sábado, 30 de septiembre de 2023

Pico del Águila, atalaya sobre el valle del Aragón

 Año XII. Entrega nº 835


IXOS MONS
Pico del Águila (1972 m)
Domingo, 24 de septiembre de 2023

            “Las correcciones hidráulicas y las repoblaciones forestales resultaron también imprescindibles, hasta el punto de ser Canfranc uno de los buques insignia de la restauración paisajística española de la primera mitad del siglo XX… pues no era posible pensar en la gran Estación Internacional sin acometer antes, como medida complementaria e indispensable, los trabajos de defensa de la misma contra las avenidas torrenciales en verano y contra los desprendimientos de aludes en invierno”. Alberto Sabio.



            Extracto del libro Canfranc, el mito, una obra coral que nos transporta a más de un siglo atrás, cuando se proponía y diseñaba el proyecto de la Estación Internacional de Canfranc, y hubo que realizar una gran obra de ingeniería, y no sólo por el túnel ferroviario, sino por la adaptación del terreno, las correcciones hidráulicas, las repoblaciones forestales y la construcción de una ingente cantidad de defensas anti-aludes. Y esas defensas son las que nos encontramos cada vez que nos aupamos a sus montañas por cualquiera de las dos laderas. En este caso le ha tocado el turno a la occidental, que recoge las esencias de Estiviellas, plagada, como la de enfrente, de esas construcciones para dulcificar las avenidas de la pendiente ladera.


            La salida la efectuamos en el paseo de los Ayerbe, en un lugar muy próximo a las piscinas municipales, por donde pasamos para iniciar el sendero que nos va metiendo por el bosque. Pareciera que el nombre del paseo pudiera estar descolocado, pero sólo si no sabemos que era el apellido familiar de la saga de ingenieros que comenzaron a diseñar las citadas barreras de defensa. Al poco de entrar en el bosque nos topamos con un buen ejemplo de caseta de falsa cúpula, cuya técnica de construcción fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, en noviembre de 2018. Seguimos ascendiendo por las innumerables zetas, que nos hacen disfrutar del bosque y sus fragancias. Entre este lado del barranco y el otro, por el que descenderemos, hay tres asomes, unidos el primero y el tercero por sendas travesías. Nos encontramos la primera. A continuación, dejamos a la izquierda la fuente del Burro, y al poco, a la derecha, un desvío para bajar al paseo de los Ayerbe.


            Vamos encontrando distintas marcas en algunos árboles, señal de la ruta conocida como “Arboretum”. El segundo mirador y el tercero, con su segunda travesía, van quedando atrás también cuando llegamos a los restos de los barracones en los que se alojaban los obreros que realizaron las ingentes obras que modificaron el paisaje en favor de la seguridad de la estación. La tímida Cola de Caballo nos saluda al paso. A la hora y media de salir, con algunos claros ya intercalados en el bosque, vemos la señalización que nos da opción de desviarnos a la derecha para subir al collado de Estiviellas y pico del Águila, a lo que se podría añadir también el Borreguil de la Cuca. Desvío que seguimos al pie de la letra, y que no dejamos hasta encontrarnos con el ya más periférico para el que nos dirigimos, que pivota entre el valle de Canfranc y Rioseta, el pico del Águila. 






            Enseguida nos saca del bosque, ofreciéndonos unas vistas espectaculares sobre el valle principal y los que le vierten: Astún, Canal Roya, Izas… Recorremos alguno de esos robustos muros defensivos y, tras un breve tramo que zigzaguea tomando altura, comenzamos la travesía horizontal, algo expuesta y por piso inestable, por la que hay que transitar bien concentrados. Finalmente, llegamos al collado, que nos da vista a las cuencas de Tortiellas, encima de la de Rioseta. Aun sabedores de que la panorámica en cumbre va a ser mucho mayor, es inevitable estar unos minutos deleitándonos con ésta. Una breve trepada nos separa de los 1972 msnm de la cima que, aunque es la menor de todo el cordal, por su situación de vértigo sobre el fondo del valle, le confiere un privilegio de amplitud de miras. Un privilegio que nos traslada al poder disfrutar de ellas.



