AQUERAS MONTAÑAS
Punta Escarra (2751 m)
Sábado, 28 de julio de 2018
Piramidal
es tu cuerpo, piramidal tu corazón, piramidal tu alma… como piramidal la
voluntad de unir nuestras cúspides en una sola. Como doce rayos láser enfocados
hacia el mismo punto, un punto visible desde decenas, quizá centenas, de kilómetros
desde todas las direcciones de la Rosa de los Vientos, ahí nos hemos dirigido
hipnotizados por tu belleza, rota, sin embargo, por los cuatro costados. Como
doce más Uno fueron en torno a una sagrada mesa, ahí hemos estado en derredor tuyo,
con ese Uno integrado, para comer de tus mieles, para beber de tus hieles.
Soberbia, altiva, con vocación de ser la joya de la corona de Ip, los
movimientos orogénicos no te eligieron, pero te compensaron con lejanía, te
compensaron con dificultad, te compensaron con un singular atractivo que
encandila. La bella y la bestia. Con una profunda humildad, y siempre a tu
sombra, doce mayencos, vamos a tratar de deslizarnos por tus pliegues. Sabemos
que vas a jugar con nosotros, sabemos que no nos lo vas a poner fácil, sabemos
que nunca te vamos a poder tratar de igual a igual, ni lo pretendemos, pero
queremos ver lo que tú ves, sentir lo que tú sientes, unir nuestros latidos al
tuyo, con sumo respeto, porque siempre serás… el pequeño Cervino de nuestros
valles.
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Con una indisimulada risa floja, partimos. |
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De silueta inconfundible |
En
ocasiones, inconscientemente, tendemos a minusvalorar los objetivos cuando son
cercanos, cuando son familiares. Craso error. La Punta Escarra es la
prominencia más occidental del Circo de Ip, cerrado y profundo él, que forma un
característico valle colgado de origen glacial, que vierte al Aragón, con su ibón
embalsado, que recoge todas las precipitaciones de la cuenca. La Punta Escarra
forma parte también de otro circo a espaldas del anterior, el de Balsera, más
pequeño, más humilde, pero necesario también, y con su también pequeño ibón, el
de la Sierra, una cuenca ésta que vierte al Gállego. La Punta Escarra está
situada entre su Hombro, que la apoya por el sur, y el cordal de la Pala de Ip,
que se desgarra por el norte. En ella confluyen tres municipios, Canfranc,
Sabiñánigo y Sallent, que se disputan su cumbre, que se disputan su dificultad,
que se disputan su belleza… y es que la Punta Escarra… es mucha Punta Escarra.
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El alba puede con todo |
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Majestuoso, el cordal sur de Ip |
Poco
tiempo para soñar. Tras una escandalosa madrugada, al tajo. Le ganamos la
partida al alba en el puente de Arriba de Canfranc, pero pronto viene a nuestro
encuentro, y de frente, como debe ser. Subimos por el camino de la solana, que
en algo más de dos horas nos lleva hasta el refugio del embalse, habiendo salvado
ya el nada despreciable desnivel de más de mil metros. No queremos molestar y
no nos asomamos, enfilando ya los pasos hacia nuestro objetivo, que ya nos
tiene en su radar. Alto para echar un bocado y coger fuerzas, su mirada es
implacable. Nadie en el entorno. Solas las montañas, con su única compañía… y
si les vale, la nuestra.
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Camino |
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Discurriendo por la canal |
Cogemos
la canal que nos va a subir, no sin esfuerzo, en hora y cuarto hasta el collado,
que nos da vista a las grandes extensiones tensinas a nuestros pies, y de gran
parte de la cordillera en lontananza. Hasta aquí llega el corredor Norte, con vertiginosos
tramos de hasta 55º de inclinación, codiciado en invierno. Nos ponemos los
pertrechos. El indispensable casco, y el resto, arnés, cabo de anclaje, mosquetones,
descendedor y cuerda, por si se usan. Diez minutos más para llegar a la base de
la pared, donde las manos comienzan su tarea. A partir de aquí apenas cuarenta
minutos de pura adrenalina, en los que hay que extremar la atención para no dar
ni un paso en falso, ni un mal apoyo de manos sobre la roca descompuesta.
Aunque marcado con hitos, no hay una única vira. En busca siempre de la más cómoda,
finalmente llegamos a esos 2751 metros de su máxima altura, apenas 50 más que
el Hombro que la sostiene.
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El corredor Norte nos engulle visualmente |
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Al turrón |
Grandes
patios. Buen ambiente de montaña. Cortas, pero expuestas travesías horizontales
buscando las debilidades para ir ganando altura y conseguir finalmente alcanzar
nuestra recompensa, siempre con el permiso de la montaña que, aliada con el
buen tiempo, nos ha dejado hacer. Cinco horas justas desde la salida nocturna,
como mil setecientos metros más abajo, han bastado para llegar a participar del
banquete visual, del banquete sensorial, que nos ofrece esta cima, altiva,
soberbia, rota, pero que se ha dejado acariciar por nuestras botas. Una cima
largamente ansiada y a la que le ha llegado la hora mayenca de, como decíamos
en la presentación, comer sus mieles y beber sus hieles.
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Peña Nevera, Collaradeta, El Fraile, Collarada... |
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En el descenso |
La
tarea pendiente del destrepe apenas nos deja disfrutar de la estancia, que se
nos hace corta, muy corta. Felicitaciones, parabienes, asomes a los cuatro
costados y fotos, muchas fotos que apostillen estos vívidos momentos que con
tanta intensidad nos han unido a esta singular montaña, y que se quedarán para
siempre grabados en su piel y en la nuestra. El descenso lo hacemos con más
cuidado, si cabe, no hay margen para el error. Con suma delicadeza y asegurando
muy bien pies y manos, vamos buscando esos pasos que nos permitan ir bajando
por esas chimeneas rotas, por esas travesías horizontales expuestas, con la ayuda
siempre de los compañeros de viaje. Media hora más de pura adrenalina para
llegar hasta el collado, donde recogemos el material para seguir, ya por
camino, bajando hasta las proximidades de los corrales de ganado, aguas abajo
del embalse, donde paramos a echar otro bocado.
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Agrupándonos en el collado, cerca de la altiva Pala de Ip |
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Los buxos nos dan la bienvenida al bosque |
Enfilados, como estamos, para tomar el sendero que baja por el paco, no
queda más que tomarlo para recorrerlo en su totalidad, pasando por la Besera,
esos corros de tierra, otrora cultivados por las esforzadas gentes de Canfranc, y llegar al
punto de partida en menos de dos hora más. Con ellas y las de antes, hemos
completado una vuelta, gran vuelta, de 19,5 km, recorridos en poco más de 9
horas y media, salvando un desnivel acumulado en torno a los 1800 metros D+/-,
en una jornada inmersa en un puro ambiente montañero, tanto en el entorno, como
en lo humano, con compañeros garantía de éxito, con los que hemos cumplido otro
gran hito mayenco, la Punta Escarra, que a partir de ahora la miraremos ya de
otra manera.
Para ver más fotos, en:
Si quieres bajarte el track, en:
Hola Chema.
ResponderEliminarPequeña gran montaña está Punta Escarra, que tengo hace tiempo en la lista de pendientes.
Me ha gustado mucho el texto, lastima que para la subida el Lorenzo diese de cara.
Un saludo.
En ausencia de nubes, es inevitable que a la salida del bosque te vaya dando ya el sol, y de cara. Vas hacia él. Gracias por el comentario.
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