de los vestidos que, a lo largo del año, quiera mostrarse.



            A la ya larga de por sí ruta diseñada, se ha tenido una miaja de piedad dándole comienzo y final en la carretera de Piedrafita* de Jaca, en lugar de hacerlo en la población. Tras siete revueltas de la carretera local, y a algo más de 2 kilómetros, sale una pista, por la que tenemos previsto volver, y de donde salimos, ya con las raquetas bajo los pies, y con seis grados bajo cero por encima de ellos.




            Pista que abandonamos a los cinco minutos para tomar un desvío a la izquierda, que nos va a conducir a la entrada del bosque del Betato*, un gran fabar* que, no sólo participa de la magia del lugar, sino que le aporta lo suyo, con el amplio ropero que tiene y que va luciendo a lo largo del año, aunque en esta época nos dé una lección de humildad y de austeridad, con su desnudez, pero sin obviar la que nos da también de economía, restringiendo al máximo su gasto energético para concentrarlo en el subsuelo.




            Si pequeños nos sentimos en el seno del bosque, más todavía al salir de él y exponernos al magnífico porte de la sierra de la Partacua* y su emblemática Peña Telera, cuya mirada es difícil de sostener, y subida en dos ocasiones; la primera en la década de los 70, algo que hay que creerse, porque no hay imágenes, ya que estábamos casi más cerca del daguerrotipo que de las actuales cámaras digitales; y la segunda, hace doce años, entonces sí, con imágenes robadas al alma de la montaña.



            El paisaje, blanco y redondo, el cielo completamente despejado y la temperatura más templada, tres muy buenas condiciones para continuar la marcha, algo que hacemos adivinando, o no, el sendero que va cruzando la pista en varias ocasiones, hasta que, creo que era la sexta, la recorremos unas decenas de metros para abandonarla en pos de la “aventurilla” que supone salirte de la traza, antes de la embocadura del barranco del Boj, y por nieve virgen subir una ladera entre pinos y bojes, en dirección al ibón de Piedrafita*.








            Una vez hemos salido de la maraña boscosa, se nos abre el terreno, por el que seguimos subiendo sorteando unas vaguadas, hasta subir a un cabezo desde el que se domina la Plana Terrosa, al SE, que se trata claramente de un ibón colmatado, más visible sin nieve, y uno de los principales hitos de la ruta, el ibón de Piedrafita*, uno de esos ojos de mirada al infinito, y que en esta época cierra el párpado para protegerse de la intemperie, pero que lo encontramos con algo de abertura, para no perderse esta magnífica jornada.






            Echamos un bocado en tan magno escenario, casi, casi, rogando el formar parte de él, y bajamos ya hacia el ibón, con su presa, un artificio del que todavía se le oye renegar desde que encorsetaron sus aguas. Vamos saliendo a la pista, que tomamos a la izquierda para recorrerla cómodamente como 50 minutos, hasta llegar al refugio del Cantal, que así se llama esta partida de monte, o del Puerto, como lo conocen también en el pueblo, o el de la Radio, por albergar en su interior una emisora para su uso en caso de necesidad.









            Aquí se plantearía el continuar por la pista, pero dada la tremenda kilometrada que supone la enorme vuelta que da, optamos por lo más salvaje, que es bajar el desnivel del barranco, para volverlo a subir y retomarla al otro lado, en la vertiente de enfrente. Eso supone que hay que discurrir por nieve virgen y cruzar dos arroyos, el de Grisal primero, facilico, y el de las Vacas, después, algo más complicado, pero que acometemos sin nada que lamentar.







            Pues tras subir la ladera, alcanzamos la pista que se dirige ya a Tramacastilla, con nieve virgen y que, sin más dilación recorremos durante casi media hora, hasta que, con el ibón homónimo o de Laspaúles*, que también se llama, a la vista, hacemos un requiebro para ganar terreno y, tras echar otro bocado en sus proximidades, volver a la pista, esta sí, pisada, lo que ofrece más comodidad y rapidez, por la que vamos circulando con los últimos rayos de un sol que se esconde por la solana de la Partacua*, que es donde se encuentra más cómodo.




            La pista nos llevaría a Tramacastilla, de modo que, en un punto determinado hay que dejarla a su marcha para ir recortando terreno ya en pos de nuestro destino final, que ya vamos adivinando, pero que se muestra aún lejano, con una luz que va mermando considerablemente, acompañada de la temperatura, que baja en picado.



            Se van sucediendo tramos más incómodos, sobre nutridos barrancos que van devorando la nieve, dejando sus tripas al exterior en forma de incómodas piedras, que obligan a quitarse las raquetas. Finalmente, tras casi una hora anhelando mejor piso, llegamos a la pista, que nos conduce ya a los vehículos, tras dejar atrás el barranco del Gorgol, con sus rugientes aguas y aire que empujan.








            Sin luz suficiente como para leer algo, aun con buena vista, terminamos esta ruta, en la que hemos invertido 9 horas y cuarto de nuestras vidas, para pasarlas a lo largo de 17,3 km por un extenso paraje entre grandes montañas, salvando un desnivel acumulado de, en torno a, 700 m  D+/- (Wikiloc 656 m D+/-), alcanzo la altura máxima de los 1725 m al incorporarnos a la pista de Tramacastilla.



*GLOSARIO

Piedrafita = Piedra hincada

Betato = Vedado

Fabar = Hayedo         

Partacua = Parte aguas

Paúl = Zona inundable 


Texto confeccionado consultando diversos recursos.

Web:

Wikipedia  

Wikiloc   

Facebook

RAE  

Tesoros RAE 

Fundeu 

IGN

Hijo de la Tierra  




Las fotos, con sus comentarios, y el track


Nota: Ruta de invierno, por lo que no se garantiza el haber seguido los senderos.
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.










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