Año XIII. Entrega nº 910
“Cuando la montaña os llega al corazón, todo viene de ella y os lleva a ella”. Palabras de Franz Schrader (1844-1924), geógrafo y cartógrafo francés, pero por encima de todo pintor paisajista y amante de las montañas, que contribuyó a la divulgación de la cordillera pirenaica.
Y a nosotros, aunque nos vienen grandes, pero que muy grandes, tremendamente grandes, sus zapatos, sí podemos decir que tenemos algo en común con él, y es que las montañas, no sólo nos llegan al corazón, sino que todo nos viene de ellas y nos lleva a ellas. No nos resulta fácil de explicar el porqué, pero su intenso magnetismo nos atrae casi irracionalmente y nos hace ser siervos de ellas, leales a ellas, y perdidamente enamorados de ellas.
Hoy acudimos a una de las comarcas altoaragonesas, fronterizas con el país vecino, importante históricamente en la construcción del reino de Aragón. En concreto lo hacemos a los aledaños de Boltaña, antigua capital de la Boletania romana, que despliega su casco urbano bajo su castillo medieval, que alberga entre sus ruinas leyendas de brujas y aquelarres.
NABAÍN
Muy cerquita de la capital comarcal de Sobrarbe, que la comparte con la también histórica Aínsa, se sitúa la pequeña aldea de Ascaso, de la que citaremos tres de sus características: el reloj de sol, de casa herrería, con su leyenda: Cuando me relumbre el sol / acércate paso a paso / y sabrás la hora que es / en este reloj de Ascaso; el albergar lo que les gusta en llamar “la muestra de cine más pequeña del mundo”; y otra quizá menos conocida, que pasa el Meridiano Cero por sus proximidades.
Al poco de cruzar el puente, el camino empieza a empinarse. Seguimos las señales del PR como una hora, por tramos calzados, entre cajicos*, algunos de considerable tamaño. Alcanzamos el collado Larrey, en el que cuenta la leyenda que “los jóvenes de Sampietro asaltaron a un rey moro”. Seguimos por sendero entre buxos* y pinos, hasta que salimos del bosque, dando vista a la sierra y lo que nos queda por delante.
El sendero serpentea por entre abrizones*, hasta llegar a otro collado, donde nos impresionan las vistas al Gran Norte en esta mañana tan despejada. Pasamos por la Forquialla y continuamos por el interminable sendero, hasta llegar a Patrostallo (prado de Estallo), donde da comienzo la Faixana* de Santa Marina, un sendero aéreo sobre los acantilados de la vertiente norte de esta montaña, que se anda sin dificultad. La Solana de Fiscal a nuestros pies, con su rosario de pueblos deshabitados la mayoría. Un hayedo, que ya se mira para adentro, reposa en estas faldas norteñas.
Veinte minutos de verdadero disfrute y muy amplios horizontes median hasta llegar al final, donde se puede optar por terminar de recorrer el sendero o, unos metros antes, alzarte a la cumbre por una pequeña trepada, que le da su puntito como buen final. Al cabo de tres horas, la llegada arriba se ve reconfortada con la acogida por las ruinas de la ermita que rezaba a Santa Marina y que, como todas ellas tienen su origen en apariciones marianas y pastores. En este caso, hemos leído de dos, a falta de una, y es que todo era poco para mantener la devoción celestial mientras no se atendían las necesidades terrenales.
Dice el informante que “durante la guerra civil, hasta los republicanos le tenían fe, porque a la ermita no le caía ni una bomba, no obstante, la ermita fue destruida parcialmente por un obús. Pese a ello, el auténtico deterioro lo ha sufrido años después, más por el abandono que por los efectos de la guerra”.
Como el día es corto, y queríamos aprovechar para visitar por la tarde la Cascada del Confesionario, hacemos el descenso despiadadamente rápido, en una hora, por la ruta normal, más directa, por donde subimos y bajamos en marzo del año pasado para caer justo en el aparcamiento, donde echamos un bocado tras haber recorrido 10,7 km, en 4 horas y cuarto, con un desnivel en torno a los 900 m D+/- (865 m D+/- Wikiloc), con la altura máxima de los 1798 m del Nabaín.
