miércoles, 26 de febrero de 2020

San Salvador, por los aleros de Monte Pano

IXOS MONS
San Salvador (1547 m)
Miércoles, 25 de febrero de 2020



            Tanto anunciar el mal tiempo, que nos ha hecho replegarnos en los cuarteles cercanos de casa… y al final, no ha sido para tanto. Y no es que no se lo merezcan los alrededores, no, porque los tenemos muy buenos para hacer senderismo. Siempre es bueno echar la mañana por terreno conocido, y aunque se repitan las rutas nunca es lo mismo. Del mismo modo que un río a cada momento es distinto porque no lleva la misma agua, el monte, el paisaje, tampoco es siempre igual, porque tiene distinta luz… y la mirada que lo contempla también está sometida a variaciones, el estado de ánimo, los pensamientos, la compañía… Siempre se viven distintos momentos aunque se pase por el mismo camino. Momentos, eso es lo que importa, eso es lo que tiene que llenar nuestras vidas. El aquí y el ahora, es lo que cuenta.


Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña

EL PEDIGRÍ
En la pradera de San Indalecio
            Hoy nos vamos a Santa Cruz de la Serós para subir a los montes de la sierra de Pano, por los dominios del cenobio pinatense. Pero comencemos por recordar el pedigrí de este lugar, verdadero símbolo de las raíces aragonesas:
- “Sitio Natural de Interés Nacional de San Juan de la Peña”. Declarado por Real Orden de 30 de octubre de 1920. A punto de celebrar el centenario, destacamos que es el segundo ENP de Aragón y tercero de España, tras el Parque Nacional de los Picos de Europa y el de Ordesa y Monte Perdido, que lo fueron en 1918.
-   - “Monumento Natural”. Declarado por Ley 6/1998 de 19 de mayo, de Espacios Naturales Protegidos de Aragón, del Gobierno de Aragón, en el que se reclasifica por tal concepto.
-    - “Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel”. Declarado por Decreto 13/2007 de 30 de enero, del Gobierno de Aragón, en el que se reclasifica de nuevo al incluir este último macizo en la zona protegida, que abarca 9 513,98 has.

Salimos con un poco de tiritona

COMIENZA LA RUTA
Llegando a Santa Teresa
            Con un vendaval considerable, partimos pues del Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña y nos dirigimos hacia las ruinas de la ermita de Santa Teresa, junto a uno de los miradores de todo este conjunto, considerado como la cuna del Reino de Aragón. Este mirador extiende su dominio visual sobre todo el solano de estas montañas, con el telón de fondo de las sierras prepirenaicas más sureñas, Guara, Loarre, Caballera, Bonés, Javierre, Santo Domingo… Entre grandes ejemplares de carrasca nos introducimos en el sendero, que va coqueteando con la cornisa, ofreciéndonos unas vistas inmejorables sobre todo ese mundo.

Vista al suroeste, desde el mirador de Santa Teresa

Superando el pequeño resalte rocoso
            En menos de media hora se alcanza la pista asfaltada que sube a San Salvador. Apenas se pisa unos metros y una tablilla del ENP nos vuelve a meter en el sendero. La verdad es que por poco terreno no se presenta unido. Bueno, continuamos deleitándonos. En otros diez minutos tenemos que superar un pequeño resalte rocoso, que nos parecerá que es algo más que puro senderismo, pero son solo cuatro pasos. En poco ya, llegamos a las antenas y cambiamos de término, pasando de Jaca a Santa Cruz de la Serós.

Feliz en su ambiente

Narcisos tapizando el camino
            Otra media hora más y llegamos al margen de la pista, pero sin tocarla emprendemos la subida por entre grandes hayas, hasta alcanzar ya el emplazamiento de la ermita de San Salvador, que con sus 1547 metros es el techo de este monte, y el nuestro de hoy. Las cabras que nos suelen saludar al llegar aquí en otras ocasiones ya lo han hecho por el camino. El viento es fuerte y frío, pero al solano del edificio se está muy bien, lo que aprovechamos para echar un bocado.


