martes, 29 de diciembre de 2015

Buñero, el as de la Carrodilla

IXOS MONS
El Buñero (1.109 m)
Domingo, 27 de diciembre de 2015



            Somontanos oscenses. Antesala del Pirineo. Terreno mediterráneo. Carrascas, mítico y místico, apabullante en ocasiones, ser protagonista de historias y leyendas, de brujas y embrujadas. Será o no será, pero lo que sí resulta ser es una extraña y agradable sensación cuando entre ellas te deslizas, cuando a ellas las sorteas para seguir tu camino. Un camino olvidado con el tiempo. Un tiempo que las ha ido acercando hasta cegar el camino. Tiempo y camino. Camino y tiempo. Eso es lo que hoy hemos tenido y eso es lo que hemos compartido con amigos del Club Litera de Montaña, de Binéfar, y del Centro Excursionista de La Ribagorza, de Graus. Y todo ello para alcanzar la cima del Buñero, máximo exponente de la sierra de La Carrodilla.


Nos ponemos en marcha
            Binéfar, capital de La Litera. Estación de autobuses. Perezoso el reloj para llegar a las ocho de la mañana, de una mañana que si se quisiera mirar al espejo se vería velada, abrumada… vamos, que apenas se vería. Con esas nieblas por montera y con la esperanza de que no nos sigan demasiado, ponemos rumbo a Alins del Monte para comenzar esta jornada de montaña. Una jornada que va a discurrir intermitentemente por el GR 18 que partiendo de Fonz recorre La Ribagorza, y el GR 23, que recorre parcialmente La Litera. Y efectivamente, por encima de las nieblas hay vida. Conforme la sinuosa carretera va tomando altura vamos sacando las cabezas por encima de ella.

Centinelas del invierno
            Salimos de esta pequeña población a través del PR HU-117, que pronto nos conecta con el GR 23, que lo tomamos en dirección Fonz, pero por poco tiempo, porque a través de unos campos que añoran tiempos mejores nos desviamos a la derecha para recorrer un itinerario inédito en esta época, un itinerario entre carrascas y aromáticos romeros y tomillos, un itinerario, decimos, que va recorriendo viejas fincas ancladas en el pasado y que no han sabido sobrevivir a él.

Por el barranco de Congustro
            La protagonista de hoy es la sierra de La Carrodilla, pero al sur, y paralela a ella hay otro cordal que tenemos que atravesar, y lo hacemos por uno de los pocos lugares que la orografía permite. Barranco de Congustro, que una vez superado nos ofrece vista ya sobre nuestro objetivo de hoy, esa sierra con su sagrado enclave de vírgenes y carrascas. Aunque bien es cierto que el verdadero objetivo, la cota más alta de la sierra, el Buñero, se mantiene a resguardo visual.


Llegando al santuario
            El sendero, sustraído recientemente a la vera de las carrascas, nos lleva al GR 18, que por pista va, hasta que lo abandonamos para visitar un pequeño espacio como de captación de aguas, lo que fue un pozo de hielo, y en el que unas mesas invitan a echar un bocado. - La fuente Mentirosa está por ahí. Hay quien dice, justificando su nombre porque tanto da agua como no. De nuevo nos incorporamos al GR 18, donde encontramos señales que reivindican su uso compartido con BTT. Para llegar al santuario, un poco antes, nos desviamos a la izquierda, con el fin de tener una mejor vista sobre él al aproximarnos. Hemos cambiado de término y de comarca. Estadilla, del Somontano de Barbastro, es donde está ubicado este enclave, que alberga un complejo de construcciones añadidas al templo que, según cuentan, data del siglo XIII, y según cuentan también, sus orígenes se basan en la aparición de la virgen subida al carro de unos carboneros, pidiéndoles que erigieran allí un santuario para venerarla. No quisiéramos extendernos más sobre ello, únicamente dejar patente el vínculo de la aparición con las carrascas, dueñas y señoras de lo lugar, constatando una vez más la estrecha relación de lo místico con las fuerzas de la naturaleza.


