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lunes, 10 de agosto de 2020

Monte Perdido, testigo de una presentación de altura


AQUERAS MONTAÑAS
Monte Perdido (3348 m)
Jueves, 6 de agosto de 2020




“Hay algo de celeste en la belleza de los Pirineos.
Allí se vuelve uno soñador”
Henry Russell (1834-1909) Pionero de la exploración pirenaica

Portada del libro
            Sabias palabras del precursor pirenaico Henry Russell, y que han sido elegidas por los autores para dar comienzo a esta ingente obra de recopilación de la flora alpina de nuestra cordillera. Palabras sin fecha de caducidad, palabras eternas, palabras a las que les damos vida cada vez que nos subimos a alguna de sus cotas, porque son realmente acertadas. Sus horizontes, sus relieves se alzan al cielo para fundirse con él, para impregnarse de ese celeste que todo lo cubre con su color, con su dulzura, con su bondad. También podemos experimentar esa transformación onírica que raya en la frontera entre el cielo y la tierra, ayudados por ese sentimiento de agradecimiento infinito que se siente al alcanzar una alta cima.

Peña Montañesa, también soñadora

Cascada de la Cola de Caballo, en el Circo de Soaso
            Soñadores tuvieron que ser también los autores de este tratado botánico cuando, impulsados por su imparable afán científico de investigar, recopilar, clasificar y divulgar la flora alpina pirenaica, pusieron sobre las vías de la realización semejante tren cargado de ilusiones y de una paciencia infinita para, tras haber atravesado innumerables estaciones que han enriquecido su cargamento, han llegado finalmente a destino, con la consecución de un tratado botánico que recoge las casi mil especies de plantas que habitan en cotas superiores a los 2300 metros, lo que se da en llamar el Piso Alpino, y de nuestra cordillera precisamente. Sí, de todos los Pirineos, de una y otra vertiente, de una y otra región administrativa, porque la naturaleza no entiende de fronteras, ni de políticas, ni de rivalidades, solo entiende de sí misma. Unas especies que se van distribuyendo a razón de su hábitat predilecto, atendiendo a razones de altitud, geología, clima, radiación, y tantos y tantos otros condicionantes que solo ellas conocen, valoran y persiguen, y de lo que son objeto de este colectivo de científicos que ven en ellas y su comportamiento mucho más que su morfología, ven uno de los verdaderos testigos vivientes del delicado proceso climático cada día más irreversible.

Primeras luces en el Cilindro de Marboré

Taillon, Bazillac, Brecha de Roldán, Casco y Mundo Marboré
            El Instituto Pirenaico de Ecología de Jaca (IPE), es el único centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que se dedica a la ecología de montaña. Autores como José Vicente Ferrández, Manuel Bernal, Antonio Campo, José Ramón López y Víctor Ezquerra, además de Daniel Gómez que, como responsable del Herbario Jaca, ha coordinado la obra, son los que se han dedicado en los últimos cuatro años a recopilar toda la información existente y completarla, para incluirla en este tratado botánico, que ha sido condecorado con el Premio a la Edición por parte de la Fundación Félix de Azara, de la Diputación Provincial de Huesca (DPH), en la pasada edición de 1975. Un exhaustivo compendio diseñado y maquetado por Ernesto Gómez y editado y distribuido por Prames, pionero en nuestra tierra en la preservación y difusión de los valores medioambientales, paisajísticos y patrimoniales.

Tobacor

Cañón de Añisclo, desde la cima del Monte Perdido
            Y como flora alpina y montaña es un binomio inseparable, pues allí que nos han convocado para la presentación, nada más ni nada menos que al mismísimo Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en el corazón de los Pirineos, una de las máximas figuras de protección medioambiental de la cordillera, estrechamente ligado al instituto en sus labores científicas. Y allí hemos estado para que no nos lo contaran, para poder disfrutar de nuevo, una vez más, de una ruta botánica en uno de los “sancta sanctorum” pirenaicos, para poderlo combinar con nuestra pasión de subir montañas, de estrechar más si cabe ese vínculo que tenemos con ellas. En concreto, nos dirigían a la cima del Monte Perdido, tercera cumbre pirenaica y máxima altura de las Tres Sorores, o Treserols, como también gusta que la llamen.

