miércoles, 25 de enero de 2023

Ermita de San Esteban, San Felices y ermita de Nª Sª del Llano, en el entorno de Agüero

                                                                       Año XII. Entrega nº 794


IXOS MONS
Ermita de San Esteban (1000 m)
Aldea de San Felices (725 m)
Ermita de Nª Sª del Llano (620 m)
Miércoles, 21 de enero de 2023

            El político y ensayista aragonés Joaquín Costa también tenía mirada, también tenía palabras, para referirse a nuestras montañas. Decía: “Este laberinto de montañas del Alto Aragón hace pensar en un gigantesco florecimiento de la tierra, y parece que se respira aún el aliento virginal de la creación”. Y ¿a cuáles se refería? Solo él lo sabía, pero qué mejor símbolo de florecimientos que los mallos, vocablo aragonés que viene a significar una enhiesta prominencia que destaca por su verticalidad y altura.



            La parte norte de la comarca de la Hoya de Huesca disfruta de esas Sierras Exteriores del Pirineo, y en especial de una zona característica con unas señas de identidad propias, que aportan al paisaje sus singulares formas. Hablamos del Reino de los Mallos, constituidos por esas formaciones de conglomerados formadas por el arrastre de los sedimentos en los postreros movimientos orogénicos de la cordillera. Situados en la frontera entre las montañas y el llano, forman parte del recientemente declarado Monumento Natural de las Peñas de Riglos, Agüero y Peña Rueba en Decreto 174/2016 del 22 de noviembre, un reconocimiento que ha llegado cuando estas sierras calladas, ansiaban ver protegidas su fauna, flora y geología, aunque no hayan llegado a tiempo para proteger a las gentes, a sus usos y a sus costumbres, aunque solo lo han hecho en tres teselas independientes y únicamente su aspecto vertical, y no el terreno que las sustenta.


            De estos singulares lugares, volvemos a Agüero, como lo hacíamos hace dos años, y como decíamos entonces, estamos en una zona que se precia de ser territorio regio. Agüero, Murillo de Gállego y Riglos, Marcuello, Ayerbe y los más oscenses Sangarrén y Callén, conformaron el Reino de los Mallos, que lo fue durante 14 años, a caballo entre los siglos XI y XII, por ser la dote del rey Pedro I de Aragón a su segunda esposa, Berta, en sus esponsales, que se celebraron el 16 de agosto de 1097, en la recién consagrada catedral de Huesca, según informa la propia web del Reino de los Mallos, pero eso es historia… otra historia.


            La actual es que, además de ser ENP, es un lugar amparado por otras figuras de protección: Lugar de Importancia Comunitaria (LIC ES2410064) “Sierra de Santo Domingo y Caballera”; Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA ES0000287) “Sierras de Santo Domingo, y Caballera y río Onsella”; formando parte del Ámbito del Plan de Recuperación del Quebrantahuesos en Aragón, así como del también Ámbito del Plan de Conservación del Águila-Azor Perdicera en Aragón.



            Agüero, topónimo que, según la Gran Enciclopedia Aragonesa, proviene del latín aquariu, y que tras varias derivaciones ha llegado a su nombre actual, significa “lugar de agua”, y de eso hay evidencias, especialmente en el tránsito por alto del barranco de la Rabosera, por debajo de la fachada oeste de los imponentes conglomerados de los mallos grandes, pero aunque pasemos a sus pies, es a los pequeños a los que vamos a rodear, y ampliamente, visitando, además, la ermita de San Esteban y la aldea de San Felices, por unas sierras calladas que siempre agradecen la visita con respeto del caminante. Hoy, vamos a disfrutar de la visita a estas sierras que tanto han dado, y que ahora descansan de la fatiga a la que las han sometido tantos trabajos tradicionales, de los que ya se ha pasado página.


