miércoles, 30 de marzo de 2022

Peña Rueba y mallo de la Mora, por las ferratas Varela-Portillo y de la Mora

 


VÍAS FERRATAS
Varela Portillo y de la Mora
Peña Rueba (1176 m)
Peña de la Mora (945 m)
Domingo, 27 de marzo de 2021

            Hace unos años, en una entrevista realizada en 2011 a la bióloga, montañera y escritora Eider Elizegipor la revista cultural Nuestro Tiempo, de la Universidad de Navarra, le preguntaban si creía que la competencia, los intereses comerciales y el despliegue mediático habían desvirtuado las prácticas montañeras, a lo que respondió que sí, “al igual que en toda la sociedad, pero que la belleza no entiende de competencias y siempre queda espacio para la libertad transgresora de la poesía y de la exaltación de la belleza”.



            Bueno, pues en la búsqueda de ese espacio es en lo que permanentemente nos encontramos, ya sea en grandes gestas (las que nos permiten nuestras limitaciones, claro), como en las actividades que se pueden considerar más cercanas, en escenarios más habituales, porque si lo pequeño está contenido en lo grande, también participa de esa belleza y de esa poesía transgresora, como nos recuerda Eider. Hoy, no solo la buscamos, sino que la encontramos en uno de esos escenarios a los que acudimos con una cierta regularidad para caminarlo, para admirarlo, para subirlo, como en este caso hemos hecho, ascendiendo a la peña Rueba, uno de los macizos de conglomerados que, junto con los mallos de Riglos, escoltan al río Gállego cuando sus amansadas aguas en el pantano de la Peña, salen bravas en busca de la tierra llana. Con ocho amigos, hoy toca actividad de vías ferratas, ascendiendo por la Varela-Portillo, y bajando por la de la Mora.


            Acudimos a Murillo de Gállego para tomar la pista que, en menos de kilómetro y medio, y en dirección noroeste, nos lleva a un aparcamiento habilitado junto a una gran balsa de agua. En cuatro pasos se nos abre el sendero a mano derecha, que nos acerca a la pared de los mallos, pasando por debajo de la cueva Calva, y entrando en un barranco primero y en el circo después, con varios caminos en los que, de no conocerlo bien, se hace preciso el uso del GPS para llegar a buen termino. Se pasa junto a una rallera y se alcanza la base de una corta, pero empinada glera, que se puede evitar en algún tramo por entre arbustos. A través de una larga aproximación, por terreno asalvajado, al cabo de hora y media, finalmente llegamos a la base de la vía ferrata, donde nos colocamos los pertrechos para comenzar su ascensión.



            Considerada como K3 (en una escala del 1 al 6), tiene dos tramos muy bien diferenciados, el primero es completamente vertical, y a su término se llega a una arista que cae en riguroso vertical sobre la fachada norte de este macizo, ofreciendo unas espectaculares vistas sobre el pantano de la Peña y las sierras norteñas. A partir de aquí, hay que recorrer completamente la cornisa, a tramos acompañados de sirga, y otros, por los que se puede transitar sin mayor riesgo, no. Finalmente se llega a una zona más amplia, que nos da acceso a la cima que, con sus 1176 msnm, es el techo de nuestra ruta de hoy. A nuestros pies la cuenca del río Gállego que, recién embalsado, jubiloso se dirige hacia el padre Ebro, siendo su único afluente directo por la margen izquierda que discurre íntegramente por territorio aragonés.









            Merecida parada para echar un bocado y contemplar tan magno espectáculo, con los mallos de Riglos al otro lado del río. Encontramos buzón en la cumbre. Salimos de ella para dirigirnos, en clara dirección sur, en busca de los fierros que nos permitan bajar con seguridad. Se trata de la ferrata de la Mora que, al llegar a un pequeño collado nos invita a subirnos al mallo homónimo, también equipado con sirga, pero más bien para uso psicológico. Volvemos sobre nuestros pasos a ese collado y continuamos la bajada que, en media hora larga nos deja en el sendero, habiendo atravesado los tramos verticales que nos va ofreciendo el descenso, para cerrar, en un cuarto de hora más, la circular y salir por el sendero a la pista, y de ahí, en cuatro pasos, de nuevo al aparcamiento.















            Una actividad, que ya hemos hecho en varias ocasiones, en la que se combina el senderismo con la práctica de ascensión y descenso por vías ferratas, intercalando entre ambas esa llegada a una cima que ofrece unas extraordinarias vistas sobre el entorno. La distancia ha sido de 5,9 km, y el tiempo de 5h 15’, un poco amplio debido al lento discurrir en los tramos verticales. El desnivel acumulado, de 645 m D+/-. Y como bien está, que ya lo estaba, lo que bien termina, pues no podía hacerlo mejor que en torno a una buena mesa en el refugio de Montañeros de Aragón de Riglos.