Nos incorporamos a la comitiva


EL ASCENSO
Progresando
            La comitiva se había reservado parte de la aproximación para la víspera, acudiendo al refugio de Góriz, para salir sobre las siete de la mañana. Por nuestra parte, preferimos madrugar… y mucho, para darle alcance el propio día de la presentación. De modo que, previa autorización por parte del Ayuntamiento de Fanlo para acceder a la pista de las Cutas, algo que agradecemos a su alcalde Horacio, nos posicionábamos allí a eso de las seis y media, para salir con las primeras luces del alba. Unas luces que envolvían a Peña Montañesa en un mágico ambiente que se iba desvaneciendo con el tiempo.

En plena faena

Canal de subida al Pico Escaleretas
            Por no llegar hasta el refugio, fuimos acortando, incorporándonos a la ruta normal al cabo de algo más de hora y media, a la altura del primer resalte en el que hay que echar las manos para superarlo. La cuesta continuaba impenitentemente para posicionarnos ya en la entrada del circo de Góriz. Dejamos atrás un enorme hito y el arranque de la canal de entrada al Pico Escaleretas, cuando damos alcance a la comitiva, que creíamos más adelantada, pero las incesantes interrupciones de la marcha, justificadas por la observación botánica la iba retrasando.

En plena labor didáctica de los autores

            En lugares cómodos, la comitiva se iba deteniendo con frecuencia, para atender a las explicaciones que varios de los autores iban dando con respecto a las especies que iban apareciendo junto al camino, y que además de su identificación, se daba buena cuenta de las estrategias que la especie en cuestión pone en funcionamiento para su supervivencia. 

Nevero a rodear para alcanzar la plataforma de las cadenas

Acceso por la rimaya a las cadenas
            Bajo la plataforma de las cadenas hay un nevero, que este año ha decidido pervivir a los rigores del verano, siendo inusualmente más extenso de lo normal, obligando a rodearlo por la rimaya, lo que nos sitúa justo en el arranque del paso de la cadena, que superamos sin mayor dificultad. En media hora más, y superando el último resalte, alcanzamos la cuenca donde habita el Lago Helado del Perdido, uno de los vestigios de la época glaciar y que a sus casi tres mil metros de altitud conserva todavía banquisas que lo adornan y le dan un aire más alpino si cabe.

Lago Helado del Perdido


LA PRESENTACIÓN
Lago Helado bajo el Cilindro de Marboré
            Como en la comitiva los hay más botánicos que montañeros, y en previsión de que el esfuerzo realizado para llegar hasta aquí no tuviera continuidad para alcanzar la cumbre, se decide realizar in situ la puesta en escena de la presentación, que no es más que un formalismo sobre lo que se ha ido divulgando a lo largo de la ruta. Comenzaban las intervenciones con la de Daniel Gómez, que hacía un breve resumen de la estructura del libro, resaltando la importancia del estudio de la flora alpina como testigo de la evolución climática, haciendo referencia a alguna especie, como la Ramonda Micony, verdadera superviviente del Terciario, y que ya habitaba en las cumbres que quedaron por encima de los hielos de las glaciaciones del Cuaternario.

Durante el turno de intervenciones

Los autores
            Horacio Palacio, alcalde de Fanlo, daba la enhorabuena por el libro, y agradecía la presencia a los asistentes tanto al acto, como al extraordinario escenario elegido, agradeciendo también a Daniel Gómez la labor del instituto con respecto a la investigación y divulgación que realiza en el ámbito de los pastos de montaña. Seguidamente tomaba la palabra Modesto Pascau, Presidente del Patronato del ENP, quien participaba también de los parabienes acerca de la publicación, y deseaba una gran jornada montañera a todos. Para finalizar, era Elena Villagrasa, Directora del Parque, la que también daba las gracias a los asistentes por el esfuerzo que supone atender a esta singular convocatoria, resaltando el extraordinario escenario en el que se encontraban, a orillas del ibón y a los pies del Cilindro de Marboré y del propio Monte Perdido.

