lunes, 14 de diciembre de 2020

Punta Bacials y el Soduruel, con la ermita de la Virgen de la Cueva


IXOS MONS
Punta Bacials (1698 m)
Domingo, 13 de diciembre de 2020


            En muchas ocasiones no hacemos más que mirar más allá, porque nos parece más atractivo, porque nos parece mejor lo más lejano, o lo de otros, o porque lo que tenemos ya lo tenemos, y aspiramos a más… no sé, y todo eso nos lleva a menospreciar lo doméstico por cercano, sin quizá reparar en que eso que es más cercano, más propio, pueda estar visto con mejores ojos por los más lejanos. Y así nos pasamos la vida, una vida de anhelos desmedidos que nos impiden disfrutar de lo nuestro, de lo más cercano. Disfrutemos, pues, también de lo nuestro, de eso más cercano. Disfrutemos hoy de un paseo por los pagos de nuestra querida Peña Oroel. Disfrutemos. 



            Disfrutemos de una jornada de relativo buen tiempo que nos deja hacer, entre medio de una sucesión de borrascas que nos traen agua que hidrata la reseca tierra, que llena las capas freáticas y los patéticos vacíos embalses, también nieve a cotas altas que cubren las cumbres del elemento blanco. Disfrutemos del tiempo de hoy para subir a la Peña Oroel, pero haciendo una ruta menos frecuentada. Saliendo del Parador, subimos por la normal hasta la curva 13, en la que nos desviamos para acceder a la Punta Bacials, la más oriental de la sierra. Es precisamente a partir de esa curva, sobre la cota 1400 metros, donde la nieve sobre el camino comienza a estar presente de forma totalmente continuada. Vamos aprovechando las huellas recientes, que se hunden más de un palmo sobre la superficie. El viento y la nieve sobre las copas han hecho que algunos, de los ya maltrechos abetos, se rindan y se troncen, impidiendo el paso y el desarrollo de su propia vida, una vida de cientos de años a juzgar por su porte, y que se abandona al albur del inflexible ciclo natural.



            En hora y tres cuartos, tiempo mucho más dilatado que en época estival, nos enfrentamos al último repecho para salir a las praderas cimeras, calladas, dormidas, bajo un grueso manto nivoso, solo alterado por alguna huella, que aprovechamos para respetar el entorno y hacer lo propio con nuestros pies, que ya van acusando las circunstancias. Si subiendo por el sendero, algún claro del bosque ya nos ha ido dejando ver el panorama hacia el norte, es aquí donde lo tenemos en toda su plenitud. Una cordillera con esa blancura que la nieve le aporta, y que sobresale por encima de un bello manto de nubes bajas que afogan el fondo de los valles. Desde el Ezcaurre, Alanos, Peña Forca, Agüerri, Bisaurín, Bernera, Lienas, Aspe, Lecherines, Collarada, Partacua, Tendeñera… hasta los Gabietos, Taillon, Marborés, Perdido, Añisclo, Tres Marías… y siguiendo por el este, Oturia, Canciás, o los lejanos Turbón y Cotiella… Sin dejarnos el sur, que también existe, aunque hoy no lo parezca, asomando solo lo más alto del Tozal de Guara.


            En dos horas desde el arranque nos presentamos en esta Punta Bacials, más humilde, más callada, menos frecuentada, pero no mucho menos alta, tan solo unos 70 metros, pero lo suficiente para que todas las miradas se fijen más en la Cruz, que se asoma sobre los tremendos acantilados norteños. 




            Si hasta aquí hemos venido sobre huellas existentes, en lo sucesivo, previsiblemente, no va a ser así, al optar por una ruta muy poco frecuentada y que si, sin nieve puede tener su aquel, con nieve tiene todos los ingredientes para no seguirla fielmente. A pesar de llevar algún track, hay que tirar de intuición para poder transitar un terreno por el que, carente efectivamente de huellas, hay que ir adivinando para ir buscando el trazado más lógico, porque a pesar de ser solano todavía hay mucha carga de nieve. Se cruza un barranco y ya se va viendo allá abajo, a lo lejos un codo de la pista, a cuyo final tenemos que llegar, y que avanzando más ya vamos viendo la explanada donde termina. En una cota algo más alta que en la cara norte, vamos dejando atrás el pisar nieve continuamente, siendo ya más intermitente.



