jueves, 30 de mayo de 2024

Los Estrechos del Ebrón, cuando el río se hace poesía

 Año XIII. Entrega nº 871


IXOS MONS
Los Estrechos del Ebrón
Domingo, 26 de mayo de 2024

            ”Andamos metidos por un camino forestal un tanto mediocre, pero cuya belleza y grandiosidad lo hacen más que recomendable. Coronado el puerto, se ensancha de golpe el horizonte, y bajo nuestros pies, desde lo alto del monte casi cortado a pico, se nos ofrece el angosto valle de Tormón. La vista tiene un atractivo impresionante. El apretado pueblecito, se ciñe a las sinuosidades del terreno alrededor de un erguido peñascal, casi como una aguja encrespada sobre la que se afianzan los últimos restos de una torre fortificada, que se presentan como una fantasía agreste en la que se nos prueba que finura y arcaísmo no andan divorciados”. 

José Albi.



            Estas cosas del turismo, el de naturaleza, decimos, es lo que tienen, que no se encuentran representadas en los libros que van acumulando polvo y amarilleando sus hojas de casi ya medio siglo en nuestra biblioteca. El párrafo con el que abrimos esta nueva entrega del Hijo de la Tierra está extraído de uno de esos atractivos libros de la época, que editaba Everest en León con tapas duras, que no nos costaría más de unos pocos cientos de pesetas y que, ahora, por curiosidad buscamos y encontramos en el gigante del comercio mundial, una edición con tapas blandas, publicado en 1992, al “módico” precio de 166 €. “Cosas veredes”, amigo Sancho. 



            Hojeando el viejo libro en mis manos, rememoramos la aproximación que hacíamos días atrás hasta llegar a esta localidad de Tormón, encajada en el fondo de un barranco regado por el río Ebrón. Un trayecto, hoy en día asfaltado, que se hace largo, sólo compensado por esos extensos pinares donde la vista se mece a placer. Aunque para largo, largo, el trayecto desde Zaragoza, y más si venimos del norte, hasta los confines meridionales de Aragón. Siete horas de bus, para una ruta de cuatro, a priori no parece muy razonable, pero si quieres visitar lugares con tanta belleza, merece la pena el esfuerzo… y mucho.



            De nuevo con los compañeros de Montañeros de Aragón para llevar a cabo esta actividad incluida en su programa de actividades, rico en variedad y cantidad, y que en este caso nos lleva a recorrer uno de los 10 senderos más bonitos de España, según una web especializada. 



            A las siete de la mañana salíamos de la antigua capital del reino para, tras una breve parada, llegar al recóndito Tormón al filo de las diez y cuarto, poniéndonos en marcha el grupo de 35 personas al cabo de un cuarto de hora. Se cruza el pueblo, en cuyas calles aflora la roca, y que trepan hacia el peñascal seco y sorprendente del castillo, entre empinados rincones de un sabroso y puro primitivismo, según nos cuenta José Albi en la publicación mencionada.



           Seguimos por la VF-TE-13, una de esas carreteras locales que seguro que pasan el tiempo más al sol que a la sombre de los vehículos. Ahora somos nosotros los que le damos sombra, al menos como algo más de doscientos metros, hasta dar con el desvío que nos baja ya a abrazarnos, casi ansiosamente, al río. Y lo hacemos en un paraje que llaman Calicanto, que le da nombre al viejo molino, uno de los varios que aprovechaban la fuerza del agua para beneficio rural, y a la cascada, que se nos muestra al fondo, clara, vibrante, con ganas de contagiar su vitalidad y su pureza.











            Tras acompañar al río, custodiado por unos chopos que se acomodan en sus orillas, la ruta continúa por unos campos que se cuidan solos, hasta que ya vamos tomando contacto con el camino pedregoso, que nos va a ir subiendo para poder contemplar este gran tajo que el río ha ido abriendo con paciencia a lo largo de su dilatada vida. Los bancales, construidos con tanto esmero por las gentes de antaño, van languideciendo al compás del avance de la vegetación, con una clara tendencia a dejar las laderas como se encontraban antes de la antropización.