Foto de familia a orillas del Lago Helado, bajo el Cilindro de Marboré (imagen de Víctor Ezquerra)


LA CULMINACIÓN Y EL DESCENSO
Llegando a cumbe
            A continuación, era la mayoría de la veintena de asistentes quienes acometían las últimas rampas para acceder a la cumbre más alta del Parque Nacional, y tercera de toda la cordillera, no sin antes deleitarse con las extraordinarias vistas sobre el glaciar del Perdido, en claro retroceso, desde la plataforma de la ante cima. Una vez arriba, no se podía perder la ocasión de honrar a la tercera cota de todos los Pirineos, máxima altura del macizo de las Tres Sorores, que a lo largo de eones de tiempo ha configurado, y lo sigue haciendo, bellísimos valles, circos y cañones, como son el de Ordesa, Añisclo, Escuaín, Pineta, Estaube, Gavarnie

Vertiente norte del Perdido, con su glaciar y el Lago Helado de Marboré, desde la ante cima

Valle de Ordesa 
            Se reeditaba la foto de familia y se daba comienzo al descenso, que se hacía por el mismo itinerario hasta la pista de las Cutas, desde donde había comenzado la comitiva la ruta la jornada previa, y nosotros en esta misma, dando así por finalizada esta singular jornada de alta montaña, presentando una publicación de alto valor científico y divulgativo, contabilizando una distancia de 20,2 km, y empleando un tiempo total de 12h 50', del que 6h 40’ han sido en movimiento, lo que viene justificado por haberse tratado de una ruta botánica. El desnivel acumulado total ha rondado los 1515 metros. Una jornada de alta montaña, como decimos, que ha significado la culminación de más de cuatro años de minucioso trabajo, y el pistoletazo de salida para su divulgación y disfrute para los amantes de la botánica, de la montaña y de la naturaleza en general.

Foto de familia en la cumbre de Monte Perdido (imagen de Víctor Ezquerra)

Más fotos y el track

domingo, 7 de octubre de 2018

Monte Pano, interpretando el bosque con el IPE

ANDADAS
Monte Pano
Sábado, 6 de octubre de 2018



            Hoy nos vamos de salida divulgativa con el IPE. El Instituto Pirenaico de Ecología, celebra su 75 aniversario sacando su conocimiento a la calle, concretamente a nuestros montes, a nuestros bosques, para compartirlo con el común de los mortales, que solo vemos un árbol cuando vemos un árbol. Pero hete aquí que hay gente que dedica su vida a tratar de ver más allá, a hacerse continuamente preguntas para conocer su comportamiento, su modus vivendi, la aclimatación de las distintas especies, al medio, a cómo se llevan entre sí, a cómo se organizan, a cómo responden a los cambios climáticos y provocados por el hombre… en fin. Y todo ello para tratar de entender esa naturaleza viva de la que formamos parte. Una pasión que compartir.


La Peña Oroel desde el collado Betito
            El Monte Pano era el destino de esta salida, en la que el bosque era el protagonista. Una treintena de personas, encabezada por el investigador y amigo Daniel Gómez, salíamos de la pradera de San Indalecio, donde se ubica el llamado Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña, para dirigirnos a la pista que sube a la ermita de San Salvador. Recorridos unos cientos de metros nos asomábamos a la cornisa sur de la sierra, desde la que se alcanza una bonita panorámica de los Pirineos más cercanos al norte, así como del somontano en la solana. Aquí nos hacía una breve introducción de la geomorfología y disposición de nuestra cordillera, a la que le gusta más llamarla en plural, porque… el Pirineo es mucho Pirineo.

Saliendo de San Indalecio

Parada de presentación
            Lo primero en destacar es la gran diferencia entre la cara norte y la sur. En la primera el descenso es muy brusco desde la divisoria hasta la tierra llana, lo que se puede observar bajando, por ejemplo, desde el Somport hasta Oloron o Pau, cuya distancia es de muy corto recorrido. En cambio, en la parte española es mucho mayor la que hay hasta la Hoya de Huesca. Básicamente, los Pirineos están formados por tres elementos fundamentales, el llamado Pirineo Axial, de composición granítica, y en nuestra vertiente las Sierras Interiores, calizas y las Sierras Exteriores, formadas por conglomerados. En cuatro palabras hemos sintetizado cientos de millones de años de trabajo de un fondo marino que emergió, formando una de las cordilleras más bellas del mundo.