La Peña Oroel, como parte del Espacio Natural Protegido

EL REGRESO
Rebaños en las faldas del Cuculo
            El regreso lo comenzamos bajando por la senda del Maquis hasta cuello Betito, o casi, porque no se llega. Se toma una pista a mano derecha que, tras un par de revueltas, se pone ya en la dirección correcta. La pretensión era tomar el sendero de las Fuentes, uno de los recién trabajados por parte del ayuntamiento de Santa Cruz de la Serós, pero un despiste nos lleva a la pista asfaltada, que la recorremos diez minutos, hasta la caseta forestal, y ya, jabalinín, jabalineando, en otros cinco minutos aparecemos en las naves ganaderas.

Santa Cruz de la Serós

Rasgando el horizonte
            Tomamos la pista a la izquierda, y en unas decenas de metros encontramos un hito junto al desvío a la derecha que, ya fuera del bosque, tomamos. Se trata de un camino limpiado entre erizones, y que por hitos nos lleva hasta la entrada de la tiradera de madera, que en perfecta diagonal nos deja en la carretera del monasterio. La cruzamos, y justo enfrente continúa el sendero, que en media hora nos lleva al camino que sube de Santa Cruz al monasterio viejo. Sin llegar a él, en pocos metros encontramos unas escaleras, que nos conducen a la misma carretera, que cruzamos por paso de peatones. Subimos las escaleras, y en un cuarto de hora ya estamos en el punto de partida.



El bosque encantado
Llegando al monasterio nuevo
            Ha sido una mañana completa, por viejos y nuevos caminos, con excelentes vistas hacia el sur y hacia el norte, transitando por lugares otrora sagrados, habitados por gentes montañesas, en torno a un río que finalmente dio nombre al territorio. Unos lugares entre los que se articulaba un pequeño condado, que llegó convertirse en el Reino de Aragón, y posteriormente en la Corona de Aragón, que dominó buena parte de Europa del sur, incluido el Mediterráneo. Una mañana, decimos, a la que le hemos metido 4h 30' de tiempo total, del que 3h 35’ han sido en movimiento, para recorrer 13,8 km y salvar un desnivel acumulado total de 615 m D+/-.


Las fotos y el track

domingo, 23 de febrero de 2020

Agustín Faus, su última cima

Agustín Faus, su última cima
(in memoriam)

Sábado, 22 de febrero de 2020



            A los 93 años, y tras toda una vida dedicada a la montaña, ayer nos dejó Agustín Faus Costa, uno de los grandes del montañismo español. Y no solo fue grande por vivirlo, sino también por contarlo, en las decenas de publicaciones en las que plasmó su impronta y su paso por esas montañas que tanto amaba.

De http://agustinfaus.com/biografia-de-agustin-faus/

            Nacido en la Barcelona de 1926, con antecedentes familiares montañeses, pronto despertó en él su afición por este noble deporte, y lo hizo en los primeros y duros años de la posguerra, al comienzo en su Cataluña natal, dando enseguida el salto a nuestros Pirineos, Benasque, Valle de Tena… allá por los primeros años 40 del pasado siglo. Representó el eslabón entre los montañeros clásicos hasta entonces y los que surgieron en los penosos años tras la contienda. Su tesón compensaba con creces la falta de recursos de la época. Con el tiempo, en las décadas del 60 y 70 participó en las primeras expediciones españolas en el extranjero.

De http://agustinfaus.com/biografia-de-agustin-faus/

            Su condición de gran conocedor de la historia de las montañas y sus protagonistas y su facilidad con la pluma le sirvieron para ser un cronista de lujo para diversos medios de comunicación. Regentó un pequeño hotel en Villanúa, llamado Faus Hüte, en el que ejercía también de guía de montaña. Tras esta etapa pasó algunos años en Jaca, siendo homenajeado por su ayuntamiento en la XI Gala del Deporte Local, que en 2006 le concedía el premio “a los valores humanos”. 



Conmemorando su 80 cumpleaños, antes de emprender la vía Mayencos (foto de Juan Bazán)

        Entre sus decenas de publicaciones, cabe destacar “El diccionario de la montaña”, editado en 1963 y prologado por Julián Delgado Úbeda, otra de las mayores figuras del montañismo. Otras obras de Faus fueron “Historia del Alpinismo I” e “Historia del Alpinismo II”, “Montañas injustas”, “El amigo del lama”, entre otros, o “Peña Oroel”, mucho más cercano a nuestro territorio, cuya Cruz alcanzaba por la Vía Mayencos en 2009 para celebrar su ochenta cumpleaños, acompañado por Fernando Val, Fernando Garrido y Juan Bazán, socios todos ellos, como él del club jaqués que le da nombre a esa vía de escalada de la cara norte de la Peña. Un club que también le rendía homenaje en la III Gala Mayencos, celebrada en 2017, cuando se instauró el galardón a los mayores de 80 años, y él ya tenía los 90.
 