            Ya damos alcance visual a uno de los hitos de la ruta, a ese puente natural de roca que llaman de La Fonseca, donde se impone una foto de familia. Unas escaleras de madera nos ayudan a sobreponernos a la cuesta que se nos viene encima. Dejamos a la derecha lo que sería la vuelta a Tormón por una circular. De nuevo al lecho del río para reflejarnos en sus límpidas aguas, tratando de imitarlo, tratando de hacer la poesía que él hace, tratando de emitir los destellos que él emite, tratando de fluir como él fluye… pero sin conseguirlo.


                                    Imagen cedida por Andrés Aznar












            Pronto comienza el congosto, el verdadero estrecho que le da nombre a esta espectacular ruta. A las dos horas y media del comienzo, nuestras miradas comienzan a rebotar en corto en el seno del barranco. Siempre con la ayuda de los peldaños y de las pasarelas, vamos avanzando lentamente, como si quisiéramos que esto durara más de la media hora que nos cuesta el recorrido. Un recorrido que termina en un merendero, punto final de la pista que viene de El Cuervo, nuestro destino de hoy. Media hora más de una pista jalonada por campos de cultivo, hasta dejarla y tomar un desvío a la izquierda para recorrer el Sendero Botánico.













            Un corto tramo por ancho camino, hasta que nos abrazamos a una acequia que lleva el agua a otros campos de cultivo, incluso a una abandonada piscifactoría, que dejamos atrás para aproximarnos ya a El Cuervo, que nos recibe tras cruzar el río por enésima vez, con un merendero junto al bar “Los Chorros”, homenajeando así ese salto de agua contiguo que invita a su contemplación. El autobús espera, y lo tiene que hacer un poco más, hasta que repongamos fuerzas junto a esa refrescante cascada.





            Todo un lujo de ruta, que saboreamos de la mano de una leyenda que le atribuye el superlativo al nombre del río a que, en alguna ocasión, llevara más caudal que el Ebro. Lícito es que se quiera engrandecer a la propia tierra, ¿verdad? De cualquier modo, el disfrute ahí ha estado, recorriendo en casi 4 horas los 9,7 km, salvando un desnivel acumulado de 340 m D+ y 485 m D-, siempre según Wikiloc. Recomendable, totalmente recomendable.



Bibliografía: 

Albarracín y su serranía. José Albi. Ed. Everest (1977)

Web:

Albarracín Turismo  

El Cuervo  

Los senderos más bonitos de España 

Wikipedia  

Wikiloc  

RAE 

Fundeu  

IGN 

Geamap 

Montañeros de Aragón de Zaragoza

Hijo de la Tierra  




Las fotos, con sus comentarios, y el track, que puede estar sometido a rebotes debido a lo abrupto del terreno

* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.


                           Vídeo YouTube de Francisco Izuzquiza (Montañeros de Aragón)





miércoles, 15 de mayo de 2024

El Morral, la montaña escondida

 Año XIII. Entrega nº 870


IXOS MONS
El Morral (1342 m)
Domingo, 12 de mayo de 2024

            La llamada plaza Concordia, en el corazón del Karakorum, según algunos es el lugar más bello del mundo de las montañas. Allí confluyen varios glaciares, entre ellos el del Baltoro, quizá el mayor del planeta fuera de las zonas polares. Un superlativo distribuidor que excede cualquier lugar imaginado, y que da juego a extraordinarias estancias a una jornada de distancia, como son los campos base del K2, Broad Peak y dos de los Gasherbrum, el I y el II, por nombrar 4 de los 5 ochomiles de Pakistán, que están ahí, en un puñico.



            Cualquiera que lea esto podría pensar lo pretencioso que puede ser comenzar así la crónica de una apacible jornada por la media montaña del valle de Ansó. Pero a la libertad de cada cual hay que poner en consideración que tiene un paralelismo, salvando, naturalmente, las infinitas distancias, tanto espaciales como temporales. Y, en definitiva, ¿por qué del preludio? Pues porque uno de los ocho miles mencionados, el GI, ascendido por primera vez por los estadounidenses Pete Schoening y Andy Kauffman en 1958, cuando sólo quedaban el Dhaulagiri y el Shisha Pangma por conquistar, y que, en las primeras exploraciones, en 1856, se denominó como K5, en 1892 recibiría el nombre de Hidden Peak, el pico escondido.



