miércoles, 31 de octubre de 2012

Valle de Otal

IXOS MONS
Valle de Otal (1.640 m)
Martes, 30 de octubre de 2012


            Las inhiestas paredes del Mondaruego, tarjeta de presentación de Ordesa, nos dan la bienvenida antes de llegar al Puente de los Navarros. Las rabiosas ganas de salir al monte que tenemos, hacen fácil el afrontar esta nueva mañana. Una mañana que se afana en mostrar esas secuelas de agua y vida, restos hídricos de los aguaceros de hace unos días. 

Salto del Carpín, entre heladas
paredes y otoñal arbolado
            Y el río Ara, antes de abrazar al Arazas, no es ajeno a todo ello. Baja alegre, pletórico, mayenco en octubre, con unas aguas atropelladas, alocadas, quizá con prisas por volver. Cuánta fuerza!, cuánta vitalidad!, cuánto poderío!, algo de todo ello ya quisiéramos. Eso por el fondo del valle, que por las alturas la podemos ver despeñarse por el salto del Carpín, cayendo por entre esas puntillas heladas que enmarcan el salto al cristalizarse el agua en las paredes. Otoño horizontal, invierno vertical. Es la fuerza de la Naturaleza, la fuerza de la Vida.

San Nicolás de Bujaruelo
            Hoy elegimos subir por este valle, tremendamente asociado a nuestra cuna pirenaica, tremendamente fijado en nuestra memoria con un recuerdo hostil que cual prueba iniciática, lo hizo con nuestra resistencia y fidelidad, con el resultado de que una y mil veces regresamos aquí para dar culto a estos paisajes, a estas montañas, valles, ríos, y toda su riqueza faunística y vegetal. Nos encontramos un lugar solitario, con el refugio cerrado todavía y apenas media docena de coches.

Puente románico de Bujaruelo
            Bujaruelo, tierra de boj. Este es un lugar especial, y no sólo para uno, sino objetivamente, históricamente. El actual refugio (de lujo, para los que hemos conocido “otras cosas”), antes fue venta, de la que el fallecido Dr. Cardús decía hace más de cuatro décadas en una de sus columnas en el Heraldo de Aragón: “… el refugio es un antiguo caserón que no tiene luz eléctrica, y donde en realidad se hace el favor de dar de comer al caminante…”; y que mucho antes fue hospital atendido por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Ruinas de la ermita de San Nicolás, de tardío románico (S-XIII). Antigua casa de carabineros. Y todo ello junto al hermoso puente románico. Todo un conjunto con siglos de historia, y que ha sido escenario de paso por parte de peregrinos y bandidos, pastores y estraperlistas, turistas y montañeros más recientemente, entre este valle y el hermano, geográficamente, de Gavarnie. Todo un lujo de lugar que nos hace sentirnos bien, muy bien, cada vez que lo visitamos.

Rojos frutos del serbal de cazadores
            Tanto tiempo saliendo a la montaña y todavía no sabemos muy bien si elegimos la ruta o es ella la que nos elige a nosotros. De cualquier modo, hoy le toca al valle de Otal, humilde, pequeño, pero con marcado estilo glacial, que se abre de W a E, y que vierte al del Ara en un lugar muy próximo a San Nicolás, y en cuya confluencia está la fuente de la Femalla. Una fuente que encontramos helada, muy helada en sus alrededores, y que sólo la fiereza de sus aguas al brotar hace que fluya para deleite del caminante.

Fuente de la Femalla
            Dejamos el valle principal y nos adentramos por la pista, que comienza con suave desnivel para subirnos al valle, cuya entrada la marca un vallado para el ganado, que todavía anda por aquí apurando los últimos días de la temporada. Un vado de cemento hace que nos crucemos con el río, que también se ve ha hecho de las suyas estos días. Ahora baja más calmo, pero aun con todo con mucha más agua que la habitual en este tiempo. El andar por el fondo de este valle, abrazados al río, da paz, da serenidad, que tomamos a manos llenas.

Ante nosotros el esplendor de este recóndito lugar, con un sol jugueteando, en el medio día, entre el pico Otal (2.705 m) y el de Fenez (2.541 m). Enfrente, el de Ordiso (2.319 m), que comparte este valle con el suyo, más al norte. Y como una vista panorámica, aunque de fondo de valle, ese espectacular circo que forma la sierra de Tendeñera, con su máximo exponente, el pico del mismo nombre (2.853 m). Todo esto es lo que se ve, que lo que no se ve, pero que nos cuentan los expertos espeleólogos, es un sistema subterráneo que hace sus maravillas, con sus más de 40 km de recorrido en sus más de 1.300 metros de desnivel.

            Al fondo vemos una cabaña, que es donde termina la pista. Llegamos lentamente, paseando, como queriendo impregnarnos de este ambiente. A partir de aquí se convierte en camino, que lleva al puerto de Ordiso, y antes al desvío del collado de Ordiso, para bajar por ese valle, que confluye con el del Ara al comienzo de la pista que baja a Bujaruelo.

            La cabaña es de pastores, con unos corrales anexos. Hay un grupo que ha subido en furgoneta, llevan aperos de observancia de aves, no en vano hay una ruta ornitológica por estos lugares. Tarde para seguir. Echamos un bocado y emprendemos el camino de vuelta, disfrutando más si cabe que el de subida. Ahora tenemos ante nosotros el puerto de Bujaruelo, paso natural a Gavarnie, custodiado por el pico del Puerto (2.476 m) y los Gabietos (3.034 m y 3.031 m), que casi ocultos tras la Escuzaneta (2.611 m), con sus cumbres nevadas y sus faldas heladas, dan comienzo a ese codiciado cordal de Marboré que separa (o une, según se mire) Ordesa de Gavarnie, y más adelante de Pineta.

            Al llegar a la valla pastoril, damos alcance a una pareja de Gijón, que con su perra, llevan cuatro días haciendo rutas por los alrededores del Parque Nacional, y que nos cuentan con sumo entusiasmo. Seguro que van a ser buenos embajadores de nuestra tierra en la suya.