Crucero del santuario
            A las puertas de la entrada al templo, una gran explanada, y en uno de sus cantos un crucero es el punto de partida. Seguimos por el GR 18, pista que abandonamos para tomar un sendero, que la burla hasta dar de nuevo con ella, y a través de un nuevo sendero que nos viste de carrasca damos vista ya al gran norte, y en pocos pasos a la cumbre de la sierra, al Buñero, provista de vértice geodésico, y por las siempre incómodas, visualmente hablando, antenas y sus construcciones. Despejado por el norte. Con nieblas por los somontanos, hoyas y tierras bajas. Tras el bocado y fotos de rigor, acometemos el descenso por otro itinerario, que poco a poco nos va metiendo en el seno de otro barranco, que al tiempo de expulsarnos nos muestra el desvío al Abrigo del Forao del Cocho, que algunos tomamos para hacerle una visita.

Pinturas rupestres
            Se trata de un carasol en unas cuevas con poco fondo, donde unas verjas protegen unas exiguas pinturas prehistóricas englobadas en el arte rupestre aragonés. Volvemos al sendero de bajada y llegamos al santuario, desde donde una vez agrupados, continuamos el retorno. Y lo hacemos esta vez por la pista cuyo último tramo no hemos traído al venir, desandando lo andado hasta atravesar de nuevo el amplio barranco de Santacún y llegar a la bifurcación, para disociarnos del sendero que traíamos y seguir por el GR 18, para subir hasta el collado de la Cruceta de Alins, otro de los pocos flancos para superar esta otra pequeña sierra, y desde el que encontramos en mucho mejor estado las marcas rojiblancas. Bajamos hasta el arranque del GR 23, donde nos volvemos a agrupar para en la recta final ya llegarnos hasta el pueblo que nos ha visto salir. Y qué menos que darnos una vuelta para ver de cerca la iglesia, que con vocación de fortaleza se alza en lo alto de la loma, junto a los restos del castillo. Una iglesia de origen románico y que reza a San Juan.


Carrascas monumentales
            La tarde cae con rapidez sobre estos montes, unos montes que se esfuerzan por salir adelante. Unos montes con el alma desgarrada entre el llano y la montaña. Unos montes imprescindibles, que lo fueron para las chens de antaño y que quieren seguir siéndolo. Hoy, con la misma tristeza que ves a un animal acercarse a la trampa de su depredador, así hemos visto a las plantas, a los árboles, que comienzan su ciclo de expansión sin haber tenido el suficiente de reflexión. Así los hemos visto, dirigiéndose prestos a la trampa de un invierno por venir, que lo va a hacer de golpe, y que los va a pillar desprevenidos, causándoles posiblemente graves trastornos. Sí, así hemos visto hoy el monte y sus moradores.

            Entre puyar y baixar, barrancos, bordas espaldadas, santidades, prehistoria, carrascas, oliveras y amistad, han sido 7h 30’ de compartir caminar y camino, del que 5h 15’ han sido en movimiento, para completar los 21,4 km de esta estupenda circular para llegarnos a un monte injustamente reivindicado sólo por el lado más occidental. Un monte que apenas pasa de los 1.100 metros de altitud, pero que para llegar a él, hemos hecho más de 1.200 de desnivel acumulado. Se hace de rogar.
  


(la de cierre es de Carlos Bravo)


martes, 22 de diciembre de 2015

Belén Popular CP Mayencos Oroel 2015

IXOS MONS
Belén Popular Oroel 2015
CP Mayencos
Domingo, 20 de diciembre de 2015



            Como un hijo, que lleva meses fuera de casa, y cuando viene por Navidad lo hace de golpe. Como esas plantas en las que ya se agolpa la inmensa fuerza de la genética en sus brotes. Como esos animales de paso, que no saben si van o vienen. Y como integrantes de ese gran escenario natural de la vida, así estamos todos en esta entrada del invierno astrológico, que no meteorológico. Cuando dos seres que tienen que caminar de la mano no lo hacen, cuando se tiene que producir el encuentro y no lo hace, se genera dolor. Así estamos nosotros, a la espera de este invierno que no termina de llegar.

Saliendo del bosque
            De cualquier modo, no altera nuestros planes, no altera nuestra tradición de subir el Belén Popular a la Peña Oroel y colocarlo bajo las faldas de la Cruz. Una treintena larga de socios y simpatizantes partimos del Parador al filo de las nueve de la mañana, para integrarnos en el bosque, para formar parte de ese paco de Oroel, que desde el Campo de Jaca mira con una cierta envidieta a ese Gran Norte de donde le vienen las nortadas más airadas.


