Año XIV. Entrega nº 965
“¿Dónde están los sueños antes de que lleguen los soñadores? Hay mucho Pirineo capaz de comunicarnos significados, donde sus voces o susurros no están todavía tapados por el creciente barullo”. Eduardo Martínez de Pisón (1937- ).
Reflexiones del catedrático emérito de Geografía de la UAM, viajero y escritor empedernido, con pregunta y respuesta incorporada. Una pregunta y respuesta que encajan a la perfección, porque esos sueños bien podrían estar en las montañas pirenaicas y nosotros, los soñadores, con nuestras incursiones a ellas, ser capaces de alcanzarlos, al propio tiempo que lo hacemos a sus cumbres.
Algo así hemos querido perseguir hoy con esta ruta a la mayor altura (detrás del Bisaurín), de los Pirineos desde que se levantan en el Cantábrico. Su majestuoso e hipnótico porte te persigue con su mirada por los cuatro costados que lo abordes. Nosotros, siguiendo los consejos del maestro Martínez de Pisón, para que sus susurros no estuviesen tapados por el creciente barullo, lo hemos hecho por su intimidante cara norte que, no obstante, ofrece alguna debilidad para llegar los soñadores al sueño.
En una radiante mañana, salimos de Candanchú para dirigirnos hacia la cueva de los Contrabandistas, a la que llegamos al cabo de media hora larga. Con un pasado que delata su nombre, está en un sitio con unas vistas privilegiadas sobre las tierras de las que venimos, y sobre la gave d’Aspe, que se va desparramando en busca de la llanura aquitana. Los anticiclones en esta zona traen del brazo unas persistentes nieblas de fondo de valle, como es el caso de hoy.
Se trata ahora de ir ganando altura en busca del circo de Aspe, por donde discurre el nuevo trazado del GR 11 que, con motivo de migrar a Sendero Turístico de Aragón, hubo que quitar el tramo que hablaba francés. Conforme nos vamos integrando en este gran barranco de Esper por el costado de Loma Verde, coincidimos con un corto tramo de la Senda Pirenaica. Pero nosotros seguimos con la mirada puesta en ese paso de la Garganta de Aspe que tenemos por encima.
Entramos en una zona de bolos, que pronto se va a convertir en glera que, al contrario de lo que parecía de lejos, no es nada de incómoda, salvando, naturalmente, el desnivel que ofrece. Se deja a la derecha una pequeña espelunga*, nombre que tiene la raíz “espeleo”, que en griego significa “cueva”, como el más familiar término de "espeleología".
A menos de tres horas del arranque, llegamos a este gran paso, que nos ofrece unas magníficas vistas sobre las tierras que se van rindiendo al llano por el sur de la cordillera, y que lo hacemos en un punto en el que convergemos con la subida normal, que da comienzo en la Cleta*.
Un primer vadeo, que nos hace recuperar resuello, nos va encarando ya, sin ningún rubor, hacia la subida a la Liena de Aspe, una especie de ante cima que hay que subir, pero no necesariamente hasta arriba, aunque sí lo hacemos… porque está ahí.
Bajamos a la Brecha, otra de esas grandes fauces que nos engullirán a la bajada, ya que, de momento, le damos esquinazo porque los soñadores se van a querer encontrar con su sueño, que ha subido, en esta ocasión a los 2640 msnm de la cima del pico del Aspe, coronado ya en media ocasión de veces, la última por la arista de los Murciélagos hace cuatro años.
Una arista en la que no suelen faltar escaladores, como es el caso hoy, que al llegar a esta cima nos encontramos con 3 o 4 personas, y en la hora que estamos en ella va llegando una treintena que, con el “creciente barullo tapa los susurros de la montaña”, como decía el ínclito Martínez de Pisón.
Una hora, sí, en la que tratamos de abstraernos del barullo para otear, reconocer y saludar a un inmenso ejército de montañas a nuestro alrededor. Grandes y fieles montañas, algunas de ellas depositarias de sueños cumplidos. Muchas montañas, muchos sueños, muchos años… ¿cómo si no? No obstante, seguimos teniendo esos sueños, sujetados con chinchetas en el corcho de los objetivos.
Cierto es que los lugares emblemáticos se llenan de bullicio, pero hay otros que no, aun con todo, aquellos que lo son, siempre ofrecen itinerarios ajenos a ello, como los elegidos, tanto para subir como para bajar del rey de esta sierra.
Dejando el canchal atrás, el descenso se vuelve apacible, y más viendo cómo la imponente figura del Aspe nos va haciendo más y más pequeños. Un pequeño resalte rocoso hay que superar, y para seguridad han instalado una cadena cuyo uso eludimos. Al salir de él, se nos abre a la vista el siguiente hito a alcanzar, el paso de Tortiellas, que lo hacemos de la mano de un corto tramo del GR 11.
Damos la espalda a la cuenca de Tortiellas para encarar ya el espacio Candanchú.
Y lo hacemos por la pista de Tortiellas, que enlazamos con la de Nido.
Finalmente, llegamos al punto de arranque, a donde llegamos al cabo de 7 horas y cuarto, habiendo recorrido 11,1 km, con un desnivel acumulado de unos 1135 m D+/- (Wikiloc: 1049 m D+/-), con la altitud máxima alcanzada en los 2640 m del Pico del Aspe, donde los soñadores se han encontrado con sus sueños.
GLOSARIO
Espelunga: cueva
Cleta: valla, cancela
BIBLIOGRAFÍA
El Alto Pirineo. Eduardo Martínez de Pisón. Obra social de Ibercaja (2002)
RECURSOS DIGITALES
Las fotos, con los comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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