            Juntos recorremos el camino que nos queda hasta San Nicolás. Con 600 metros de desnivel acumulado, dos horas hemos empleado en este paseo, en este disfrute, que desde aquí recomendamos.


lunes, 22 de octubre de 2012

Escorpio

Escorpio
23.oct.12 00:14
21.nov.12 21:50
(hora solar)


              Escorpio. Segundo signo del otoño. Ya lleva un mes acortando el día, lo que le confiere menor exposición a la luz, al sol, y en consecuencia bajada de temperaturas. Y por mucho que este año no haya llegado el frío todavía, se nota, especialmente en las madrugadas y atardeceres, y por supuesto por las noches. La tierra se enfría más rápidamente y condensa el vapor, que se pega a la superficie fría del suelo originando brumas y nieblas, de aquí el nombre de Brumario en el calendario de la Revolución Francesa.

                Dependiendo de cómo haya sido en lo meteorológico el recién terminado Libra, así estará el proceso de la caída de la hoja, así estará de avanzado ese festival cromático de nuestros bosques. En este año, es ahora cuando parece que ya va en serio. Las hojas mueren por inanición, la savia va recogiéndose en las raíces de los árboles y aporta menos flujo a las ramas. Esas hojas que han estado realizando su función de fotosíntesis durante todo el verano, y por lo que tantísimo les debemos el resto de seres vivos. Esas hojas que empiezan a comprender que su momento ha terminado, que su ciclo ha concluido, que como los frutos maduros que han visto partir, ellas también deben dejar las ramas y terminar alfombrando el suelo, descomponiéndose para ser absorbidos sus nutrientes convertidos en humus, y poder así comenzar de nuevo su ciclo vital.

                Escorpio es el octavo signo del Zodiaco, y los nacidos bajo este signo están regidos tradicionalmente por el planeta Marte, y en la Astrología moderna, por Plutón, que simboliza lo oculto. En el terreno de la mitología romana, podemos decir que por encargo de Juno, diosa del matrimonio y reina de los dioses, el Escorpión subió a La Tierra para atacar a Orión. También el Escorpión fue causa de que los caballos del Sol se desbocaran cuando eran conducidos por el joven Faetón; Júpiter le reprendió con un rayo.

                Signo femenino, como todos los de agua. Escorpio rige las aguas freáticas concretamente. Esas aguas, que en esta época del año tienen una temperatura superior a las de superficie, es cuando los manantiales termales muestran mayor virtud. El lodo de otoño produce buena reacción en las extremidades y permite combatir el frío o soportar el descenso de temperatura. La tierra mojada de esas emanaciones son las radiaciones telúricas activadas por el agua. Los vegetales huyen del aire al pasar Libra y se polarizan hacia tierra en Escorpio, para captar la radiación vital de esta agua y del lodo que produce.

                Las aves y los mamíferos emprenden la huída desde latitudes frías hacia el mediodía, en nuestro hemisferio. Las migraciones les imponen jornadas de penoso y sostenido esfuerzo, porque tienen que conquistar para unos pocos meses otra tierra de promisión, lugares menos inhóspitos para ellos.

                Durante el mes de Escorpio deben realizarse excursiones y largas marchas por la montaña, beneficiándose de baños de lodo y de la cura de arcilla. Alentar ideales que impidan el desánimo que comienza a acechar en el inicio de esta temporada de otoño-invierno.

                En el organismo, corresponde a los genitales externos, por lo que hay que extremar la higiene durante este mes. La depravación sexual es especialmente dañina para los escorpianos, porque la factura que deban pagar por ello será peor que la de cualquier otro signo.

                Las personas nacidas bajo este signo defienden sus derechos con marcado tesón y nunca se sujetan a las imposiciones. Suelen estar apesadumbrados por lo que les pueda ocurrir, viviendo continuamente con ese pesar. Son sarcásticos, con el aguijón del escorpión en la lengua, no obstante, su amor (signo de agua) es fuerte, y sublimes sus aspiraciones. Hay pues, dos naturalezas en estas personas. Necesitan mucha simpatía y consideración de sus allegados. En la hora del peligro nunca retroceden, sino que realizan hechos de heroísmo con un desprecio de sí mismos que puede llegar a la temeridad y hasta la locura.  Con mente aguda y serena, son proclives a ser buenos militares y excelentes cirujanos.

                La personalidad está representada por una colmena con el enjambre en plena actividad, símbolo de laboriosidad, amor al trabajo, ardientes afectos y espíritu de cooperación. Su misión en la vida es colaborar con los demás para el enriquecimiento de lo colectivo, desentrañar los misterios de la naturaleza, adquirir aptitudes para aprovecharse de ellos y hacer que sean útiles a los demás. Para llevar a cabo todo ello, las condiciones cósmicas reinantes durante el periodo reúnen las siguientes características:

                Carácter emprendedor e imperioso. Mente despierta y sagaz; actitud reservada, concentrada y enérgica; temperamento tenaz y dominador; imaginación analizadora y penetrante; emociones ardientes, y sumamente apasionadas, pero fugaces, con discernimiento rápido, más instintivo que razonado, pero fiel a la realidad, con ansias constantes de penetrar en lo oculto, por lo que tienen valor a toda prueba, más efectivo a medida que mayor es el peligro. Lenguaje elocuente, amable y suave unas veces, y sarcástico e hiriente otras. De afectos profundos, pero callados, con inclinaciones amorosas hacia la familia, sentimiento tierno, pudiéndose tornar a cruel. Naturaleza dual en todos los sentidos, pero especialmente con sus sentimientos. Con generosos dispendios unas veces, y mezquindad en otras. En conclusión, con miel en las manos y el aguijón en la boca.

                Está regido por Marte, lo que le confiere lo mejor y lo peor de este planeta. De ahí la energía y la combatividad. Su día de la semana es el martes; y su color, el rojo. Especial cuidado con los niños de Escorpio si ya de muy pequeños muestran actitudes temperamentales y lengua ligera, porque hay que irlo encauzando poco a poco, antes de que sea tarde.

