martes, 4 de junio de 2024

Petrachema, el centinela del puerto de Ansó

Año XIII. Entrega nº 872


Imagen de julio de 2021


AQUERAS MONTAÑAS
Petrachema (2371 m)
Domingo, 2 de junio de 2024

            “La montaña es libertad, pero no de cualquier modo… o de cualquier manera. No se puede ir al monte y luego salir corriendo para volver a una oficina. Hay que ser coherente. La montaña no es un pasatiempo más, es una filosofía de vida, y no se le pueden poner horas. O se vive o no se vive”. Javier Arruga.



            El libro De la montaña y el amor le valió al profesor de literatura, antropólogo, montañero y escritor, Javier Arruga, el premio Desnivel de Literatura 2012. Y hemos extraído esta frase porque nos ha llamado la atención el bonito vínculo que establece entre la montaña y la libertad. Así como el pensamiento es del ámbito del intelecto, o el sentimiento del amor, la libertad lo es del espíritu. Cuanto más lejos, cuanto más alto vuele nuestro espíritu más sensación de libertad tendremos, y para ello no hay límites. Y eso es algo que innegablemente encontramos en la montaña, de ahí lo fácil del establecimiento del vínculo. 



            En nuestro caso, se podría decir que la montaña y la oficina, como dice Arruga, es una misma cosa, de modo que no nos es necesario salir de ella corriendo, porque es en ella donde nos encontramos “trabajando”, tanto con la mente, como con el corazón… como con el alma y el espíritu, que nos impulsa a desarrollar esa libertad. Es allí donde nos sentimos felices, donde nos sometemos a permanente evaluación personal, adquiriendo de ese modo un conocimiento propio difícil de alcanzar en otros ambientes menos exigentes.



            Y como nuestra oficina es grandiosa, y podemos elegir, hoy nos proponemos visitar un trocico de ella, que está en el Parque Natural de los Valles Occidentales del Pirineo aragonés. Sí, hoy nos vamos a acompañar a un numeroso grupo de Montañeros de Aragón, que llevaban en su programa la ascensión al Petrachema (2371 m), una de esas montañas fronterizas, aunque eso a ellas les da igual, que está en los confines del extenso término municipal de Ansó y que, junto al Sobarcal, vigilan el puerto de Ansó, que alberga el artístico mojón 273 de la güega hispanofrancesa. Y si hemos puesto esa foto de portada, de hace tres años, es porque no hemos visto nuestra montaña hasta tenerla bajo nuestros pies.





            Una montaña que ya hemos subido en varias ocasiones: 24.06.12, 29.11.15 (invernal) y 02.07.21, y que no nos importaba el hacerlo una vez más, para ir de acompañante cerrando el grupo. Un poco antes de las diez y media salíamos del Plano de la Casa, que alberga el refugio de Linza en una mañana muy agradable por aquí, pero que no lo iba a ser tanto conforme nos fuéramos adentrando en la montaña, porque la gabacha, persistente ella, lleva ya unos días apostada en la divisoria y parece que se encuentra a gusto, no tiene billete de vuelta. Tomamos, pues, la ruta marcada como GRT 13, que va dando puntadas a uno y otro lado de la frontera.



            Vamos camino del Sobrante de Linza. A poco ya del comienzo, el distinto ritmo de unos y otros va haciendo grupetos, con huecos que se van acrecentando y que vamos corrigiendo con las paradas para reagrupar. Se van quedando atrás visualmente montañas como el Maz o el Ezcaurri, que andan más templadas que nosotros. Con unos tramos más pendientes que otros pasamos por uno más llano, por el que se desliza un arroyo. El cubilar de la Foya de Petrachema es otro de los hitos del camino, una hondonada que añora tiempos mejores en los que miles de cabezas de ganado lanar ramoneaban sus frescos pastos.








            Al cabo de hora y media, llegaba la cola del grupo al collado de Linza, habiendo superado en torno a los 600 metros de desnivel, como algo más de la mitad del total de la jornada. Ya venimos rato abducidos por estas frías y ventosas boiras, que van a ir intensificando su trabajo a partir de aquí. El más visitado de esta zona es la Mesa de los Tres Reyes, por aquello de que hace güega con Francia, y con Navarra siendo, con sus 2446 msnm, el punto más alto de toda Euskalerría. La pena es que no la podemos saludar visualmente, como a tantas y tantas montañas de los alrededores.




            Pero no redramos en el intento, que seguimos y seguimos adelante contra viento y marea. Sabido es que este noble oficio de la montaña aporta dureza, resistencia, perseverancia y tenacidad a las personas que lo practicamos. Valores que no hay que anteponer en ningún caso a la humildad de reconocer nuestras aptitudes en constante evaluación con las condiciones cambiantes de la montaña.




            Alguna mancha de nieve nos vamos encontrando, a la que nos sobreponemos sin mayor dificultad. De vez en cuando, muy de vez en cuando, el agitado baile de las nubes nos brinda un fugaz baño de sol, puro espejismo, porque la pertinaz gabacha se ha propuesto privarnos de unas vistas que, los que ya hemos estado por aquí podemos ir visualizando interiormente a cada paso. 



            Sin dejar a nadie atrás, vamos paso a paso acercándonos al objetivo que, por otra parte, es visible ya desde el collado de Linza… pero no hoy. Antes de llegar la cola a la cumbre ya van saliendo de ella los primeros grupos, que llevaban allí un rato “disfrutando”. Pero aún quedan 8 personas cuando llegamos, una de ellas, el gran Jesús Mustienes, superviviente que, a sus 84 años, es leyenda viva de los inicios del montañismo aragonés. Con los presentes compartimos el momento y alguna fotografía. Y, claro, el típico… "... aquí estaría el tal, allí el cual, más allá éste, y el otro…", todo son montañas que sabemos que están y que sentimos su latido. 








            Tres horas para llegar hasta aquí, y en poco ya emprendemos el descenso, para el que habíamos previsto la posibilidad de hacerlo al puerto de Ansó y bajar por la Foya del Ingeniero para continuar por el extraordinario hayedo de Linza pero, dadas las circunstancias, por seguridad, hemos preferido regresar por el mismo sitio. Es bastante probable que hubiéramos estado más protegidos del viento, pero también lo es que nos hubiéramos encontrado más corros de nieve, y con un grupo tan numeroso, como que… ñññiee…








            Pues poco más. El descenso, por el camino normal, muy bien trazado, nos va devolviendo al temple de la base de las montañas, llegando al refugio como veinte o treinta minutos más tarde que la cabeza, en cinco horas y media, habiendo recorrido 14,4 km y salvado un desnivel acumulado total, según Wikiloc, de 1030 m D+/-. 


Las condiciones de cumbre no nos permitieron hacer en ella la foto de familia

Bibliografía: 

De la montaña y el amor. Javier Arruga. Desnivel (2012)

Web:

Red Natural de Aragón 

Refugio de Linza  

Wikipedia  

Wikiloc   

RAE  

Fundeu  

IGN  

Geamap  

Montañeros de Aragón de Zaragoza  

Hijo de la Tierra 




Las fotos, con sus comentarios, y el track            


* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.










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