            Con viejos amigos, que no amigos viejos, vamos serpenteando a través de sus treinta y tres curvas el camino que nos lleva al collado, donde salimos del bosque. Un bosque que algo nos protegía, porque en saliendo de él sentimos ya que el viento refresca nuestro aliento. Optamos por el sendero de la cornisa, que nos conduce a ese gran hito de piedras que al subir o al bajar, cada uno vamos aportando, dejando con ellas nuestras ilusiones, nuestras esperanzas, nuestros buenos deseos. Sentimientos todos ellos que de bien nacido está bien tener, pero que en estas fechas se amplifican.


En torno al belén
             Finalmente llegamos a la Cruz, y lo van haciendo todos. Se abren las mochilas, sale ropa de abrigo, algún bocadillo, cava y frutos de la época, que se comparten, como los mejores deseos. También sale el belén, que se coloca bajo las faldas de la Cruz, y en torno a ella nos situamos para el ritual de todos los años, alguna lectura, algún villancico y alegría, mucha alegría. Un año más, y ya van muchos, hemos cumplido con la tradición, y atentos estamos para ver si tenemos entre nosotros a esos cuatro precursores que el 29 de diciembre de 1968 comenzaron esta bonita historia. Germán Lanaspa, Ángel Mesado y Miguel Ángel Pardo nos acompañan, pero nos falta Fernando Val. Estamos a dos años de celebrar ese 50 aniversario, a ver si para entonces estamos todos.

            Y poco más, de vuelta al Parador y cada mochuelo a su olivo. Queremos agradecer su asistencia a quienes nos han acompañado, socios, simpatizantes y amigos, para cumplir con esta tradición. Aprovechamos la ocasión para desear a todos una FELIZ NAVIDAD, y que el año próximo venga cargado de muchas y buenas montañas.
  



domingo, 13 de diciembre de 2015

Cuculo y San Salvador, el Belén del CP Mayencos

IXOS MONS
Cuculo (1.549 m)
San Salvador (1.547 m)
Sábado, 12 de diciembre de 2015



            San Juan de la Peña es una de las llamadas Sierras Exteriores del Pirineo, y entre ellas y él hay una peculiar relación. Mientras que ellas se sienten un poco ninguneadas y miran a él con un poquito de envidieta por su porte, por su altura, por su elegancia, él en ocasiones admira que el tiempo se porta mejor con ellas, quizá por su humildad, por su sumisión. Unas y otro tienen razones. En el fondo se buscan, se quieren... y por qué?, porque se complementan, pero no están juntas, la historia geológica, medida en eones, los ha separado, condenándoles a buscarse permanentemente con la mirada, enviándose mensajes en los pliegues del viento. Entre ambos, la gran depresión del río Aragón, que da nombre al territorio hasta que se vuelve navarro.

Arrancamos por el barranco de
Carbonera (foto de José Antonio)
            En una nueva salida del CP Mayencos, esta vez un grupo de trece, siguiendo la tradición de más de nueve lustros, hemos subido el Belén Montañero del Club a un monte cercano, a un monte humilde, modesto, pero que se ha sabido buscar su hueco en el espacio visual. Se trata del Cuculo, una avanzadilla que la Sierra de San Juan de la Peña tiene hacia el norte, hacia los abismos de la Canal de Berdún, cuya depresión ha ido labrando el río en su devenir durante miles, millones de años. Un monte éste, que no sólo se aúpa sobre su norte, sino que lo hace sobre sí mismo, presumiendo de ser el más alto de la sierra, incluso más que su gemelo San Salvador, que por no ser osado, por no querer despegarse de su madre, se ha quedado con dos metros menos de altitud. De todos modos, y para evitar malos rollos entre ellos, decidimos visitarlos a los dos, aunque el Belén se queda colocado en el Cuculo, verdadera atalaya sobre el Gran Norte.


Llegando al collado
            Cuatro vehículos, que dejan su muy valiosa carga humana en el barranco de Carbonera, junto a la pila de agua, suben a San Indalecio para quedarse tres esperando el regreso de ese cargamento para no repetir itinerario. Nos ponemos a la faena. Y lo hacemos por un bosque replegado en sus asuntos, no hay nada que le motive mostrarse como tiempo atrás, pletórico, deseoso de agradar. Ahora lo tenemos entretenido en sus funciones internas, en sus laboratorios de vida, de renovación, para volver a dar lo mejor de sí mismo la próxima temporada. Y con esas reflexiones y ese respeto, y no sin jadeos debido a las fuertes rampas, llegamos en poco más de media hora al collado de las Eretas, donde se desgarran estos dos montes que hoy vamos a visitar.