         Los nacidos bajo este signo, y con un cierto nivel de evolución espiritual, son proclives a compenetrarse con las grandes verdades primarias, relacionadas con el espacio y con el tiempo, con lo infinito y con la eternidad. Cuando consigue estas conexiones, su mente está apta para identificarse con los más profundos misterios, aunque con dificultades para expresarlo. Puede aprovecharse de todo tipo de mancias para ayudar a los demás, telepatía, poderes predictivos, inspiraciones, clarividencia, clariaudiencia, psicometría, o cualquier otro método.

             Así son los ell@s, y así hay que quererlos. Bien amig@s, muchas felicidades a l@s Escorpio, y que este tránsito os sea propicio a tod@s.



Imágenes extraídas de diversas WEB

domingo, 21 de octubre de 2012

Diluvio en La Jacetania

Diluvio en la Jacetania
Viernes, 19 de octubre de 2012
Sábado, 20 de octubre de 2012



                 Entrada atípica donde las haya. Llevamos semanas, meses, esperando las lluvias, sí. Nos anunciaban lluvias, sí, fuertes lluvias. Pero lo que ha ocurrido en La Jacetania en dos días ha superado de lejos cualquier previsión.

             Los 357 litros por metro cuadrado que han caído en Canfranc entre viernes y sábado, desde luego, no estaban ni en el peor de los pronósticos. Ha hecho que un río, el Aragón, haya resucitado y se le oiga rugir a su paso en cualquier punto donde te pares a observarlo.

          Baja pletórico, baja lleno, baja bravo, baja saciado, pues aun con todo y con eso va mordiendo todo a su paso. No respeta nada, las aguas van buscando su nivel, atropelladas, amenazantes, llevando consigo todo lo que encuentra.

            Las noticias, como el agua, se agolpan. Os dejo con alguna de ellas.





http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/temadia/el-cielo-enfurece-a-los-rios_799930.html

          La parte positiva, que no ha habido víctimas humanas. Lo peor, los daños materiales, que los ha habido y muchos, tanto en estructuras públicas, como en bienes privados. Ahora toca evaluar daños y ver con qué ayudas se cuenta para restablecer los deterioros. 

          Y aún hay algo que añadiríamos desde aquí, y con toda la humildad del mundo. A la vista de la ingente cantidad de troncos y ramas que lleva el río, y que están poniendo en peligro la integridad de algunos puentes, la reflexión es si tienen que pasar catástrofes de este tipo para pararse a pensar si tenemos los montes lo suficientemente limpios. Y no sólo en estos casos, no olvidemos los incendios.

         Muchos ánimos a todos, especialmente a los afectados.



El reportaje completo de fotos, y es lo que vale de esta entrada, en:

viernes, 19 de octubre de 2012

Estriviella

IXOS MONS
Estriviella (2.048 m)
Jueves, 18 de octubre de 2012



         Seguimos con nuestro empeño particular en buscar el otoño, y no cejaremos hasta encontrarlo. Hoy toca la Selva de Oza, y allá que vamos, esta vez acompañado de Jesús.

            Son las 9 de la mañana, de una mañana que no es capaz todavía de contemplar ese esplendor otoñal, pero paciencia, que no le queda mucho, es cuestión de días. Eso por la tierra. Por el aire tenemos una perturbación atmosférica espectacular, según los meteorólogos, ya que está comenzando una conjunción poco habitual, una especie de estrangulamiento de una bolsa de aire frío que se ha colado en los dominios de las corrientes cálidas inferiores, dando lugar a una atípica gota fría que invade toda la península ibérica y media Europa. Por lo que a nosotros respecta, la previsión es que vaya entrando hoy al mediodía, y nos acompañe durante los tres próximos días. Anuncian agua, mucha agua, y es lo que más necesitamos, para nuestro aire, para nuestra tierra y para nuestro subsuelo.

Castillo de Acher,
desde el barranco de Estriviella
            Vamos a tratar de aprovechar esta media jornada para subir a una de esas cumbres humildes, que ven pasar más o menos cerca, más o menos lejos, a los montañeros, pero que se quedan con las ganas de acogerlos en el herboso y suave tapiz que cubre su suelo. Estamos hablando de Estriviella.

            Ante un impertérrito Castillo de Acher, el camino se inicia detrás de la caseta de forestales de la Selva de Oza (1.140 m), por una antigua trocha de madera, cuyo suelo se ha regenerado y se hace cómoda de pisar. Las hayas, muy lentamente, van cambiando de color sus hojas, ante la atenta mirada de pinos y abetos, que van a otro ritmo. Siguiendo el camino, hay un tramo que se empina, se nota que se empina, y es para salvar un importante desnivel, que el barranco soluciona con un salto de agua, que no es mucha la que baja, y que deja ver el redondeado impacto sobre las paredes calizas que soportan su caída.

Salto de agua
            Al cabo de una hora escasa de andar, se sale del bosque y el trazado se suaviza. Estamos en un pequeño valle colgado, y vamos abrazados al cauce del barranco de Estriviella, por su margen izquierda. Es uno de los caminos para subir, por empinadas palas, a Peña Forca y sus satélites, por el N, pero como no hay indicaciones, hay que estar bien atentos a la bifurcación que hemos de tomar a la derecha, para dirigirnos al collado. Está como a un cuarto de hora de la salida del bosque, y hay que dejar el barranco a nuestra izquierda para encaramarnos por la derecha de un enorme saliente rocoso a lo que parecería ser el collado, pero que, naturalmente, no lo es todavía. Es otro valle colgado, encima del anterior, y más herboso, encima del cual sí que tenemos, muy próximo ya el collado de Estriviella.

Sarrios (foto de Jesús)
            Poca compañía de la que entendemos como tal. Sólo aire y luz. Sólo piedras y vegetación. Ya es suficiente, pero por si no lo fuera, tenemos con nosotros una numerosa familia de sarrios que ven atónitos nuestro paso y sin saber muy bien qué hacer. Somos gente de paz, pasamos con respeto y una cierta admiración. Al filo de editar esta entrada, leo que la pestivirosis o queraconjuntivitis vuelve con fuerza por nuestros valles más orientales. Es un virus que merma drásticamente la visión a estos animales, y que hace que se despeñen, habiendo reducido un 30% la población hasta el momento. Esperemos que se ataje pronto.

