viernes, 28 de mayo de 2021

Lariste, Marmida, Cotdoguy, Burcq y O Risté, los centinelas del puerto del Palo

 


AQUERAS MONTAÑAS
Lariste (2168 m)
Marmida (2079 m)
 Cotdoguy (2025 m)
Burcq (2110 m)
O Risté (2115 m)
Jueves, 27 de mayo de 2021

            En todas las civilizaciones ha habido gente en sus filas que ha destacado en alguno de los campos del saber, o en varios. De las muchas obras de Plinio el Viejo, escritor latino tristemente fallecido bajo los efluvios de la erupción del volcán Vesubio del año 79 de nuestra era, ha llegado hasta nuestros días su “Historia Natural”, un compendio de muchas materias bajo las que se puede analizar la naturaleza, y de ese análisis, entre otras, nos dejó esta perla: La contemplación de la naturaleza me ha convencido de que nada de lo que podemos imaginar es increíble. 



            Y es algo que tenemos ocasión de confirmar en cada una de las aproximaciones que hacemos a ese mundo natural que tanto nos fascina. Grandes crestas colgadas sobre profundos abismos, salvajes paredes desafiando la ley de la gravedad, enormes extensiones de pastos de montaña que hacen las delicias de los sarrios, marmotas y demás bicho viviente, juguetones arroyos que aportan a los ríos las esencias de la alta montaña, paisajes insondables, extraordinarios, que ni el mejor diseñador pudiera haber imaginado. Todo eso y mucho más nos ofrece un terreno de juego ajeno totalmente a las cuitas del día a día que los que las tienen que resolver parece que cobren por liarlas más. Es por eso por lo que nos sentimos a gusto en el medio natural, en un ambiente atemporal, mutante y estable al mismo tiempo, mutante en las formas y estable en su esencia. Mutante para tratar de acompasar nuestros ritmos a los suyos, y estable en sus leyes, sus inquebrantables leyes. Naturaleza. Pura vida.



            También hoy hemos encontrado lo que siempre buscamos, y lo hemos hecho aupándonos y recorriendo un cordal a uno y otro lado del puerto del Palo, puerta de peregrinos, transeúntes, bandoleros, contrabandistas, exiliados y todo tipo de gentes que han aprovechado esta debilidad de la montaña, a lo largo de los siglos, para pasar de un lado al otro. Hoy, superadas esas circunstancias ha quedado como testigo mudo de las andanzas de todos los que por allí nos acercamos, que no somos muchos, porque se trata de una sierra de cotas humildes con la cercanía de otros montes de mayor atractivo montañero. Pero eso nos da igual, las montañas están ahí para que sean admiradas, respetadas, alcanzadas con el mayor de los respetos, y eso es lo que tratamos de hacer cada día que nos acercamos a ellas.



LA APROXIMACIÓN

          Partiendo de la Mina, lugar emblemático del Parque Natural de los Valles Occidentales, nos metemos por el barranco de las Foyas. A los veinte minutos encontramos el desvío para subir al puerto del Palo, por donde regresaremos, cerrando la circular. En poco, se cruza el barranco y se comienza a tomar altura para, en quince o veinte minutos, volver a encontrarnos otro desvío. Siguiendo a la izquierda tomaríamos el rumbo al ibón de Acherito, visitado hace unos días; y si seguimos rectos vamos acompañando al barranco, que es fácil verlo ya sin aporte. Dejando a la derecha el mallo Añarón, continuamos ascendiendo, abriéndose paso visual ya nuestra primera cota, el Lariste. Se cruza el barranco, donde se pierde el sendero. Hay que subir a su lado en tramos con más pendiente. En media hora desde el desvío se llega a un gran circo habitado por turberas en su base, turberas que atravesamos para ir aproximándonos a las laderas, donde comienza el verdadero ascenso. Para ello hay que tirarse un poco a la izquierda, para realizar una travesía que nos aúpa al collado. 




TRÁNSITO POR EL CORDAL

            Hora y tres cuartos desde el arranque, para superar casi ochocientos metros de desnivel, y aquí tenemos la recompensa, porque el patio que se nos abre hacia la cuenca de Lescun es realmente impactante. La que hemos ido dejando tras nuestros pasos no lo es menos, unas laderas herbosas en las que pacen los sarrios y corretean ante nuestra presencia. A nuestra izquierda, a unos ciento cincuenta metros más alto, se alza el Lariste, un monte que hay que acometer con mucha paciencia, porque la inclinación es elevada. Lo alcanzamos en veinte minutos, y si las vistas sobre el collado han sido las que han sido, esta cumbre las supera ampliamente, pues no tenemos ya ningún impedimento visual hacia la salvaje fachada oriental de la zona de Gamueta, desde Petraficha, Quimboa Alto, Anzotiello, Mallo Gorreta, Gorreta de los Gabachos, Gamueta, Mallo de Acherito, Sobarcal, Petrechema… un mundo infinito de verticales paredes. Más allá, la Mesa de los Tres Reyes, el Anie, Coutendé, Billares… Al suroeste Chipeta Alto, Lenito, Peña Forca y alguna puntera de la sierra de Alano. Y al sudeste, el Castillo de Acher, Bisaurín, Secús, Agüerris, Costatiza, Peña Valencia… Hablando de lo más cercano. Naturaleza salvaje.







