jueves, 5 de diciembre de 2019

La Peña - La Peña, de circular junto a los Mallos

IXOS MONS
La Peña - Santo Román - La Peña 
Miércoles, 4 de diciembre de 2019



            “La belleza del mundo natural radica en los detalles”

             Hoy nos permitimos comenzar con estas palabras de Natalie Angier, periodista y escritora neoyorquina porque sí, porque tiene razón, y aún añadiríamos más, no solo la belleza, sino la grandeza, ya que es la suma de lo pequeño lo que hace admirable a un paisaje, lo que hace grande a un ser vivo, lo que hace grande al propio ser humano.


Lo pequeño es hermoso

Junto a las vías para pasar el puente 
            Hoy hemos querido engrandecer lo aparentemente, y solo aparentemente, pequeño, la tierra callada, que también merece nuestra atención. Quizá más por ello. Una tierra en la que los jueves, sábados y domingos no está tan callada, que motores, ladridos, tiros y gemidos pueden oírse, y más vale no encontrarse en medio. Por eso hay que aprovechar los días en los que los que gimen están tranquilos, en los que las escopetas callan, en los que no se oyen ladridos ni motores que alteren la paz de estos montes que tanta actividad han vivido, y que ahora, en los días tranquilos, también están tranquilos. Y esa paz, esa calma es la que hemos ido a buscar, dando una vuelta por esas sierras calladas en los dominios del Gállego medio.

Tranquilidad y calma al comienzo de la ruta

Listos para la faena
            Partimos del apeadero de tren de Santa María y La Peña, un poblado centenario, no mucho más, que surgió del agua y del tren, de los carburos y de la madera. Milagrosamente sobrevive gracias a esto último, porque cuenta con la empresa EIFORSA, fundada en 1946 y que se dedica, entre otras cosas, al tratamiento de la madera con creosota, un derivado del carbón de hulla, que mantiene a 25 trabajadores en la planta, en una población de en torno a 40, y que exporta sus productos a decenas de países en varios continentes.

El terreno se despereza poco a poco bajo las nieblas y la helada

Foz de Escalete
            Dejamos atrás todo ese mundillo maderero para abrazarnos a la vía del tren, que nos permite cruzar una parte del pantano de La Peña, que hasta aquí llega. Nada más pasarlo tomamos un camino que nos baja al canto de un campo en el que despunta ya el cereal. Todo es para acortar terreno y salir a la pista que nos lleva ya, cruzando el canal de Carcavilla, a la Foz de Escalete, un gran tajo en la roca, ampliado para el trajín del carburo, y que encajona el barranco de Forcallo. Nos dirigimos hacia el sur, y al poco abrimos la circular, dejando algo apartada a nuestra derecha las ruinas de la pardina de Escalete, por donde volveremos.

Paredones con vías de escalada deportiva

El sol va caldeando poco a poco el ambiente
            Seguimos por la pista de la izquierda, cambiando nuestro rumbo inicialmente hacia el este, pero enderezando de nuevo hacia el sur, de cualquier modo vamos acompañando a dicho barranco, aunque sea en altura. Y lo hacemos hasta un lugar próximo al collado de Santo Román, extremo de nuestra circular, a partir de donde toca volver. Este collado es un cruce de caminos. Si siguiéramos hacia el sur llegaríamos hasta Linás de Marcuello, Sarsamarcuello, Loarre… De frente nos adentraríamos en el barranco de la Mota, ese que separa la Peña de Don Justo y la Pared de los Buitres, y a le derecha, dirección que tomamos, nos devolverá al punto de partida. Pero no tan deprisa, que hay que seguir disfrutando.

Peña de Don Justo a la izquierda, desde algo pasado el collado de Santo Román

Desvío en el collado bajo el Firé
            La mañana se va estorbando, las nubes y el viento van haciendo su aparición, pero es ideal para andar. La pista comienza a empinarse, y al poco dejamos a la izquierda el arranque del sendero que daría continuidad a la Vuelta al Solano, y que abraza los mallos grandes y pequeños, de Riglos. Pero nosotros seguimos por la pista. Al cabo de media hora desde ese cruce, sale un ramal a la izquierda, que si no se toma se haría más corta esta vuelta, pero como se va bien de tiempo sí que tomamos, para llegar a la Roseta, un refugio de pastores situado en una planicie bajo el  mirador de Ventuso, que da vista al circo de Verano de Riglos. Seguimos por sendero en franco descenso, para llegar al collado del Firé, con una impresionante vista sobre ese circo, con el discurrir de abultado Gállego al fondo, que va en busca ya de la tierra llana.

Extraordinaria vista sobre Peña Rueba y el cauce del Gállego

Tramo emboscado en el descenso
            Tras un breve bocado en el collado, continuamos hacia el norte dejando atrás esas extraordinarias masas ingentes de conglomerados que, junto a Peña Rueba y Agüero, protagonizan el Monumento Natural que lleva el nombre de las tres formaciones. Cambiamos la vista de río abajo por la de río arriba, con unas aguas que salen del remanso del pantano de La Peña. El sendero se empina y se embosca, para luego ir coqueteando con la pista hasta que se integra del todo en ella, y pasa por esas ruinas de la pardina de Escalete, en un lugar muy próximo al cierre de la circular.

Restos de la pardina de Escalete

            Ya solo queda desandar lo andado, y al cabo de 40 minutos llegar al punto de partida, habiendo pasado por esa Foz de Escalete, la vía del tren y alcanzar el apeadero de Santa María y La Peña, a donde llegamos tras algo más de cinco horas de tiempo total, del que 4h 20’ han sido en movimiento, habiendo recorrido 17,5 km y salvado un desnivel acumulado total de 830 m D+/-.


Más fotos, y el track.

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