sábado, 31 de octubre de 2020

Anzotiello, uno de los grandes de Gamueta

 


AQUERAS MONTAÑAS
Anzotiello (2211 m)
Viernes, 30 de octubre de 2020


            “Si no subes la montaña no puedes ver el valle”, dice un proverbio chino, y no sabemos si hablaba de montañas y valles el proverbio, o de estados emocionales de la persona, porque a todo se puede aplicar. Desde arriba se ve bien lo de abajo, se siente lo de abajo, se conoce lo de abajo, porque se ha vivido lo de abajo. Sin embargo… desde abajo, aunque se vea lo de arriba, no se tiene idea de cómo es si no se sube. El que entiende de álgebra sabe de sumas, mas el que recién aprende a sumar, no tiene ni idea de álgebra. ¿Estamos hablando ahora de montañas? Bueno, da lo mismo.



            Tanto si sí, como si no, le damos crédito al dicho porque lo hemos comprobado alguna vez, y cientos de ellas si hablamos de montañas. Solo con esfuerzo se consiguen las metas, y solo con buena perspectiva se observa lo conseguido, pero no hay que olvidar que lo importante no es el objetivo, que también, sino el camino para llevarlo a cabo. Sí, el camino para ascender una montaña es el que nos lleva a su base y el que nos hace ascender a ella. Algún compañero en estas lides y que lea esto podrá decir: “… pero, y cuando toca jabalinear, o andar por incómodas pedreras, ahí no hay camino…”. Cierto es, no lo hay, pero se hace al andar… golpe a golpe, verso a verso… que todos ya conocemos. En el caso de hoy, la verdad es que no ha habido mucho de eso, porque la mayoría del recorrido es un buen camino, de buen caminar, si bien es cierto que al final ha fallado un poco, pero ¿qué sería una rosa sin espinas?


            Nuestras andanzas hoy son algo más serias. Ya no se trata de la media montaña. Nos vamos al macizo de Gamueta, entre los valles de Zuriza y de Oza, pero dentro del municipio de Ansó, y en el corazón del Parque Natural de los Valles Occidentales. Vamos a hacerle una visita al Anzotiello, y por cualquiera de los dos valles descritos se puede comenzar, pero elegimos el último porque, aunque largo, se nos antoja menos. Ocasión habrá de ir desde el primero a otros objetivos, porque es una sierra a la que le debemos mucho, una sierra de suaves lomas herbosas, por un lado, y con enormes e inhiestos paredones por otro. Todo un duro mundo calizo que la erosión por agua y viento cincela a su antojo. Ya hemos visitado esta sierra en algún momento, pero queda todavía más, mucho más. Hoy, Anzotiello.


            Ocho y media de la mañana. Y sin haber quedado con él, llegamos a la Mina al mismo tiempo que el sol. Este enclave es un cruce de caminos. Por un lado, paralelo al eje montañoso, pasa el veterano GR 11, que sigue sin entender por qué no tiene aquí un refugio para descansar; y en perpendicular cruza el Camino de Santiago, el GR 65.3.3, con calzada romana incluida, por el cercano puerto del Palo, coincidente con el recientemente señalizado “Le Chemin de la Liberté”, una ruta abierta en los años cuarenta del siglo pasado que marcaba eso, el camino a la libertad de los represaliados en Francia por la ocupación nazi. Muy importante, pues, este lugar. Un lugar de paso de peregrinos, de estraperlistas, de ganaderos, de fugitivos… y hoy en día, de lo que más, de montañeros.



            La mañana está serena. Un Chipeta Alto que se aúpa nos observa en el arranque, en el que nada más cruzar la valla ganadera, dejamos a la izquierda ese GR 11, y tomamos el sendero del barranco de Acherito, que nos va subiendo poco a poco, dejándonos admirar la transformación foliar de los seres de caducos vestidos. Varios barrancos cruzamos, cuando al cabo de una hora, al paso por debajo del Mallo de las Ferrerías se abre a la derecha ese barranco de Acherito, siguiendo nosotros por el de Anzotiello, que ya no abandonaremos hasta el circo, que nos subirá al collado. Entre tanto, se pasa por diferentes lugares, cada uno con su belleza, hay aguas tuertas, hay praderas, hay pedreras, entretenido. Al filo de las once, dos horas y media desde el arranque, llegamos al Paso de Anzotiello, que nos da vista al mundo Gamueta, al mundo Zuriza. Una breve, brevísima parada, aún no sé si la hubo, y tomamos decidido camino, habría que decir rumbo, hacia esa cumbre que nos aguarda y que está por encima de los paredones al norte del collado.




            La caliza se pone más rebelde, sus cantos parecen cuchillos. Media hora siguiendo hitos, que no camino, y alcanzamos una losa inclinada, como antesala de la cima. Una cima que, aunque descubre una infinita caída vertical al norte, es bastante cómoda y capaz de albergar a una docena de personas, pero hoy estamos cuatro. A nadie hemos visto hasta ahora, y así seguirá la jornada. Una jornada que sigue calma, bastante inusual a 2211 metros, lo que invita a hacernos el remolón y no abandonarla hasta pasada una hora, en la que no dejamos de admirar la montaña y el valle, acordándonos del proverbio, de las montañas y de los valles, que los hay con exceso, como para reconocerlos todos, que algunos sí lo hacemos. Mallo Gorreta, Gorreta de los Gabachos, Chinebral de Gamueta, los mas cercanos al norte; y Petraficha y Quimboa Alto, al sur. Los imponentes Alanos, incluida la Peña Forca más al sur… en fin, por nombrar algunos.




            Cuando nos cansamos, que no nos cansamos, tomamos el itinerario de regreso, que va a coincidir en todo su trayecto con el de subida. Llegada al collado y a desandar todo lo andado hasta la Mina, que si tres horas nos cuesta subir, en menos de dos y media bajamos, completando un recorrido de 11,7 km en 6h 20’, con un desnivel acumulado total de 960 m D+/-, en otra jornada 10 de alta montaña, y en buena compañía.






Las fotos y el track

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