XIV Jorgeada
Zaragoza - Huesca
Jueves, 23 de abril de 2015
Os Andarines d’Aragón, club de demostrada solvencia en
la organización de este tipo de complejos eventos, convoca para este año la
decimocuarta edición de la Jorgeada, esa caminata que une la primera con la
segunda capitales de Aragón, a lo largo de la noche que pare el día de nuestro
patrón San Jorge. Varias son las distancias ofrecidas, pero la prueba reina es
la de 75 kilómetros a través de los que el dragón, oculto en las sombras de la
noche, acecha con su invisible traje de cansancio, sueño, a veces soledad,
minando las expectativas del participante, que cabalgando con un San Jorge en
su corcel trata de contrarrestar con su paciencia, tenacidad y resistencia.
Una larga ruta ésta que ya hemos probado en tres
ocasiones, rondando las catorce horas de implacable lucha contra nuestro dragón
particular. En esta ocasión, hemos subido un poco el listón, apuntándonos a la
modalidad de correr. Pues esa es la idea, la de hacer Ca-Co todo lo que se
pueda… y un poco más. Para ello, acudimos a la plaza del Pilar sin mucho
convencimiento ni entrenamiento, todo hay que decirlo, pero con un impulso
decidido.
Risa floja |
Nueve de la noche. De una cálida noche que no disimula sus intenciones. Los
cielos se van cargando, y las nubes no resistirán mucho más. Unas torres del
Pilar se ufanan en duplicarse en un Ebro sereno, tranquilo, calmo, que da
nombre a toda una península, y que infunde esos valores de los que vamos a
tirar a lo largo de esta noche y buena parte de la mañana conforme nos vayamos
alejando de él. Mucha gente por la calle, gente ajena a lo que nos va a ocupar
durante las próximas horas.
Al abrigo de los porches |
Junto a los porches del ayuntamiento ya está montado el escenario con sus
protagonistas, José María Gallego, presidente del club organizador, Luis Masgrau,
presidente de la FAM, y Marta Alejandre, elegida este año Jorgeador de esta
edición. Entre unos y otros hacen entrega de los trofeos de la temporada pasada
de las distintas pruebas del Calendario de Andadas Populares de Aragón.
Ceremonia pasada por agua en sus últimos compases, y terminada de amenizar, en
el interior de los porches, por el grupo Gaiters de Morropreto. Nos juntamos
con Jesús, del CA Jaca, que ha decidido salir en esta primera hornada.
Salida de andarines |
Diez de la noche, con el grifo de las pluviales sin terminar de cerrar. Se
da la salida a los casi doscientos participantes de este año, y la mojada plaza
se vuelve a quedar desierta. Son varias las vueltas que nos damos por el
centro, hasta que regresamos de nuevo a eso de las once y media, cuando
comienzan a llegar los corredores en busca de sus credenciales. En torno a una
cincuentena nos damos cita en la línea de salida, donde nos aliamos con Susana
con la sana intención de ir regulando lo suficiente como para llegar… y lo más
enteros posibles.
La bendición del santo |
Alea Jacta est. Doce de la noche. Últimas indicaciones de José María
Gallego, il capo de todo este tinglado, y comenzamos el día del patrón trotando
por un Puente de Piedra que se remanga para dejar pasar al padre Ebro por entre
sus piernas, y que no sabemos qué pensará al vernos. El itinerario urbano
discurre por Sobrarbe, San Juan de la Peña, Camino de los Molinos, y antes de
entrar en el barrio de San Gregorio, tomamos un tramo del Anillo Verde de Zaragoza,
que elude el hospital Royo Villanova, que altivo nos mira, para retomar el
camino de San Juan de Mozarrifar. Con Susana nos quedamos cerrando la carrera,
pero no nos importa, la noche va a ser larga. De momento, escoltados por la
local.
Salida de corredores |
00:50 - Km 8. San Juan de Mozarrifar. Primer avituallamiento, sólido para
andarines, líquido para nosotros. Llevamos ritmo cansino, pero constante.
Seguimos por asfalto, dejando ya el término de Zaragoza.
01:40 – Km 14,3. Villanueva de Gállego, a donde llegamos tras pasar por su
Barrio del Comercio. Junto a la estación de FFCC reponemos fuerzas con un buen
vaso de chocolate con bizcochos. La noche sigue serena… nosotros también. Algún
tramo más de tierra se ha ganado a la carretera. Ante el asombro del de la
garita, pasamos por delante de la entrada de Las Lomas de Gállego, y al poco
comenzamos a alcanzar a los andarines de cola. Entre unos y otros, llegamos al
siguiente hito.