Junto al corral de entrada al Camino de las Fuentes

Mostrando el tusílago o uña de caballo
            También nos contaba que el centro con mayor biodiversidad de Europa son los Alpes, a los que se les estima una extensión como cinco veces la de los Pirineos, que es el que le sigue, albergando muy pocas especies menos que en la cordillera alpina. Esta zona en la que estamos forma parte del Monte Pano, más conocido por Sierra de San Juan de la Peña al contar en sus dominios con los monasterios pinatenses. Está incluida en el Espacio Natural Protegido del Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel, pero hay más historia.

En el roquedo, cambio de escenario

Imagen antigua del claustro del Monasterio Viejo
Foto: Real Hermandad San Juan de la Peña
            Extraemos un fragmento de un documento de Medio Ambiente del GA: “En 1869, tras la desaparición de las comunidades religiosas, el Estado tenía previsto subastar el monte de San Juan de la Peña. Tras las mediaciones del ingeniero de la zona quien enunció la célebre frase de “quitad el monte al Santuario y habréis mutilado el monumento”, evitó que esta subasta se llevase a cabo. De esta manera, en 1920 se declaró el Sitio Nacional de San Juan de la Peña, convirtiéndose en el tercer Espacio Natural Protegido de España. Este Sitio Nacional incluía el Monasterio Románico y el Barroco, así como el monte de San Juan de la Peña”.


En el roquedo podemos encontrar la Corona de Rey, o esta Valeriana Longiflora

El ciclo vital del haya ronda los 200 años
            La figura de Parque Nacional es la de mayor protección, y se aplica para resaltar un biotipo diferenciado en el estado español, siendo el de la “Montaña de Covadonga”, denominado hoy "Parque Nacional de Picos de Europa", el primero en declararse en España en 1918, seguido en un par de meses por el "Parque Nacional de Ordesa", hoy "Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido", algo bien sabido al manejarse la manida información este año de su centenario. Pues bien, significamos que en dos años será el centenario de este tercer Espacio Natural Protegido de España, que comenzó su singladura el 30 de octubre de 1920 como Sitio Nacional, reclasificándose el 19 de mayo de 1998 como Monumento Natural, con 264 has. Posteriormente, el 28 de noviembre de 2014, se incluiría la contigua peña Oroel, dotándolo de la figura de protección de "Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel", abarcando con la ampliación las actuales 9514 has de extensión, incluidas en los términos de Jaca, Santa Cruz de la Serós, Bailo, Caldearenas, Santa Cilia y Las Peñas de Riglos, por orden de magnitud.

Sendero por el bosque

Hayuco, el fruto del haya
            Nos hemos ido un poco del relato, pero creemos importante centrar el tiro para saber dónde estamos y la historia, al menos la reciente, que le precede, porque es un entorno de gran valor medioambiental y paisajístico, en el que podemos observar, si así nos lo muestran, las influencias atlántica y mediterránea. Estamos hablando de clima, un factor fundamental en la configuración del paisaje… también del paisanaje, que si bien ha influido y mucho en ello, no debemos perder la perspectiva de que ha sido en los últimos cientos de años, o miles si queremos, en contra de la duración de cientos de millones de años de la formación del paisaje.

            A este respecto, destacaba Daniel, la diferencia entre “preservar” y “conservar”. El primer concepto hace referencia al mantenimiento del medio natural antes de la llegada del hombre, mientras que el segundo lo hace desde el momento en el que se toma la decisión de esa conservación. Sobre lo primero es poco lo que se puede actuar.

Bajando hacia el collado Betito
            Seguidamente nos metíamos en el llamado Camino de las Fuentes, de reciente recuperación por el Ayuntamiento de Santa Cruz de la Serós. El comienzo de pista forestal daba paso a un delicioso sendero que se adentra en el bosque. Un bosque colonizado hoy por especies como el Abeto y el Haya fundamentalmente, y en cuyo itinerario sorprendentemente nos encontramos con varios abrevaderos ya en desuso, testimonio de una pasada vida pastoril en un terreno de prados, que al extinguirse ha sido colonizada por el bosque, que está en permanente evolución, no encontrando generalmente en esta zona ejemplares con más de 80 o 100 años de vida.