            Pues cuando uno piensa siempre en lo grande, es allí donde se nos iba la cabeza al ascender a esta humilde montaña porque, como la del Karakorum… vamos a la montaña escondida, como es El Morral que, con sus 1342 msnm, es el punto álgido de una sierra que se eleva entre las cuencas de los ríos Veral y Majones Lo visitamos en noviembre de 2020, con licencia de las autoridades sanitarias, para incluir la ruta en el libro Los Valles Occidentales del Pirineo aragonés (Prames 2022).



            De nuevo, con un nutrido grupo de Montañeros de Aragón, dejábamos el bus en el camping de Ansó para ponernos en marcha en una mañana, en la que el tiempo se mostraba rebelde a las predicciones, facilitándonos una jornada extraordinaria, espléndida al comienzo, aunque conforme iba transcurriendo, ocupaban el cielo unas bellísimas nubes de evolución que matizaban la luz, amortiguando el calor reinante, ofreciendo al entorno un ambiente mágico para estos “peregrinos de los paisajes”, como le he oído decir en alguna ocasión al maestro Sebastián Álvaro.



            Pero vayamos poco a poco. El primer tramo discurre por unos 300 metros de la A-176, la carretera local que da acceso a Fago para, una vez cruzado el puente sobre un vívido Veral, dejar un crucero a la izquierda, que añora tiempos mejores, y meternos por un sendero hasta salir a una pista, que recorremos unos metros a la izquierda, hasta dar con un cobertizo que alberga un pequeño monumento a la unión del ser humano con la naturaleza. 




            Realmente, no habría razón alguna para remarcar esta relación, pero lamentablemente, es necesario ante el fracaso del hombre en ese viaje que ha emprendido en solitario emancipándose orgullosa y soberbiamente de “su casa”. Reflexiones que dejamos a cobijo junto a la estatua para continuar con nuestra ruta. Y lo hacemos dejando la pista y bajando unas escaleras que se nos ofrecen para dar comienzo a la circular, dejando a la derecha la senda por la que volveremos.



            Nos adentramos en el paco Ezpelá cruzando el barranco homónimo, para vestirnos de bosque. Un roto en ese vestido, con el nombre de mirador de Eslinaderas, nos da vista al valle, ocupado por Ansó, con un extenso municipio de 25.850 has, de los mayores de los Pirineos con un único núcleo, con 57 km de frontera con Francia, teniendo por encima de la población la ocasión de poder poner ya en contacto nuestras miradas con las cumbres pirenaicas más próximas, como un preludio de lo que está por llegar.



            La marcha multicolor de la treintena de asistentes que descubrirán por primera vez este Hidden Peak, esta montaña escondida a la vista desde el fondo del valle, va recorriendo el sinuoso sendero, hasta que al cabo de hora y veinte minutos dejamos atrás una desapercibida sirga para llegar a un collado herboso que se presta a hacer un alto en el camino para echar un bocado y solazarse con las vistas, que ya son más generosas, desde el Ezcaurri hasta Collarada, y más allá.






            Como un cuarto de hora de relax media hasta vestirnos de nuevo de bosque por la vertiente que da a la cuenca del Majones, que alberga a Fago en su cabecera, y que ya tenemos a la vista. Un cambio de orientación del paco al solano, algo que indican ya también las especies forestales. Fago está inmerso en una más que curiosa situación ya que, teniendo ayuntamiento propio, no tiene término municipal, algo que viene de tiempos lejanos. Pero nosotros a lo nuestro, que las montañas no entienden de lindes.





            Al cuarto de hora de descenso volvemos a dar con una pista que, abrazada a la curva de nivel de los 1100 metros, nos lleva hasta incorporarnos a una senda por la que discurre la ecuestre Ruta del Santo Grial, fruto de aquellos años de bonanza económica, y que no sabemos si cumple el cometido con el que se creó… aunque podemos intuirlo. Vamos subiendo el sendero bajo los roquedos que conforman esta rallera, cuya cumbre vamos a alcanzar, pero que nos lo va a hacer ganar. Otro collado nos devuelve a la vertiente del paco para meternos de nuevo en bosque mixto, donde abundan hayas y abetos, por un tramo en el que encontramos muchas coníferas cruzadas, haciendo algo incómodo el tránsito.





