El Balaitús (3146 m)
Sábado, 26 de septiembre de 2015
Mientras que las partes bajas de
las montañas están entretenidas en sus mutaciones cromáticas varias, por las
altas también va habiendo ya transformaciones, tímidas pero contundentes
transformaciones, que se repliegan en sus cuarteles, y que no se nos muestran
con toda su crudeza hasta que no estamos delante de ellas, encima de ellas,
peligrosamente encima de ellas. La vuelta de agua de días pasados, la altitud
y las temperaturas han hecho que sea de nieve, y las despejadas noches han
helado su faz, que fundida con la roca han hecho arriesgado el tránsito por esa
Gran Diagonal por la que ansiábamos llegar a la mayor cota de este monte, de
este altivo y roto monte. Saber, querer y poder, atributos
que corresponden a los dominios del pensamiento, del sentimiento y de la
voluntad. Querer, hemos querido; saber, se le supone; y poder… ahí ha estado el
quid de la questión.
El bilingüe Balaitús, o menos
conocido como Pico Moros, es el punto más alto de un gran macizo, tan grande es
que presume de albergar los primeros tresmiles que te encuentras viniendo de
poniente. Un macizo tosco, áspero, altivo, hostil, pero que como uno más de
esta gran familia pirenaica hay que visitar, querer y acariciar. Hay que
ganárselo. Y eso es lo que nos hemos propuesto nueve mayencos, nueve, que lo
hemos sacado del programa de la Sección de Montaña para hacerlo vida, para
palparlo, para sentirlo, para ponerlo a nuestros pies. Y así ha sido, pero no
del todo. Vamos a verlo.
Llegando a los ibones ya asoma desafiante la silueta del objetivo |
Cinco y media de la mañana.
Calles recién puestas y partimos de Jaca camino de la Sarra, desde donde damos
comienzo, con el tercer ojo encendido, a esta larga y exigente salida. El
camino que emprendemos es archi conocido. Pronto coqueteamos con las sombras,
pocas luces, del bosque, y su magia. En poco más de una hora, habiendo dejado
atrás el desvío para el Ministirio y el de los picos de Arriel, abandonamos
también el GR 11 para, acompañados ya por buena luz de una mañana que promete, nos
vamos metiendo de lleno en el embudo que desagua las esencias de los ibones de
Arriel. Unos ibones que habitan en una extraordinaria cuenca, donde se van
alimentando unos de otros, donde se van cuidando unos de otros, donde están
pendientes unos de otros, y que van soltando sus precipitadas aguas en busca de
la tierra llana, a través del Aguas Limpias primero y del Gállego después.
Desagüe del Arriel Superior |
Esta amplia cuenca está cerrada
por emblemáticos macizos, como son los Arrieles, el Palas y Balaitús, con sus
Frondiellas. El sendero juguetea con el curso de agua del ibón Inferior a la
pequeña pleta que tiene a sus pies, pero es al pasar frente al desagüe del Superior
cuando se deja ganar. Ese bronco desagüe desparrama sus aguas por doquier,
debiendo buscar buenos pasos para burlarlo. Poco más de tres horas hasta aquí. Antes
de comenzar otro tramo de dura subida, echamos un bocado, sin parar de admirar
estos montes que imponen lo suyo, que te miran por encima del hombro, pero que conforme
vas tomando altura se les van bajando ya los humos. Así es siempre, no se trata de
vencer, sino de convencer, y sólo se hace con esfuerzo y paciencia. Es así para
todos los seres.
Primer tramo de la Gran Diagonal |
Primeros compases |
De la umbría canal se sale a un
espacio soleado, cómodo de subir a pesar de su inclinación. Y en poco ya se
llega al segundo tramo de la Gran Diagonal, a la verdadera dificultad. Una
estrecha e inclinada repisa que cuelga abiertamente sobre el abismo de la
cuenca de los Arrieles. Nos la encontramos con la nieve de estos últimos días,
una nieve dura, más bien helada, extremadamente resbaladiza, y por la que hay
que ir avanzando buscando con mucha precisión los pequeños resaltes de piedra para apoyar
tímidamente nuestros pasos. Querríamos levitar para eludir todo eso, pero ello
nos es imposible.
Punto de retorno |
Estamos entremezclados con los
componentes de otro grupo con el que hemos ido cruzándonos durante toda la
ascensión. La información de dos miembros de otro grupo, sobre el estado de
otros tramos más arriba en peor estado, hace que desistamos tanto nosotros como
el otro grupo con el que compartíamos ascensión en la estrecha repisa. Al ir el
último, comienzamos el descenso en primer lugar, y al llegar a otro de esos
puntos críticos y estar provisto de un oportuno parabolt, aseguramos la
maniobra con un mosquetón y colocamos una cuerda a modo de pasamanos,
facilitando de algún modo el tránsito. Una hora hemos estado en este frío y
húmedo lugar, algo que al salir de él agradecemos. Una vez liberados de los lugares
comprometidos, ya a pleno sol, nos hacemos la foto de cima… al menos, a eso nos
sabe. Se nos antoja que pasa justo por aquí la muga con el país vecino.
Bajando hacia los Arrieles |
Así es la montaña, y así hay que
aceptarla. No hay más remedio. No hay que tenerle rencor por ello. Hay que
asumir humildemente su superioridad, y cuando es que no… es que no. La
prioridad siempre es la seguridad, y la verdadera cumbre se consigue llegando a
casa. Con sumo cuidado, emprendemos el descenso por la ancha y umbría canal que
nos conduce de nuevo al abrigo Michaud, para un poco más abajo detenernos para
echar un bocado.
Ibón intermedio |
El regreso lo hacemos por un
amplio barranco bajo la atenta mirada de la afilada muralla de Frondiellas.
Bajamos a un plató para tomar un sendero de subida siguiendo la línea del
roquedo, lo que nos da la oportunidad de ver un ibón intermedio que se nos ha
ocultado en el ascenso. El camino que llevamos va a confluir con el que baja de
las Frondiellas, y que nos conduce directamente al ibón Inferior de Arriel,
donde tras echar otro trago, continuamos por la apacible calzada junto a la
orilla. Entre el desagüe de éste y una pequeña pleta que hay debajo, se halla
un pequeño espacio de donde parte un camino que se dirige al refugio de
Respomuso. Aquí mismo, la presencia de un gran hito invita a posar para otra
foto, con el Balaitús como telón de fondo.
Las amplias vistas sobre el valle
del Aguas Limpias señalan la salida de esta espléndida cuenca de los Arrieles.
La bajada hasta el GR 11 se hace tediosa pero necesaria, para una vez en él,
alcanzar ya la Sarra, punto de inicio de esta larga y dura incursión a una de
las montañas más duras de la redolada. Cerca de 19 km han llenado esta jornada
montañera, empleando 10h 30’ de tiempo total, del que 6h 30’ han sido en
movimiento, para cubrir un desnivel acumulado de cerca de los 1.800 metros. Una
jornada, decimos, pletórica en lo meteorológico, también en la compañía.
Pletórico de montes circundantes. Pletórico.
Las fotos, en: https://picasaweb.google.com/chematapia/BalaitusFallido
El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10927129