De contemplación
            Tomamos dirección norte, para salir del bosque y transitar ya por sendero entre pastizales, con buenas vistas sobre un más que amplio territorio, que pronto nos apresuramos a reconocer desde esta sierra que hoy hemos puesto bajo nuestros pies. Cercana visualmente, y en el corazón, la Peña Oroel, hermana de ésta, y que la gran tormenta geológica ha dejado varada en este mar del tiempo un poco más a levante, y cuya proa se alza orgullosa resistiendo los cierzos más airados. Otros cuarenta minutos desde el collado y aquí estamos, con el portal, sus figuricas y alguna herramienta para sujetarlo.

En la Atalaya
            Fotos y más fotos. Burbujas al aire para celebrar un año más la llegada de la Navidad, que amén de respetables y particulares connotaciones religiosas, es una época entrañable y de recogimiento, como la de esos árboles que poco caso nos han hecho hoy a nuestro paso. De vuelta al collado para tomar la senda del Maquís, y por otra fuerte rampa llegarnos hasta San Salvador y su ermita, donde se nos abren espectaculares vistas al sur y a poniente, sobre la cuenca del Gállego. Tristes montes sin apenas ramoneo. Este monte, dos metros más bajo que el Cuculo, a diferencia de éste, tiene vértice geodésico. También tiene una extensión hacia las tierras de Bailo, en cuyo extremo una bandada de buitres está oteando el horizonte. Y como no queremos ser menos, hacia allí que nos dirigimos nosotros también. Queremos ver lo que ellos, sentir lo que ellos. Y lo hacemos, la travesía aérea nos lo permite.


            Ya de vuelta a la ermita, para comenzar ya nuestro regreso por la senda del monte para eludir la pista hasta el último tramo, que nos lleva ya a la pradera de San Indalecio, que atravesamos para llegar a los vehículos, tras haber pasado una extraordinaria mañana de monte, en muy buena compañía. El track del amigo José María, arroja los siguientes datos: para una distancia de 10.8 km se ha invertido un tiempo total de cerca de 5 horas, con casi 3 en movimiento. El desnivel se cifra en casi 900 D+ y más de 700 D-.



lunes, 7 de diciembre de 2015

Murillo - Ayerbe, por el Reino de los Mallos

IXOS MONS
Murillo - Ayerbe
Domingo, 6 de diciembre de 2015



            Entrados somos en diciembre. Lejos queda ya ese inoportuno zarpazo de un invierno que golpeó de forma brusca sobre corredores, andarines y voluntarios en el Valle del Aragón hace unas semanas, y que con las mismas, se fue a dar lección a otra parte. Invierno. Ni está, ni se le espera. Vuelve la estabilidad atmosférica, que nos proporciona frías noches y amaneceres, y cálidas jornadas en estos cortos días de un otoño que sigue en su agonía entre la media montaña. A ella nos dirigimos hoy, con un nutrido grupo de Andarines del Club Atletismo Jaca para explorar los andurriales entre Murillo de Gállego, que una pica zaragozana pone en tierras oscenses, y Ayerbe.

Transitando por la pasarela
            Reino de los Mallos, que lo fue entre 1097 y 1111, entre amores y desamores palaciegos, entre cuitas y ambiciones, entre dotes y bodorrios. Reino de los Mallos, reino entre los reinos. Riglos, Rueba, Agüero, verdadero reino, con formaciones geológicas que pausadamente brincaron del fondo marino con su paz inundada de saladas aguas, apuntando al infinito, donde inunda también la atmósfera visual del caminante, donde el Gállego ha sabido buscar su camino en pos de la tierra baja, donde desafía las leyes de la gravedad poniendo a prueba la destreza de los itinerantes en esos caminos verticales, donde acuden todas las miradas, donde uno se hace pequeño ante su grandeza. Hoy, con la mayor admiración, humildad y respeto, y casi, casi de puntillas, pasamos de nuevo a tus pies camino de otro de los bastiones de ese antiguo y fugaz reino.