            Lo que hubiera costado no más de tres cuartos de hora, nos cuesta cinco el llegar finalmente, y no sin cierto alivio, a la pista, convertida en sendero a partir de ahora. Un sendero que se va meciendo por el bosque, y que menos vistas nos ofrece todo lo mejor de sí mismo. En media hora llegamos a la ermita de la Virgen de la Cueva, habiendo pasado por debajo de esa otra formación de conglomerados bajo la cortina de agua que ofrece el arroyo al precipitarse por encima. Llegada a la ermita, como decimos, y no se pierde ocasión para entrar a lo que queda de ella tras el derrumbe de su techo natural, propio de las capillas rupestres. De vuelta al sendero, solo queda subir hacia la antecima, que alberga la ruta normal a la Cruz, y es algo que nos cuesta media hora más. Si lo previsto al llegar aquí era acercarnos a esa cruz, entre que está sumida en una espesa niebla, y lo que nos hemos entretenido, abortamos plan y comenzamos el descenso por la ruta normal, a la que también le tenemos que echar más tiempo por las condiciones del piso.









            Finalmente, llegamos al Parador al cabo de cinco horas y media, tras haber recorrido casi 11 km, y haber salvado un desnivel acumulado total en torno a los 870 metros D+/-, en una mañana en la que nos hemos visto favorecidos por un tiempo más que aceptable y en buena compañía.







Las fotos y el track




martes, 1 de diciembre de 2020

El Morral, entre las cuencas de Ansó y Fago

 


IXOS MONS
El Morral (1342 m)
Lunes, 30 de noviembre de 2020

            El Club Linza de Ansó, adherido al Calendario de Andadas Populares de Aragón de la Federación Aragonesa de Montañismo (FAM), que coordina el club Os Andarines d’Aragón, de Zaragoza, celebraba el pasado año la XV edición de su Marcha Senderista de Otoño, que recorre los montes aledaños a la población. Tienen cuatro recorridos que, como mayor aliciente para el participante, alternan de año en año, incluso con versión corta y larga, con los que atraen a los caminantes de distintas procedencias de Aragón, especialmente de la redolada, y que son acogidos por la organización con su habitual hospitalidad. 



UNA RUTA DE LA MARCHA SENDERISTA DE OTOÑO

            Este año, a punto de terminar, y ganas tenemos de ello, daba al traste con multitud de actividades, incluso al aire libre, y Ansó tampoco se libraba de ello. Desde aquí queremos contribuir con nuestra humilde aportación haciendo una de esas rutas, concretamente la que se alza a El Morral, por el paco de Ezpelá, situado al SW de la localidad. Y para allá que nos hemos ido en una espléndida mañana con inversión térmica, sobre cero en los puertos, y bajo cero en los fondos de valle. Pero eso se soluciona yendo bien templaos. Comenzamos la ruta en el trinquete y bajando el casi centenar de escaleras hasta la carretera A-176, que va y viene para alcanzar Fago. Al cabo de cruzar el puente sobre el río Veral nos metemos por un sendero a mano izquierda, junto a un crucero. Al poco se sale a una pista, que se toma a la izquierda, hasta un templete, en el que hay un pequeño monumento que representa la unión de la naturaleza con el hombre.


EL ASCENSO

            Se bajan unas escaleras y se abre la circular, metiéndonos por el sendero de la izquierda, que nos lleva a cruzar el barranco de Ezpelá. Metidos ya en el bosque, vamos subiendo, dejamos atrás un desvío a la derecha para la Circular del Paco Ezpelá, y enseguida se nos abre el arbolado en el llamado Mirador Eslinaderas, con magníficas vistas sobre la cuenca de Ansó y algunas montañas pirenaicas, entre las que destaca el Ezcaurre. Al cabo de una hora de comenzar la ruta, y tras haber pasado por un tramo un tanto incómodo, se sale a una pista, e inmediatamente se toma una trocha enfrente, bastante empinada. Se atraviesa un paso un tanto delicado, protegido por una sirga, y se llega a un collado, un pequeño achar entre ralleras, que nos da vista ya a la cuenca del río Majones, quieto y callado bajo una espesa capa de niebla, y en cuya cabecera se sitúa el pequeño y tristemente famoso núcleo de Fago, que vamos a ir viendo intermitentemente mientras estemos en esta vertiente.