            Dos horas y media hasta aquí, y media hora más hasta salir, lo hacemos desandando lo andado, primero el destrepe, paso por el collado, travesía y camino del Borreguil, tomando un desvío a la derecha antes de la llegada al cartel de la Olla de Estiviellas, por la que nos paseamos, pasando por encima de la fuente del Centenario, para enlazar con el bajante por la margen derecha del barranco, pasando por los viveros de Secrás. De nuevo, una infinita serie de zetas para perder altura, con un primer tramo algo más desangelado que el de subida, debido al estado del arbolado. Un estado, como lo es el de los restos del vivero, que atesoran en su memoria unos tiempos de vertiginosa actividad para poblar estas laderas, modificando completamente el paisaje.






            Dejamos atrás esas dos conexiones con el camino de subida y, tras más y más zetas, que se recorren con suma comodidad, se llega, finalmente, al paseo de los Ayerbe, y en pocas decenas de metros, al punto de partida, habiendo recorrido 11,7 km, en 5 horas y 20 minutos, salvando un desnivel acumulado en torno a los 825 m., por la ladera de un valle deseoso de ver un tren que vuelva a ser internacional.


Bibliografía:

Canfranc, el mito. Varios autores. Pirineum Editorial (2005)

Web:

Canfranc  

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miércoles, 27 de septiembre de 2023

Punta Bacials, por senderos mágicos

                                                                     Año XII. Entrega nº 834


IXOS MONS
Punta Bacials (1698 m)
Viernes, 22 de septiembre de 2023

            “Una vez alcanzada la cumbre se observará que la vista desde ella es completamente distinta de la otra punta de la Peña: desde la Punta Bacials se abarca al norte una perspectiva geográfica diferente, las zonas de Navasa y Navasilla, amparadas por las sierras de santa Eulalia y Buyán… la senda transcurre por lugares muy salvajes y estéticos, y especialmente muy solitarios…” Agustín Faus.




            Agustín Faus fue un gran montañero, precursor del alpinismo en España, que nos dejó en 2020. Gran montañero, decimos, pero también gran divulgador y escritor de numerosas publicaciones, en las que glosaba las montañas y su admiración por ellas. De una de ellas: Peña Oroel, hemos extraído la frase que precede, y que es relativa a la cota más oriental de la Peña Oroel, que domina el Campo de Jaca con gallardía. La humilde Punta Bacials, desde sus 1698 msnm, tiene, como decía Faus, unas vistas distintas, porque está tan escorada al este que contempla todo su somontano, con pueblos como Binué, Abena, Ara…, que luchan por sobrevivir del mundo agropecuario, muy cerca geográficamente del bullicio turístico, pero lejos de su ambiente. Hace unos meses hacía diez años que se tomaba esta imagen en la presentación de su último libro: La larga excursión.



            Pues ese es el objetivo de hoy, ésta menos conocida cima de nuestra querida Peña Oroel, la más lejana de esa Cruz que corona el macizo y a la que hemos ascendido decenas de veces. El amigo Manuel, gran curioso de las rutas y los accesos a estas cumbres emblemáticas, me animaba a subir a Bacials por unos discretos senderos por las faldas de la vertiente norte de la montaña. Tomando la carretera del Parador desde el puerto de Navasa, como a unos 2,7 km sale un sendero (llamémosle “1”, por ir numerando los demás), que va faldeando la ladera bajo un espeso bosque de pinos, que se enriquece más arriba con abetos y hayas. Esta travesía se ve cruzada por varios senderos, hasta un total de 4 más, que lo hacen perpendicularmente y que están ahí, por si algún día nos decidimos con ellos. Finalmente, al cabo de 50 minutos, optamos por tomar el que sería el número 6, porque no esperamos más para subir, ya que el cómodo camino que traemos se nos antoja que no nos va a llevar arriba, como bien comprobamos en el descenso.




            Acertamos, y a poco más de media hora de subida, ésta sí, más inclinada, y a tramos bastante más inclinada, nos topamos con la senda de los Lobos, que reconocemos a primera vista. Sólo queda ya seguirla hasta llegar a las praderas cimeras, algo que conseguimos tras otros 40 minutos. La llegada hasta la cima nos lleva otros 10 cómodos minutos. Dos horas y cuarto desde el comienzo. La vista hacia el norte está ocupada por nubes no sólo decorativas, sino que nos impiden la visión de las grandes montañas de esas Sierras Interiores que van en busca del Pirineo Axial, más lejano y con peor visión. Sin embargo, el sur está más despejado. La vista se mece hasta encontrar esa Cruz que domina la montaña, como a 3,5 km en línea recta de donde estamos ahora mismo.