CASCADA DEL CONFESIONARIO
A unos 5,6 km desde la general, dejamos el vehículo junto al panel informativo de las pozas de San Martín, una advocación, la de este santo, muy abundante en las montañas y que, normalmente, ha referenciado a la sazón la autoridad eclesiástica para sincretizar los cultos paganos en aquellos lugares donde los encontraba, ya que este personaje se caracterizó por una acérrima persecución a los paganos. Si esta práctica era habitual en el espacio, también, dicho sea de paso, la efectuaba en el tiempo con las fechas del calendario, sustituyendo fechas clave de los ciclos naturales con figuras relevantes de “su” hagiografía o calendario litúrgico.
Bueno, a lo nuestro, que el barranco de San Martín nos espera. Tras un sendero entre el soto del río, nos topamos con él y lo cruzamos, admirados por unos plegamientos del terreno. El caudal es abundante, y las pozas se van sucediendo debido a las generosas lluvias del otoño, al contrario que en temporadas secas. A los diez minutos, se cruza un pequeño arroyo y se nos muestra la opción de seguir por el cauce (40’) o por la senda (1 hora), que es lo que elegimos para más seguridad.
Una senda que se va empinando, tomando altura sobre el río por el bosque de la Predicadera, donde un oportuno asome nos da buenas vistas sobre el barranco y las montañas que lo forman. Se continúa entre el pinar, con algún ejemplar cruzado en el camino, hasta que el sendero desciende, dejando a la izquierda el desvío para el despoblado de Morcat y, seguidamente, bajar a Barranco Fondo, justo encima de nuestro objetivo de hoy.
Subimos en busca del eje del río Sieste, que es el que traíamos, para cruzarlo por encima de un pequeño circo que alberga algún abrigo pastoril en desuso. Se deja a la izquierda el desvío para Campodarbe y se baja, entre cajicos* al fondo del río, que se cruza, a la par que recibe las aguas de ese Barranco Fondo, encima de la poza de Chinchirigoy. Remontamos un poco para alcanzar, finalmente, el objetivo, conocido coloquialmente como “El coño del mundo”, y que no deja espacio a la imaginación.
El nombre, digamos, oficial, es el más decoroso de “El Confesionario” ya que, como dice el panel del comienzo de la ruta, “… es la cascada que se forma en la zona de la cabecera del barranco de San Martín. El nombre procedería de la oquedad envuelta en la piedra toba que el salto ha generado en un proceso de acumulación de limos. Tendríamos que imaginarnos a un gigante arrodillado en el primer escalón, como en un reclinatorio, confesando sus pasiones a las profundidades de la tierra por ese hueco sagrado…”.
Visita a la cueva de las Golondrinas, como le llaman al amplio hueco de debajo del “reclinatorio” para contemplar la caída del agua, que complementa el paisaje ya que, en época seca no sería lo mismo. Sí, porque el agua es lo que condiciona el paisaje y el tránsito por el cauce del río. Nos preguntamos si habrá algún momento en el que haya un caudal lo bastante poco como para poder subir por el cauce y que fuera lo suficiente como para que le aporte su gracia a la cascada. En ese equilibrio está la clave.
Y poco más podemos contar. Hora y diez para llegar y una hora para volver, más el tiempo de estancia, es lo que nos cuesta esta sesión vespertina de la jornada, a la que le hemos metido en total 2 horas y media, para recorrer 6,6 km y salvar un desnivel acumulado de en torno a los 415 m D+/- (370 m D+/- Wikiloc), con una altura máxima de 904 m a lo largo del recorrido. Un sorprendente rincón que conocíamos por referencias que, como ésta, se quedan cortas contemplándolo en vivo.
Una doble sesión en esta jornada montañera, en la que se han acumulado 17,3 km, recorridos en 6 horas y 45 minutos, con un desnivel acumulado de 1315 m D+/- (1235 m D+/- Wikiloc).
GLOSARIO
Cajico = Quejigo
Buxo = Boj
Faixa = Faja
Abrizón = Erizón
Bibliografía:
Pueblos y despoblados de Aragón III. Antonio Ubieto. Anubar 1986
Web:
Fabaz, os alrededores de Boltaña
Las fotos, con sus comentarios, y los tracks (Nabaín y Confesionario)
Nota: La publicación de la ruta, así como de los tracks, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.