IXOS MONS
Cerruza (2009 m)
Facera (2036 m)
Burrambalo (2146 m)
Sarrataclau (2059 m)
Peñas de Aso (2112 m)
Petruso (2198 m)
Punta d'Icún (2141 m)
Punta d'Enmedio(2010 m)
Jueves, 28 de marzo de 2019
En las últimas décadas, los
Pirineos han sufrido una brutal transformación, y más que los Pirineos en sí
mismos, se ha visto en la forma de vida de sus habitantes y en la forma de abordarlos por
parte de los foráneos. Se ha pasado de la autarquía y el aislamiento a una apertura
sin parangón, migrando de la economía de subsistencia basada en los recursos
naturales, agricultura, ganadería, bosques, caza, pesca… a poner todos los
huevos en la cesta del sector terciario. Pero la fiesta ha ido por barrios, porque
no en todos los sitios se ha producido, ni lo ha hecho al mismo ritmo, mientras
que en algunos valles el sector de la nieve y su aliado el del ladrillo han
revolucionado completamente el panorama, sigue habiendo reductos que resisten
el paso del tiempo. Y es una transformación que no se ha digerido bien, en unos
casos por exceso y en otros por defecto. En los primeros por no encontrar límites
al desarrollismo, y en los segundos por haberse llevado por delante la vida de
cientos de pueblos de la montaña.
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Burrambalo y Facera |
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Aso de Sobremonte y su fértil vega |
El Sobremonte de Biescas es un
claro ejemplo de resistencia, en donde los habitantes de los tres pueblos que lo
componen: Aso, Yosa y Betés, en número inferior a los 100, han sabido
permanecer fieles a sus modos tradicionales, lo que ha redundado en la
conservación del paisaje de un valle, que vierte al del Gállego en la llamada
ya Tierra de Biescas. Un paisaje que siempre nos ha fascinado por sus espesos
bosques y por las sierras que lo limitan. Y a ellas hemos querido acudir,
concretamente a las de Limes, que lo cierra por el norte, y a la de Icún, que
lo hace por el oeste, siendo las principales, y entre las que ha discurrido la
vida pastoril por las estibas y la agrícola por el fértil fondo de valle.
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Pocos pero valientes |
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Núcleo rural de Betés |
La primera localidad que nos
encontramos es Betés, desde donde comienza nuestra andadura. Partiendo del mismo
pueblo tomamos la pista que ya se echa decididamente al monte entre campos de
labor. Al cabo de unos 700 metros, se toma un desvío por el canto de uno de
ellos, y que burla la pista, para en diez minutos de empinada cuesta volver
a salir a ella. Se recorre unos metros, y de nuevo al camino, que tiene trazas
de tiradera de madera, y que discurre por el bosque de pinos, que se va quedando
atrás dando paso a los bojes, y luego al monte pelado en franca pendiente. Para
hacernos una idea podemos decir que desde la pista, en 40 minutos se superan
los 400 metros de desnivel que hay hasta la Mallata, una vieja cabaña de
pastores junto a un rudimentario corral, todo ello en estado ruinoso.
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Ascendiendo por el bosque |
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La Mallata y sus corrales |
Desde la mismísima salida del
pueblo ya nos tenía en su radar el Burrambalo, que destaca en toda la sierra, y
hacia él nos dirigimos, aunque lo vamos dejando a la izquierda, porque si
queremos hacerla entera, hemos de llegar primero al Facera. El lento discurrir por la
empinada cuesta y lo monótono del terreno se rompen completamente cuando
llegamos a la divisoria. Es como pasar de comer polvorones a mascar un
refrescante chicle de menta. Una extraordinaria vista se nos echa encima dándonos
un mensaje de esperanza, un mensaje de frescor, un mensaje que remueve los resortes del alma, y al que correspondemos
con el de que, bueno, gracias por estar ahí, reteniendo esa poca nieve que te
va quedando de un invierno que no fue, y que algún día, no muy lejano, también
estarás en nuestra hoja de ruta. Merece la pena los casi 800 metros de desnivel
en casi dos horas solo por el aquí y el ahora.
