domingo, 18 de marzo de 2018

Bara-Bibán-Binueste-Bara, por el Guara profundo

IXOS MONS
Por el Guara profundo
Bara (940 m)
Bibán (1.130 m)
Binueste (1.120 m)
Sábado, 17 de marzo de 2018



            La vida es un ir y venir, un intercambio tal que cuando no se produce, ésta se va apagando, dejando paso a otras formas de la existencia, como es el letargo, u otras peores. Lo vemos en las personas, que la actividad les hace estar vivas, cuando dan, cuando reciben, cuando se producen intercambios entre ellas. Lo mismo pasa con el paisaje, con la demografía, con los pueblos. Allí donde llegan los servicios, agua, luz, carretera, suministros, médico, maestro… y tantos otros, hay vida, porque es un ir y venir, un traer y llevar, un caldo de cultivo que genera condiciones de subsistencia, pero cuando eso no ha llegado, o empieza a fallar, paulatinamente  se entra en un proceso, irreversible en la mayor parte de los casos, de agonía, que conduce al abandono, al silencio, a la muerte. “Quién te cerrará los ojos, tierra cuando estés callada” sentenció el ínclito Labordeta.


Restos de Bibán
            De nuevo el mal orache nos echa de nuestro ecosistema natural, que es el Pirineo. De nuevo, tenemos que refugiarnos en nuestros cuarteles de invierno. De nuevo, henos por las sierras de Guara, unas sierras calladas, demográficamente deprimidas, demográficamente abandonadas, demográficamente pasto del olvido, de lo que se aprovecha el medio para ir colonizando lo que un día fue suyo. Unas tierras, decimos, que todavía se estremecen ante cada amanecer, ante cada atardecer, ante cada vez que un ser humano, de tarde en tarde, las transita con sumo respeto, reconociendo lo que son, lo que fueron, reconociendo la belleza en la austeridad, la sencillez en la complejidad de estos sistemas montañosos, las ganas que tienen, en definitiva, de mostrarse todavía en el esplendoroso discurrir de esos caminos de agua que hoy, tras una época de persistentes lluvias, nos hemos encontrado, y que ha hecho que tuviéramos que medirnos con ellos y que nos hayan doblegado a sus corrientes.

Caminos llenos de magia

Abre y cierre de la circular
            Hoy hemos querido sentir ese estremecimiento recorriendo viejos caminos que comunicaban algunos de los hoy despoblados de estas sierras. Bara es el último pueblo del valle de Nocito al que se puede acceder por carretera, en consecuencia aún permanece la actividad, escasa, pero permanece, y las casas en pie, incluso arregladas. A partir de aquí, se abre un mundo de posibilidades para hacer rutas que unan alguno de esos asentamientos que el tiempo desgrana y que las barzas van ganando para sí. Hoy, elegimos la vuelta que une Miz, Bibán y Binueste, aunque sabemos que no lo vamos a tener fácil, porque a una larga época de sequía le está sucediendo una corta de lluvias, que hace que el monte rezume agua por todos sus poros.

Panel informativo del parque

Miz, esta vez no pudo ser
            Al filo de las nueve de la mañana, dejamos Bara con un termómetro anclado en los cero grados, indeciso en si tirar para arriba o para abajo, y nos metemos de lleno en el S-12 del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara para abrazarnos a un Alcanadre que rebosa agua, que rebosa vida. A los veinte minutos llegamos al supuesto vadeo para dirigirnos a Miz, por el que pasaban los dos niños del pueblo para acudir a la escuela de Bara. El paso es como una quijada con sus muelas, unas piedras clavadas en el lecho del río, una encía vieja, en desuso, y a la que ya le falta un diente, y con el enorme caudal de agua que baja y la corriente que lleva, nos hace desistir.

Molino de Bara

Calzada para la cuesta
            Continuamos el camino, que en cinco minutos recala en el molino de Bara, con sus dos edificios, suponemos que restaurados, porque hace ya años que su rueda no rueda, su molino no muele. Echados de nuevo al camino, podemos disfrutar de una fuente en su orilla. Una cuesta calzada soluciona el desnivel con el que nos encontramos, tomando ya perspectiva sobre el río y las sierras que vamos dejando al sur, como Lupera y Guara. Un río que entre subidas y bajadas nos ponemos de nuevo a su altura, pudiendo contemplar grandes bloques de piedras que aprisionan las aguas a su paso, arrancándoles su rugir hasta que alcanzan esas badinas de limpias aguas que se van sucediendo en su camino.

Vadeando el Alcanadre

Vistas sobre el río
            Otro cuarto de hora y llegamos al punto de abrir la circular. Habiendo renunciado ya a pasar por Miz, nuestros pasos se dirigen directamente hacia Bibán. Llega el momento de pasar el Alcanadre, si no queremos más renuncias. Con agua a la rodilla y con tiento para compensar la fuerte corriente lo vadeamos. Seguimos camino por bosque mixto, a través del que ya vamos tomando altura, con algún claro que nos permite alargar la mirada hacia el río, siempre hacia el río, cuyas generosas aguas van jugueteando con todo lo que se encuentran a su paso, formando una sinfonía de mágicos lugares. Al poco de atravesar el barranco de Melons, cambiamos de término y de comarca, pasando de Sabiñánigo, del Alto Gállego, al de la sobrarbense Boltaña.

Llegando a Bibán

El tiempo pasa despacio
            Pronto vemos ya asomar algunas de las paredes que quedan de las escasas casas de Bibán, a donde llegamos tras dos horas desde Bara. Si pensábamos echar tranquilos un bocado al amor del silencio de este lugar, el mal tiempo que se nos echa encima nos obliga a hacerlo mientras caminamos. Un mal tiempo que nos venía rodeando, y que ya llega en forma de nieve. Vamos bajando hacia el río, que tenemos que cruzar de nuevo para alcanzar la pardineta de Bibán, con una torre de supuesto uso religioso/castrense en ruinas. También lo hacemos del término municipal, volviendo al serrablés. Un collado y bajamos a Binueste, otro despoblado de apenas tres casas, con una balsa en la entrada que suponemos daría abasto a los huertos de las cercanías.

Vuelta a cruzar el río

Binueste
            De bajada, lo hacemos para meternos en el barranco de Binueste, y acompañarlo hasta que también lo tenemos que cruzar, aunque en este caso sin mojarnos, puesto que un árbol caído sobre el cauce nos facilita el paso exigiéndonos un plus de cuidado y equilibrio. Dejamos ya este barranco para ir subiendo los casi cien metros de desnivel que nos llevan hasta el mirador de la Predicadera, una extraordinaria atalaya sobre el lecho del Alcanadre que las aguas y el tiempo han sabido labrar, y poco más, aunque el panel promete las vistas sobre las sierras circundantes, la de Balcez, Sevil, Lupera y Guara, que están a sus cosas, pero ajenas a nuestras miradas.

Alternancia de badinas y saltos de agua

Parroquial de Bara
            En media hora de incesante bajada desde el mirador, y ya con la nieve convertida en agua, alcanzamos el cruce donde cerramos la circular, volviendo ya por camino común al de subida hasta Bara, a donde llegamos en menos de otra media hora más, habiendo concluido una bonita ruta por estas sierras que albergan unos despoblados que han dejado de latir y a los que les aportamos el nuestro. En total, han salido 14,4 km, recorridos en casi cinco horas de tiempo total, del que 3h 50’ ha sido en movimiento, para salvar un desnivel de en torno a los 550 metros de desnivel acumulado D+/D-, en una mañana más que aceptable en lo meteorológico y con una compañía tanto en el medio natural como humano de lujo.