            Tomamos el sendero a la derecha, algo fatigado por esta última subida, por lo que se calma y nos mece plácidamente entre bojes y pinos, y que nos lleva a un claro, favorecido por la limpia de un tendido eléctrico, y donde se sitúan los restos de la borda de la Rosa, según los mapas. Si echamos la vista atrás podremos contemplar las ralleras que coronan este monte, y entre las que hemos pasado… y volveremos a pasar. Seguimos por la pista rumbo norte, como unos diez minutos, hasta que se nos abre a la derecha una senda, señalizada con la Ruta del Santo Grial, que tomamos, ascendiendo por el solano hasta otro pequeño collado, en el que cambiamos de vertiente. Estamos en el paraje llamado Changarapán, inscrito en grandes letras sobre un viejo tronco tumbado, para que no se olvide. Ya en el paco se va bajando, hasta retomar de nuevo la subida, en un tramo de abetal con grandes cantidades de ejemplares agonizando, incluso ya cruzados en el suelo. Finalmente se llega a otro claro, con nuestro objetivo ya a la vista. Un buen momento para solazarse y echar un bocado antes de acometer la última rampa.


LA CUMBRE Y EL DESCENSO

            Tras este continuo subibaja, y a las dos horas y media largas de haber comenzado en Ansó la ruta, llegamos al punto más alto de la misma, que con sus 1342 metros es El Morral, dignificado por un amontonamiento de piedras en lo más alto de la rallera, desde donde se tienen unas magníficas vistas sobre el entorno cercano… y no tan cercano, incluyendo, claro está, las dos poblaciones a las que vierte aguas, Ansó y Fago. Continuamos unos pasos por la propia rallera, hasta que el sendero se retuerce de nuevo hacia la vertiente oeste. La bajada, con tramos un tanto pendientes, se suaviza hermanándose con la curva de nivel de los 1200 metros, llegando hasta una proa de este monte, que hace de pequeño collado, y en la que hay una caseta con una antena. El sendero vuelve a cambiar de orientación hacia el paco, y enseguida se llega a un camino más ancho, que se nos antoja fuera sacadero de madera, y que nos lleva a una explanada que nos da vista a la ermita de la virgen de Puyeta, cuyo nombre deriva de pueyo, que significa “alto”, con una advocación muy cercana a la de la Victoria de Jaca.


            En este claro, encontramos unos repetidores, y es por donde se cruza el GR 15 que, a mano izquierda se dirige a se morir en dirección a Fago y el Vértice Algaraieta, donde sucumbe ante la güega con Navarra, y a la derecha hacia Ansó, que es a donde nos dirigimos ya de su mano. Nos volvemos a meter por sendero de bosque, y en un cuarto de hora salimos a una pista, con indicaciones ya de la circular al Paco de Ezpelá, señalizado con señales del parque como S-2. Esta pista nos lleva un recodo de otra mayor, que tomamos a la derecha y que, en unos minutos, el GR 15 nos vuelve a meter en sendero, que seguimos otros diez minutos hasta volver a cruzar el barranco de Ezpelá, llegando inmediatamente a la antigua tejería de Ansó, convertida en un apacible merendero, con su curiosa fuente. Al poco de continuar, y con las escaleras ya a la vista, cerramos la circular, desandando lo andado esta mañana. Templete, pista, sendero, carretera y escaleras hasta el trinquete.


            Una bonita mañana, alternando frío y calor, pacos y solanas, pinares, hayedos, bojedales y abetales, senderos, caminos y pistas, por bosques y claros, en unos solitarios montes que se alzan entre las cuencas de Ansó y la de Fago, en la media montaña del extremo occidental del Pirineo Aragonés, recorriendo una ruta de 12,1 km, a la que le hemos metido 4h 20’, con 725 metros de desnivel acumulado D+/-.






Las fotos y el track