            Tras un exhaustivo barrido visual, y la no muy cómoda estancia debido a lo estorbada de la mañana, emprendemos el descenso, y lo hacemos repitiendo itinerario, primero por la pradera hasta entrar en el sendero, y luego continuándolo hasta dejar la senda de los Lobos para seguir por el que veníamos, hasta el original por el que iniciábamos la ruta (sendero 1), que lo seguimos hasta dar con la carretera del Parador, justo enfrente del que baja a Barós. Sólo queda ya acompañar a la carretera hasta el punto de partida, a lo largo de 2,7 km, en los que nos encontramos las entradas y salidas transversales de los senderos que hemos ido viendo a la subida, incluido, claro está, el de la bajada a Ulle, tanto el señalizado como otros, que también lo son.





            En un entorno privilegiado, declarado como Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel en 2007, pero que venía del antiguo Sitio Nacional, de 1920, tercer Espacio Natural Protegido de España, en el que hemos pasado una mañana por entre los pliegues de las faldas de este último macizo incorporado al espacio, bajo un tupido bosque que ha hecho las delicias de la ruta, cumpliendo un horario de algo más de las 4 horas, para recorrer casi 10 km, con un desnivel en torno a los 640 m D+/-.


Bibliografía:

Peña Oroel. Agustín Faus. Ediciones Montañas y Hombres (2006)

La última excursión. Agustín Faus. Ayuntamiento Petrer y Cuentacuentos (2013)

Web:

Agustín Faus 

Jacetania Express  

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miércoles, 20 de septiembre de 2023

Jornadas sobre Patrimonio Cultural, Montaña y Paisaje, con el punto de mira en la Canal Roya

 Año XII. Entrega nº 833


IXOS MONS
Jornadas sobre Patrimonio Cultural, Montaña y Paisaje
Diversos enfoques con el punto de mira en la Canal Roya
Sábado 16 y domingo 17 de septiembre de 2023


            El término “patrimonio” es tan amplio que es inabarcable, hasta el diccionario de la RAE se queda corto en sus cuatro acepciones, ya que sólo se refiere a aspectos pecuniarios, pero es más, mucho más. Por ello, tenemos que ir más lejos, tenemos que dejar a un lado ese patrimonio individual, esos bienes personales, para hablar de lo común, de lo de todos, tenemos que hablar de “legado”. Y legado tanto es lo material como lo inmaterial, tanto lo cultural como lo arquitectónico, lo arqueológico, lo artístico, o todo lo referente al mundo natural.



            Y estas premisas han debido de estar en la cabeza de los organizadores de las Jornadas de Patrimonio Cultural, Montaña y Paisaje, celebradas este pasado fin de semana, y repartidas entre Sabiñánigo y Canfranc. Según reza en el programa, un conjunto de “profesionales del ámbito del patrimonio nos hemos juntado con el interés de concienciar y resaltar el enfoque cultural de los paisajes de montaña”. Un encuentro en el que colaboran los colectivos De la roca al metal, Ecologistas en acción, Asamblea Canal Roya y Plataforma para la Defensa de las Montañas de Aragón y que, organizado por Amara Carvajal, Ester Pardina, Carlos Fernández y Francesc Pérez, nos citan el sábado en el salón de actos del Centro de Cultura Antonio Durán Gudiol de la capital serrablesa para escuchar distintas ponencias y participar en los debates que se suscitan. El domingo tocaba el aula en la naturaleza, tratando de focalizar las miras en el patrimonio natural.




SÁBADO EN AULA

            Los organizadores habían previsto una amplia panoplia de temas, impartidos por expertos en la materia o representantes de diversas asociaciones, quienes nos daban a conocer su punto de vista sobre “el patrimonio”, o sus experiencias sobre su gestión.



            Abría la sesión Belén Boloqui, por parte de Apudepa (Asociación Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés), un colectivo que “tiene como objetivo la defensa activa del legado cultural en el ámbito de Aragón, apostando por una acción ciudadana que conduzca hacia una sociedad más justa, culta y libre”. Era fundada en 1996 por el jurista Emilio Gastón. Asociación que basa sus acciones en las leyes vigentes, como la del Patrimonio Cultural Aragonés, o la de los Parques Culturales, o los convenios europeos, ratificados posteriormente por España.



