jueves, 21 de noviembre de 2013

El Peiró, entre dos aguas

IXOS MONS
El Peiró (1579 m)
Sábado, 16 de noviembre de 2013



           La memoria seguía vestida de nieblas, seguía vestida de lluvias, seguía vestida de un deseado otoño que no empezaba a arrancar. En un punto determinado de ese carrusel, nos bajamos para comprobar que en apenas dos meses no sólo ha llegado ese esperado otoño, sino que se ha ido apenas sin decir adiós, no ha estado muy a gusto entre nosotros, y un poco enfurecido nos ha traído un ramalazo de invierno que nos ha pillado desprevenidos.

El camino se hace al andar
            Volvemos a estos montes. Volvemos a este pico con un numeroso grupo de Esbarre y de amigos varios. Sí, amigos con los que hemos hecho guardia en otras garitas, y siempre con el mismo resultado: entre bueno y muy bueno. Somos de los que pensamos que para saber si las previsiones meteorológicas adversas se cumplen, hay que hacerlo in situ, y las de este primer zarpazo invernal lo eran, frío y nieve a cotas bajas.

Las aguas dormitan bajo el hielo
            Pues con ese panorama salimos de la invicta un autobús lleno de ganas, lleno de ilusión, lleno de ansias vivas por patear un trocito de monte más cercano, un trocito de los montes de Arguis, el pico Peiró, al NW de Gratal, ese que es el más visible subiendo a Huesca, el que nos anuncia que vamos dejando atrás la tierra llana, y que a partir de aquí vamos a ser pasto de subidas y bajadas, de bosques vestidos y no, de barrancos y roquedos, parcialmente por ese recién estrenado Camino Natural de la Hoya de Huesca. Claro, y la reflexión es, ¿cómo es posible que un Camino Natural desnaturalice un camino natural? Como diría uno que yo me sé… eso será tu opinión, ¿no? Pues claro, le contesto siempre.

Gratal y la tierra llana. Inseparables
            Pasadas y bien pasadas las 9 de la mañana, que amenaza lo que amenaza, dejamos el autobús en el antiguo albergue de Arguis, bañado por una de las muchas orillas de este embalse, el más antiguo de Aragón. Atravesamos la presa y nos dirigimos ya por pista hacia el oeste, pasando al cabo de media hora por el desvío a las Calmas. Seguimos, ya con nuestro objetivo a la vista, para cambiar radicalmente de dirección, tomando al sur el cortafuegos cuyo seno alberga, creo que, un gaseoducto. Pronto tomamos una senda a mano derecha, por la que nos dejamos acariciar por amables bojes, hasta que salimos de nuevo a una pista, donde se hacen patentes las ganas de echar un bocado, a pesar del molesto viento frío reinante. No necesitamos termómetro, los helados charcos nos dan una idea de la temperatura que hace.

Bajando del collado de Sarramiana
            La altura que vamos ganando y el paulatino despeje forestal de nuestra izquierda nos deja ver ya el pico, no sé si el más alto, pero sí el más representativo de esta sierra, el Gratal, y un ambiente invernal total abajo, en el llano. En Zárágózá debe estar cayendo la del pulpo, como luego sabremos. Subida al collado de Sarramiana a las dos horas de marcha. El Pirineo, el nevado Pirineo, nos da los buenos días. Pero, ¿qué serían unas montañas sin nieve en este tiempo? Tristes, muy tristes. Nos emboscamos para bajar por un alfombrado sendero entre retorcidas hayas hasta el punto donde de bajada seguiremos para el retorno.
Desde la cima

            Abandonamos este Camino Natural, para hacerlo más natural si cabe… que cabe, y dirigirnos ya hacia el oeste para terminar de salir del bosque y meternos por el cauce de un barranco hasta la llegada a un collado, punto de partida para subir el promontorio del pico Peiró, que con sus humildes 1.579 metros de altitud ofrece unas vistas impresionantes sobre toda la cordillera, y que hace dos meses nos negó. Nos lo debía, y ha cumplido. Viento, mucho viento, y frío. Todo el cielo a nuestro alrededor totalmente cerrado y amenazante, especialmente por el este. Es un verdadero milagro que no nos llueva en este momento. 

Nos vamos agrupando
            Las montañas son como las personas. Y las cimas son como ponerlas a prueba. Hay que llegar para ver lo que da de sí. Las hay con carácter, como ésta. Y ahora viene eso de… y cómo vamos a caber todos en la cumbre, pues imposible de no ser uno delante de otro. Aun así, desafiamos las leyes de la gravedad para podernos hacer alguna foto de grupo. La cosa no está para muchas esperas. Ya se empiezan a ir los primeros cuando aún no han llegado los últimos. Bajando al collado se desatan las hostilidades, y esos especialmente amenazantes nubarrones que vienen de Guara se quieren unir a la fiesta aportando lo que llevan encima, que no es otra cosa más que agua, que a estas temperaturas es nieve, y con viento, con fuerte viento, que nos azota sin piedad hasta entrar de nuevo en el bosque, tras haber descendido el incómodo barranco.

La espera se viste de haya
            Al llegar de nuevo al punto donde se toma la señalización del Camino Natural nos reagrupamos, y ya más tranquilitos continuamos el descenso, hasta llegar a la pista que viene de la presa, y que hemos dejado a la subida al meternos por el cortafuegos del gaseoducto. Hace tiempo que ya vamos viendo el autobús, incluso desde la subida, y que alcanzamos en sólo ya un cuarto de hora, bajo una fina lluvia que ya se ha sujetado bastante a lo largo de la mañana, y que no dejamos de agradecer.

El cuarto elemento
            Nos cambiamos, nos abrigamos, y viendo ya la lluvia entre cristales, llegamos al Fetra, donde nos espera una merecida comida y una fiesta fin de curso, en la que se ofrece un adelanto del calendario para el próximo año, y se sigue atentamente el sorteo de material deportivo, que siempre es una buena forma de terminar una también buena jornada de monte. Pues eso, buena jornada de monte, en buena compañía; y buena comida, en buena compañía.




El reportaje completo de fotos, en:

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