            Volvemos sobre nuestros pasos para dirigirnos al collado, y lo hacemos por la cresta que no hemos recorrido en la subida. Una vez en el collado, el próximo hito es el Marmida, y a por él vamos superando una ladera herbosa. De nuevo contemplación y más contemplación. Seguimos por el cordal. Un pequeño collado nos separa del Cotdoguy, al que nos acercamos, para bajar ya al puerto del Palo, al que llega la Senda de Camille (Arlet – Lescun), sin pasar a España, y por donde discurre una variante del Camino de Santiago, señalizada como GR 65.3.3, itinerario al que más adelante nos incorporaremos, porque antes hemos de volver a encaramarnos al cordal, que desde hace tiempo nos tiene ya en el radar el Burcq, nuestra cuarta cota de hoy. Otra ladera herbosa se nos presenta, y por no meternos demasiado en lo que sería la vía directa, vamos abriendo una curva por la derecha, para hacer más cómoda la subida. En la cima, como en todas las anteriores, nos encontramos con una acumulación de piedras. Esta, como todas las anteriores también, fue visitada en octubre de 2013, con una buena historia. Por aquel entonces nos bajábamos ya buscando el descenso, pero hoy seguimos hacia O Risté, bajando primero al collado y subiendo hasta esta quinta y última cota de hoy. Como en el resto de cordal, vamos dejando a la izquierda grandes manchas de nieve, que a gusto están en la vertiente norte. 



EL DESCENSO

            Últimos suspiros de cumbre, últimas sensaciones de altura, llega el momento de abandonar estos privilegiados lugares, y lo hacemos cambiando drásticamente el rumbo, dando un giro de noventa grados dirección oeste, para ir bajando cómodamente por la loma, que nos sigue deleitando con la vista a dos aguas, contemplando también las correrías de los sarrios. En tres cuartos de hora convergemos con el GR 65.3.3, que nos brinda sendero más definido, aunque hay algún corto tramo que hay que adivinar. En media hora más cerramos la circular incorporándonos al sendero del barranco de las Foyas. Ya solo resta disfrutar del último cuarto de hora hasta alcanzar la Mina, inicio y final de la ruta.






            Tras los 12,4 km, recorridos en 5h 50’, salvando un desnivel acumulado de 1175 m D+/-, nos remontamos a casi dos mil años atrás para rescatar la frase de Plinio el Viejo con la que abríamos esta crónica, … porque nada de lo que podemos imaginar es increíble. Y lo es, y lo ha sido a lo largo de cada uno de los momentos pasados en estas tierras que nunca defraudan.





Más fotos y el track

miércoles, 26 de mayo de 2021

Dominio Acherito, una perla de los Valles Occidentales

 


IXOS MONS
Dominio Acherito
Martes, 25 de mayo de 2021

            El arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright se inspiraba en la naturaleza para sus creaciones, porque siempre tuvo unos vínculos muy estrechos con ella, algo que se puede resumir en una de sus frases: Estudia la naturaleza, ama la naturaleza, acércate a la naturaleza. Nunca te fallará. Y eso es porque, aunque como entidad biológica, indudablemente, está sujeta a permanente evolución, en esencia es estable, en esencia es inmutable. Y es en esa esencia, en esa estabilidad, en la que nos queremos basar, en la que nos queremos apoyar para que nos impulse a acercarnos a ella, a estudiarla, a conocerla, a amarla, en definitiva, porque nada se puede amar si no se conoce.



            Este pasado 24 de mayo, como todos desde 1999 se viene celebrando el Día Europeo de los Parques Naturales, porque fue en esa fecha de 1909 cuando se declaró el primer Parque Natural en Europa, concretamente en Suecia, y para celebrarlo también nosotros nos acercamos al de los Valles Occidentales que, con 27000 has más 7300 de zona periférica de protección, es uno de los Espacios Naturales Protegidos más extensos de Aragón. Está situado en la parte más noroccidental de la comarca de La Jacetania, y sus altitudes oscilan entre los 900 msnm del fondo del valle y los 2670 msnm del Bisaurín. Y a él acudimos, como decimos, para visitar uno de sus bellos rincones, el dominio Acherito, especialmente el ibón, para volver por el barranco homónimo, dando buena cuenta del S-5 del parque.