Llegada al apeadero
            Otro día despejado entre los días despejados, pero al brincar el alto de Santa Bárbara, nos asalta la niebla amulagada en su cara sur, temiéndonos lo peor. Pero en la confianza de que la fuerza del día la haga replegarse a sus cuarteles fluviales, y tras dejar tres vehículos en Ayerbe y regresar con otro hasta Murillo, trece andarines, nos ponemos en marcha. Por el Camino Natural de la Hoya de Huesca, veinticuatro palos repiquetean en el asfalto de los primeros compases, que el fresco reinante hace que los pasemos apresuradamente. La bajada a la cuenca del Gállego no ayuda nada a ese confort térmico, la corriente de agua lleva aparejada la de aire, pero que se ven mitigadas por la distracción que supone el tránsito por esa pasarela que nos lleva a la margen izquierda, donde al cabo del empinado sendero, éste se dulcifica para llegar calmado al apeadero de Riglos, en el que tantas veces hemos subido y bajado de ese canfranero que nos acercaba desde la capital hasta este verdadero reino de la escalada.


Un breve descanso en el barranco
            En poco está ya la llegada a esta población, en la que unos olivos centenarios nos dan la bienvenida mostrándonos sus retorcidos troncos, ajados por el tiempo y la intemperie. Transeúntes del tiempo vertical colgados en las paredes donde el perfecto maridaje de la arenisca y los cantos rodados, hacen de la actividad una extraña mezcla entre delicia y sufrimiento en sus retos y desafíos. Seguimos camino adentro. La niebla reinante se ha reducido a trazos testimoniales que adornan el cauce del río. Pasamos por debajo de los mallos grandes, luego de los pequeños, y el barranco de la Mota nos encauza entre el Paredón de los Buitres y Os Fils, para ya por empinado sendero ir sacando cabeza sobre todos ellos y alcanzar la pista que nos va a llevar hasta la ermita de San Miguel, habiendo pasado por el desvío al Mirador de los Buitres.

En la ermita de San Miguel
            Aquí, en San Miguel decimos, junto a las ruinas del castillo de Marcuello y la iglesia de la Virgen, dejamos el Camino Natural y seguimos por el GR 1 en dirección a Linás, que nos recibe con auténtico ambiente de pueblo de media montaña en esta época del año. Olor a ganado estabulado. Nadie por la calle. Apenas dos nativos al sol, a los que les preguntamos la dirección para Ayerbe. Comienza con una cuidada pista en la parte baja del pueblo, donde un cartel indica que nos quedan 6,3 km hasta nuestro destino. De puntillas pasamos por entre campos de olivos que dejan entrever escopetas y escopeteros. No está tan claro el camino como nos dijeron, pero seguimos con más intuición que certeza, hasta llegar al barranco de Siscoya, que para penetrarlo hemos de dar un buen rodeo.


Llegada a Ayerbe
            Nos encontramos con un huerto solar, y suponemos que ahí es el punto en el que tendríamos que haber seguido por la izquierda en lugar de por la derecha. La falta de señalización y el temor a desviarnos rumbo a Loarre, hizo que nos presentáramos en la carretera como kilómetro y medio antes de Ayerbe. Tramo carretero que hacemos en fila india y con ganas, a pesar de ser lo último ya de la jornada. Pero la llegada a Ayerbe no representa el final de la andada, que la búsqueda de la Feria de la Cerveza nos hace alargarla otros casi dos kilómetros. Pues eso, ahí termina esta historia, no sabiendo decidir entre 8 ó 10 grifos cerveceros y algo de picoteo.

            Al final han sido casi 19 km, con 4 h de tiempo total, del que 3h 30’ han sido en movimiento, con casi 800 metros de D+ y 720 de D-, en un emocionante paseo de altos vuelos por la historia del Reino de los Mallos y la geografía de los mallos del reino. Una mañana diez. Hala, y cada mochuelo a su olivo.
  




El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=11604809

martes, 1 de diciembre de 2015

Petrechema, colgado en el abismo

A TUCAS ALBARS
Petrechema (2.371 m)
Domingo, 29 de noviembre de 2015



            Una nueva salida del programa de montaña del CP Mayencos. Salida que tuvo que ser aplazada a causa del mal tiempo, pero que por fin la hemos podido buscar acomodo en el calendario. Para noviembre nos gusta poner una por estos valles, para poder degustar el plácido otoño, y cuál ha sido nuestra sorpresa que entre su adelanto en marchar y nuestro retraso en venir, ya no está. Se ha ido, especialmente de las cotas altas, habiendo cubierto su lugar un manto nivoso espectacular, que ha tenido que luchar contra los enfurecidos vientos, y en aquellos lugares donde ha ganado la batalla, se ha mantenido de forma placentera también, bajo una fina capa de nieve dura, de la que le gusta a cuchillas y crampones.


