jueves, 15 de abril de 2021

Oturia, el guardián de Sobrepuerto

 


IXOS MONS
Oturia (1921 m)
Miércoles, 14 de abril de 2021

            El Sobrepuerto es un territorio muy especial. Situado entre montañas y barrancos, cuyas aguas tienen el alma partida entre el río Gállego y el Ara, en consecuencia, entre las actuales comarcas del Alto Gállego y la de Sobrarbe, pero él no entiende de eso. Él solo recuerda los lejanos ecos del éxodo masivo sufrido hace ya más de medio siglo, que lo dejó huérfano de gentes, que lo dejó huérfano de ganados, que lo dejó huérfano de cuidados en sus casas, en sus huertos, en sus puertos. Una herida difícil de cicatrizar, y que solo lo va haciendo con el tiempo, a medida que va cerrando los ojos, a medida que sus antiguos moradores van cerrando los ojos.





            Pero la vida siempre se abre paso, la naturaleza, con su fuerza indómita va colonizando poco a poco lo que cree que le pertenece y que, al no ponerle coto, lo hace a sus anchas, dejando que su docena de despoblados y pardinas se vayan sometiendo a ella. El Sobrepuerto es uno de esos territorios que, aun sin haberlo conocido personalmente habitado, nos engancha, nos hace vivir un sentimiento entre admiración y profundo respeto, mientras el viento acalla aquellas voces, y su gran patrimonio etnográfico y cultural se va diluyendo en el tiempo. Es algo que impregna nuestra memoria cada vez que nos acoge, cada vez que queremos ser partícipes de su historia, de sus vivencias. Por eso hay que visitarlo de vez en cuando, aunque como en este caso haya sido solo desde las alturas, desde esa magnífica atalaya del Oturia, sobre el Santuario de Santa Orosia, una de sus puertas de entrada. Y allí hemos estado, y lo hemos hecho por una ruta poco habitual de las muchas que tiene, en concreto desde su flanco norte, desde el despoblado de Casbas de Jaca, al que accedemos partiendo de las proximidades de Javierre del Obispo y Lárrede, para descender de nuevo por el barranco que nos da acceso a este primer pueblo.



            En una mañana sana y fresca donde las haya, como decimos, partimos de las proximidades de Javierre del Obispo para transitar un corto tramo por la carretera de Lárrede, por la que en poco nos sumamos al GR 16, ese Sendero de Serrablo, que recorre este territorio, que con su variante GR 16.1 lo hace subiendo a puerto, y que por ambos transitaremos. De momento, en unos cinco minutos, en una cerrada curva de la carretera, la dejamos para seguir de frente ya por camino, hasta bajar de nuevo a ella en la entrada de Lárrede, por cuyas calles saboreamos su callada quietud para comenzar el ascenso a la Torraza, esa torre medieval que se comunicaba con su hermana de Escuer. Tras admirar las vistas que nos ofrece, tomamos el sendero siguiendo por el GR 16, que nos llevaría hasta Susín, como ya hicimos recientemente, aunque en este caso, a los cinco minutos lo abandonamos para tomar el desvío señalizado a Casbas, que también por sendero, entre bosque, nos va subiendo hasta alcanzar, en poco más de media hora, la pista a la que nos incorporamos para no dejarla ya hasta este nuestro primer hito, a donde llegamos en otros diez minutos.







            Por aquí pasa el GR 16.1, que va de Susín a Yebra de Basa por el puerto, y que nos va a acompañar todo el tramo de subida hasta el mismo. Casbas de Jaca, que hoy pertenece al municipio de Biescas, presenta un estado de ruina irreversible, lo que queda de sus siete casas, que no llegaban a albergar medio centenar de personas, se agolpan alrededor de su parroquial de Santiago Apóstol, que es lo que más aguanta del conjunto, estando también en ruinas. Los 1180 metros de altitud del enclave le ofrecen una extraordinaria panorámica sobre el barranco de Oliván y el nevado Gran Norte. Volvemos a la pista, que en la siguiente poco más de una hora, vamos transitando, combinando con trochas de madera y más cómodos senderos, hasta que finalmente nos despojamos de nuestras vestiduras boscosas para salir a puerto, donde nos dejamos envolver plenamente por la calidez que aporta el sol, algo que aprovechamos para echar un bocado, a unos 1625 metros, con unas vistas inmejorables sobre la cordillera pirenaica, en la que destaca todo el cordal de la sierra de Tendeñera, y más al este los grandes en torno al macizo del Monte Perdido. Todo se va posicionando en el horizonte para deleite del observador que lo contempla.