Última charla antes de la comida

Al solaz en el collado Betito
            Tenemos pues dos elementos de influencia vital en la vida y desarrollo de las especies vegetales en general y de los bosques en particular, el clima y la acción del hombre. Si bien las plantas no se pueden desplazar como individuos, sí lo hacen como colectivo, pudiendo hacerlo, bien mediatizadas por el clima o por la presión humana, constituyendo una importantísima fuente de información sobre la historia natural reciente y remota. Tenemos especies como el abeto y el haya, a las que les gusta más el frío y la humedad, aunque también muestran sus diferencias. Se dice que al haya le gusta tener “los pies secos y la cabeza húmeda”, y al abeto lo contrario. Es por eso que a éste último ya no se le ve más allá del Roncal, y sí el haya. Y por el otro extremo, donde termina el haya sigue el abeto, más mediterráneo.

De erizones y leguminosas
            El fluido vital de los animales superiores, entre los que a veces hasta se encuentra el ser humano, es la sangre, y en el caso de los vegetales es la clorofila. Entre ambos no hay tanta diferencia, porque tienen la misma composición a excepción del átomo central del núcleo, que mientras en la sangre es de hierro en la clorofila es de magnesio. Estas y otras curiosidades para los neófitos van acompañando nuestro paseo por el bosque. Por ejemplo, que la dureza o no de las hojas es una consecuencia del terreno donde se desarrollan las especies arbóreas, es decir, si son coriáceas, más fuertes, es para impedir mayor cantidad de evaporación en especies adaptadas a lugares más soleados y secos, siendo los estomas unos pequeños agujeros por donde se pierde esa humedad.

De líquenes
            Otro concepto importante es el referido a la edad de las distintas especies. Se sabe que las coníferas fueron las que “inventaron” la lignina hace unos 250 MM de años, material que se encarga de la formación de la madera, dicho muy brevemente, siendo las precursoras de los árboles. La aparición de las hayas, por ejemplo, se data en 100 MM años. Se sabe también que hay especies llamadas nodrizas, o precursoras, que atraen a otras superiores en ese peregrinar de las especies; por ejemplo, arándanos, avellanos, frambuesas… en hayas, tomillos o madroños en encinas. Observando y analizando este aspecto tan importante se puede establecer una correcta planificación para la repoblación de los montes tras un incendio, por ejemplo, no plantando las especies definitivas sino estas precursoras, que atraerán a las que sean objeto definitivo.

Bajando por el barranco Carbonera
            Con estas y otras muchas cosas que resultan curiosas al común de los mortales, se llegaba al collado Betito, ese cuello de dos cabezas, San Salvador y Cuculo, donde echábamos un bocado y nos disponíamos a bajar por el barranco de Carbonera, no sin antes mostrarnos que los erizones, tan frecuentes en zonas donde ya no ramonea el ganado, pertenecen a una de las especies de leguminosas, que aportan una buena dosis de nitrógeno a los suelos. Recuerda Daniel que en la antigüedad, cuando no existían los nitratos comerciales y los campos se cultivaban manualmente, se hacía rotativamente, intercalando los de cereal con los de leguminosas comestibles, o alfalfa, que aportaban ese nitrógeno necesario para una mejor cosecha.

            En el descenso no faltaban las paradas ocasionales ante cualquier otra cuestión o demanda de los asistentes, como la observación de distintas especies de líquenes, una perfecta simbiosis entre un alga y un hongo. Ella, con capacidad de efectuar la fotosíntesis, aporta clorofila al matrimonio, y él la humedad. Especies como ésta o la llamada Oreja de Oso, verdadera reliquia del terciario, son capaces de desecarse durante mucho tiempo, incluso años, y volverse a rehidratar.

¿Hojas de pino, de abeto o de tejo?