            Vemos viejas marcas de GR, que informándonos posteriormente sobre ello resulta ser un antiguo marcaje ordenado hacer por un montañés, montañero y montaraz, Ingeniero de Montes en los tiempos de ICONA, y que llegó a ser Presidente de nuestra Comunidad Autónoma en los albores de la descentralización territorial. Estamos hablando de D. Santiago Marraco, sí, de Casa Marraco, de Canfranc.
           
Zuriza. Mazandú y Alanos,
desde el collado de Estriviella
            En dos horas escasas de un relajado ascenso, llegamos al collado de Estriviella (2.012 m), desde donde se nos abre la vista a la vertiente W, a Zuriza, con su camping y el arranque de la carretera a Linza. Entre él y nosotros, Taxeras en el fondo del valle, y Mazandú en las faldas de la sierra de Alanos, cuyo máximo exponente lo tenemos en el extremo E, justo encima de nosotros. Es el Rincón de Alano (2.357 m), que en altura le hace la competencia a la próxima Peña Forca (2.391 m).

Rincón del Alano
            Con su permiso, subimos los escasos metros de desnivel que nos separan de la cima de Estriviella (2.048 m), que más que una cumbre parece un altiplano, una hermosa atalaya herbosa desde la que nos asomamos a esa Selva de Oza que nos vio partir hace poco más de dos horas. Vemos Guarrinza. Vemos el extraordinario valle colgado del castillo de castillos, del Castillo de Acher. Vemos la altiva cima del Midi d’Ossau, y no más allá, porque Tena está enmarronado, está sumido en una tempestad elegante, que esperemos llegue por aquí, pero no antes de que abandonemos estos lugares. Verdaderamente da miedo de verlo, y más cuanto más se acerca. Vemos también el Bisaurín y el Agüerri. Y por el N todos los montes de Ansó, los Chipetas, los Quimboas, el Sayéstico, Petraficha, Anzotiello, Gorretas, Gamuetas, Petrechema, Mesa de los Tres Reyes… todos, todos ellos. Es espectacular. Tan sólo poco más de dos mil metros y lo que da de sí.

Amenazante vista al este
            Lo que sí es espectacular, y hoy más que cualquier otra cosa, es el viento, con rachas sostenidas fortísimas, que nos obliga a agacharnos cuando nos asomamos bien al borde, que nos obliga a agacharnos para tomar fotografías y que no salgan movidas, que nos obliga a extremar las precauciones antes de realizar todo movimiento que pueda suponer el dejar suelto cualquier elemento de los que manejamos. Es verdaderamente brutal, pero no nos sentimos mal, tratamos de comprender sus razones y de animarle a que traiga esas borrascas que nos hagan salir de esta situación. Bendito sea.
Bosque de hayas

            Imposible permanecer en este lugar más de los cinco minutos necesarios para tomar una docena de fotos. Al bajar, antes del collado, encontramos un pequeño abrigo en el que echamos un bocado. Estábamos en la reserva, y con tanta emoción no nos habíamos enterado.

En la cima de Estriviella
(foto de Jesús)
            Vuelta al collado. Despedida de la vertiente Zuriza y a desandar lo andado, bajando por este primer tramo, fugaz vivienda de sarrios, que siguen mirándonos a ver cuándo nos vamos. Ya lo hacemos. Llegamos al resalte y a bajar el feo tramo vertiginoso de piedra suelta, hasta llegar al fondo del barranco. Son las doce y empieza a gotear, nuestros pasos se aceleran, trotan, corren, y nos llevan de nuevo al bosque, donde nos sentimos más resguardados, y por el que hacemos la última media hora de camino hasta llegar a la caseta forestal, en la que nos encontramos a dos viejos amigos del oficio, acompañados por otros compañeros al abrigo de las inclemencias del tiempo.

            Las predicciones han clavado lo sucedido esta mañana en este valle. Decían que entraban lluvias por la tarde, y justo al mediodía han empezado. Por los pelos nos hemos librado. Finalmente, no han llegado a cuatro las horas que hemos empleado en salvar los 1.800 metros de desnivel acumulado de esta salida de media jornada de hoy. Gracias a todos y a todo.


(foto de Jesús)

El reportaje completo de fotos, en:


jueves, 18 de octubre de 2012

Los Sestrales

AQUERAS MONTAÑAS
Los Sestrales (2.101 m y 2.075 m)
Martes, 16 de octubre de 2012



            De nuevo partimos hacia la montaña. Esta vez desde Zaragoza, para visitar el Cañón de Añisclo desde arriba, desde donde lo hacen las grandes rapaces y las grandes necrófagas, aunque no seamos ni lo uno ni lo otro, pero de todo hay que aprender.

            Están entrando ya borrascas, que han tenido la gentileza de esperarse a terminar las fiestas del Pilar, y en un día que nos guiña el ojo, aprovechamos para hacer una escapada a esta magnífica zona del Pirineo, salvada por la ampliación del Parque Nacional de Ordesa, a Ordesa y Monte Perdido en 1.982, y que lo fue de intenciones pantanistas. No obstante, hay estudios de nuevas ampliaciones, que de momento duermen el sueño de los justos en algún cajón ministerial. Me gustaría destacar el de D. Eduardo Martínez de Pisón, Catedrático de Geografía Física por la Universidad Autónoma de Madrid, Premio Nacional de Medio Ambiente, verdadera eminencia y persona de referencia en cuanto al estudio y conservación de los paisajes de alta montaña se refiere.