            Continuamos por el GR 16.1 como unos diez minutos, que tenemos que dejarlo porque sigue al Santuario de Santa Orosia por los pies de la montaña, y como nosotros vamos a su cabeza, no queda otra que ir subiendo y subiendo, que nos quedan como 300 metros de desnivel. El primer tramo se hace algo duro, teniendo que extender las zetas para no morir en el intento, pero una vez tomada altura, aunque no se deja de subir, es ya mucho más llevadero, especialmente por la panorámica que se va abriendo a dos aguas, con el Sobrepuerto a la izquierda y la cuenca de Sabiñánigo y la Balancha, que enfila hacia Jaca, a la derecha. Una serie de lomas tenemos por delante, hasta llegar en algo más de media hora a la mayor cota de esta sierra, al Oturia que, con sus 1921 metros es la montaña reina del lugar.









            Los últimos pasos nos traen a la memoria la última vez que estuvimos por aquí, hace ya más de ocho años, participando en la VIII Puyada a Oturia, sus 40 km y más de 2200 metros de desnivel acumulado D+/-, creo que marcaron un antes y un después en esto de las carreras por montaña, pero nos hicieron conocer gran parte del territorio, que era de lo que se trataba: sierra de San Pedro, Santa Engracia, San Román, Osán, Santa Orosia, Oturia, Satué… En fin, a estas alturas de la vida, algo más calmados, tenemos esa mirada más calmada también sobre las cosas, sobre las montañas, algo que nos hace disfrutar de otra manera. Pues disfrutando de esa calmada mirada y de ese calmado estar, aprovechamos un cuarto de hora de nuestras vidas para la contemplación de tan vasto país. ¿Dónde andarán esas gentes de Sobrepuerto? ¿Dónde andarán esos cientos de cruces que año a año acudían en romería al santuario? ¿Dónde andarán esos cientos, miles de cabezas de ganado que pastaban en el puerto? ¿Dónde andarán?, solo la memoria de estas montañas lo sabe.







            La bajada a puerto es por la vertiente que le da cara. Nos volvemos a cruzar con ese GR 16.1 que va y viene. Lo saludamos y seguimos por entre grandes grupos de bojes, hacia el sendero que nos baja a Javierre del Obispo, y que se tarda en recorrer más de una hora, primero por bosque y luego un tramo más tedioso por camino de más incómodo pisar. Finalmente se pasa por el pueblo, y por un ancho camino vecinal se llega a cruzar el barranco del Vallés, saliendo a la carretera, donde habíamos dejado los vehículos, terminando de este modo una preciosa mañana de monte, por lugares conocidos, pero siempre sorprendentes, por tierras y cielos de Sobrepuerto.








            La distancia recorrida ha sido de 16,4 km, que lo ha sido en 6h 20’, salvando un desnivel acumulado de 1115 m D+/-, en una media jornada de monte que prometía y no ha defraudado.






2 comentarios:

  1. Cómo conoces Sobrepuerto. En mi caso, a pesar de que fui muchos años a Bergua, en verano, sólo la zona cercana al pueblo y Ordesa en particular, claro.
    Preciosas prímulas... nunca vi tantas mariquitas juntas ¿algún acontecimiento biológico suyo?
    Buen día

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    1. Hola, Caminante, y gracias por el comentario. No. No lo conozco, el Sobrepuerto no se termina de conocer nunca, ni su geografía, ni mucho menos su historia. ¿Las mariquitas?, no sé, no conozco sus ciclos biológicos, pero ese amontonamiento no es infrecuente, supongo que estarán de "orgía", celebrando la llegada de la primavera.

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