Llegamos a la carretera
            Y así llegamos a la carretera, donde tras las lecciones viene el examen. Y lo hace mostrándonos unas pequeñas ramas de pino, abeto y tejo, saliendo airosos de ver las diferencias. Bueno, muy básico. Tras circular por asfalto durante unos cientos de metros nos metíamos por un sendero, que pasa por la captación de aguas para Santa Cruz de la Serós, llegando a la localidad, dando así por terminado un delicioso paseo por un monte y su bosque por los que salíamos conociéndolos más, gracias a estas salidas divulgativas del IPE en el entorno de las celebraciones de su 75 aniversario. Un paseo decimos que con tanta instrucción se nos ha hecho corto, pero que han salido unos nada despreciables 10,4 km, que hemos recorrido en 6h 40’ de tiempo total, del que 2h 35’ han sido en movimiento, con un desnivel acumulado de 350 D+ y 765 D-.

Llegando a la bella localidad de Santa Cruz de la Serós

Reportaje de fotos: https://www.facebook.com/chema.tapiagr/media_set?set=a.2014720031884043

domingo, 17 de junio de 2018

Canal de Izas, de ruta geológica y botánica

ANDADAS
Canal de Izas
Sábado, 17 de junio de 2018



            “Cuando salimos al monte no se trata solo de ver, sino de mirar… y lo más importante es saber qué es lo que hay que mirar”. 

            Tras la bienvenida, por nuestra parte, a todos los asistentes, quince en la jornada de hoy, contando a los monitores, estas fueron las palabras de Daniel Gómez, también mayenco, Doctor en Biología y Vicedirector del IPE de Jaca, gran especialista de talla mundial sobre flora y vegetación en zonas de montaña, y que con ellas metía una cierta presión al grupo, que entre bromas nos mirábamos unos a otros y nos decíamos que, claro que nosotros veíamos y mirábamos… pero no. Ver, ver, igual sí, pero no, mirar, mirar, no, como así se quedaba demostrado a lo largo de toda la jornada.

Arranca una nueva jornada de Mayencos Montaña, esta vez didáctica

José María saca el aula a la montaña
            También nos acompañaba el mayenco José María Samsó, consultor geólogo, que al igual que Daniel, nos daba una lección magistral, resumiendo en una mañana la historia geológica de más de quinientos millones de años del planeta en general y de nuestras montañas en particular. ¡Qué capacidad de síntesis!, ¿no? Y por terminar la terna, contábamos con otro gran aficionado a la botánica, Javier Martínez, cuyo nexo con ella está en la nomenclatura científica, ya que es profesor emérito de lenguas clásicas.

Así nos recibe el barranco de Izas. Literal

Pitón volcánico de Anayet, en las proximidades de Izas
            Bueno, pues con estos tres fenómenos de la naturaleza a ella nos dirigimos para tratar, como decía Daniel, no solo de ver sino también de mirar, sabiendo a dónde hay que mirar, que bien vale para su materia, pero también para la de José María, porque ambas, mundo vegetal y mineral son los que sustentan nuestro planeta, estando íntimamente relacionados e interactuando entre ellos junto con otro elemento básico y fundamental, el clima, que influye sobre ellos, pero también es influido por ellos. Y todo ello, valga la redundancia, sirve de hábitat para el reino superior de nuestro planeta, el animal, del que formamos parte de forma más racional, aunque solo supuestamente, porque no hay más que ver la huella que estamos dejando, teniendo la etología como parte de la biología que estudia el comportamiento tanto animal como humano, aunque para éste último ha habido que inventar también la psicología y en última instancia la psiquiatría… porque vaya tela.

Daniel en plena acción. Comienza la clase
Antes de arrancar vista al frente. Hay mucho que leer
            Bueno, al tajo, si no, no arrancamos. Y lo hacemos desde la explanada del Coll de Ladrones, encima de la estación de Canfranc, para ir introduciéndonos en la Canal de Izas, uno de esos corredores paralelos al eje pirenaico que, labrado por un barranco a lo largo de milenios, o miles de ellos, suponemos, va dejando al descubierto a ambos lados enormes paredones calizos que se desnudan ante el visitante para mostrar sus intimidades, esos pliegues que los geólogos admiran, estudian y difunden, contagiando ese entusiasmo por tratar de comprender que no solo son piedras lo que vemos, sino que hay un mensaje solo disponible al que lo sepa interpretar.