03:15 – Km 27. Zuera. Largo recorrido urbano para alcanzar el pabellón
polideportivo, en cuyo interior te encuentras un buen despliegue de
avituallamiento de sólidos y líquidos, pero lo que más llama la atención es la
cantidad de gente que hay sentada en las sillas y tirada por los suelos,
descalzos, mirándose los pies… en fin. Al ser punto no sólo de paso sino de
partida y llegada, no sabes las intenciones de cada uno de los que están por
aquí, perdiendo, además, la referencia del puesto en el que vas. Diez minuticos
con este tejemaneje y meneando un poco el bigote y de nuevo al turrón. La
salida de aquí es la esperada, los años anteriores ha sido igual, frío, casi de
tiritona, así que a tomar de nuevo el trote trotón para coger ritmo. Otro nuevo
tramo de tierra para llegar al siguiente avituallamiento.
Avituallamiento del cruce de la cárcel |
04:30 – Km 34. Cruce de Ontinar, con avituallamiento líquido caliente. Nos
sellan la credencial y seguimos ruta con un giro brusco hacia el E, para dar
otro más aún y volver a tomar dirección N. El trote se hace cada vez menos
frecuente en favor del andar. La noche todavía es joven.
06:00 – Km 42,5. Cruce de la cárcel. Avituallamiento de líquidos y algún
sólido. Seguimos con Susana, pero no solos desde hace ya algún tiempo, que unos
dolores de viejas lesiones se incorporan al camino. Dolores que poco a poco se
van despertando, pero que al ver ellos el autobús junto al avituallamiento lo
hacen del todo, preguntando que si pueden subir a bordo. Tras una pequeña
negociación, salen ganando, y el pack indivisible sube al rodante. Bueno, pues
a lo tonto, ha sido un maratón en 6 horas. Fue bonito mientras duró, pero
ahora, con el santo para uno solo, a ver qué pasa. Y lo que pasa es que nos
obligamos a trotar, que para eso hemos venido, y lo cierto es que nos sentimos
cómodos, más que cuando algún breve tramo lo hacemos andando, que poco apetece,
pues la noche está fresca. El canal de la Violada nos acompaña un buen tramo
del recorrido. Seguimos hasta las proximidades de San Jorge, poblado de
colonización perteneciente al municipio de Almudévar, hacia donde nos
dirigimos, viendo cómo las siluetas de las montañas que cierran el arco norte de
Huesca, comienzan a desperezarse, queriendo acudir a esta cita.
Avituallamiento previo a Almudévar |
06:45 – Km 48,5. Bajo autovía. Avituallamiento de líquidos calientes, que
bien sientan. Aquí nos juntamos con la madre de Susana, que va andando, pero
nosotros a lo nuestro, que es acompañar hasta Almudévar al sol que de su cuna
sale haciéndose mayor poco a poco para ir alumbrando y calentando. Comenzamos a
cambiar las buenas noches con los buenos días, deseos que lanzamos a los
andarines que vamos pasando continuamente, pero de corredores ni rastro.
Seguiremos yendo los últimos? Curiosidad nada más.
Junto a las brasas |
07:55 – Km 56,5. Almudévar, de antigua fundación, y cuyo topónimo en árabe
significa “ciudad en redondo”. Accedemos a ella a través de dos elementos, uno
vertical y otro horizontal, toda una simbología. El vertical es un peirón, y el
horizontal el canal de Monegros. Tras de ellos, tras ese cruce, la zona baja
de este viejo enclave, una zona baja desierta, con unas calles recién puestas,
que nos acogen con una cierta indiferencia, pero que nos llevan a este otro
gran hito de la jornada, su campo de fútbol, también comienzo y final de otros
recorridos. Igual que en Zuera, está la mochila 1 a disposición del que la haya
dejado en Zaragoza. Lugar éste más propio para estar un buen rato
recomponiéndose los pies y las garras, además de acallar el gastro con un buen
bocata de panceta y buen trago de vino. Es lo que hace el personal alrededor de
las brasas. Como no nos hace esa opción, repetimos de trenza. Y sin pegar el
culo a asiento alguno, seguimos la marcha, tras el cuarto de hora que estamos
aquí. Dejamos la banda del verde campo y continuamos callejeando, para pasar
por el cementerio y meternos ya en la cabañera real, que discurre entre
fosforitos campos de ya no tan incipiente cereal, y de abundantes matas de
generoso tomillo, que revientan de aroma el ambiente con su floración recién
salida a este mundo. El lejano cielo se pierde en el horizonte, albergando
caprichosas formas de nubes. Ya queda menos, resistir es vencer.