Castillo Mayor y Peña Montañesa
            A raíz de un informe encargado por el Organismo Autónomo Parques Nacionales de España, aconseja y argumenta detalladamente ampliar la superficie actual protegida de 15.608 Ha, a más de 60.000, lo que superaría a los 45.707 del Parque Nacional de los Pirineos (Francia). Por si a alguien le interesa, aquí está el informe
http://www.revistaeria.es/index.php/eria/article/view/828/784. No obstante, el objetivo final sería la creación de un Parque Internacional de los Pirineos, salvaguardando así la integridad de la cordillera.

            Pero mientras llega y no llega, podemos seguir disfrutando de estos bellos y únicos paisajes, tengan la figura de protección que tengan, aunque sea al filo del parque, como es este caso, y que acometemos seguidamente.

Entrada al PN de Ordesa y M Perdido
            Para subir a los Sestrales, y “disfrutar” plenamente de la ascensión, hay que cogerlos desde la ermita rupestre de San Úrbez, tomando en principio la GR 15 (Senda Pre-Pirenaica), pero como estamos un poco vagonetas últimamente, hemos optado por hacer un buen trecho en rodante, alcanzando los 1.750 metros de altitud de la Plana Canal, justo en el límite del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, y donde hay una valla que sólo puede atravesar el personal autorizado.

            Para llegar hasta aquí, hay que partir de Escalona, y meterse en el Valle de Añisclo. Al poco de entrar en él, hay un desvío a la derecha. Se llega a Puértolas y se sigue en dirección a Bestué, y antes de llegar, parte a mano derecha una pista apta para coches (mejor para todoterrenos), que a los 9 kilómetros, y por las faldas de Castillo Mayor, te deja en este espectacular punto. Estamos en la llamada Montaña de Sesa, y de seguir andando por la pista, se abordaría la zona de San Vicenda.

Subida a Sestrales
            Sólo el llegar hasta aquí ya merece la pena. Tenemos ante nuestra vista la esencia del parque, la esencia de estas montañas, el macizo de Monte Perdido, las Tres Sorores, Cilindro de Marboré (3.325 m), Monte Perdido (3.355 m), y Sum de Ramond, o Pico Añisclo (3.254 m) y la hermana menor, la Punta de las Olas (3.002 m), y separadas por ese gran tajo que es el collado de Añisclo, otras cumbres menores, que buscan la simetría sin conseguirlo, son la Suca, o Pico Inferior de Añisclo, Añisclo Chicot o Zucón (2.802 m), y las Tres Marías, con nombres propios, son las Zuca Punchuda (2.781 m), Zuna Roncha (2.757 m) y Zuca Plana (2.702 m), que por cierto, todavía nos aguardan. Y por supuesto los otros dos gigantes próximos, como el Castillo Mayor (2.018 m) y la Peña Montañesa (2.294 m), que también nos esperan. Hay tanto por vivir todavía…

Tres Sorores desde Bestué
            Dejamos el coche en solitario en este singular lugar. La mañana está fresca, las nubes bajas se le apoderan. Anuncian una vuelta de agua para a partir del jueves, pero la atmósfera ya lo va acusando. Viene el frente por el W, de hecho, el Cilindro ya está cubierto. Dejamos atrás la pista y tras perder algo de altura, la vamos ganando por una ladera herbosa que se empeña en empinarse. El camino lógico nos llevaría hasta su mayor altura, el Tozal de la Fueva (1.898 m), pero no caemos en la tentación y seguimos por la izquierda, casi por el borde, por donde enseguida encontramos hitos de piedra.

Cabaña sin techo en el collado
            Al cabo de 20 minutos llegamos a un collado que nos da vista ya a la parte rocosa del Mondotó (1.957 m), ese otro guardián de la entrada a la parte peatonal del cañón, y que se aúpa porque quiere ser un dosmil. Paciencia, amigo. En este collado nos encontramos una pequeña cabaña de piedra con el techo derrumbado. Lástima. No hay hitos que partan desde aquí, lo que nos hace vacilar un poco. Yeguas y sus potrillos retozan por aquí sin importarles lo más mínimo, no los necesitan. Y como no les podemos preguntar, aun a sabiendas de que es dirección contraria, determinamos subir al tozal para tomar perspectiva, o quizá guiados por la impaciencia de asomarnos al cañón. Y efectivamente, conseguimos las dos cosas, aunque esta última no mucho.

El poco de salir de nuevo del collado ya encontramos de nuevo hitos de piedra, que nos llevan por el mismo canto del valle de Bestué, y que nos hacen pasar por un cercado eléctrico, para proseguir el camino, que nos lleva hasta la Forqueta, una gran abertura de la roca que nos permite asomarnos a la entrada del cañón, teniendo enfrente y ganando perspectiva ya sobre el Mondotó.

Cañón de Añisclo
En poco más de media hora, y por zona mixta de tasca y lapiaz, llegamos al Sestrales Alto (2.101 m) punto más alto de todo este macizo que custodia por el E la entrada al valle y de nuestro recorrido de hoy. Desde aquí todavía es mejor la panorámica. El Mondotó ya nos deja ver por encima de él todo el Ballibió, donde distinguimos a Sercué, Nerín, Buerba y Fanlo, cabecera y municipio del valle. Y más arriba la Peña Oroel, y San Juan de la Peña. También distinguimos Guara. Todo ello por el W. Por el S, y obviando el embalse de Mediano, tenemos la Peña Montañesa, y girándonos hacia el E, el Castillo Mayor, que nos ofrece su ladera más amable, siendo un verdadero monumento calizo la otra vertiente, la que da entrada a las gargantas de Escuáin. Cotiella, y toda la cabecera de Chisagües y Parzán, La Munia, Barrosa. Portillón de Tella, que nos vio sudar hace dos años en aquél matadón (perdón, maratón) del Sobrarbe. Y toda la Sierra de Revilla, las Puntas Verdes, y las ya descritas Tres Marías, con la Suca asomándose al collado de Añisclo; y las también mencionadas Tres Sorores, inmersas ya en un temporal elegante. Y a nuestros pies, a nuestros pies, el impresionante tajo natural que forman estas paredes, y que hacen que este cañón sea uno de los lugares más agrestes y admirados del nuestras montañas.

