IXOS MONS
Muela de Beratón (1582 m)
Muela del Morrón (1663 m)
Domingo, 9 de julio de 2017
Cabecico del Moncayo
A cuántos pueblos mantienes
Unos con cargas de leña
Y otros con cargas de nieve
¡Aivá!
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Entrada a Purujosa, bajo la ampliación
de su albergue |
Hoy comenzamos con esta coplica,
a modo de jota, de Cecilio Lumbreras, que a principio del siglo pasado ya
ensalzaba las bondades de estos lugares en los que una localidad, Purujosa, que
en aquella época, tampoco hace tanto tiempo, era habitada por unas 450
personas, como diez o doce veces más de los actualmente censados. Y decimos de los
actualmente censados, porque son los considerados de derecho, ya que de hecho
deben andar en torno a la decena. Entre unos y otros han aunado esfuerzos en
los últimos lustros para no dejar morir a esta villa, consiguiendo que no
perdiera su municipalidad. Más purjosanos adoptivos que nativos a la postre,
pero todos con unas ganas inmensas de participar, de no dejar morir esa esencia
celtíbera de aquellos pueblos prerromanos tan pegados a la tierra, a una tierra
hoy cuasi olvidada en ésta la llamada Cara Oculta del Moncayo. Unos purjosanos,
de una u otra índole, que orgullosos están de su Padre Francisco, el ermitaño
de la ermita de la Virgen de Constantín, próxima al casco urbano. Unos purjosanos
que, como curiosidad podemos decir que viven en el pueblo más pequeño del mundo
con semáforos, sí, porque hay dos para ocho calles.
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Panel informativo del GR 90, señalizado como Sendero Turístico de Aragón,
a su paso por Purujosa |
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Información sobre las muelas de Purujosa |
Cuando hablamos de la Cara Oculta
del Moncayo no es porque tenga algo de qué avergonzarse, no, ni muchísimo
menos, todo lo contrario, muestra con gran celo, pero con enorme orgullo sus
valores medioambientales y paisajísticos, hoy en día incluidos en ese espacio
natural protegido del Parque Natural del Moncayo. Muestra con enorme orgullo su
rico pasado, desde la Edad del Bronce hasta nuestros días, pasando por la intensa
época medieval, en la que perteneció al Monasterio de Veruela, donado por Alfonso
II en 1177 con ese "Laudo etiam
atque concedo vobis Perillosam cum terminis heremis et populatis scilicet, a
Pinna de Águila usque ad Pinnan Perforatam et castello de Oliveto usque ad
Chovas de Alondas..., en el que se pueden reconocer los límites a la sazón,
asombrosamente coincidentes con los municipales de los de hoy en día. Su casco
urbano, con gran acierto llamado “Nido de Águilas” colgado desde hace centurias de
unos grandes riscos en la cabecera del Isuela, llama la atención del visitante
que por aquí se acerca a disfrutar de él y de su entorno, o sencillamente va de
paso a las cercanas tierras sorianas, con las que comparte ese singular vivir a
las faldas del macizo del Moncayo, que alberga en el pico de San Miguel la
mayor altura del Sistema Ibérico, tan abrazado, y no sólo etimológicamente, al
padre Ebro.
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Muelas de Beratón y del Morrón, sobre el barranco de la Virgen |
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Purujosa, el "Nido de Águilas" |
¿Y por qué hablamos tanto de un
pueblo en un blog de montaña? Pues porque el paisaje no se entiende sin el
paisanaje… y viceversa. Porque el paisaje, junto con los fenómenos naturales,
ha sido labrado por el paisanaje. Porque el paisaje forma parte de la cultura.
Porque el paisaje forma parte de la historia. Hoy, con los amigos Paco y José
Manuel, del club ISUARA de Illueca, grandes conocedores de ésta su tierra, y de
sus inmensas posibilidades, nos adentramos en este paisaje, nos adentramos por
estos pliegues de la montaña, donde se aúnan grandes mesetas de suaves laderas
por un lado, pero cortadas a tajo por otro, con profundos barrancos por los que
discurre la poca agua que las entrañas del Moncayo no se guardan para sí
filtradas por el terreno calizo que lo compone, nos aupamos a esta Corona Norte del Aranda, donde emprende el vuelo la comarca. Hoy, con los amigos Paco y José
Manuel, decimos, nos acercamos a Purujosa para dar comienzo y fin a una
espectacular circular que conjuga ambos escenarios, subimos al cielo de la
comarca, las muelas de Beratón y del Morrón, y bajamos a uno de los barrancos más
asombrosos, el Valdecongosto, cuyo nombre es su mejor tarjeta de presentación.
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Comenzamos la ruta |
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Barranco de la Virgen |
Dejamos el vehículo en el mismo pueblo,
para tomar el GR 90, recientemente señalizado como Sendero Turístico de Aragón,
que cruza el casco urbano, con el permiso del semáforo. En la cara norte del
pueblo nos asomamos al espectacular escenario de nuestros pasos de hoy, ya dominado por esas enormes muelas, nuestros
objetivos, la de Beratón, compartida con esa localidad soriana, y la del Morrón,
compartida en este caso con Añón, de la comarca de Tarazona. Visualmente entre
ellos, a nuestros pies, el enorme tajo del barranco de la Virgen, labrado por
la erosión de milenios entre este terreno calizo.