            A continuación, el arqueólogo Abel Berdejo, colaborador del colectivo De la roca al metal daba unas pinceladas sobre la importancia de los estudios acerca de los vestigios megalíticos, indicando en ese aspecto que España e Italia son los países que más patrimonio tienen. El megalitismo fue una “moda constructiva” vinculada al enterramiento en el final del Neolítico (4000/3500 adC), siendo los vestigios más grandes de la península los llamados “Dólmenes de Antequera”, situados en esa población malagueña. Hay un inmenso campo por investigar en torno a estos monumentos, con muchas teorías en torno a ellos, una de ellas indica que se encontraban cerca de las vías de comunicación.



            Seguidamente, era José Manuel Clúa, de ARCA (Asociación para la Recuperación de los Castillos de Aragón), quien resaltaba que su intervención “era triste, porque trataba de vestigios bélicos, defensivos, castrenses, en definitiva”, pero que no dejan de ser parte integrante del patrimonio cultural. En concreto, daba a conocer los emplazamientos en el alto valle del Aragón, “como vehículo cultural entre dos países, encontrándose uno de los mayores conjuntos de arquitectura militar, entre los siglos XI y XX”, como pueden ser el castillo de Candanchú (S. XII), el fuerte de la Sagüeta (S XIX), Col de Ladrones (S. XIX), la torre de La Espelunca (S. XVI), el castillo de Canfranc (S. XII-XVI), la torre de Aznar Palacín (S.XVI), el fuerte de La Trinidad (S. XIX), el conjunto de Aruej (S. XVI), la torre fortificada de la iglesia de Cenarbe (S. XVI), la Torreta de Canfranc (S. XIX), finalizando con los asentamientos fortificados de la Línea P (S. XX).



            Carlos Fernández (UPM Universidad Politécnica de Madrid) y Federico Fillat (investigador vinculado al IPE-CSIC), nos daban a continuación su visión sobre el paisaje modulado por la actividad pastoril del Pirineo, abandonada poco a poco desde la década de los años 80 del siglo pasado, tiempo hasta el que se practicaban trashumancias del llano a la montaña y viceversa, cobrando gran importancia la red de pardinas en la media montaña camino del valle del Ebro, en ambas direcciones. Considerado también como patrimonio, éste de las pardinas, prácticamente desaparecido. Hablaban del paisaje como ”resultado de la interacción dinámica y cambiante de los elementos bióticos y abióticos y la acción antrópica, siendo la acción humana la que singulariza cada uno de los paisajes”, entendiéndolos “como un archivo, un depósito de información útil para tomar decisiones en el ámbito de la ordenación territorial”. También señalaban que uno de los mayores transformadores del paisaje pirenaico aragonés en la segunda mitad del siglo pasado fue la construcción de embalses que abastecieran de energía a las dos grandes zonas vecinas de Aragón, favorecidas por la eclosión industrial desde los años 60, lo que constituía también un abandono del patrimonio cultural, tanto material como inmaterial.



            Amigos de Serrablo, asociación representada por su presidenta Pilara Piedrafita, daba a conocer la historia y actividad de dicho colectivo, formado por unos 700 socios, que se dedican a la preservación del patrimonio en ese ámbito geográfico. Sus precursores, el canónigo archivero de la catedral de Huesca, Antonio Durán, y el concejal de Cultura del ayuntamiento de Sabiñánigo, Julio Gavín, ponían, a finales de la década de los 60, las bases de lo que sería una próspera asociación que nacía con la vocación de recuperar el patrimonio arquitectónico, y de poner a salvo todos aquellos aperos de los oficios tradicionales de los pueblos que se iban abandonando, salvándolos del expolio. En su haber tienen la recuperación de 25 iglesias medievales, elementos de arquitectura civil, la puesta en valor de la Casa Batanero para Museo Ángel Orensanz y Artes de Serrablo y del castillo de Larrés como Museo de Dibujo Julio Gavín-Castillo de Larrés.