Dispuestos para la marcheta
             Ocho mayencos, ocho, hemos madrugado más que el día para ponernos en camino hacia los siempre agradables dominios de la cabecera del valle de Ansó. Concretamente, nuestro punto de partida hoy es el Plano de los Llanos, donde se ubica el refugio de Linza, que con sus 1.340 metros de altitud es un excelente lugar para lanzarte a cualquier conquista de los alrededores. Hoy, en nuestro caso, es en el Petrechema donde tenemos puestas todas las miradas. Y a él vamos.

Ástrid en plena progresión
            El día está fresco, radiante, prometedor. No son las nueve y media cuando partimos del refugio, Ástrid y Julio porteando esquíes; y los demás, Josemari, Javier, Paco, Arturo, Manuel y el que suscribe, raquetas y crampones. Los primeros pasos crujen al ir posándolos sobre la hierba y el barro helados. En torno a los 1.700/1.800 metros van a pareciendo ya las primeras nieves sobre nuestros pies. Los esquiadores se tiran sobre sus largos calceros, mientras que los otros vamos aguantando sin pinchos. En hora y media nos presentamos en el collado. Cuchillas a los esquíes y crampones a las botas. Nos metemos en el paco de la Punta de la Escalerilla, y lo que es un cómodo sendero en época estival, se convierte en un paso a media ladera nada cómodo de transitar. Pero lo hacemos, no tenemos otra.


Agrupando para el asalto final
            Al cabo de otra hora nos plantamos ya frente a la subida definitiva, una nevada loma con brusca caída a ambas vertientes nos aguarda. A ella vamos, dejando aquí los esquíes. Casi otra hora de aproximación, culminada con el paso por varias antecimas, que todas te parece la última, pero que no lo es, hasta llegar, ahora sí, al alto definitivo. Siete en una estrecha plataforma de cumbre rodeada de abismo en tres de los cuatro costados. Uno de esos costados, el de levante, está ocupado en proximidad por la Grand Aiguille d' Ansabère. Impresionante. En un ambiente totalmente invernal, aunque con un día totalmente radiante, comenzamos poco a poco el descenso hasta donde se habían quedado los esquíes, desde donde Ástrid y Julio trazan visualmente el itinerario de descenso y se deslizan por él. Los demás, por nuestra parte, a desandar lo andado.



Grand Aiguille d' Ansabère
            Poco más de media hora y nos presentamos en el collado de Linza, donde nos habíamos puesto los crampones, pero que ahora mantenemos para seguir con ellos mientras se mantiene la nieve. Una nieve que es sustituida por barro hasta la llegada al refugio. Han sido 13 km, en 5h 45’ de tiempo total, del que 4h han sido en movimiento, para hacer 1.080 metros de D+ y los mismos de descenso. Hemos saldado más que dignamente la deuda que teníamos con este monte, con el mejor final que se conoce, que es en torno a una mesa, en este caso una de las del refugio de Linza, donde Beni, nos ofrece un platerón de alubias rojas y buenas viandas, que no podemos rechazar.
  




lunes, 30 de noviembre de 2015

Tozal de Cubilás, el segundón de Guara

IXOS MONS
Tozal  de Cubilás (1.938 m)
Sábado, 28 de noviembre de 2015



            Últimos coletazos de esta vuelta de mal tiempo sobre el Pirineo. Para mañana dan mejor, pero hoy habrá que aguantarlos, y como siempre hay recursos para bailar con ellos, pero menos, los aprovechamos a tope. Nos vamos a la Sierra de Guara, a hacer el Tozal de Cubilás, que con sus 1.938 metros es la segunda cumbre más alta, sólo superada por el Tozal de Guara, en el extremo occidental del mismo cordal. Un macizo éste que goza desde su solana de unas extraordinarias vistas sobre la Hoya de Huesca, y desde su paco se asoma al Valle de Nocito, que se retuerce en su agonía. Un macizo éste que retiene las nortadas más airadas, y que cuando no puede más con ellas las desparrama por toda su solana, como ha sido hoy el caso. Un macizo éste, decimos, que se ha mostrado pelín hostil con nosotros, pero que le hemos sabido demostrar que sus feroces vientos no nos echan atrás, y que si quedamos con él es para cumplir. Vamos.