Senda de agua

Flor de lis
            Esta actividad del CP Mayencos, está enmarcada en el ámbito de la formación, y es todo un lujo contar hoy con estos eruditos. Es Daniel el que conforme vamos avanzando y ve algo interesante… o ¿tendríamos que decir mira? Bueno, pues eso, que ve, mira y hace mirar, porque vamos prestando atención a aquellas plantas que nos muestra, con todas sus particularidades y cómo se distinguen, algo que pasa desapercibido a los legos. La forma del tallo, de las hojas, de las flores, el porqué de su anatomía, siempre ligada a la necesidad que tengan de polinización, que es la de atraer a los insectos, o la facilidad que tiene el polen de ser transportado por el viento, son conceptos básicos por los que hay que interrogarse para encontrar respuestas a la infinidad morfológica que existe entre los seres encuadrados en ese reino vegetal, absolutamente imprescindible para la vida en el mundo, y que cuya merma o alteración influye, como ya lo está haciendo en el equilibrio planetario, comenzando por el clima.
 
Aguileña
No me olvides, prima de la borraja
            Otra cosa muy interesante también es cuando oyes que una planta está estrechamente emparentada con otra, jamás imaginable debido a la gran diferencia aparente entre ambas. Por ejemplo entre la Gentiana Lutea, esa amarilla, llamativa, que alberga sus flores en varios pisos en su tallo, y las que se muestran más humildes, sí, esas azules, pequeñas, en forma de campanilla, a las que nunca pasaremos de llamarlas así, gencianas azules. O esa otra pequeña, también azuladita, que sale en ramilletes, No me olvides es el nombre común, que oyes que está emparentada con la borraja. En fin, sorprendente.

Seguimos
Amapola amarilla... que también las hay
            Llegados a este punto, la pregunta que nos hacemos los que nos comemos las borrajas y pisamos a sus primas por los prados es: ¿y cómo se determina el parentesco?, porque, claro, del mismo modo que una misma planta puede tener decenas, cientos, de nombres populares en todo el mundo, solo uno es el científico, nombre normalmente en latín por la que es conocida en ese ámbito en todo el planeta. Del mismo modo que esto ocurre, decimos, también ese parentesco es unívocamente conocido y asumido por ese mundo científico, de hecho, normalmente también, va implícito en ese nombre y apellidos en latín.

Sarrión, de valor alimenticio
El fluir
            Bueno pues, ahora la respuesta, que como todas ellas hay que buscarla en el origen, y eso es a lo que se dedican los científicos, que son una auténtica fábrica de hacerse y de hacer preguntas, a buscar, a escudriñar el origen de las cosas, y en este caso de los seres, y ¿dónde encontramos el origen de esos seres?, ¿dónde encontramos el cuaderno de ruta de cada ser, ese que le hace crecer y desarrollarse de una forma y no de otra, ese que lleva grabado su comportamiento, sus fortalezas, sus debilidades, sus estrategias para la supervivencia…? Y eso es algo que ocurre en todos los seres, tanto humanos, como animales, como vegetales… y no nos paramos ahí, porque a riesgo de que nos llamen de todo, nos atrevemos a decir que también los minerales son seres vivos, con otro concepto de conciencia, pero también lo son.

Canal de Izas, vigilada por su Campanal

La gabacha entrando por El Tobazo
            Pues la respuesta, a ella vamos, nos la da la genética. Esa es la que emparenta a los seres, y como no podía ser de otra manera, también a los vegetales. Sí, eso hace que igual un chiguagua que un san bernardo, por ejemplo, sean llamados perros, o que esa diminuta flor azulada y las borrajas, cuya planta puede alcanzar decenas de centímetros, se hayan catalogado en la familia de las boragináceas. Es obvio pensar que el mismo individuo, del reino que fuere, tiene solo un mapa genético, pero en el caso del mundo vegetal podemos encontrar en los grandes y longevos árboles, que haya habido alguna alteración, pudiendo observar que distintas ramas hayan sido polinizadas por distintos medios, bien insectos, bien por el viento, y que a lo largo de los siglos, incluso milenios en algún caso, se haya visto modificada esa carga genética.

