lunes, 30 de julio de 2012

La Collarada

AQUERAS MONTAÑAS
La Collarada (2.886 m)
Domingo, 29 de julio de 2012


Otro día más, otra madrugada más, otra mañana más de montaña, con buena compañía, esta vez con Juan, Ramón y Danielle, un grupo humano un poco diverso, pero con algo en común, y es ese amor, esa pasión por las montañas, por esa manifestación del medio natural que se empina como antenas hacia el infinito.

Una noche serena da paso a una desnuda mañana en lo celeste, y de eso nos damos cuenta subiendo por la pista hacia la Trapa (1.750 m). La verdad es que da un poco de miedo pensar que nos va a caer a plomo el sol durante todo el recorrido, ya que no hay más sombras que las que hacemos nosotros. Veremos.

La mañana se despereza en la Trapa
Una pareja de jabalíes con sus jabatos, ajenos a todas estas reflexiones, se ven sorprendidos por las primeras luces del alba hozando en el lecho de unos rastrojos. Bien de mañana y ya están ganándose el pan. Cuánto tenemos que aprender los humanos. Continuamos nuestro rodar hasta la Trapa, a donde llegamos sobre las siete y cuarto de una mañana que, como digo, a cualquier persona extrañaría lo absolutamente despejada que está, pero es Ramón quien dice que todos los pronósticos consultados daban nublado, e incluso fresco, a media mañana.

Emprendemos la marcha por los pastizales que hay detrás del refugio, hasta alcanzar la base de la canal, que hay que ganarse, por seguridad, a puro de ayudarte con las manos por las cadenas. En muy poco tiempo se suben unas decenas de metros que permiten ampliar la visión sobre todo el patio circundante. Comienzan a salir nubes por detrás de Collarada, pero bueno, no pasa nada, no? La mañana sigue serena, y con un ambiente limpio, puro, que ayuda a apreciar más, si cabe, todo esto que sentimos por la montaña… y ella lo sabe. Unas flores de Edelweiss llaman nuestra atención, qué frágiles, qué humildes, cuánta belleza! Un quebrantahuesos planea sobre nuestra posición. De lo mejorcico del mundo animal y floral sale hoy a nuestro encuentro. Nuestro reconocimiento y respeto.

Edelweiss
Seguimos nuestro ascenso sin perder de vista la cumbre, y eso es recíproco. Una cumbre que se la ve un poco triste, no sé, si es el día, que poco a poco se va apagando, o es el déficit de agua, pero parece como si nos quisiera decir algo.

Con paciencia, nuestras botas van acariciando todas esas zonas herbosas que vamos encontrando a nuestro paso. Las nubes, desperezándose, van ya yendo y viniendo de un lugar a otro, de un valle a otro, confiriendo unos juegos de luces y sombras que invitan a estar pendientes de las montañas que se ven y de las que no se ven, que van alternando constantemente. Quién pudiera estar allí arriba con ellas, con esas nieblas que se desplazan con extrema facilidad… Pero ese don, no lo tenemos en éste nuestro cuerpo físico, que lo tenemos aquí, en este lugar que hemos elegido hoy para darnos el homenaje de participar de estos paisajes y de esta montaña, y por ella, y sólo por ella, tienen que discurrir nuestros músculos, nuestros huesos, hasta con humildad domesticarla y ponerla a nuestros pies.

En plena canal cimera
Un poco antes de llegar a esa enorme roca que marca el comienzo de la canal cimera, paramos a echar un bocado y a abrigarnos, porque la ausencia de sol y el viento hacen que se sienta fresco, bueno, frío, que admitimos todas las opiniones. Enseguida nos metemos en esa canal, cuyas fauces calizas nos engullen y alertan de que hay que extremar las precauciones, porque hay muchas piedras sueltas. Una vez en el collado, se abre nuestra vista al dominio Ip, con todos los picos del circo pugnando por asomarse en el ibón, que no lo tienen fácil debido a la reducida lámina de agua. Tiene que llover; también por aquí.

La última y breve trepada y cima, que después de tres horas de ascensión, nos recibe con cara de susto por todo lo que ve en la atmósfera, que no es otra cosa que amenazantes nubes que le privan de la vista. También a nosotros. Esas nubes no vienen solas, que rachas de viento las acompañan, y poco a poco van esparciendo al éter los escritos de unas banderas de oración. Es el Hom Mani Padme Hum que invita a los seres humanos a ser compasivos, entre ellos y con el medio.

Ibón y circo de Ip
No querríamos salir de aquí, pero sabemos que hay que hacerlo, y lo hacemos, pero no por la canal, sino por el camino hacia el collado de Ip, al que no llegamos, ya que a unos 1.650 metros de altitud, y justo donde la caliza cede el protagonismo a la arenisca, el capo Juan nos saca del camino y nos lleva por la pedrera, en paso horizontal y dando vista ya al valle del Aragón, hasta casi alcanzar el camino normal de subida, por donde continuamos ya la bajada. Es un tramo en el que hay que estar muy atentos porque hay muchas piedras sueltas y tiene un considerable desnivel, pero… no sé, es distinto, es agradecido este paso Bazán.

Enfilando el descenso
El descenso. El descenso lo hacemos dando un repaso a los distintos puntos de vista que  tenemos los actores que convergemos en estos escenarios, escenarios de comedias y tragedias, concluyendo que estos son muy grandes, y que han de tener cabida para todos, y que entre todos tenemos que ser capaces de aunar esfuerzos para vivir y dejar vivir, para beneficiarnos todos y no perjudicarnos ninguno. No sólo hay motivos materiales, ciertamente, no sólo está la explotación ordenada de los recursos, también hay que dar cabida a los del placer, a los del esfuerzo, a los de la superación, a los de la pedagogía y a los de contagiar a propios y extraños nuestro amor por las montañas, que en definitiva es un medio para ensanchar el alma fortaleciendo todos sus resortes. Que nadie sienta que el monte, el bosque, la montaña, los espacios abiertos, en definitiva son propios; y que todos sintamos que hay, o puede haber, más agentes operando en el mismo territorio. Respeto, mucho respeto entre todos y especialmente con el medio.

Bajar la canal y recorrer el pastizal es lo que nos queda para terminar esta agradable ascensión a esta montaña, que mira a todas las demás por encima hasta que le alcanza la vista al tan próximo reino de los tresmiles.

Casi dos mil cuatrocientos metros de desnivel acumulado, que nos han permitido, en menos de seis horas, subir, disfrutar, charlar, integrarnos en este seco, pero bonito territorio y finalmente bajar. Otra bonita mañana con mal tiempo, que nos miraba pero sólo de reojo, y que en definitiva nos ha permitido, junto con una buena compañía, un mejor disfrute. Como siempre, gracias.

En la cima de la Collarada


El reportaje completo de fotos, en:
https://picasaweb.google.com/chematapia/Collarada02# 

8 comentarios:

  1. Por qué llamas La Collarada a Collarada??. Siempre ha sido un pico.
    Muy chulo el reportaje!!

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    1. Gracias, Anónimo, por el comentario. Lo cierto es que es así como la llaman los paisanos, y suena bien, no?

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  2. Buena salida.... esto es un sin parar.Que bien te lo pasas.

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    1. Hacemos lo que podemos, Anónimo. Gracias por el comentario.

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  3. ay¡,mi reino por una energía como la tuya.La Collarada te ha inspirado muy bonito relato y fotos bien tomadas, pronto competimos con La Meteo en el sector de veteranos

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    1. Gracia, Cacatúa, por el comentario, pero no creo que tengas nada que envidiarme, más bien al contrario. Gracias de nuevo.

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  4. Bonito reportaje hace disfrutar la excursión dos veces la primera la vivida y la segunda la recordada...Saludos de Juan

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    1. Gracias, Juan, por el comentario. La verdad es que con vosotros ya se disfruta el doble viviéndola; luego, el recordarla siempre es un más a más. Gracias de nuevo.

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