Parroquial de Santa Cecilia
            Huesca, carretera N-240 dirección Barbastro. Pasado el PK 203, desvío a la izquierda, carretera A-1227. Pasado Panzano, desvío a la izquierda para llegarnos a Santa Cilia de Panzano, donde comienza nuestra ruta, cuya ida y vuelta va a discurrir por el mismo trazado. Este pequeño y recogido pueblo, del municipio de Casbas de Huesca, cuenta con una muy reducida población estable, y cuenta con un Centro de Interpretación de la Red Voltouris llamado Casa de los Buitres, donde hay profusa información sobre la avifauna más característica de estos lares, especialmente Quebrantahuesos, Buitre y Alimoche. También lo hay del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara.

Los romeros del monte
            Santa Cilia de Panzano. Nueve y media de la mañana. Diez grados. Viento, mucho viento. Claro por las tierras bajas. Nieblas agarradas a la sierra. Dos paisanos por el pueblo, que coinciden al decir que no esperaban este tiempo, que las nieblas levantarán y el viento calmará al mediodía. Cogemos la parte alta por montera y nos sumamos al paisaje de un ancho camino que conduce decididamente hacia el monte. El viento sigue pegando duro, pero las nieblas ya van desapareciendo. Poco a poco vamos avanzando y dejamos atrás el desvío a la ermita rupestre de la Virgen de Arraro, del siglo XII. Balsas de Fondarrés, junto a la salida de una pequeña senda que pronto nos lleva a un mapa informativo, que nos apercibe de los principales montes de la sierra.


Cuello de la Cruceta de Cubilás
             Continuamos nuestro camino y dejamos atrás también, y a nuestra izquierda, el desvío al Tozal de Guara, la dama mayor de la sierra. Nuestro itinerario está marcado con la dirección a Used, y así es hasta el Cuello de la Cruceta de Cubilás, donde lo dejamos a la par que nos quedamos admirados por las vistas que nos ofrece sobre las nevadas montañas de nuestro Pirineo. El viento que veníamos soportando a la subida, aquí se amplifica hasta el infinito, lo que nos obliga a abrigarnos. Ha barrido las nieblas, pero permanece para cobrarse su tributo sobre nuestro disfrute. Pero no vamos a cejar en nuestro empeño, y aunque nos haga agacharnos, no nos va a detener.

Cumbre del Tozal de Cubilás
            Los últimos pasos crujen bajo nuestros pies. Encontramos hielo incrustado entre las piedras, que no pone en peligro nuestra progresión, pero que ahí está. A cada paso que damos se nos acerca más la visual de esa cumbre habitada por una caseta y unas antenas que ahuyentan cualquier sensibilidad que se precie. Pero es lo que hay. Al menos sirve para mitigar el viento. Ahí estamos, pero poco, no hay quien pare. Cuatro temblorosas fotos, imposible una buena, y para abajo, en busca del collado y a seguir desandando nuestros pasos.

Balsas de Fondarrés
            Como el itinerario de regreso es sobre el de subida, no queda más que desandar lo andado. Collado, desvío al Tozal, balsas de Fondarrés, desvío a Arraro y más apacible ya, la llegada a Santa Cilia. El viento nos ha cansado, pero también nosotros a él. Sencillamente se ha calmado. A la entrada al pueblo hay un pequeño espacio de juegos infantiles que da acceso a un imponente mirador sobre toda la sierra y la avifauna que la sobrevuela, a ella y a nosotros.

            Y poco más, al coche y a casa. Contentos por haber pasado un día más de monte, y especialmente porque a pesar de los elementos, ha despejado y las vistas han sido extraordinarias. Por un momento nos hemos sentido libres como esas aves que extienden sus alas en el espacio, sobre los montes, sobre los ajados campos, los olivos, los almendros, los bojes y los romeros… también sobre la memoria. Han sido 17,4 km, en un tiempo total de 5h 45’, del que 4h 30’ ha sido en movimiento, para salvar un desnivel de 1.260 m D+.