Paisaje que nos acompaña |
09:00 – Km 63. Cabañera Real. Un poco antes de dejarla y meternos en
sendero, hay otro avituallamiento, en el que te vuelven a sellar la credencial,
y te ofrecen líquidos, que no vienen mal. Llegamos ya a ese tramo de sendero
roto, sendero en terreno erosionado y por el que hay que ir sorteando las
piedras para no tropezar ni clavarte alguna, pero que siempre es preferible a
la tediosa pista. Bueno, en tantos kilómetros, tiene que haber de todo. Ya nos
vamos asomando a la Hoya de Huesca, la que vamos a conquistar, siempre con la
ayuda del patrón. Tanto discurrir por terreno duro, se hace de rogar un tramo
que recordamos entre vegetación, lo que le confiere un lecho suave. Pues no, no
lo encontramos. El tramo sí, pero el lecho suave no. Estaría, sí, al paso del
ganado, pero se ha secado y al solidificarse se torna incómodo de atravesar.
¿Serán excusas? En fin, seguimos. Huerta solar a la vista, y esa apisonadora
que como premio a su jubilación la han subido a un pedestal en donde puede
contemplar sus antiguos fueros carreteros. En seguida ya llegamos al penúltimo
avituallamiento en ruta.
09:50 – Km 69. Apisonadora Roldán, donde nos ofrecen líquidos y fruta.
Atravesamos la autovía por debajo y nos incorporamos a una pista que discurre
entre carrascas, con un arranque de un desnivel elegante, que nos hace
descabalgar del corcel del santo patrón y hacerlo andando, aunque a buen ritmo.
Pasada ya esta pechugada, volvemos a cabalgar hasta el próximo avituallamiento,
que está en una rotonda.
Venga, que ya estamos |
10:15 – Km 73. Cruce Universidad. Aquí estamos, para tomar algo más de
líquido y continuar, que ya queda poco, muy poco. Tanto es así, que con el
objetivo del cerro de San Jorge a la vista, se divisa nuestro destino. Un
destino a vueltas entre historias, leyendas y batallas, como la de Alcoraz,
mantenida por Sancho Ramírez, que asedió la musulmana ciudad desde el castillo
de Montearagón, y que murió en la refriega, agonizando con el siglo XI. Le
sustituyó su hijo Pedro I, quien tuvo que vérselas con los refuerzos islamistas
de la Taifa de Saraqusta. La oportuna aparición de San Jorge supuso el
desempate a favor de los cristianos, lo que le valió el patronazgo sobre este
territorio y sobre este pueblo. También nosotros tomamos Huesca, a través de la
zona urbana, que se nos hace larga, hay que confesarlo. Y por fin, esquina del
hospital para entrar en ese pinar que alberga la gran fiesta de Huesca, y que
siguiendo las indicaciones no vemos que nos suba hasta la ermita, como otros
años, haciéndolo directamente a la llegada.
10:40 – Km 75. Pabellón Huesca. Pues sí, parece mentira, pero sí, ya hemos
llegado hasta aquí, donde nos encontramos con Jesús, que al haber salido a las
diez lleva ya un buen rato. Con los huesos y las articulaciones completamente
acartonados, llegamos como podemos hasta las duchas, donde nos reconciliamos
con todos ellos. Despedimos a nuestras compañeras de viaje, unas zapas que lo
han dado todo por nosotros, peleando en cien batallas.
Plantada del cerezo |
Al mediodía se procede al ritual de todos los años, y al que ningún otro
anterior hemos llegado a tiempo, porque era justo cuando llegábamos al
pabellón. Pero en esta ocasión no nos perdemos, y es la plantada de un árbol en
el cerro. JM Gallego, acompañado por autoridades locales, y jardineros de la
segunda capital del reino, dejan constancia de esta XIV edición plantando un
cerezo ornamental. Y símbolo tras símbolo, se sube a la ermita a ponerle el
pañuelo al santo, algo a lo que ya no nos apuntamos.
Rico, rico... |
Como hay que estar pendiente del bus para el regreso a Zaragoza, somos de
los primeros en entrar a comer. A las doce y media entramos al pabellón a dar
buena cuenta de la ensalada y de la paella, que hay que ver cómo sienta. Justo
cuando anuncian la llamada al bus, llegan los andarines del CA Jaca, que aún
nos da tiempo a saludar y a hacernos alguna foto con ellos. Y poco más, gran
sobada de regreso de nuevo a orillas del Ebro, a donde llegamos antes de las
tres de la tarde.
Pues esto es lo que ha dado de sí esta nueva Jorgeada, ya de por sí dura, aderezada
por el gusto de trotar, y que lo hemos conseguido en la mayoría del recorrido.
Son 75 km, que aunque apenas exentos de desnivel, sí que tiene alguna rampeta
desafiante. Bien se vale que hemos ido de la mano del patrón, que ha aguantado
hasta aquí, trayendo a raya punzada tras punzada a ese dragón que a cada paso
acechaba en las tinieblas de la noche. Como aquellos viejos conquistadores, nos
sentimos satisfechos, muy satisfechos, y seguiremos diseñando conquistas y
dando más batallas.