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La trasera de La Partacua |
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Barranco del Asieso |
Si queremos hacer el cordal
entero hay que echarse hacia el este para llegarnos al Cerruza, donde la sierra
ya se desmaya hacia la depresión del Gállego, para reanudar su andadura por su
margen izquierda en el cordal de la Cubileta, Fajalata y Sarasé, que hace de
muralla sur al barranco del Asieso, simétrico al de Merdacero, o del Puerto,
que es el que tenemos al norte, a nuestros pies, y que media con la enorme y
salvaje Partacua, una de las llamadas Sierras Interiores del Pirineo, quizá de
las últimas calizas antes de entrar en el granítico Pirineo Axial en los montes
panticutos. Todo una intrincada red de sierras y valles a nuestros pies,
ordenadamente caóticos y que, aun diciendo mucho, es más lo que callan.
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Tierra de Biescas |
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Montes panticutos y arranque de Tendeñera |
Y como el sur también existe,
sosegada contemplación al extraordinario valle del Gállego, cuya morfología
delata que en tiempos pretéritos albergó un descomunal glaciar que partía de
las más altas cumbres y cuya lengua llegaba hasta las puertas de Sabiñánigo. No
muy distinto, aunque de mucho menor tamaño es este valle de Sobremonte, que el
barranco de Aso ha sabido labrar, depositando sus sedimentos a lo largo de
milenios en su fondo, formando grandes terrazas aprovechadas para cultivo.
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Burrambalo, desde Facera |
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Llegando al Burrambalo |
Pero a lo nuestro, que queda
mucho tajo. Con un panorama como en pocos sitios se contempla durante tanto
tiempo, volvemos sobre nuestros pasos hasta el Facera, y de ahí al Burrambalo,
aparente techo de la sierra de Limes, pero como decimos, solo aparente. Los más
de 100 metros de desnivel se superan a pecho en un reglamentario cuarto de
hora. La llegada a esta roma cumbre se ve amenizada por una cabaña de cabras,
compuesta por una treintena de animales que al pronto de vernos se nos echan
encima como si fuéramos los repartidores de sal. Algo de cacho pillan, aunque
no hay para todas, claro. Es sorprendente el que no hayamos visto fauna salvaje
alguna, al menos terrestre. Tan sorprendente como ver este rebaño doméstico a
juzgar por las esquilas.
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Quien no llora no mama |
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Uno de los corredores |
Seguimos cresteando por toda la
divisoria, subiendo y bajando cotas sin nombre, pero que ahí están. Vamos sobrepasando ya la cabaña de Furcunfiecho, que da refugio a pastores y caminantes, allá abajo, en el fondo del ancho barranco. Pasamos por otra de estas cotas, ésta con nombre, Sarrataclau, ¿se podría traducir como“llave de la sierra”? Bueno, nos gusta sacarle punta a estas cosas…
en alguna acertaremos. Continuamos nuestra andadura a lomos de esta sierra
que cierra por el norte el Sobremonte, que desde que la comenzamos veíamos
lejanas unas peñas que nos venían haciendo señales como de buena acogida. Nos
vamos acercando sin remisión. Primero son las Peñas de Aso de abrupto asome
sobre Merdacero, y de algo menos en nuestro camino, lo que aprovechamos para
rendirles cuentas. A continuación, Petruso.
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Plan de Usabas |
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De peregrinaje por Limes |
Vamos siguiendo la dirección del
barranco, a mucha mayor altura, claro, y éste va llegando a su fin, como nuestra
loma. Nos vamos acercando al Plan de Usabas, con su refugio, hasta donde llega
la pista. Por nuestra parte seguimos por unas cimas menores hasta alcanzar el
Petruso que, con sus 2198 metros de altitud, ahora sí, estamos en la cota máxima
de esta sierra. Unos peñascos que superan a los de Aso, que no muestran vértigo
al asomarse sobre Usabas, y que para alcanzarlos hemos de meter el 4x4. Aunque
del todo escorada al oeste, es la joya de la corona, y merece la pena
detenernos en ella para alimentarnos de todo nuestro entorno, también para
echar un bocado. La cercanía de la Partacua le confiere una majestuosidad inusitada,
nunca un patio trasero tuvo tanta belleza, posiblemente esté sin terminar de
hacer, en cuyo caso solo va a hacer que incrementar su carácter, su vis
salvaje. Realmente cautivadora.