            Finalizaba la sesión matutina Alejandro Urría, actual presidente de la Asociación Cultural Ballibasa y Sobrepuerto O Zoque, que nacía en Yebra de Basa con el siglo, con la vocación también de no dejar perder el legado patrimonial del territorio, que gira en gran medida en torno a la cultura de santa Orosia y sus tradiciones, que implicaban a más de un centenar de pueblos que acudían con sus cruces a la romería de la santa, congregando a miles de personas el 25 de junio en el puerto homónimo donde se encuentra el santuario. Teniendo como ejemplo la asociación que precedía en las ponencias, en menor medida, pero con eficacia, también han ido trabajando en la restauración de aquellos elementos que han visto necesaria con más urgencia su intervención. Especialmente orgullos están de su publicación Guía de Sobrepuerto, obra coral que, de forma enciclopédica, recoge múltiples aspectos de la vida de la docena de pueblos y pardinas enclavados en esa subcomarca. El principal anhelo de la asociación es la declaración de Paisaje Protegido de Sobrepuerto y Santa Orosia, como unidad singular paisajística y etnográfica.



            Tras un descanso para comer, le tocaba el turno a la asociación Artiboraín (Artosilla-Ibort-Aineto), cuyo integrante Jesús García, nos hacía partícipes de su actividad, y que nació en 1985 de la necesidad de solventar la situación legal de gentes que habían acudido a Aineto al amor de ese movimiento de nueva ruralidad del momento. Nos contaba que en la comarca del Alto Gállego hay 33 pueblos y pardinas deshabitadas, de las que 21 pertenecen al TM de Sabiñánigo, y de ellas, 15 están en la Guarguera. Este colectivo está en situación de concesión, por parte de la DGA, aunque pendiente de renovación desde 2017. El objetivo principal era el de reconstrucción, repoblación y revitalización, sumando más de 6600 m de planta y 4300 m de cubierta, entre teja y losa. Han creado una cooperativa de trabajo, carpintería, dos hornos de pan, dos grupos de teatro de títeres, dos albergues, dos cervecerías artesanales, un taller de cosmética, dos empresas apícolas, entre otras cosas, recuperando oficios tradicionales como los de losero o ferrero.


            Le seguía Amara Carvajal, investigadora y conservadora-restauradora de patrimonio, realizando desde 2006, además, labores de asesoramiento, colaborando con instituciones. Nos presenta proyectos de "construcción tradicional como motor de desarrollo económico y valor del territorio", mostrándonos diversos ejemplos de recuperación de suelos musivos, o empedrado tradicional. Sus retos son “seguir fortaleciendo y difundiendo iniciativas que fortalezcan estos valores, educando para que haya un interés y conocimiento que favorezca el relevo generacional, seguir investigando y favoreciendo el intercambio y trabajo colaborativo, tan necesario para dar sentido al territorio y a las personas que lo habitan, favoreciendo así la economía rural, con este tipo de actividades actualmente en alza”. En su faceta docente, imparte talleres "para fomentar la sostenibilidad, el arte, la belleza y la creación", todo en pos del desarrollo local.


            Para finalizar la jornada, y por ello no menos importante, era Myriam Estella, de la Asociación Ontinar Amigos de la Cultura, quien provocaba la admiración del auditorio al mostrar su proyecto de recuperación, junto con tres amigas, de una casa solariega en Montón (Zaragoza), del siglo XVIII, perteneciente a los Franco Campillo de Bernabé, declarada como BIC, que salvaban de la piqueta haciendo frente a grandes y numerosas dificultades, tanto legales como económicas, demostrando que no era ruina inminente, consiguiendo una catalogación y resolviendo la compleja titularidad, ya que se trataba de una propiedad heredada por decenas de parientes. Tremendas dificultades, a las que se le añadía la de la financiación. Sólo el tesón y la determinación han ido haciendo posible la puesta en valor de un inmueble con un alto valor patrimonial y que estaba en el ojo del huracán de la indiferencia y el desprecio de la administración local.




