Torrecerredo (2650 m)
Domingo, 18 de junio de 2017
… “a nuestros pies en el valle desierto, en la hoya profunda, en el
hoyo inmenso, tranquilo, solitario; algunos picos perdiéndose en las nubes,
rebasándolas otros, y en todas partes el abismo, el precipicio, encarcelándose
en aquella roca encantada que había sido virgen por los siglos”.
Estas palabras de Pedro Pidal
coronaban la primera ascensión al Naranjo de Bulnes, o Picu Urriellu, como
gusta por aquí llamar… o sencillamente "el Picu", un 5 de agosto de 1904. Mucho ha
cambiado el mundo, mucho ha cambiado la vida desde entonces. No tanto estas montañas.
El Picu desde el collado Valleju |
El refugio Delgado Úbeda y el Picu, hoy inseparables |
Picos de Europa, esa pequeña,
pero grandiosa cordillera cuyos pies están bañados por el bravo Cantábrico, y
sus alturas se elevan como grandes y aparentemente inexpugnables macizos que
apuntan hacia el infinito, alzándose algunas de sus cimas como 2500 metros
sobre sus propios cimientos desde profundos barrancos. Entre picos y jous anda
el juego, unos levantan enormes paredones de caliza y los otros profundizan en
sus entrañas, habiéndose quedado al descubierto tras la retirada de los
glaciares. Tanto unos como otros, geológicamente replegados sobre sí mismos,
han sabido guardar los mayores tesoros, los mayores misterios acerca de los
orígenes de estas singulares formaciones. Geólogos, geógrafos, topógrafos, y
demás especialistas en el medio natural, se afanaron en el siglo XIX en
desentrañar esos secretos para la ciencia y el público en general. Pronto, sus
alturas llamaron la atención de los precursores. Uno destacado fue Pedro José
Pidal, I Marqués de Villaviciosa de Asturias, noble de España, gran político y
jurista que no sólo protagonizó la primera ascensión al Naranjo de Bulnes, con
Gregorio Pérez el “Cainejo”, sino que impulsó la creación en 1918 del Parque
Nacional de la Montaña de Covadonga, germen del actual Parque Nacional de los
Picos de Europa, primer espacio natural protegido de España, tan sólo unos
meses antes de que hiciera lo propio con el de Ordesa.
Pico de los Cabrones, con su espectacular arista y el último glaciar de Picos |
Reino de la caliza. Excesivo |
Considerado como una de las
mejores reservas mundiales de los ecosistemas ligados al bosque atlántico,
constituye la mayor formación caliza de la Europa Atlántica, lo que le acreditó
para que la UNESCO lo declarara Reserva de la Biosfera en 2003. Hablar de estas
montañas y de sus gentes es hacerlo de una misma cosa, del amor por su tierra,
por sus labores tradicionales, que aun desdibujadas hoy en día por el turismo,
todavía conservan ese sabor rancio, auténtico, de ese paisaje recio, profundo,
austero que ha marcado el carácter de sus habitantes. Un paisanaje curtido por
los soles y los vientos de estas montañas, que han soportado durante millones
de años una severa erosión, y que hoy se nos muestran tal y como son, altivas,
desafiantes, pero agradecidas si las acaricias.
El sol no se quiere perder la jornada |
Picos de Europa. Impresionante |
Y de eso se trata. En esta
ocasión, y es un muy buen precedente, el equipo de Montaña del CP Mayencos ha
dejado su hábitat natural pirenaico para internarse en este mundo agreste,
duro, salvajemente bello, para probar sus mieles y sus hieles, en una
cordillera ésta que cosida por multitud de caminos, de viejo algunos, otros
para escudriñar todos sus rincones, sabe estar en su sitio, queriendo hacerte
ganar tu objetivo. El nuestro, hoy, ha sido el Torrecerredo, que con 2650
metros es su máxima elevación, que no su máxima dificultad, aunque no se puede
negar que en menor grado que otros también la tiene, porque aquí no hay monte
fácil.
Comiendo en el Duje |
De camino al refugio |
Doce mayencos, de distintas
procedencias, finalmente recalamos en el restaurante el Duje de Tielve, una
perfecta atalaya sobre el profundo tajo que este río renacido en los invernales
del Tejo, se rinde al Cares, tras su divinidad de desfiladero, en Puente
Poncebos. En este amable lugar nos reunimos en torno a una buena mesa de mediodía,
atendidos tan bien como por aquí saben. Las viandas que gustosamente hacemos
nuestras, se tornan más hostiles cuando a las tres y media de la tarde, y con
un sol de justicia tenemos que comenzar la ruta junto al collado de Pandébano,
tras 4,4 km de polvorienta pista desde una pronunciada curva de la CA-1 antes
de llegar a Sotres.
Puertos de Pandébano |
Barranco de Valcosín, con su sendero de Bulnes |
El paisaje a esta altura aún goza
del verdor de los puertos, muy colonizados ya por el helecho. Tomamos el
PR-PNPE-21 que viene de Sotres, para no dejarlo ya hasta el mismísimo refugio,
creado en 1986 con motivo de la ampliación de sus instalaciones. Es un
itinerario franco, que ya de entrada te muestra sus cartas, que no son otras
que las de subir y subir, no en vano tenemos que hacer 900 metros de desnivel
acumulado hasta el pie del Naranjo. Primeramente pasamos por unas majadas, de
la Terenosa las llaman, habilitada una de ellas también como refugio.