            Comenzamos por el camino a Villalangua. Vamos tomando altura poco a poco sobre la margen izquierda (derecha de la marcha) del barranco de la Rabosera a los mismos pies de los mallos grandes. Un sendero en el que nos vamos encontrando esa conducción de agua en forma de mediacaña, colmatada ya, y que sin duda tiene mucho que ver con el topónimo del pueblo. Al cabo de veinte minutos dejamos a la derecha una amplia y empinada brecha en la vegetación, camino que se tomaría para dar la vuelta a los mallos, y seguidamente unos grandes y modernos depósitos de agua, en un lugar donde también estaría la captación que discurriera por esos canales, vestigios del pasado. Como en el pasado han quedado los de una vieja tejería.





            Seguimos por el sendero, mirando desde las alturas la cuenca que se ha ido labrando el barranco de la Rabosera, siguiendo las indicaciones de Villalangua, para a los diez minutos detenernos de nuevo para visitar la cueva de o Foraz, o Al-Foraz, una enorme cavidad, aunque con poca profundidad, donde aprovechamos para tomar algunas imágenes. Se pasa por un portillo y ya el trabajado sendero, que todavía alberga nieve, se pacifica, hasta llegar al desvío para bajar y cruzar el barranco. Algo más de media hora hasta aquí. Subimos por sendero de la margen derecha, que nos saca a una pista que, a su vez, nos conduce a la collada Abadía en hora y diez minutos desde el arranque. Un collado este al que volveremos, porque ahora lo tomamos a la derecha para llegarnos a la ermita de San Esteban, a donde llegamos en otros diez minutos más, habiendo tomado un desvío a la izquierda.


            Estamos en un punto estratégico de comunicaciones entre Biel y Fuencalderas (Cinco Villas) y el Pirineo, pasando por Salinas Viejo y Villalangua, y a los pies del Castellazo, un tozal de evidente orónimo, identificado por algunos historiadores como la ubicación del castillo de Castelmanco, aunque no todos se ponen de acuerdo, de cuya torre es posible que se hubieran aprovechado los sillares para la construcción del pequeño eremitorio. También los pudieran haber obtenido de las lajas de las paredes verticales que muestra el tozal. La ermita, advocada a San Esteban, tiene sus orígenes, según Antonio Gª Omedes, en los comienzos del siglo XII. Es muy curioso, porque a lo largo de los años ha ido siendo objeto de reconstrucciones, quedando hoy en día el supuesto primer altar en el exterior, y orientado al este, como mandan los cánones románicos, no como el postizo del interior, que está en dirección contraria. También se especula con el hecho de que existiera un antiguo poblado medieval al calor de ambas construcciones.


            Con una altitud cercana a los mil metros, quizá sea nuestra cima de hoy, ya que el regreso se muestra de bajada volviendo sobre nuestros pasos hasta la collada de Abadía, para continuar por la pista del paco Cabezón, hasta dar con la que sube de Agüero, que ampara el GR 1 o Sendero Histórico, en su etapa 39, y que nos lleva a la aldea de San Felices, de la que Antonio Ubieto nos cuenta en su Colección diplomática de Pedro I nº 148, pág. 415, que ya “en 1104, Pedro I de Aragón dio a la catedral de Huesca la novena que pagaban los pobladores de “Sancti Felicis” por los montes de Agüero”. En 1834 tenía ayuntamiento propio, y en 1845 se unía a Agüero. En 1488 había dos fuegos, y en 1970 12 habitantes. Hoy, alrededor de la parroquial de San Bernardo, tan solo encontramos alguna vieja casona y otras en lento proceso de recuperación; también un perro, al que le molesta nuestra presencia.




            

            Por no discutir de nuevo con el perro, que no atiende a razones, nos volvemos por la pista, que da más vuelta y que también está cubierta de nieve y hielo, pero es un corto tramo, que está flanqueado por enormes ejemplares de cagicos esmochados, testigos vivientes de otros tiempos en los que eran codiciados por su madera como combustible doméstico. Volvemos sobre nuestros pasos hasta el arranque de la pista que nos ha traído desde San Esteban, para continuar por la nuestra y acompañar a ese GR 1 hasta el desvío a la ermita de Nª Sª del Llano, cuyo nombre evidencia su ubicación. Rodeada de campos, se cree que fuera la parroquia de un poblado medieval, que albergara una talla románica de la Virgen, en madera policromada, y que se conserva actualmente en la cripta de la parroquial de Agüero.