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Oficios perdidos |
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Primavera del Moncayo |
Seguimos las marcas rojiblancas,
hasta que al cuarto de hora las dejamos que sigan hasta el fondo de ese
barranco hasta encontrar el peirón de la Virgen de la Leche, para adentrarse en
el barranco de Cuartón. Unas marcas que pasan con gran devoción por este recién
restaurado pilón, que llaman por aquí, al igual que lo hacían antaño las gentes
que se dirigían por este viejo camino de Tarazona, antes de la construcción de
la carretera. Si echamos la vista atrás podremos contemplar ese "Nido de Águilas" con el que se denomina a esta villa colgada en sus riscos. Continuamos pues
barranco arriba por entre la profusión de una primavera tardía. El poco tránsito
por esta zona hace que la vegetación se entregue al visitante.
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Progresando por el bosque |
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Aproximándonos al objetivo |
La entrada a unas viejas pistas
hace que se vaya empinando el trazado. Tras el paso por una red de pistas que
bien conocen los paisanos, llegamos a un punto en el que cambiamos lo empinado
de esta última, bajo la imponente mirada de los acantilados, por el más
empinado todavía tránsito por el bosque campo a través, hasta dar con una senda
que nos arrima a la pared, que ya nos exige más atención, llegando incluso a
usar las manos en algún paso. Un último esfuerzo para subir a la muela, una
enorme planicie cortada a pico por esta vertiente y gran parte de la otra.
Vamos al filo de la muga con Beratón, y en consecuencia con la provincia de
Soria, que unos metros cruzamos para poder decir que a los 1582 metros, hemos
hecho cumbre en la llamada Corona Alta, gozando de unas vistas extraordinarias,
entre otras cosas hacia nuestro siguiente objetivo, la Muela del Morrón.
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Asalto final |
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Al filo de la muga, al filo del abismo |
Sin
perder mucho tiempo, vamos bordeando el acantilado NW en busca de una vía de
descenso poco comprometida. Damos vista al Alto de San Mateo, donde se
encuentran restos de construcciones dispersas por todo el cerro, destacando los
derrumbes de piedras que podrían corresponder a las antiguas murallas de un
despoblado medieval, mezclado con los restos del castro celtibérico. Al pie ya
de los enormes murallones de roca de la Muela de Beratón, que albergan grandes
oquedades sin duda empleadas antaño como apriscos, tomamos una senda que por
encima de un barranco tributario del de El Hoyuelo, nos lleva hasta el collado
de la Atalaya, entre la muela y el pico homónimo. Continuamos por tierras
sorianas, por la curva de nivel de los 1500 que nos deja el collado, para meternos
a nuestra comarca al filo de la de Tarazona en la muga con Añón y auparnos por
el calizo terreno de esta otra muela, la del Morrón, que en el mismo filo del
acantilado, es el techo de la del Aranda, que la tiene toda al sur, a sus pies.
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En la Corona Alta, cumbre de la Muela de Beratón |
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Oquedades en la cara NW de la Peña de Beratón |
Las
Peñas de Herrera actúan como telón de fondo en nuestro descenso. Unas peñas que
también son disputadas por las comarcas de Tarazona, Borja y Aranda, y que se aúpan
para dejarse ver entre las nubes. Bajamos hasta el collado de la Estaca, donde
retomamos el GR 90 (antiguo GR 90.2) de vuelta ya a Purujosa. Por viejos
caminos que burlan la pista, en un cuarto de hora llegamos a uno de los puntos de agua más significativos de este entorno calizo, la fuente del Col, donde
aprovechamos para echar un bocado. Estamos en la cabecera del barranco de
Valdecongosto, al que luego accederemos a través del de Hoya Barrán.
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Llegando a la Muela del Morrón |
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Las Peñas de Herrera |
Dejamos
atrás este atractivo rincón, dotado además de una pequeña balsa para la lucha
contra incendios. Continuamos un tramo por la pista, que abandonamos para tomar
un sendero a la izquierda que nos mete a éste último barranco mencionado, que
transcurre por unos ya abandonados bancales. Al confluir con el principal vemos
más cercana esa Peña del Tolmo de la Cina, que ha estado presente durante toda
la mañana, y que separa ambos barrancos. La entrada al de Valdecongosto se hace
suave, sin estridencias. Poco a poco te va llevando al filo de sus aguas bajo
unos acantilados que van jugando con nosotros, haciéndolo cruzar en innumerables
ocasiones, hasta que la estrechez se come la senda, teniendo que circular por
el mismo lecho en el tramo final debido a la proximidad de las paredes.
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Valdecongosto. Impresionante |
Media
hora de tránsito por este espectacular barranco es suficiente para salir a la
carretera, que en menos de un kilómetro, nos conduce los pasos al pueblo, dando
por finalizada esta extraordinaria circular de 20,7 km, a la que le hemos
metido 5h 40’ de tiempo total, del que 4h 50’ han sido en movimiento, para
salvar unos 1260 metros de desnivel acumulado D+/-, en una bonita mañana de
monte por los sorprendentes parajes de esta Cara Oculta del Moncayo, que hoy se
ha mostrado más familiar, gracias a la buena compañía que hemos llevado, y que
agradecemos enormemente.