Sierra de Revilla
Un cuarto de hora más de pateo por tasca y afilado lapiaz nos lleva llegar hasta la cumbre más meridional, hasta el Sestrales Bajo (2.075 m), desde donde nos volvemos a recrear con una de las mejores vistas de este espectacular cañón y todos sus alrededores en varios horizontes a la redonda.

La borrasca marcha de la mano con la mañana. Ya ha alcanzado el collado de Añisclo, impidiéndonos el deleite sobre las Tres Sorores, y avanza para engullir a las tres Marías. Y amenaza con engullirnos a nosotros también. De momento ya nos muestra sus intenciones dejando caer alguna gota, que a ratos es más que alguna. Todo esto ya de bajada, desandando el camino de la subida, excepto el pequeño desvío para el Sestrales Alto, que nos lo evitamos.

Y seguimos y seguimos. Estamos solos. Encontramos cabras, ovejas, vacas, caballos… es que no es tiempo ya de estabularlos? Al llegar al cercado eléctrico nos sorprende un joven con su perro. Van para arriba, les sigue la moza.

-          Queda mucho?, pregunta.
-          Como una hora hasta el extremo, les digo.
-          A ver si no nos llueve, dice.
-          Ya lo he probado, le digo, y bien que va a seguir, concluyo.

Vacas bajo la atenta mirada de Castillo Mayor
Pues eso, que concluyo, que ya queda poco. Bajar al collado de la caseta destechada y llegar al coche, todo ello con agua, que empieza a tomárselo en serio. Bajando por estas verdes faldas, vemos a un par de pastores que traen arreando a una cabaña de vacas por la pista, camino de la valla, como saliendo del parque. Lo que pensamos es que van a echarse a la pista de bajada antes que nosotros, y a ver cómo las pasamos. Los pastores se quedan a echar un bocado donde los coches, y nos acercamos a echar la charrada. Son de Naval, y ahí estamos dándole un poco. Se ofrecen a salir antes que nosotros, para sobrepasar a las vacas. Cuando lo hacen, amablemente nos dejan paso.

Son las dos cuando salimos de aquí, de la valla. Han sido justo tres horas de andada y desandada, para salvar los trescientos cincuenta metros de desnivel, aunque acumulados hemos hecho más del doble. Hemos venido buscando el reventar del otoño, pero nuevamente nos hemos anticipado. Igual era una escusa para venir por aquí. Insistiremos, ya lo creo que insistiremos, no se nos puede escapar.


El reportaje fotográfico, en:

miércoles, 10 de octubre de 2012

Esos montes occidentales

AQUERAS MONTAÑAS
Bisaurín (2.669 m)
Sábado, 6 de octubre de 2012
Llana del Bozo (2.566 m)
Domingo, 7 de octubre de 2012



Fin de semana a priori de buen tiempo, que no lo es si se tiene en cuenta el déficit de lluvia existente. Pero bueno, ya que lo tenemos, lo aprovecharemos. Pedro, que madruga más que el día, me recoge en Jaca y subimos al refugio Sargantana de Canfranc, a integrarnos con el grupo de Pradoluengo.

Compartimos desayuno y a Candanchú, que la mañana invita. También llegamos antes que el sol. Si es que se está volviendo ya de perezosillo… Foto de familia y al turrón. El primer tramo, hasta el ibón de Estanés, discurre por la GR 11. Los primeros pasos son por esta estación, cuya apertura este año está todavía en el aire, como lo está también en el ambiente esa ilusión colectiva por hacer una travesía por estos valles, si no en el propio corazón pirenaico, si no en el reino de los tresmiles, sí por unos parajes que enganchan a propios y a extraños.

Collado de Causiat
La mañana está fresca, serena. Nos espera, y se nota. Collado de Causiat. Ciudad de Piedra. Bosque de las Hayas y Chorrota del Aspe, para cruzar el barranco sin la menor dificultad, está solitario, seco, con desamor. Nos volvemos a meter en el bosque, que se encuentra, no sé, un poco triste. Por una parte, descansando de tanto tráfico estival, pero por otra bajo mínimos en ese humedal que lo sustenta. Las hojas de las hayas, cansadas de haber soportado un riguroso verano, y de haber dado tanta sombra, tienen ganas ya de reposar en el lecho del bosque, para que inicie el ciclo natural que las llevará a su renacimiento, a su regeneración, a ser pasto y alimento del propio árbol. Nada de esto hemos inventado los hombres. Es maravilloso. Como todo en la vida. El bosque, es formidable, es un acto sagrado el pasar a través de él. Admite a toda clase de personas. Soporta a toda clase de personas. Enseña a toda clase de personas. ¡Cuánto que aprender!

Bosque de las Hayas
En los claros, y conforme vamos ganando algo de altura, se va abriendo ante nosotros más y más panorama, que invita a la pedagogía. Este segundo tramo de bosque es realmente envolvente. No nos apetece nada salir de él, pero hay que hacerlo, para encaminarnos hacia el Puntal del Tacho, donde se junta esta GR 11 con el sendero que viene de Sansanet. El barranco, el aprecio del entorno y lo amable del lecho por el que nuestros pies caminan, nos llevan ya a dar vista al ibón de Estanés (1.750 m), cuyas orillas merecen una parada para contemplar tan magno territorio, sin olvidarnos de que llevamos ya casi tres horas y algo hay que echar al cuerpo.

Huerto de Estanés
Abandonamos esta GR 11 que nos conduciría a las Aguas Tuertas, Guarrinza y la Mina, en Oza, para continuar por las marcas verdiamarillas de la Senda de Camille, de hecho nuestro tramo de hoy es exactamente el de una de sus seis etapas. La senda se empina, es la forma que tiene el terreno de solventar el desnivel que hay hasta el Huerto de Estanés, que bien parece un ibón colmatado. Unas lazadas más, que pican lo suyo, es lo que nos queda para entrar en el Valle de los Sarrios, no sin antes tratar de registrar tanto en digital como en las runas de nuestra memoria, la panorámica que se nos abre hacia el N, desde el E hasta el W, y todo ello antes de encajonarnos en este valle tan especial.