DOMINGO EN LA CANAL ROYA

            “El Pirineo estuvo poblado desde tiempos pretéritos, así se constata desde el análisis de los yacimientos arqueológicos y las estaciones dolménicas que aún actualmente jalonan nuestro territorio. El hombre, sin duda, debió adaptarse a las circunstancias que le marcaba la propia naturaleza y unas condiciones climáticas cambiantes. Como suma de esta adaptación al medio y de la búsqueda de recursos para su supervivencia se dio como resultado la actividad pastoril. La geografía abrupta, que no permitía una explotación extensiva de la agricultura, hizo tender la balanza hacia el pastoreo. Para ello, aquellos hombres debieron roturar extensiones de monte y adaptarlo hacia los prados destinados a pacer sus ganados, marcando aspectos culturales ancestrales”. Abel Pérez.


            “La ciencia de la vida se va ensamblando a modo de rompecabezas gigantesco: una pieza que los antiguos chinos ponen por aquí, algo procedente de Aristóteles por allá y los grandes pedazos que aportan gentes como Linneo, Darwin, Wallace y Mendel. Aunque ciertas áreas del cuadro están hoy completas, nos queda todavía mucho camino por recorrer. Desde la óptica de un naturalista, el avance del conocimiento puede dividirse en cuatro etapas: qué, dónde, cómo y por qué…” Gerald Durrell.



            Con estas dos reflexiones llegamos al domingo, que nos trae malas predicciones meteorológicas, que siempre hay que valorar antes de echarse al monte, pero al tratarse de una actividad de bajo riesgo, allá que vamos. Y lo hacemos en esta segunda jornada de Patrimonio Cultural, Montaña y Paisaje que, de la mano del naturalista José Miguel Navarro, nos lleva a recorrer el valle de la Canal Roya de cabo a rabo, es decir, hasta La Rinconada, verdadero santuario biológico y cultural cuya conservación es labor de todos, administraciones y administrados. Nos damos cita en el aparcamiento de l’Anglasé, de donde partimos para introducirnos en la etapa 12 del GR 11, que no abandonaremos hasta la propia Rinconada.



            Comenzaba, como lo hace siempre, tratando de situarnos en el contexto espaciotemporal de la formación de los Pirineos, porque la geología es la base de todo, es la que diseña el paisaje en un primer momento, adaptándose tanto la flora como la fauna a sus condiciones. Nos tendríamos que remontar a la era Paleozoica, en concreto a finales del Devónico (380 MM de años) para, en los 100 MM de años siguientes, mediados del Pérmico, asistir a la primera formación de los Pirineos, en la llamada orogenia Varisca o Herciniana, en la que la colisión de grandes masas continentales formó lo que se llama hoy en día el Pirineo Axial, con alturas estimadas de en torno a los 8000 msnm, y que las erosiones sucesivas hay ido modelando hasta las actuales cotas; al ser materiales magmáticos son los más antiguos, compuestos fundamentalmente de granitos. Una orogenia posterior, la Alpina, que se produjo en la era Cenozoica (hace 65 MM de años), debido a la colisión, de nuevo, de placas tectónicas, es la que produjo el resurgimiento de nuevas masas de rocas de los fondos del mar de Tetis, cuya composición eran las actuales calizas frutos de los sedimentos marinos, dando lugar a las Sierras Interiores, y los conglomerados derivados del vaciamiento de dicho mar, formando las Exteriores.


            Todo ello explicado a los pies de una vistosa chimenea, que es lo que queda de la antigua fundería de l’Anglasé, que se dedicaba al cobre y al hierro, fábrica de botones y peines, posteriormente. Continuamos por pista, dejando la fuente del Cerezo atrás, hasta llegar a dejarla para tomar el sendero, que nos dirige a cruzar el río para continuar por la margen izquierda, alcanzando el refugio de Lacuás. Hora y tres cuartos hasta aquí, aunque los tiempos están muy abultados por las continuas paradas. Reemprendemos la marcha, y al poco rato toca superar una elevación, por el llamado Mal Paso, nombre que se le ha dado a un grupo de crómlech que aquí se halla. La mañana sigue dando muestras de hacerle caso a las predicciones meteorológicas, pero por alguna razón que desconocemos, se resiste, así es que… bien.