Picu Urriello. Naranjo de Bulnes |
Vamos tomando altura sobre el
profundo tajo que el Valcosín ha labrado entre el Acebuco y la Varera, dos
montes menores que albergan un vertiginoso sendero que sube desde Bulnes
compartiendo destino, y que afortunadamente sólo lo vemos de lejos, ya tenemos
suficiente con el nuestro. Un camino que se agarra y se agarra entre cada uno
de los más de treinta grados, y entre cada una de las fabes del Duje. ¡Y qué
ricas estaban, xD!
Transformación |
Junto al gigante |
Pasamos por el collado Valleju,
desde donde damos ya un completo alcance visual a ese pico emblemático
enclavado en la Vega de Urriellu, que le da nombre. En dos horas y media de lenta
y agónica subida, llegamos al refugio Delgado Úbeda, donde damos reposo a un
cuerpo que ha venido vagando durante todo ese tiempo, en la confianza de que mañana
será otro día. La cena viene seguida de una deliciosa estancia por los
alrededores, contemplando cómo se hace efectivo el nombre de Naranjo por la
acción de un sol crepuscular que va llenando de sombra de abajo a arriba estos
más de 500 metros de pared ciclópea que quita el hipo. Contemplando cómo va
cambiando de tonalidad esa zona de costa, cada cinco minutos que pasan, y que se nos abre al norte, contemplando cómo se va la tarde tan callando. Contemplando.
Reflejos |
Subiendo hacia la brecha de los Cazadores |
La noche… de refugio de montaña.
Totalmente previsible. Los colores que anoche se fueron desmontando sobre el
horizonte marino se organizan para volverse a montar. El espectáculo está
servido. La mañana sale venteada y fresca. Son poco más de las siete cuando
comenzamos la jornada cruzando esa Vega Urriellu para afrontar el primer puerto
puntuable del día, la brecha de los Cazadores. Superada, un gran circo se abre
ante nosotros. Roto en mil pedazos, apenas alberga el sendero por el que hemos
de circular para subir a la horcada Arenera, bajo las torres del mismo nombre,
desde donde vemos que el sol se va haciendo mayor, incidiendo de forma más
vertical sobre las aguas del litoral donde se refleja.
Superando la brecha |
Comenzamos a ver el objetivo,
pero en segundo horizonte todavía, un Torrecerredo junto a su inseparable pico
de los Cabrones. Estamos ante otro de esos grandes y caóticos circos que nos
engulle si nos dejamos, que no lo hacemos, y sólo hay una forma de no hacerlo,
y es la de recorrerlo. Sí, recorrerlo pero con cuidado, porque se circula sobre
grandes patios. Se comienzan a ver los primeros neveros, que salpican el
terreno, especialmente en los jous.
Progresando por las chimeneas |
Vistas desde el Torrecerredo |
Lugares excesivos, superlativos.
Momentos inenarrables.
Lugares. Momentos. Amigos. El aquí y
ahora, la gran convergencia.
En pleno descenso |
Aprovechando los recursos |
Pero no querría marcharme de
aquí, del refugio, digo, enclavado en un lugar excepcional bajo la imponente
mole del Picu, sin reproducir un fragmento del relato que hizo Pedro Pidal, el
impulsor de la primera subida, al ver cumplido su sueño de poner los pies en lo
alto de una peña a la que jamás había subido persona alguna:
«El paisaje que divisábamos, no era otro que el corazón de los Picos de
Europa, visto en medio de ellos: glaciares, neveros, peñascales, torres, tiros,
agujas, desfiladeros, vertientes, pedrizas, pozos, rebecos empingorotados en
alguna punta, o manadas de ellos paciendo a nuestros pies en el valle desierto,
en la hoya profunda, en el hoyo inmenso, tranquilo, solitario; algunos picos
perdiéndose en las nubes, rebasándolas otros, y en todas partes el abismo, el
precipicio, encarcelándose en aquella roca encantada que había sido virgen por
los siglos».
La única imagen que hay de El Cainejo, del libro "Por los Picos de Europa desde 1881 a 1924", del Conde de Saint Saud, editado por Ayalga Ed. en 1985, extraída de la web de Desnivel |
Palabras de asombro de un hombre
asombroso, y que nos deja asombrados, que junto a su guía, Gregorio Pérez, el
“Cainejo”, un humilde pastor de una humilde aldea, como Caín, que descalzo fue
abriendo una vía considerada de V, incluso con algún paso de V+, fueron
dirigidas al aire de estas montañas un 5 de agosto de 1904, y reproducidas en
el Diario de León el 7 de marzo de 2004, casi cien años después.
Sendero de regreso. Collado Valleju al fondo |
Como la ascensión se ha hecho en
dos medias jornadas, mediadas por la noche en el refugio, los datos parciales
son:
Pandébano – Refugio Urriellu: 6,1 km, con 2h 40’ de tiempo total,
del que 2h 10’ ha sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado de 900
D+ y 70 D-.
Refugio – Torrecerredo – Refugio: 9,5 km, con 6h 30’ de tiempo
total, del que 3h 40’ ha sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado
de 1130 D+-.
Refugio – Pandébano: 6,1 km, con 1h 25’ de tiempo total, del que 1h
15’ ha sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado de 100 D+ y 935
D-.
El circuito completo sale en 21,7 km, en 10h 35’, de las que 7h 5’
han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado total en torno a los 2135
D+/-.
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