Grupo, en la entrada del Valle de los Sarrios
Valle espectacular, como decimos, glacial, colgado, más propio de terrenos con mayor altitud, y es por lo que aquí llama la atención. El discurrir el camino por su esponjoso fondo, y tener enfrente esas enormes paredes del circo del Olibón, hacen que sea un auténtico privilegio estar aquí, y así se lo decimos, y quizá sea por ello que nos acoge con amabilidad, como correspondiendo al respeto que le profesamos.

Bisaurín, Puntal de Secús y Plana Mistresa
Puerto de Bernera, que conserva todavía ese pequeño ibón resquicio de un pasado no tan lejano. Ibón Biello, le llaman. Ya tenemos enfrente de nosotros el gigante local, el Bisaurín, y su espectacular canal de Secús, por donde hemos hecho idea de subir. Veremos. De momento, nos acercamos hasta la Plana Mistresa (2.000 m), donde echamos otro bocado y departimos sobre la posibilidad de hacer cumbre. Inicialmente se había previsto que unos pocos lo abordaran, pero finalmente son unos pocos los que no lo hacen. Todo es respetable, y más en la montaña. Itinerario fácil y cómodo para los que se bajan directamente al refugio, y menos fácil y cómodo para los que hemos decidido subir.

Casi cinco horas y media desde Candanchú. Vamos para arriba. Hay que subir casi hasta el mismo collado que forma con el Puntal de Secús (2.514 m). Para ello, tenemos por delante dos buenas rampas, mediadas por un plató que nos da un respiro. Nos metemos ya en franca dirección S, por la canal, por la que a tramos hay que echar las manos para asegurar bien los pasos. Finalmente nos deja frente a la brecha con Fetás, lo que nos obliga de nuevo a dirigirnos hacia el W, comenzando por una larga, estrecha y sorprendente pala de hierba, que nos deja otra vez sobre lecho de piedras, para iniciar una corta travesía horizontal por una ancha cresta, que nos lleva a la cima.

Grupo en la cima del Bisaurín

Cuatro y cuarto de la tarde, de una tarde que comienza a enseñarnos ya su muda en lo meteorológico. Ya no está tan claro el cielo, ya comienzan a llegar esas nubes altas que anuncian cambio. Siete horas y media desde el arranque de la jornada nos han traído hasta aquí, hasta la cumbre del Bisaurín (2.669 m), que con sumo respeto ponemos bajo nuestros pies. Y bueno, pues lo de siempre, a pasar lista de los montes a ver si están todos, y entre la que llevamos unos y otros, finalmente se confecciona una bastante completa. Y sí, están todos, no pueden faltar a nuestras miradas de admiración, reconocimiento y agradecimiento por estar ahí. Dejamos que hablen las fotos.

Valle de Aragüés del Puerto
Diez minutos nos lleva todo ello. Tanto tiempo para subir, y tan poco para estar. Son caras estas cimas, ésta en concreto que tiene el orgullo de ser la más alta desde que el Pirineo más occidental se agacha para beber en el mar Cantábrico, y lo es hasta que alguna en el Circo de Ip comienza ya a superarla (Tronquera, Pala de Ip, Collarada). Todo un vasto dominio, que dejamos atrás para comenzar ese descenso por hostil y tirano mundo mineral, hasta que alcanzamos el siempre más cercano al ser humano como es el vegetal, y que nos deja en el collado del Foratón (2.020 m), donde retomamos señales de GR, esta vez de la 11.1, una variante de la 11, que parte de la Mina, en Oza, para dejar al caminante en Canfranc, tras una amplia, muy amplia jornada, que se puede mediar en el refugio de Gabardito, el de Hecho.

Dejamos de ver los amplios espacios occidentales, Peña Forca, Agüerri, Plan d’Aniz, Dios te Salve, la Cuta, todos ellos rindiendo al Aragón Subordán, y bajamos por las laderas de este circo, en cuyo seno se encuentra Lizara, con su refugio, que nos va a albergar esta noche. Mientras tanto, acompañándonos en este tramo, vemos con sana envidia el planear, apenas sin esfuerzo, de esos buitres tan necesarios para el equilibrio ecológico del monte.

Otras casi dos horas desde la cumbre nos llevan el descenso hasta el refugio. Son las seis y cuarto de la tarde, nueve horas y media desde Candanchú las que hemos invertido en hacer esta magnífica travesía coronada por la guinda del pastel, como ha sido el Bisaurín, el señor de los montes, el señor de lo lugar. Encuentro con los que han bajado directamente por el barranco.

Cena en el refugio de Lizara
Nos instalamos, a la espera del momento más codiciado de la jornada, a la espera de la cena, que puntualmente hacemos a las ocho de la tarde, bueno, ya noche, precipitada por el nublado que ha terminado de llegar a lo somarda, como decimos por aquí, sin avisar.

Una rigurosa noche de refugio nos trae otra mañana nuevecica, una mañana sin estrenar, para empezar a gastar. Pero sigue nublado, y con nieblas en las cumbres. Hay una aspiración de subir hoy el Aspe. Veremos. El plan B es subir la Llana del Bozo por una de sus aristas, por la que está en el punto de inflexión de ese solitario valle llamado las Foyas de Aragüés. Veremos, digo.

De momento, salimos del refugio algo pasadas las ocho de la mañana, que no acaba de despertar. Visita obligada al dolmen de Lizara, vestigios megalíticos de civilizaciones pasadas, para comenzar ya la sinuosa subida por el barranco de Articuso y alcanzar el collado del Bozo (1.995 m), algo que hacemos en casi hora y media, como debe ser, disfrutando. Esta nueva atalaya nos abre a la vista, a la siempre ávida vista, la cabecera del valle de Aísa, con sus dos cabezas, Rigüelo y Napazal.

