AQUERAS MONTAÑAS
Peyreget (2487 m)
Vuelta al Midi d'Ossau
Sábado, 15 de octubre de 2022
"Libra, séptimo de los signos del zodiaco, lo es de aire, en concreto de aire de montaña por lo que el ser humano encuentra estímulo en la respiración de aire fresco lo que, activando la función suprarrenal, mejora la circulación e induce a mayor actividad. Esto trae consigo un mayor gasto de oxígeno, aumentando las combustiones orgánicas. Es interesante prolongar los baños de sol y de aire, con ejercicios, así como consumir alimentos crudos, ricos en vitamina C. Y como dueño de la balanza hay que mantener el equilibrio, evitando desavenencias y discusiones, en el seno familiar, social, laboral… Ser más armonizador, para proteger a las glándulas suprarrenales (del temor y de la ira)".
Fragmento que forma parte de la serie zodiacal publicada en el Hijo de la Tierra hace diez años.
¿Y por qué nos hemos ido hasta entonces? Pues por lo mismo que lo hacemos cada año para estas fechas, porque estamos en el mes de Libra, que da comienzo al otoño en el hemisferio boreal, y porque son muchas las cosas que ocurren en el mundo natural en este mes, pero lo más vistoso, lo más llamativo, lo más popular, es esa transformación cromática que tiene lugar en los bosques caducifolios, como el que hemos ido a visitar hoy. En la vertiente francesa del col du Portalet, bajando hasta el embalse de Bious-Artigues damos comienzo y final a la clásica vuelta al Midi d’Ossau, que hemos aprovechado para auparnos al Peyreget, escudero sempiterno de ese gigante local, vestigio de lo que un día fue un volcán, como así lo indica la geología aplicada al estudio de la formación de los Pirineos que, como se sabe, sucedió en dos fases muy bien diferenciadas.
Una vez pasado el
Portalet, y dejada atrás la presa del
embalse de Fabrègues, y una central eléctrica, un poco antes de llegar a la población de
Gabás, en una curva cerrada a la derecha, y bien indicado, parte la carretera local que nos adentra en el
Parc National des Pirénées, que, en pocos kilómetros, nos deja en el aparcamiento junto al
embalse de Bious-Artigues, donde damos comienzo a nuestra ruta de hoy los once componentes de la
Sección de Montaña del
CP Mayencos. Y lo hacemos por pista, haciendo nuestra ya esa luz de otoño que magnifica los distintos colores que nos ofrecen las caducifolias, llegando en cosa de media hora al amplio
plateau de Bious, con sus meandros protegidos por grandes lajas para evitar la erosión en los momentos de avenidas Un vasto y precioso paraje donde se allana el terreno, donde se redescubre la paz, donde se amplía la mirada y donde se ensancha el alma. Con el telón de fondo del
Paradis y del
Castérau, que rompen el horizonte, caminamos por este apacible lugar como un cuarto de hora, hasta tomar el desvío a la izquierda, que nos va metiendo ya en el
bois d’Arazures.
Un zigzagueante sendero nos va introduciendo, como decimos, en un bosque que poco a poco se va preparando ya para el invierno. A la salida de él, le toma el relevo el viento, que nos va a acompañar un buen recorrido. Contemplamos el valle que hemos dejado atrás, con la ladera de enfrente, y su paleta de colores, en la que se proyecta la fugaz sombra del Midi d’Ossau. En un marcado giro hacia el SE, continúa el leve ascenso hasta alcanzar el lac de Peyreget, en cuyas proximidades hacemos un alto al abrigo del viento. Retomando la ruta, enseguida se abre la posibilidad de seguirla por el col de Peyreget o por el de L’Iou, tomando la decisión de hacerlo por el primero, en contra de lo que hacíamos hace un mes. Quizá la inconsciente intención de enriquecer la ruta haya influido en ella. Tras pasar bordeando alguno de los pequeños lagos del camino, comienza un tramo menos cómodo por una zona de grandes piedras, a la que le sigue otra de tasca, para alcanzar el collado.
Un collado que nos da vista ya al mundo Pombie. Como en todos los collados, se tiene la opción, y tentación, de encaramarse a alguna de las montañas que lo forman, y esta ocasión no lo es menos, añadiendo ese “poyaque” que, irrefrenablemente, se plantea al Peyreget. Pues allá vamos, haciéndolo de forma consensuada por todos, ya que no estaba en el programa, y estas cosas hay que cuidarlas. En menos de media hora, subimos los 175 metros de desnivel, alcanzando los 2487 msnm, altitud de la que no se ponen muy de acuerdo los mapas, pero no nos importa mucho, porque se nos olvida al contemplar las espectaculares vistas que se contemplan a los cuatro costados, cercanas y lejanas, pero siempre con el Midi sobre nuestras cabezas. De vuelta al collado, bajamos hasta el lac de Pombie, con su refugio homónimo, todo ello a los pies del gigante local.
Otro momento de relax se impone en tan magno escenario, antes de emprender la subida al col de Souzon, a través de ese inicial tramo de bloques… para que no se nos olvide el oficio. Este collado es el punto de arranque para el ascenso por la vía normal al Midi, que flanquea el paso, al igual que el Saoubiste, que participa de la altivez de su hermano mayor. Ante nosotros, el valle de Magnabaigt, que suavemente nos va engullendo, primero por sendero entre tasca, y luego, a partir de la cabaña pastoril, emboscados por el hayedo en plena transformación. Una vez llegados al col Long de Magnabaigt, el descenso se vuelve más pronunciado, primero por una trocha de madera, que da paso a un delicioso sendero, más íntimo, más envolvente, que nos hace más partícipes del extraordinario fenómeno biológico que nos ofrece esos cálidos colores.
Y poco más. Con una sensación generalizada de que este último tramo nos ha sabido a poco, nos topamos con la cruda realidad que hay en el exterior de estos mágicos parajes, que no es otra cosa que el lánguido embalse, el asfalto y decenas de coches, entre ellos los nuestros, a los que llegamos tras 7 horas y cuarto de auténtico disfrute, habiendo recorrido 16,1 km, con un desnivel en torno a unos 1170 m D+/-.
Webs:
Club Pirineísta Mayencos
Parque Nacional de los Pirineos
Geamap
RAE
Hijo de la Tierra
Las fotos y el track