Webs:

De andar

Refugio de Riglos

Hijo de la Tierra







Las fotos y el track

lunes, 28 de marzo de 2022

Pardina de la Corona y ermita de la Virgen de Ubieto, en el Soduruel


IXOS MONS
Pardina de la Corona (875 m)
Ermita de la Virgen de Ubieto (1010 m)
Sábado, 27 de marzo de 2022


            El Soduruel, situado al sur de la Peña Oroel, es una zona otrora ocupada por sierras que albergaban pardinas y pequeñas aldeas, con gentes que vivían de las labores tradicionales y del trueque, actividades hoy en día abandonadas; pequeños y dispersos núcleos de población por los que solo pulula el viento y, eso sí, mucho movimiento cinegético, en la temporada de caza mayor, por lo que no está aconsejada su visita en esa época. Hoy, terminada ya, vuelve a su tranquilidad, vuelve a su silencio, vuelve a su soledad. Y es lo que vamos buscando, así que… vamos.





            Varios pueblos están salpicados por estas sierras, pueblos que subsisten gracias a las vías de comunicación, aunque precarias, que los unen con los grandes núcleos de población, como son Sabiñánigo y Jaca, que han acaparado unos muy extensos términos y que se reparten el Soduruel. Nos dirigimos hacia una de estas pequeñas poblaciones en el extremo sur de estas sierras. Muy próximo a Caldearenas, aunque del término municipal de Sabiñánigo, está Latrás, con apenas una docena de habitantes. A unos 400 metros del desvío al pueblo, dirección Caldearenas, dejamos el vehículo, para comenzar a andar por una pista, la de la izquierda, que la de la derecha la encontramos con valla.



            Acompañados por el rumor del barranco de la Casa Baja nos vamos adentrando en la sierra. Seguimos por la pista, y a los 10 minutos llegamos a una bifurcación, señalizando hacia la izquierda dirección a la ermita, a donde llegaremos, pero dando una vuelta más amplia, de modo que seguimos por la derecha. Se cruza el barranco en alguna ocasión, y al cabo de tres cuartos de hora desde el arranque nos metemos por una senda que discurre entre el pinar. Dejamos a la derecha un pequeño abrigo hecho de losas, y nos adentramos en una zona en la que han extraído gran cantidad de madera. Es pino de repoblación, en lo que se evidencian los antiguos campos de la pardina de la Corona que, al salir a la pista de nuevo no tardamos ni cinco minutos en llegar a las casas, que están en estado de semi ruina, aunque aún se conservan bien los robustos muros de la principal, de la que nos llama la atención la fecha del dintel de la puerta (1723), a punto de cumplir 300 años.





            Continuamos por pista, y llegamos a otra zona en la que abundan también los restos de una buena tala de madera, donde reina una carrasca y su numerosa prole. Una senda a la derecha nos lleva en un cuarto de hora a los restos de la ermita de la Virgen de Ubieto, en peor estado de conservación, pero lo suficiente para poder leer en el dintel de la puerta, fechado en 1739. Hay dudas sobre si sería la iglesia de un antiguo poblado. Seguimos por el sendero y volvemos a salir a una pista de las que hay por aquí, entre antiguos pasos cabañeros y más recientes para la saca de madera. Llegados a los 1060 msnm, techo de la ruta de hoy, nos despedimos de las amplias vistas sobre el Gran Norte, que se alcanza a ver desde Collarada y toda la fachada sur de su macizo, hasta Monte Perdido y compañía, pasando por la sierra de Tendeñera, sin olvidarnos de la cercana Peña Oroel y la, algo más alejada sierra de San Juan de la Peña.         














            Desde la ermita, podríamos haber retrocedido el tramo del sendero para volver más directos, pero como vamos bien de tiempo, optamos por dar un buen rodeo, en el que combinamos senderos, con pistas y con cortafuegos, que nos dura más de dos horas hasta llegar a la carretera, como a un kilómetro del coche, al que llegamos tras haber recorrido 18,5 km, en 5h 35’, con un desnivel acumulado total de 675 m D+/-. Un paseo por lugares solitarios, que rezuman historia.


Bibliografía:

Los pueblos y los despoblados, tomo III (Historia de Aragón). Antonio Ubieto. Anubar (1984)

Webs:

Holártica





Las fotos y el track