Con Fernando Val en la vía Mayencos (foto de Juan Bazán)


            Pero del que más grato recuerdo guardamos es del de “La larga excursión”, posiblemente su última obra, que presentaba en el CP Mayencos el 23 de febrero de 2013, en cuya dedicatoria nos une por nuestro amor por las montañas.

             “Superados ahora, con creces ya, los ochenta y seis años, puedo seguir escribiendo y explicando sobre todo cuanto se ha ido sedimentando en mi memoria y en mi corazón, gracias al legado pirenaico que me dejaron mis abuelos de Andorra y del Valle de Castellbó, lo que yo llamo “mi sangre de montaña”, que sigue y seguirá corriendo por mis venas mientras me quede un hálito de vida”.


            Con estas palabras concluye dicha publicación, en cuyo último capítulo recoge quizá su última gran gesta, la ascensión al pico Urriellu, o Naranjo de Bulnes, como se le conoce, unos meses antes de publicar el libro, acompañado por César Pérez de Tudela, Bernabé Aguirre, Andrés de la Torre y Lucía Balboa.


            Esa “larga excursión” ha llegado a su fin, Agustín. Has alcanzado tu última cima. Adiós, amigo, tu corazón, ese que bombeaba la “sangre de montaña” ha dejado de latir, pero nos has dejado tu inmenso legado y tu entrañable recuerdo. Seguro que donde estás sigues teniendo muchas montañas que subir.

En la firma del libro (foto de Javier Lacadena)

jueves, 20 de febrero de 2020

Riglos, Carcavilla, Foz de Escalete, por los súbditos del reino

IXOS MONS
Riglos (635 m)
Carcavilla (530 m)
Foz de Escalete (600 m)
Jueves, 20 de febrero de 2020



            El Reino de los Mallos. Un reino dentro de otro reino. Un más que limitado reino en el espacio y en el tiempo. Del tiempo no vamos a hablar, pero sí del espacio, porque de nuevo venimos a estas tierras a sentirnos pequeños ante tanta grandeza, a sentirnos pequeños ante las excesivas dimensiones de estos monolitos conglomerados, imprescindibles para comprender los movimientos posteriores a la orogenia alpina, formados por sedimentos de cantos rodados cementados por materiales más blandos. Estas gigantescas formaciones, que pueden llegar a medir cerca de los 300 metros, en el Pisón, junto con sus vecinos los mallos de Agüero y Peña Rueba fueron objeto de la creación, en 2016, por parte del Gobierno de Aragón, de un Espacio Natural Protegido, bajo el nombre de Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba.



Disparados ya desde el comienzo

Saliendo de Riglos
            A él acudimos, pues, en esta ocasión junto a los amigos de Os Andarines d’Aragón, que en su programa de “por esos andurriales” tenían hoy la cita con esta salida, que da comienzo en Riglos, en una mañana perezosilla, con -5º de temperatura, pero prometiendo que se va a templar, de hecho, la terminamos con 16º. Por la parte alta del pueblo, enseguida se toma el desvío a Carcavilla, señalizado como PR-HU 98, y por el que se mete la serpiente multicolor, que a lo largo de la mañana se irá quitando alguna de sus pieles, pero no de momento, porque la temperatura va bajando con nosotros, “disfrutando” además en ocasiones de una brisa de norte que hacía más difícil ese temple.

 
Bajando hacia Carcavilla
Lo vertical y lo horizontal, un profundo símbolo
            Cruzamos las vías del tren, y al cabo de una hora desde el arranque alcanzamos este núcleo de Carcavilla, creado para la central hidroeléctrica derivada del embalse de Santa María de la Peña. Pasamos por debajo de la enorme tubería y continuamos por el PR-HU 98 dirección La Peña. Al cabo de un cuarto de hora volvemos a cruzar las vías y vamos tomando altura para ir acercándonos ya al embalse y su presa. Un embalse, el segundo en antigüedad de Aragón, tras el de Arguis, centenario ya desde 2013, que es capaz de almacenar 15 Hm3, y nos lo demuestra hoy mismo. La radiante mañana se refleja en sus calmas aguas, que nos dan la bienvenida. Se lo agradecemos posando para una fotografía de grupo del amigo Rafa Cored.