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La imagen no hace justicia |
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En el Burrambalo |
Bajamos de este risco de
apropiado nombre para prolongar nuestros pasos en busca del vértice del ángulo que forma esta sierra, a punto ya de dejarla atrás, con la de Icún, que güega
con las tierras de Acumuer, mucho más suaves, más domesticadas, aunque cada vez
menos. ¡Cuánta belleza dejamos atrás!, el balcón de esta sierra sobre la
Partacua, no nos cansamos de repetirlo, es algo auténticamente espectacular,
las tres horas que nos ha durado su cabalgadura han sido un verdadero placer
para los cinco sentidos, teniendo que acudir a algún otro más.
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Sierra de Icún |
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Subiendo a la Punta d'Icún |
Toca bajar. Enfilando ya la
sierra de Icún, y con todo el dominio del Sobremonte bajo nuestros pies, vamos
bajando hacia el cuello de Petruso, para subir a su punto más alto, la Punta d'Icún
o Cerro de las Canales, de 2141 metros. Hasta unos metros más abajo llega una
pista ganadera trazada por todo el lomo, una pista que vamos siguiendo, y a la que
en cincuenta minutos se incorpora el GR 15, en el tramo que une Acumuer con
Aso. Seguimos abrazados a los dos, loma y GR, unas decenas de metros, hasta que
al llegar al collado de Estachoplano, dejamos que la pista siga su camino hacia
los Lucas, y nosotros seguimos con las marcas rojiblancas que decididamente
bajan perdiendo altura hacia el bosque.
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Tierras de Acumuer, con la Peña Oroel al fondo |
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El GR 15 desciendo hacia el valle |
A los veinte minutos pasamos
junto a un abrevadero que ofrece agua fresca, y se lo aceptamos. Otros veinte
minutos más y alcanzamos el barranco de Aso, que vertebra este singular valle.
Ya por pista continuamos el descenso, pasando al poco por el arranque del
sendero que sube al refugio de Juan de Freda, cuyo nombre lo veíamos claro, y
el apellido ya relacionábamos con el término “fría”, pero que solo acertábamos
la mitad, porque el amigo José Miguel Navarro posteriormente nos arrojaba luz
al respecto diciendo que “Juan de”, no es el nombre de nadie, sino una derivación
de “Fuende”, de modo que ya está claro: Juan de Freda, es “Fuente fría”. También
nos ponía orden con los nombres de los montes que, como en algún otro lugar,
los mapas arrojan más confusión que claridad. Siempre aprendiendo, con gente así
da gusto.
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Fuente de San Juan |
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Cajicos ejemplares |
Ya nos vamos aproximando a Aso,
capital del valle y rodeada de fértiles campos de fosforescente verdor. Y hacia
dicha localidad se dirige el GR 15, que nosotros seguimos por la pista, que en
media hora desde el cruce del barranco nos ofrece la entrada a un sendero a
mano izquierda y que nos lleva durante diez deliciosos minutos, amenizados por
enormes cajicos, a una pista, que ya no abandonaremos hasta la
salida a la carretera local de Betés, no sin antes pasar por la ermita de Santa
Orosia, recientemente restaurada.
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Ermita de Santa Orosia y su esparcimiento |
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Llegando a Betés |
Y poco más. Doscientos metros
escasos hasta Betés de Sobremonte, donde habíamos
iniciado la ruta 7h 30’
antes, tiempo del que algo más de 5 horas y media han sido en movimiento, para
recorrer poco más de 19 km, y salvar un desnivel acumulado cercano a los 1500
metros D+/-, en una extraordinaria jornada de montaña, y no solo en lo meteorológico,
que también, en muy buena compañía y en un entorno espectacular, habiendo sido
conquistados por 8 renombradas cumbres y otras tantas anónimas.
Y no podíamos haber terminado
mejor este pastel más que con su guinda, y que no es otra que haber podido
saludar a Enrique Satué por la tarde, después de haberlo tenido en mente por la
mañana al haber andado por los pagos de Cabalero, un pastor del Pirineo.