La Pala de Ip, que separa esta cuenca de la que lleva su nombre

La senera en plena floración
            Interesante también es conocer la más que estrecha correspondencia entre la anatomía de ciertas flores con la de ciertos insectos. O que también, como ocurre con la empatía en las personas, existen afinidades y rechazos entre plantas, encontrando algunas determinadas que gustan estar con otras, también determinadas; y al contrario, también las hay que se rechazan. Otra curiosidad es el conocer que las plantas también emigran, de hecho, bien por supervivencia, bien por supremacía, pueden ir colonizando terreno, incluso viajando a través del viento o aprovechando los flujos migratorios de las aves alcanzar tierras muy lejanas, en las que salir adelante, o no, como también se han visto casos. También ha ocurrido, y ocurre en los flujos migratorios de la humanidad.

Sello de Salomón

Gamón
            Este terreno del Valle del Aragón está constituido fundamentalmente por calizas. Y también de ello podemos sacar conclusiones, pues hay plantas calcícolas y calcífugas, dependiendo si se les da bien o no ese material rocoso. También las hay que se conforman con todo, como por ejemplo la senera, ancestralmente empleada para los palos del paloteau. Otra forma de hacer esa lectura sobre el manto vegetal es el preguntarnos si lo que vemos siempre ha sido así, porque no lo es, como tampoco lo será. Y ello por varios factores: el clima, la topografía, la geología, y lo más importante, o al menos lo de mayor impacto en el corto plazo, la acción del hombre. Cuando ha interesado arrasar un bosque para generar pastos, se ha hecho. Cuando ha interesado arrasar en el plano humano un valle porque se ha construido un pantano a decenas de kilómetros más abajo y hay que plantar pinos para que no se colmate, también se ha hecho… y esos árboles, además sin preguntarse si son los autóctonos, en consecuencia si es la mejor especie para su resistencia al clima y a los incendios. En fin, ahí estamos.

El prado está lleno de calderones
Eléboro
             Pero no nos quedemos con ese sentimiento de culpabilidad... porque en el fondo, la vida siempre se abre paso, y eso es algo que precisamente está en esa genética, en el poder de esa genética. Es auténticamente portentoso. La humanidad pasará, como otras anteriores lo han hecho, pero el planeta permanecerá, porque no necesita de nosotros, aunque sí al contrario. Lo podemos alterar, como así hacemos, pero muy soberbios tenemos que ser si pensamos que somos más fuertes que él.

Las edades de La Tierra

El mundo en un pañuelo
            Y esta es alguna de las conclusiones a las que llegamos oyendo a José María, que con sus amplios mapas y su juego de pañuelos nos explica la orogenia del planeta, y en concreto de nuestros Pirineos, con sus plegamientos, con sus movimientos, con esas idas y venidas de los continentes, que no es otra cosa que tierra emergida de los océanos. Es que cientos, miles, de millones de años dan mucho de sí, y nosotros llevamos aquí apenas un momento... y la que estamos liando.

Junto a la cascada de Las Negras

Auditorio final
            Boquiabiertos nos quedamos oyendo hablar a Daniel y José María, que con sus dotes pedagógicos hacen asequible al común de los mortales tanto, tantísimo, conocimiento obtenido a lo largo de decenas de años de investigación y estudio sobre el medio natural que es el que nos acoge en cada una de las salidas a las montañas, y que, bueno, algo se nos habrá quedado para no solo ver, sino mirar, observar, tratar de comprender esas leyes naturales en ese Gran Libro de la Naturaleza Viviente, que está ahí abierto a nosotros, y que nos muestra esa capacidad de supervivencia y de adaptación de los seres, que nos hace ver que está todo inventado, que el hombre solo hace que descubrir y adaptar para sí, y que todo, todo, ahí afuera guarda una estrecha relación con el ser humano y su psique.

            Gracias a todos, especialmente a nuestros maestros de hoy.
  


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