            Continuamos nuestra ruta y, poco a poco se nos va abriendo la vista hacia el fondo del valle, dominado por ese esbelto pitón volcánico que es el Anayet, cuyo nombre procede del vocablo altoaragonés “anayón”, correspondiente al arándano, que abunda por aquí. Al frente, rompe el horizonte la Punta Espelunciecha. La llegada a la planicie se realiza de forma serena y respetuosa, ya que entramos en una zona sacralizada por nuestros antepasados, que eligieron este lugar para establecer sus monumentos funerarios. Encontramos varios vestigios, siendo el más importante el dolmen, desprovisto de cubierta y semi enterrado entre una gran cantidad de piedras que conformaban el túmulo, en cuyo centro se aprecian los ortostatos. Este dolmen, como todos los demás, está orientado al solsticio de invierno, es decir la salida del sol a 120º sobre el norte, pero puede despistar, porque eso es a nivel del mar, y en cada dolmen que se estudie hay que contemplar por qué grado asoma el sol en el horizonte. Esa es la poderosa razón de la simbiosis con el paisaje.




            Junto a él, un crómlech, formaciones que, sin entrar en detalles, pertenecen a una época posterior, en la que eran incinerados, siendo los restos elevados al cielo en forma de cenizas, al contrario que en los dólmenes, en cuya cámara se inhumaban los restos, quedando en la tierra. Este hecho alimenta la teoría de que constituyó un gran cambio de mentalidad. 




            Si algo más de cuatro horas nos ha costado llegar hasta aquí, es la mitad lo que nos cuesta, ya sin paradas, volver. Hemos dejado atrás un lugar singular, en el que nuestros antepasados, hace cuatro o cinco milenios, eligieron para sus ritos funerarios, construyendo unos elementos perfectamente integrados en el paisaje, que nada sería igual los unos sin el otro, y viceversa. 



            Lugares estos de incontestable valor biológico, cultural, medioambiental y con un arraigo en la sociedad que se ha puesto de manifiesto en este último tiempo, pero que vuelve a estar amenazado, igual que lo estuvo hace algo más de un siglo el entorno de san Juan de la Peña, cuando el estado quería subastar el monte. Afortunadamente, el ingeniero jefe del Distrito Forestal de Huesca, a la sazón D. José Bragat y Viñals, pronunció aquella célebre frase de: “quitad el monte al Santuario y habréis mutilado el monumento”. Afortunadamente, decimos, dio lugar a la declaración de Sitio Nacional en 1920 (hoy Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel), siendo el tercer Espacio Natural Protegido de España tras el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga (hoy de los Picos de Europa), y el Parque Nacional de Ordesa (hoy de Ordesa y Monte Perdido), ambos en 1918. Necesitamos, pues, otro Sr. Bragat y Viñals hoy en día que, empujado por la creciente masa social, sea capaz de pronunciar esas mismas palabras en este santuario.


            El paisaje tiene multitud de visiones, tantas como personas lo ven. Hoy, gracias a las explicaciones de José Miguel Navarro, hemos coincidido todos en la misma visión, la de reconocer el alto valor de estos lugares y la necesidad de no cejar en el empeño de exigir su protección. Un circo éste de La Rinconada al que le hemos metido 7 horas y media en ir y volver, contando con numerosas paradas, recorriendo 14,1 km, y salvando un desnivel acumulado total en torno a los 540 m D+/-.




            Y qué mejor despedida que extraer las palabras del maestro Antonio Gª Omedes de la introducción de su libro El románico aragonés, mirar viendo, que perfectamente se pueden extrapolar al medio natural: "... que podáis aprender algo nuevo, que no deis nada por sentado, que volváis muchas veces al mismo templo, contemplándolo como si fuese la primera vez, y que aprendáis a "mirar viendo". Queda mucho por comprender. Queda mucho por disfrutar. Queda mucho por compartir".



Bibliografía:

Guía del Naturalista. Gerald Durrell. Blume ediciones (1982)

Los pastores de Fago. Abel Pérez. Ayuntamiento de Fago (2004)

El románico aragonés, mirar viendo. Antonio Gª Omedes. Prames (2022)

Web:

Diputación Provincial Huesca  

Ayuntamiento de Sabiñánigo  

De la roca al metal  

Ecologistas en acción 

Asamblea Canal Roya  

Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón 

Apudepa 

Abel Berdejo 

ARCA 

Asociación Amigos de Serrablo 

Asociación O Zoque  

Asociación Guarguera viva 

Amara Carvajal 

Asociación Ontinar Amigos de la Cultura   

Senderos FAM 

Geodiversidad  

Red Natural de Aragón

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