Llegando al collado del Bozo
La senda GR 11.1 baja, no hasta el fondo del valle, pero baja. Nosotros no caemos en la tentación y seguimos subiendo, esta vez para entrar en las Foyas de Aragüés, dando un evidente giro al N. El ambiente meteorológico sigue sin hacer caso a las previsiones, sigue a su marcha, y no tiene pinta de cambiar, en todo caso de empeorar. Las nieblas siguen enganchadas en las cumbres, y el viento es fuerte y poco cálido.

En apenas media hora desde el collado, la responsabilidad del grupo le lleva a Pedro a desechar la idea de subir al Aspe, y en cuanto a la Llana del Bozo tampoco están el tiempo ni las fuerzas del personal como para acometer una ascensión masiva, de modo que nos enseña el camino a Vicente y a mí mismo para que subamos si queremos. Lo cierto es que no había tenido ocasión hasta ahora de subir a esta cumbre, por lo que aceptamos el reto colegiadamente.

Foyas de Aragüés y espolón
para subir a la Llana del Bozo
El grupo va a terminar de recorrer este valle colgado, hará el paso de la Oreja, bajará a un punto intermedio del barranco del Aspe, subirá a Loma Verde y bajará por la cueva de los Contrabandistas hasta Candanchú. Nosotros nos disgregamos de ellos, avanzamos más rápido, y vamos tras las huellas de dos parejas de vascos que tienen pinta de ir al mismo sitio, y por el mismo sitio. Así es.

Se inicia el espolón atravesando el barranco. La ruta de ascenso es bastante evidente. Primero hay una zona mixta, de roca negra, para salir luego a una pedrera que llega hasta el fondo del valle, y que es muy incómoda de subir entera, por eso se acomete por donde lo hemos hecho. Tras pasar por la cabecera de esta glera, cuatro pasos mal contados nos llevan ya a la cima más occidental de esta trilogía de Aspe y Llanas. Estamos en la del Bozo (2.566 m), son las once de la mañana, y no se ve un pimiento. Hemos invertido casi media hora en subir. Breve parada para echar un bocado y hacer unas fotos testimoniales. Cero de vistas.

Marrón en el descenso de la Llana
Los vascos regresan a Lizara, y hacen el descenso integral por la glera. Nuestra mejor opción es bajar por el N para alcanzar el fondo del barranco del Aspe y tratar de ir tras las huellas del grupo, hasta que demos con él, pero… La niebla se mete cada vez más en su papel y se muestra dispuesta a impedir nuestros planes. Hace que bajemos, hace que subamos, hace que demos vueltas para llegar al mismo sitio, hace que miremos la brújula, hace que no entendamos nada. La táctica es ver un hito antes de perder de vista el anterior, pero no siempre se consigue. ¿Que cómo acaba la historia? Hora y cuarto subiendo y bajando, dando vueltas y más vueltas, se hace largo, muy largo. La última traza que seguimos nos hace bajar por debajo del nivel de la niebla y vemos algo. ¿Qué vemos? ¡El valle de Napazal! Queríamos ir al norte y hemos aparecido por el sur.

Hay que tomar decisiones. Tratamos de comunicarnos con Pedro, sin conseguirlo de una forma clara y contundente. Llevamos mucho tiempo enmarronados como para volver a subir a tratar de bajar por la otra vertiente, de modo que hay que hacerlo por esta. Debajo, bastante debajo, tenemos la GR 11.1, y una vez en ella podemos hacer dos cosas, como direcciones tiene el sendero. Hacia el W, iríamos al collado del Bozo otra vez, y vuelta a empezar; mucha pateada, y lo de ir de cara a la niebla como que no nos hace mucha gracia. Hacia el E, iríamos al collado de la Magdalena, con salida a Canfranc por Gabardito; también mucha pateada, pero nos inclinamos por esto último, a pesar de que la niebla también nos puede salir por allí, pero me da mucha más confianza ese camino. Cuando podamos, se lo comunicaremos a Pedro.

Llegando al collado de la Magdalena
Nos ponemos a ello. La bajada hasta la senda es muy variada, hay sendas posibles y sendas imposibles, como el barranco que nos engulle con su piedra descompuesta y que finalmente se apiada de nosotros, dejándonos sanos y salvos salir de su seno. Bueno, sin más. A patear la GR 11.1, que nos lleva por el barranco de Rigüelo, al collado de la Magdalena (2.040 m), donde se nos cierra un mundo y se nos abre otro, el del valle del Aragón, con su cabecera también en las nubes. Refugio de López Huici (1.978 m), y con toda la subida en la reserva, de modo que parada obligatoria para repostar. Son las dos y cuarto de la tarde.

Mientras tanto, y a esa misma hora, más o menos, el grupo ha llegado a Candanchú y se dispone a comer al abrigo de uno de sus edificios, y a pie de coches. No sólo han huido de la lluvia, sino que han ido buscando un lugar con cobertura telefónica para saber algo de nosotros, en previsión de que la niebla nos hubiera impedido seguir los planes, como así ha sido.

En el refugio de Gabardito
Pero nosotros a lo nuestro, que aún nos queda tajo, como dos horas para recorrer el resto de camino. Majada de Lecherines (1.700 m), Gabardito (1.518 m), Barranco de los Meses, y… Canfranc pueblo, donde nos espera Pedro tras haber visto partir al grupo hace unos pocos minutos, lo cual nos ha privado de despedirnos de ellos. Ha sido una verdadera lástima, pero lo más acertado habida cuenta del largo trecho que tienen hasta sus lugares de procedencia.

Bueno, pues como bien está lo que bien termina, aquí damos por finalizadas estas dos jornadas de travesía por unas montañas que en algún momento nos han mostrado su lado menos amable, pero para lo que hemos de estar también preparados, tanto física, como psicológicamente. Han sido 18 horas de pateada entre los dos días, incluyendo dos cumbres, en las que hemos intentado palpar esas sensaciones que nos brinda la montaña, ese latir con ella, ese respirar con ella, ese comulgar con ella, y que nos tiene que servir para ser mejores, si no haría inútil el esfuerzo. Como siempre, gracias a todos y a todo.

En la cima de la Llana del Bozo

El reportaje completo de fotos, en: