Año XIII. Entrega nº 911
No está muy definida la cima de esta ruta, de modo que ponemos la imagen más significativa.
Alexander Graham Bell, científico e inventor británico, nacido en Edimburgo (1847-1922), también tenía tiempo para las cosas bellas de la vida, lo que demuestra esta cita: “De vez en cuando vale la pena salirse del camino, sumergirse en un bosque. Encontrarás cosas que nunca habías visto”.
Una frase que nos tomamos en modo metafórico porque, la verdad es que no nos gusta salirnos del camino por las consecuencias medioambientales que tiene, pero no es menos cierto que nos gusta sumergirnos en los bosques, porque es donde encontramos cosas que no habíamos visto o las que sí, no nos dejan de sorprender. Un ejemplo muy claro es esta ruta que ofrecemos hoy que, aun siendo de media montaña, es muy variada, tiene bosque, nieve, milenios de historia, evocaciones celtas, árboles singulares, cascadas, un extraordinario abetar… Que tengo, que tengo, que tengo de to… Vamos!!!
Es una jornada, en la que estaba previsto que se complicara el orache* al mediodía, por lo que, al menos, vamos a aprovechar la mañana, y luego… ya veremos. Con el termómetro rozando los cero grados, salimos de enfrente de la gasolinera de Biescas para dirigirnos, con cuidado, por la carretera N-260 en dirección Sabiñánigo, unas decenas de metros, para cruzarla y meternos por un sendero, que empieza ya a picar.
Nos saca a la carretera de Sobremonte, que recorremos un tramo para volver a tomar el sendero, y salir de nuevo a ella, hasta una curva cerrada a la izquierda, donde la abandonamos para continuar de frente por una pista restringida a vehículos no autorizados. Cincuenta minutos hasta aquí.
Hacemos una parada en la fuente Fría, que hace honor a su nombre, y poco más adelante, dejamos la pista para seguir por las señales del trazado anterior del GR 15, metiéndonos por un sendero y dar comienzo al descenso, dejando a la izquierda los campos de Plan d’Isús, continuando envueltos en un ambiente totalmente invernal, entre árboles nevados, por un escenario de ensueño.
Vamos bajando por el barranco del Puerto, o de Merdacero, como se conocía localmente. Poco antes de salir a la carretera, dejamos, también a la izquierda, los campos de San Martín, haciendo referencia a la proximidad de los restos de San Martín de Closura, un hospital en la ruta del Camino de Santiago por el eje del río Gállego, de tercer orden, ya que dependía del de Socotor, a pie de puerto del Portalet que, a su vez, éste lo hacía del de Santa Cristina, en el Somport, a la sazón uno de los tres más importantes del mundo.
Según nuestro informante, JMNavarro, se encuentran próximas también las cuevas de Traconera, cuyo nombre deriva de dragón, por si faltaba algún ingrediente legendario. Y otro, digno de mención, es el de que en aquellos tiempos en los que los osos merodeaban por estos pueblos, una manzanera de esta finca de San Martín servía de alimento del último de ellos, que fue abatido por los pelaires al dejar tan señalados sus hábitos.
Volviendo a nuestro relato, finalmente, llegamos a la carretera, que cruzamos para detenernos en el zoque* de Santa Elena, donde aprovechamos para echar un bocado antes de emprender la segunda parte de la ruta. Tres horas y media hasta aquí.
Tras el pequeño receso, entramos en la Reserva de la Biosfera Ordesa-Viñamala, la más antigua de España (1977), cruzando el puente de Santa Elena, que en los dominios de la santa estamos, para acercarnos a esa mágica plana donde se encuentra el dolmen homónimo, y algún otro de reciente descubrimiento. Junto a ellos, otro de los atractivos de la ruta, un gran círculo que contiene 14 especies arbóreas, idolatradas por los antiguos celtas que poblaron estos lares. Su explicación la obtenemos del panel informativo.
Allí tenemos un ejemplar de cada uno de: albar*, bixordera*, alberniz*, salzera*, fraxín*, abete*, caxico*, cardonera*, abillanera*, escarronera*, urmo*, fabo*, sabuquero* y taxo*.
De un lugar encantado sólo se puede salir encantado, de modo que, de esa guisa, nos bajamos del troncomóvil y salimos para dejar la pista y vestirnos de bosque iniciando la “Ruta del Valle de l’Asieso”. Por un delicioso sendero vamos caminando, entre acebos, arces, avellanos, fresnos, majuelos, pinos… en un festival sensorial que colma nuestros sentidos.
Un sendero que se va entrelazando con la pista y que, tras cruzar un puente se abraza al arroyo. Siguiendo las indicaciones, al cabo de algo más de media hora desde el dolmen, alcanzamos el punto álgido de la ruta, donde nuestros pasos se detienen para admirar el “Tejo de l’Asieso”, que en realidad son dos, macho y hembra, ya que se trata de una especie dioica. El tremendo porte y la extensión que cubre serían los motivos, junto con su longevidad y estado de conservación, para que fueran declarados en 2021 como “Árbol Singular de Aragón”. Gran respeto y admiración por ello.
Continuamos la ruta dando comienzo al regreso para seguir impregnándonos de la magia de estos bosques. Siguiendo las indicaciones de la “Ruta del Valle de l’Asieso”, volvemos por otro sendero, para cruzarnos con el de subida y seguir por entre el bosque.
Dejamos atrás el refugio forestal de l’Asieso, y más adelante la cabaña os Carboneros, que rescata del olvido ese oficio perdido, realizado generalmente, como reza el panel informativo, por gentes itinerantes, a las que el ayuntamiento les asignaba un corro de terreno a cambio de parte de la producción. La caseta no es muy antigua, pero sí la milenaria técnica de construcción, que en 2018 sería objeto de su declaración de Patrimonio Mundial Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco.
El siguiente hito significativo que nos encontramos es lo que queda del campamento de la Cruz Roja, con su arruinado barracón junto al espléndido refugio. A su lado, parte un desvío que, en pocos minutos baja al río, para contemplar la cascada. De vuelta a la pista, continuamos por ella hasta integrarnos en el GR 16 que, desde Nocito, tiene en Sallent de Gállego su extremo norte.
Seguimos por sendero, acompañando al canal en algún tramo, hasta que, finalmente, tenemos ya a la vista las primeras casas de Biescas. Por el camino Lobarre, salimos a la carretera, que cruzamos para finalizar la ruta con un paseo urbano por la población pelaire, donde se aprecia la extraña convivencia entre las casas de antaño y las nuevas con el impulso del turismo blanco y verde.
Una ruta de media montaña, con dos partes bien diferenciadas, la primera más invernal que la segunda, con numerosos puntos de interés, que hemos ido visitando, y que no dejan de sorprendernos por más veces que los contemplemos. En esta ocasión han sido 6 horas y cuarto de verdadero disfrute, para recorrer 16,9 km a uno y otro lado del valle, por los alrededores de Biescas, superando un desnivel acumulado de en torno a los 660 m D+/- (595 Wikiloc).
GLOSARIO
Orache = Tiempo
Zoque = Capilla de paso
Albar = Abedul
Bixordera = Serbal
Alberniz = Aliso
Salzera = Sauce
Fraxín = Fresco
Abete = Abeto
Caxico = Roble
Cardonera = Acebo
Abillanera = Avellano
Escarronero = Arce
Urmo = Olmo
Fabo = Haya
Sabuquero = Sauco
Taxo = Tejo
Os = Los
Web:
Reserva de la Biosfera Ordesa-Viñamala
Las fotos, con sus comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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