            Al cabo de tres horas y veinte minutos vamos saliendo del bosque a un claro, prólogo de la llegada a cumbre, que hacemos a los pocos minutos. La estancia es relativamente cómoda, y con muy buenas vistas a los 360º, algo que se aprovecha para echar un bocado, ambas cosas para alimento del cuerpo y del alma. El tiempo del crono y de la meteo van aconsejando ya salir de este lugar, las nubes de evolución que se han ido formando aisladamente, van uniendo lazos y consolidando amistades, cubriendo cada vez más terreno, algo que no debemos de perder de vista, habida cuenta de que nos quedan más de dos horas de regreso.



Salimos, pues, de esta extraordinaria atalaya para dar continuidad a la rallera, en dirección norte, y continuar por la vertiente del solano, por una senda que va perdiendo altura de forma decidida. Algún claro del bosque nos obsequia con las vistas, aromatizadas por la fragancia de los exuberantes tomillos y aliagas, que aportan su toque de color a los caminos. El paso por otro pequeño collado en el que hay unas antenas, nos devuelve al paco, por cuyo sendero seguimos hasta llegar ya a un ancho camino, que nos permite ver nuestro siguiente hito, unos repetidores por cuyos pies pasa el GR 15, que tenemos que seguir ya hasta destino. 







            Dejamos de ver la ermita de la Virgen de la Puyeta, cuyo nombre entendemos que proviene de “pueyo”, que significa alto, con una advocación muy cercana a la de la Victoria de Jaca. Construida en 1760 sobre los restos de una antigua ermita medieval, es destino no sólo de romerías, sino punto de unión “entre los valles de Ansó y Roncal, donde celebran la Junta de San Miguel, cuyas autoridades acuden con sus respectivos trajes de fiesta tradicionales, para tratar temas comunes y aquellos proyectos que son de interés para ambos valles”, según leemos en El Pirineo Aragonés.


Imagen extraída de El Pirineo Aragonés

            De nuevo por bosque, acompañados por las marcas rojiblancas, hasta que la senda nos deja en una pista, que seguimos hasta encontrar otra en una curva, tomando el ramal de la derecha, a pesar de que el cuerpo se vaya hacia el otro, que es de bajada. En cinco minutos la abandonamos para tomar un sendero a la izquierda, y que quiere resarcirnos de esos otros tramos más incómodos por los que hemos pasado en la subida. Un delicioso tramo, decimos, que nos lleva a cruzar de nuevo el barranco Ezpelá y a pasar por la Tejería, convertida hoy en día en un apacible lugar de descanso, con caseta, bancos, fuente… y paz, mucha paz.








            Un poco más y cerramos la circular bajo ese monumento en el que nos hemos detenido a la ida y que ahora dejamos ahí, en sus cosas. Seguimos ya por terreno conocido, un poco de pista, y el sendero que nos lleva de nuevo al crucero, junto a la carretera, que volvemos a recorrer con cuidado hasta el punto de partida.





            Una magnífica jornada en la que el tiempo no ha hecho mucho caso a la predicción, y nos ha permitido disfrutar por la media montaña de Ansó, con un buen grupo de buenas gentes y con unas buenas vistas sobre la redolada. Le hemos metido 6 horas y 10 minutos, para recorrer 12,6 km, y salvar un desnivel acumulado que determina Wikiloc en 730 m D+/-.



Web:

Librería Prames 

Montañeros de Aragón de Zaragoza 

Senderos FAM  

SIPCA 

El Pirineo Aragonés 

Wikipedia 

Wikiloc   

RAE 

Fundeu 

IGN  

Geamap  

Hijo de la Tierra 




Las fotos, con sus comentarios y el track


* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.


Vídeo YouTube de Francisco Izuzquiza (Montañeros de Aragón)