            La mañana pinta fresca pero despejada… quizá por eso. Al menos hasta llegar a la Mina, en donde comprobamos que la gabacha asoma por los puertos, lo que presagia frío y quizá niebla. Pero no hemos venido hasta aquí para verlo de lejos, iremos viendo sobre la marcha. Este lugar, la Mina decimos, es un cruce de caminos. Por un lado, está el GR 11, (Senda Pirenaica), paralela a la cordillera, con final y principio de etapa; y por otro, el GR 65.3.3, (Camino de Santiago por el Puerto del Palo), en su tránsito hasta Hecho; pero es que también, desde hace unos pocos años, es el punto distal del llamado Chemin de la Liberté, marcado por los vecinos franceses para conmemorar el éxodo a España huyendo de la ocupación nazi. Cabe decir, también, que era también un extremo del GR 11.1 antes de su migración a Sendero Turístico de Aragón, pasando ahora por Oza.



IBÓN DE ACHERITO

            Bien, salimos pues de este concurrido lugar, aunque hoy no lo sea, para introducirnos por la margen izquierda del barranco de las Foyas (derecha de nuestra marcha). Vamos circulando por las faldas del mallo Añarón. A los veinte minutos dejamos a la derecha el primer desvío hacia el Puerto del Palo para, seguidamente, cruzar el barranco y comenzar a tomar altura, haciéndose presente ya con todo su esplendor la imponente silueta de Chipeta Alto y la Peña Forca y sus compañeros de cordal, al fondo. En poco menos de media hora volvemos a dejar a la derecha otro desvío, que también nos llevaría al mismo paso, no sin antes pasar por los pies del cordal que lo flanquea a poniente, con los picos Lariste, Marmida y Cotdoguy, que mugan con el país vecino. 


            Una vez se calma la subida, el tránsito se hace más amable, acompañando la curva de nivel de los 1860 msnm, circulando por debajo del mallo las Foyas que, tras un tramo de turberas el sendero nos lleva ya a la cuenca del ibón de Acherito, en la que habita desde hace milenios esta joya geológica, como todas las que han dejado los glaciares en su retirada. Hora y media hasta aquí. La entrada al recinto, y más cuando eres el único representante de la raza humana, es algo que sobrecoge, y más cuando bailan sobre él los vaporosos velos de las nieblas. Es un pequeño circo abierto al sur, con una loma de suave trato al oeste, Peñas del Ibón las llaman, y unas altivas ralleras en las otras dos direcciones, con los picos de Lac de la Chourique y Larraille, que también hacen güega con el país vecino, formando parte del circo de Ansabère. Justo en el desagüe del ibón está la continuación del sendero, pero no nos resistimos a encaramarnos a esa loma para subir los 150 metros de desnivel y llegarnos hasta la divisoria, que nos recibe con frío, un tanto enfadada, y que no solo nos niega las vistas a Ansabère, sino que, en sus ansias de acogernos la niebla en su seno, nos obliga al uso del GPS para salir de allí. En fin, no se lo tenemos en cuenta, ya volveremos en otro momento a ver si se le ha pasado.







REGRESO POR EL CIRCO DE ACHERITO

            De vuelta al desagüe del ibón para reincorporarnos al S-5. Las idas y venidas de la niebla nos han permitido unas magníficas vistas sobre el ibón, que desde las alturas se muestra como un gran ojo de profundo y sereno mirar y que ya dejamos a su suerte para continuar nosotros nuestra ruta. Durante la siguiente media hora, el telón de fondo embriaga nuestros sentidos, Chipeta Alta y Petraficha rasgan el horizonte, con unos cielos mucho más amables al sur. Poco a poco se van ampliando esas vistas, ya que vamos tomando rumbo NW para ir entrando en el circo. Otros son los montes que compiten ya reclamando nuestra mirada. Los Anzotiellos, Gorretas, Gamuetas, con el Mallo de Acherito, el padre de todos, muestran su salvaje porte a la vez que la armonía en su convivencia. 



            También se hace presente el refugio del Barcal de Acherito, junto al que vamos viendo, conforme nos vamos acercando, un buen rebaño de sarrios que, ajenos a nuestra presencia debido al viento en contra, plácidamente ramonean el sabroso pasto. Inevitablemente, al llegar se aperciben de nuestra presencia y se van retirando poco a poco. Tras algo más de media hora llegamos al refugio, que abandonamos seguidamente para continuar nuestro camino acompañando ya al barranco de Acherito, que de aquí parte, y que no hay que confundir con el que lo hace desde el ibón, que se llama así, barranco del Ibón, y que desde nuestro transitar, vemos cómo se despeña por la ladera de enfrente, al tiempo que nos incorporamos al sendero de otro barranco, el de Anzotiello.






            En media hora, y tras cruzar otros barrancos laterales, y con la presencia visual de otro de los grandes del lugar, el Castillo de Acher, llegamos a la Mina, cerrando la circular, en la que hemos invertido, con el añadido del asome frustrado a Ansabère, 4h 30’ recorriendo 12,3 km y salvando un desnivel acumulado total de 805 m D+/-, en una mañana en la que hemos tenido todo para nosotros, el aire, la luz, los arroyos, el camino, el paisaje… Vida. Pura vida.





Las fotos y el track