Bocado a orillas del embalse

Reanudando la marcha
            Llegamos a una pista, para alinearnos con la orilla del embalse y las vías del tren, y en la primera ocasión favorable que tenemos al sol, hacemos un alto para echar un bocado. Continuamos sin romper ese alineamiento hasta dejarlo para ser fieles a las vías, y justo antes de un nuevo paso a desnivel, las cruzamos para dirigirnos ya hacia la montaña, pasando incluso el canal. Al cabo casi de una hora desde la parada llegamos a la Foz de Escalete, un enorme tajo en la roca caliza que año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio, excava el barranco del Forcallo, cuya profundidad nos obliga a mirarlo por encima del hombro.
 
La Peña, desde la Foz de Escalete
Las grullas peregrinas
            Seguimos por la pista, y al llegar a un cruce tomamos la dirección de la derecha, que pasa junto a las ruinas de la Casa de Escaletes. Nuestro tránsito por la pista nos aboca al sendero, todo ello amenizado por el paso de una considerable cantidad de manadas de grullas que se despiden de sus cuarteles de invierno con gran jolgorio. Un poco antes de llegar al cruce de Santo Román, sin pena ni gloria, a la una de la tarde, acompañamos al sol alcanzando el punto más alto de la jornada, a unos 1008 metros de altitud, lo que nos confiere una atalaya privilegiada para ver nuestros Pirineos, desde el Ezcaurre hasta las Tres Marías… y más allá, con la única barrera visual que la sierra de San Juan de la Peña.

Los romeros, y no solo ellos, disfrutando por el solano

El mallo Firé y sus cinco puntas
            Una vez sobrepasado el cruce, continuamos nuestro sendero, ya de bajada, dando vista al cauce del Gállego y a la imponente Peña Rueba al otro lado, lo que podemos apreciar bien en una pequeña salida de ruta hacia un mirador natural. A los veinte minutos del cruce llegamos al collado del Firé, donde hacemos una nueva parada para reagruparnos. Ya solo queda el descenso por el circo, por donde descendemos los 220 metros de diferencia de cota hasta la base del Pisón, y que si arriba tratábamos a los mallos de usted, ahora lo hacemos de ilustrísima, porque la sensación de que nos engullen se acrecienta a medida de que vamos bajando.

Los almendros y su potencia floral

Los mallos de Riglos, los reyes del reino
            Las vistas sobre el Gállego, en su lento discurrir hacia tierras llanas, entre el Pisón y el Firé nos evoca la integración de lo horizontal y lo vertical en el paisaje. En un paisaje Real, un paisaje de Reino, que hoy ha acogido a sus súbditos entreteniéndolos por sus vericuetos 5h 55’ de tiempo total, del que 4h 15’ han sido en movimiento, para recorrer 15,6 km, salvando un desnivel acumulado total de 735 m D+/-, en una extraordinaria compañía, a la que agradecemos la invitación para compartir esta, también, extraordinaria mañana.

Foto de familia en un singular paraje (imagen de Rafa Cored)
Las fotos y el track

sábado, 15 de febrero de 2020

La Trapa, por Piecervera y Azus

IXOS MONS
La Trapa (1740 m)
Viernes, 14 de febrero de 2020


            Tiempo y clima. Dos conceptos que se pueden llegar a confundir. El tiempo es el estado de la atmósfera en un momento determinado, mientras que el clima es la trayectoria de esa situación a lo largo del tiempo… del otro tiempo. En meteorología se dice que hace buen tiempo cuando hay estabilidad atmosférica, es decir, anticiclón, y mal tiempo cuando hay inestabilidad, es decir, borrasca. Lo que se contradice en cierta medida con la acepción popular, especialmente la rural, del buen y mal tiempo, que hace referencia a si hace el tiempo que tiene que hacer a su debido tiempo… el otro tiempo también. Visto así, se puede decir que seguimos con buen tiempo, meteorológicamente hablando, pero mal tiempo porque hace temperaturas más altas de lo normal para la fecha. Bueno, de cualquier modo, como no podemos influir sobre el tiempo, aunque sí parece demostrado que lo hacemos sobre el clima, lo que hacemos es aprovecharnos de la situación y aunque nos apene el no pasar frío, el no ver nevar, o el que florezcan los frutales antes de tiempo, lo que sí hacemos es aprovechar y disfrutar de esta primavera adelantada.

