lunes, 13 de enero de 2014

Circo de Astún, con raquetas

A TUCAS ALBARS
Circo de Astún, con raquetas (2.287 m)
Sábado, 11 de enero de 2014


            Hay días en los que te levantas indeciso de la cama, como el tiempo, y entonces decides irte con él, a donde vaya. Hoy toca Astún. Hoy toca raquetas. Con los amigos Sara y Josemari cogemos los bártulos y nos acercamos hasta este confín de nuestra geografía aragonesa, a este circo que linda con lo francés y con los franceses, aunque eso es lo que dicen los mapas, porque se lo preguntas a él, y no tiene ni idea.

Cuánto por ver, cuánto por vivir
            Acometemos el barranco del Escalar, con un pechugazo de arrancada que para calentar no está mal. Nada mal. Al cabo de tres cuartos de hora tenemos que optar por una margen u otra del barranco, y lo hacemos por su derecha, para variar. Duras rampas también y la incomodidad de ir a media ladera, son las compañeras de viaje hasta alcanzar el ibón de Ranas, que yace en su cuenca, donde siempre, con los párpados cerrados por fina capa de cristal.

Mundo Midi d'Ossau
            A su lado pasamos, y quisiéramos hacerlo de puntillas, pero ya nos disculpamos, las raquetas no son tan sensibles. Sentimos su latir, su lento latir, que va cogiendo fuerza para un nuevo despertar cuando despierta la vida, para un nuevo respirar cuando respira la vida. Y ahí estaremos de nuevo para comprobarlo. Sin duda.

           Enfilamos el tramo final para alcanzar el collado de Moines, si subes por el otro lado, o de Monjes si lo haces por aquí. De Monjes pues, que lo hacemos por aquí. Siempre que se sube hasta aquí ya se sabe con lo que se va a encontrar uno, pues siempre se sorprende. Siempre se hace uno la misma pregunta, quizá por no haber encontrado la respuesta. ¿Cómo es que puede haber tanta belleza en un mismo golpe de vista? Y nos la seguimos haciendo, y nos la seguiremos haciendo. Aunque encontremos la respuesta. Los que han estado aquí lo entenderán. Y los que no, tienen que venir para entenderlo. No hay más explicaciones. Hora y media desde el arranque. Hora y media para hacernos siempre la misma reflexión.

            Demasiado arriesgado subir el pico de Moines, hay rampas delicadas para llegar a su base, y no sabemos cómo encontraremos la roca cimera. Lo que sí hacemos es subir al otro guardián del collado. Contemplación, bocado, contemplación, fotos, contemplación. Bajamos de nuevo al ibón y nos encaminamos hacia el de Truchas. El desagüe de ambos ibones está considerado como el nacimiento del río Aragón, que da nombre al valle y a la comunidad autónoma entera… y cuya corona albergaba a medio mediterráneo no hace tanto tiempo.



              El descenso lo hacemos por las orillas de las pistas que lanzan a los esquiadores en su camino de bajada, con una nieve ya transformada y con la que hay que extremar las precauciones, y aun así… 

            Y sin más, en torno a cinco horas disfrutando monte p’arriba y monte p’abajo en una mañana de transición en lo meteorológico y que nos ha permitido ver el mundo más cercano desde los 2.287 metros de altitud que tiene la cima de este pico de indefinido nombre, y que nos da igual cómo se llame… y a él también.



El reportaje completo de fotos, en:

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Sí, bonita actividad. Y el día, raro, pero también tuvo su puntito. Gracias por el comentario.

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