            Volvemos unos metros sobre nuestros pasos para salir a la pista y tomar a la derecha un sendero que nos devuelve al GR 1, para cruzar de nuevo el barranco de la Rabosera y subir al pueblo y a nuestro punto de partida, tras 4 horas y 20 minutos de auténtico disfrute recorriendo 15,6 km por estas sierras, con un desnivel cumulado total en torno a los 535 m D+/-. Una ruta esta que no ha estado nada mal para ser el plan B de otra con el grupo Montaña de los Martes y que no pude realizar por falta puntual de material. 

            

 

Bibliografía:

Gran Enciclopedia Aragonesa. Varios autores. Unión Aragonesa del Libro (1980)

Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados III. Antonio Ubieto Arteta. Anubar (1984)

 

Web:

Aragón  

Miteco  

Reino de los Mallos  

Románico Aragonés  

Senderos FAM  

RAE  

Geamap  

Hijo de la Tierra  





Las fotos y el track



lunes, 23 de enero de 2023

Ermita de la Cueva, por los pliegues del manto blanco de Santa Orosia

                                                                     Año XII. Entrega nº 793


MONS CON NIEU
Ermita de la Cueva (1405 m)
Domingo, 22 de enero de 2023

            La nieve, ese maravilloso fenómeno que a nadie deja indiferente. Caprichoso, voluble, mirado con cautela por unos, con ambición por otros. Con agradecimiento, en cualquier caso. Dependiente de la precipitación y de la temperatura, como derivado del elemento agua, convierte su transparencia en blanca opacidad, que extiende su manto por las montañas, por los campos, por los caminos…



      “Antes nevaba en la montaña más que ahora. Desde la mitad de diciembre hasta finales de febrero no se iba la nieva de toda la zona.

Cuando estaba la familia alrededor del hogar, decía la abuela:

-       Callaos, callaos…, ¡parece que se oyen las esquilas en la cuadra!

-       Pues mañana amanecerá nevando, y si no ya lo veréis -respondía el abuelo.

     Y no se equivocaba nada. Los cielos se tornaban grises, “de color de caldo nabos” se decía, y se ponía a nevar por las cumbres y las laderas de las montañas, hasta las partes más bajas.

      La abuela Orosia se levantaba la primera para encender el fuego y gritaba desde la cocina:

-       ¡Chicos, chicos! ..., ya os podéis quedar en la cama todo lo que queráis, que hay un palmo de nieve y sigue nevando. ¡No tenéis que correr para soltar los casalizos!

     Y Miguel comentaba, mientras se comía un plato de farinetas:

-       Como nieve así, mañana nos llegará la nieve hasta la bragueta y tendremos que “abrir camino” con las palas para ir a las cuadras.

-       Y para que suba el cartero, tendremos que salir a “limpiar” el camino hasta el Plano Sarrato -añadía Orosia.

    Si nevaba con viento se amontonaba en las puertas de las cuadras, de los hierberos, y por las calles, donde se formaban grandes neveros con la ventisca. Hasta que no se derretía en los cercados de la solana, no se podían soltar a pastar los casalizos. Las cabras lograban comer algo de hierba por debajo de los estratos rocosos y de los árboles”.

      José Mª Satué Sanromán



            Pues sí. Hoy va de nieve. De nieve en las montañas. En las montañas próximas a ese territorio sin un alma, aunque conserve la suya propia. Un territorio con identidad propia, con historia, con cultura propias y comunes, pero que, por desgracia se ha llegado a un punto en el que, “… en la actualidad, la naturaleza acorrala con su vómito verde a los núcleos, mientras estos, abrumados por la soledad, se desvanecen por el suelo, camino de convertirse, si nadie lo remedia, en amontonamientos de piedras”. (Enrique Satué)




            No hablamos hoy de Sobrepuerto, aunque sí del nexo que tenían sus gentes, sus pueblos, en esa profunda devoción por Santa Orosia, compartida por todos, por esa doncella que lo fue, llegando a los altares y teniendo influencias sobre decenas de localidades de estas montañas y de otras no tan próximas, a los pies del Oturia donde, según la leyenda sufriría martirio.