Prestos para la partida

La Madalena y el cordal de Lecherines, Tortiellas y Peña Blanca
            Y hoy lo hemos hecho por los alrededores de Villanúa, trazando una circular para subir a  la Trapa por la fuente del Paco y los campos de Piecervera, y bajar por el barranco de los Azus. Buena vuelta en una deliciosa mañana de un mal buen tiempo. Partimos del Centro de Interpretación "Subterránea", sede de la Oficina de Turismo de Villanúa, para cruzar el barranco de Bozuelo y acompañarlo hasta un poco antes de hacerlo por segunda vez, y meternos a la derecha por el camino de la fuente del Paco, que nos va subiendo por el tupido bosque, con alguna que otra ventana que nos permite las vistas sobre el cordal de Lecherines, Tortiellas, Peña Blanca

Fuente del Paco

Campos nevados por el camino
            Tras confluir con el sendero que viene de otro punto de Villanúa, el sendero se convierte en ancho camino, y este en pista, llegando ya al refugio forestal, y debajo la fuente del Paco, en una pequeña área recreativa. Nos incorporamos a la pista y la seguimos hasta que cruza el barranco, porque antes de hacerlo seguimos por el sendero, que nos lo hace cruzar, pero más arriba. El sendero continúa por el bosque, y se van alternando tramos más tranquilos con otros más pendientes. Se cruzan unos campos, y más adelante otros, hasta un punto en el que se alcanza, solo visualmente, una de las revueltas de la pista. A partir de ahí el tramo siguiente es corto, pero muy empinado, para llegar a un punto de sosiego en otra de esas revueltas, junto al refugio del cubilar de la Espata, donde nos espera un enorme pino y una mesa con bancos, donde podemos aprovechar para descansar y echar un trago. Hora y cuarenta minutos hasta aquí.

Refugio del cubilar de la Espata

Resalte rocoso a superar para Collarada
            Tomamos la pista en dirección ascendente, y en media hora llegamos a la Trapa, unos prados que permite el bosque, a 1740 metros de altitud, lo que representa nuestro techo de hoy. Refugio forestal, abrevadero y mesa con bancos es lo que encontramos, y unas buenas vistas, y mejores si nos acercamos al acantilado. Desde el refugio arranca la ascensión a Collarada, a casi mil doscientos metros por encima.

Abrevadero y buenas vistas hacia el valle

Prados altos al tomar el camino de los Azus
            Continuamos en la misma dirección que traíamos y por suave pisar comenzamos el descenso por el llamado barranco de los Azus, que al pronto va mostrando sus intenciones de brusco sendero a tramos. Justo al cambiar de margen en dicho barranco nos sorprende las ruinas de un coche, en apariencia un Seat 133, que llevará sus cumplidas cuatro décadas, claro que él no tiene la culpa de estar ahí. Continuamos por el camino, y en menos de una hora desde la Trapa salimos a la pista, que recorremos como cinco minutos hasta dar con el cruce del Camino Viejo de Villanúa, que deja atrás los prados de Moscasecho para tomar el sendero a la derecha. Parada obligada a los diez minutos para meternos por un desvío señalizado y visitar ahí mismo el dolmen de Letranz.

Junto al dolmen de Letranz

            De nuevo al sendero, para cruzar en cuatro ocasiones la pista vieja, y salir definitivamente a la nueva a la altura del arranque del ramal que va a la estación. Solo queda ya recorrerla de bajada hasta el primer indicador justo antes de una gran torre del tendido eléctrico, para meternos por ese sendero y dar al Camino de Santiago, llegando a los pocos minutos al punto de partida.

Collarada, la reina del lugar

            Una bonita circular a la que le hemos dedicado 4h 10’ de tiempo total, del que 3h 40’ ha sido en movimiento, para recorrer 13,6 km y salvar un desnivel acumulado total de 830 m D+/-, en una mañana de un malo buen tiempo.


Las fotos y el track