Año XIII. Entrega nº 912
“… cuasi prorege en bailía de Dios y de sus santos y no por la gracia de Dios, sino en servicio de Dios…”. Palabras de Ramiro I de Aragón, tenido como bastardo en aquellos tiempos, primogénito de Sancho Garcés III, apodado el Mayor y rey de Pamplona, del que heredó los territorios del condado de Aragón, tras las disputas con su hermano García Sánchez III, y más tarde, a la muerte de su hermano Gonzalo, añadiría los de Sobrarbe y Ribagorza.
Ambiciones, codicias, traiciones, guerras fratricidas, sentimientos y acciones abyectas íntimamente ligadas a la humanidad desde que puebla el planeta, que las seguimos teniendo a la orden del día, y de lo que tenemos que procurar mantenernos lejos por nuestra salud mental y la de los que nos rodean. Es por ello por lo que encontramos en nuestras salidas a la montaña la mejor prevención para esa inmunidad, para admirarla, respetarla y alimentar nuestros depósitos de felicidad, de autoestima, de amor, finalmente, por ese medio natural del que nos viene todo.
Hoy lo hacemos por la media montaña sobrarbense, aquella que de condado pasó a formar parte del primer reino de Aragón, en el siglo XI. En concreto acudimos, con Montañeros de Aragón, a un territorio, a la sazón extremadura, acudimos al Entremón, que también se podría llamar, desde una época más reciente, y en modo ironía, Entrembalses.
Una ruta a la que damos comienzo en la A-138 en las proximidades de la carretera local que sube a Samitier, a donde nos llegamos para entrar en un sendero, jalonado de cajicos*, hasta llegar a la ermita de Santa Waldesca entre sendas y pista. Una santa que “no es venerada oficialmente por la iglesia católica, pero sí por la Orden de Malta”, de la que era miembro, como leemos en la red de redes. Se trata de un edificio del siglo XVI, pequeño, restaurado en el último lustro del siglo pasado y dedicado a la protectora de cultivos y enemiga de tormentas y plagas dañinas para la agricultura, y con un altar repleto de peticiones. Como media hora hasta aquí.
Seguimos, con nuestros objetivos ya a la vista, como también con unas excelentes panorámicas sobre el embalse de Mediano, con el telón de fondo de una buena parte de los Pirineos. En diez minutos alcanzamos una explanada, como antesala para la subida a visitar esos dos monumentos, como punto álgido, al menos en cuanto a altitud, de la ruta.
Por un lado, está la, también, recientemente restaurada ermita románica que rezaba a los santos Emeterio y Celedonio. Se trata de un edificio original del siglo XI, de tres naves, que terminan en espléndidos ábsides orientados canónicamente al este, en la misma cornisa que se asoma, sobre varios cientos de metros, al tramo del río Cinca que le dejan serlo los dos embalses. Por cierto, se cree que “Samitier” deriva de Emeterio, posiblemente hermano de Celedonio, unos de los primeros mártires de la cristiandad, en el siglo III.
Contiguo a la ermita, y de la misma época, están los restos del castillo de Samitier, de planta hexagonal, al que se puede acceder con algo de pericia sobrepasando una gran roca, ya que está situado en una ubicación un tanto comprometida. Desde estos lugares se divisan ambos embalses, y el sendero que los une en ese Entremón, con algún tramo excavado en la roca, y que, a buen seguro, sería muy frecuentado en sus tiempos como paso del llano a la montaña, y viceversa.
Bajo la atenta mirada de la Peña Montañesa y la algo más alejadas Cotiella y Turbón, nos despedimos de este singular enclave para iniciar el descenso, que lo hacemos por la mayoría de trazado de la subida, hasta abandonarlo, sin llegar a Samitier, para bajar definitivamente a la carretera interior de la presa, a la que llegamos, con las mismas vistas, sólo que a ras de agua.
Los macizos de Canciás, Collarada, Partacua, Tendeñera, Treserols, Tres Marías… son observados por la torre de la parroquial de la Asunción, de Mediano, que se aúpa como testimonio de lo que un día fue, y muy cerca de donde baja a beber el anticlinal de Santa Bárbara (1173 msnm.).
Una vez atravesada la presa, nos abrazamos al GR 1, ya hasta el final de la ruta. Descendemos un poco, para meternos por las entrañas de esta montaña, y salir, para tomar ya el sendero que poco a poco nos va a ir llevando al Entremón, un camino de viejo que, sin apenas desnivel, discurre como a 400 metros por encima del cauce del río Cinca en ese corto tramo entre los dos embalses, entre el Tozal de Palo y el conjunto monumental de los santos Emeterio y Celedonio, visitados unas horas antes, y que se repliega para no caer en el abismo.
Una hora de delicioso recorrido, que hay que hacer con sumo cuidado, y que coincide con una ruta ornitológica, lo que implica que hay que intensificar el respeto, especialmente en los meses de cría, entre diciembre y abril. Salimos a la A-2206, para recorrerla unas decenas de metros y continuar por un sendero a la izquierda, acompañados de las señales rojiblancas del GR 1, hasta Ligüerre de Cinca, abandonado en la década de los años 60 del siglo pasado con motivo de la construcción del embalse de El Grado, pero que, como el Ave Fénix, ha sabido resurgir de sus cenizas, convertido en centro de eventos y de vacaciones, comprendiendo el propio pueblo y el otro núcleo de El Mesón de Ligüerre.
Pues a este último lugar al que nos dirigimos siguiendo el GR 1, por una pista entre grandes cajicos*, y bordeando fosforescentes campos y la orilla del embalse. Nuestros pasos nos llevan al camping de La Pedanía, del que salimos para terminar la ruta.
Una circular abierta, a la que le hemos dedicado 5 horas y 50 minutos, para recorrer 16,4 km, y salvar un desnivel acumulado en torno a los 715 m D+ y 815 m D-, alcanzando la altura máxima en los 839 m del castillo de Samitier.
GLOSARIO
Cajico = Quejigo
Bibliografía:
Aragón. Santiago Lorén. Destino 1977
La formación territorial. Antonio Ubieto. Anubar 1981
Los pueblos y despoblados III. Antonio Ubieto. Anubar 1984
Lecturas para comprender Aragón. Agustín Ubieto. El autor 1984
Web:
Las fotos, con sus comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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