            Hoy nos acercamos a una de las puertas de entrada de tan venerable territorio, a Yebra de Basa, para deslizarnos por los pliegues del manto blanco de la santa, en el último día de una semana que comenzaba el lunes con grandes nevadas por estos pagos, tanto así que poco paró de hacerlo en los cuatro primeros días, y que los siguientes mantiene debido a las bajas temperaturas. A ello hay que añadir los feroces vientos, especialmente de hoy, pero hemos buscado refugio en uno de esos pliegues del manto, en el barranco de Santa Orosia, por el que hemos discurrido disfrutando de una mañana raquetera espléndida y sin viento. Allá vamos. 




            La idea era subir por la ruta de las Ermitas, comprendida en parte de una de las etapas del recién señalizado GR 16.1, una variante del Anillo de Sobrepuerto, para tomar el desvío al mirador de Sorna y volver por la pista, pero no siempre las cosas salen como se plantean. Comenzamos la ruta en la ermita del Augusto, con las raquetas ya puestas desde el principio. Hay huella hecha, por lo que no es dificultosa la marcha. Justo debajo de unos pendientes escalones de madera, vemos que hay huella que se desvía a la derecha, y la seguimos, saliéndonos del camino, pero que nos lleva al mismo una vez superados esos escalones. Sin mayor dificultad, vamos cumpliendo con el camino. Ermita de Escoronillas, de las Arrodillas, cruzamos el barranco de Santa Orosia y continuamos por la margen izquierda.



            Rendimos cuentas también al mirador de la Cruz d’a Gualda, y llegamos al desvío del mirador de Sorna que, sorpresivamente nadie lo ha recorrido. Nos encontramos con 70/80 cm de nieve sin pisar, lo que nos obligaría a ir haciendo huella, pero eso no era lo peor, las ramas de los bojes, cargadas de nieve se inclinan y entrecruzan entre ambos lados del camino impidiendo el paso, lo que nos lleva a abortar el plan. Continuamos, pues, por el camino hacia las ermitas rupestres, hasta llegar a la primera, la de la Cueva. Ya nos vamos encontrando quien baja con crampones y que nos dicen que no han pasado de allí, ya que la faja está con placas de hielo que no aconsejan el paso. Bueno, pues a ver qué nos encontramos.



            Pues nada más y nada menos que lo que nos han dicho. Pero antes de llegar ya hemos tenido ocasión de contemplar la fachada de conglomerados que alberga las ermitas, con la cascada del Chorro que se pelea con el viento, que le impide su plácida caída. Nos acercamos, subimos a la ermita y contemplamos desde dentro ese caer del agua, mecido por el sol y el viento. Desde esta, nuestra cima de hoy, confirmamos lo de que no es posible continuar por la faja sin correr riesgos innecesarios, de modo que, vuelta por donde hemos venido, hasta llegar al punto de inicio, habiendo disfrutado de una espléndida mañana por los pliegues del manto nevado de Santa Orosia, que hoy viste de gala.





Imagen de febrero de 2015


            Han salido 7,7 km, recorridos en 3 horas y 50 minutos, con un desnivel acumulado total de 475 m D+/-.

 

 

Bibliografía:

La vida tradicional en el Pirineo. José Mª Satué Sanromán. Editorial Pirineo (2020)

Guía de Sobrepuerto. Varios autores. O Zoque, Asociación Cultural Ballibasa y Sobrepuerto (2014)

 

Web:

Sabiñánigo  

Senderos FAM  

Piedras Sagradas 

RAE  

Geamap  

Hijo de la Tierra 





Las fotos y el trackque no tiene por qué ajustarse a los senderos de verano