lunes, 30 de agosto de 2021

Arista de los Murciélagos, por los cielos del Aspe

 


ESCALADA
Arista de los Murciélagos (D-)
Domingo, 29 de agosto de 2021

            Ya hemos hablado en alguna ocasión de la tiranía de la inmediatez en los tiempos actuales, con su exigencia de resultados rápidos. Jean-Baptiste Poquelin, más conocido como Molière, actor y poeta, pero sobre todo dramaturgo, francés del siglo XVII, uno de los mejores de la historia, nos dejó dicho eso de: Los árboles que tardan en crecer llevan la mejor fruta, y es una reflexión que se puede aplicar a cualquier materia de la vida, al vino, a la cocina tradicional, a los grandes proyectos, a las amistades verdaderas… pero especialmente a las ilusiones, a los sueños, cocinados a fuego lento a la espera del mejor momento para ser digeridos en el mundo real, aunque no más que el de los propios sueños. O los persigues o te persiguen.



            Ha habido que esperar pacientemente a que se diera esa conjunción de circunstancias que abriera las puertas del mundo onírico a este proyecto largamente acariciado. Finalmente se han alineado los astros para hacerlo posible. José, amigo de Jesús, el heredero menor, y este, han sido esos astros de la escalada quienes nos han acompañado, con sus artes, con su paciencia, con su saber estar, en la realización de esa ilusión que, lejos de arrinconarse en la mente, cada vez resurgía con más fuerza. La Arista de los Murciélagos, una clásica del valle del Aragón, ha estado algún tiempo en algunas personas, y lo sigue estando actualmente en otras, en ese almacén onírico dispuesta al afloramiento al mundo real, como también lo estaría en aquellos grandes precursores que fueron el gran Alberto Rabadá, Luis Alcalde, Manuel Ansón y Julián Vicente, los aperturistas que lo hicieron realidad un 22 de septiembre de 1962, tras haber pernoctado en el refugio de Santa Cristina (Montañeros de Aragón) de Candanchú, desde donde acometían el ascenso.


            Todo un lujo e infinito agradecimiento el haber podido seguir sus pasos, aunque no se sabe muy bien si exactamente, ya que no hay un único itinerario, existiendo alguna variante, aunque sin perder la esencia de cabalgar por esa mítica cresta. La Arista de los Murciélagos al Aspe, es muy característica porque rompe el horizonte al este del macizo. Se la considera como una vía de escalada de D-, que correspondería a un IVº con pasos de Vº, y que salva un desnivel de unos 325 metros muy entretenidos, entre chimeneas, aristas, gendarmes y placas, un mundo de roca suelta a tramos, pero con gran adherencia, en el que hay que ir con el manual de contorsionista bien aprendido. Una vía que mantiene todavía aquellos primeros clavos de la escalada clásica, pero en la que hay que ir colocando elementos intermedios para asegurar bien la progresión.


            Llegamos a La Cleta, término de la carretera de Aísa en su valle, antes que el reloj a las siete, y con las primeras luces comenzamos la aproximación, en principio por el itinerario normal de ascenso al Aspe. Dejamos atrás el desvío de El Chorrotal, y antes de llegar al cruce del GR 11.1, nos desviamos a la derecha para incorporarnos a él durante un breve tramo, hasta que lo dejamos que vaya a su aire para acometer ya la subida al Paso de la Garganta de Aísa, en un principio más llevadera pero que, al encajonarse, su inclinación la hace más cansina hasta llegar al collado, que da vista al mundo Candanchú-Tortiellas. Se han salvado 850 metros de desnivel en dos horas justas. Estamos en una gran brecha, con el Aspe al oeste y el pico de la Garganta de Aísa al este, dos tremendos macizos que abruman solo de mirarlos, y que contemplamos mientras echamos un bocado y nos pertrechamos debidamente. Un Aspe, de 2640 msnm, al que solo los 2670 msnm del Bisaurín le hacen sombra hasta el Cantábrico, nos aguarda por una de las clásicas de esta zona.



            A las nueve y media de una espléndida mañana, y sin aire, dejamos de emplear solo los pies para llegar hasta aquí, para darle juego, y mucho a las manos. La falta de experiencia en este tipo de actividades nos priva de soltura en la descripción de la ruta, pero podemos decir que el arranque te hace ponerte las pilas, porque aquello comienza ya empinado, con trepadicas molonas en las que tienes que ir tanteando, y mucho los puntos de tracción y apoyo. Los primeros largos se alternan con algún tramo más tumbado que se puede hacer en ensamble. Hay dos gendarmes muy remarcados en la arista, el llamado por Rabadá, Dondestastú, que exige destrepe o rápel, y el Dondestanestos a continuación, que también hay que rapelar hasta una cómoda brecha.












            Por delante el gran muro de la ante cima, que admite alguna ligera variante, y que una vez superada nos espera la última sorpresa, que es destrepar unos pocos pasos para tomar el sendero que, como un paseo triunfal te sube ya a la cima del Aspe, tras haber estado cuatro horas cabalgando por la bonita arista, con grandes patios a ambos lados y en un espectacular ambiente de Alta Montaña, cumpliendo con creces todas las expectativas en una mañana con muy buena compañía y que ha ayudado a cumplir un viejo sueño. Realmente nos ha conquistado esta codiciada Arista de los Murciélagos, que se verá ya de distinta forma a partir de ahora. Cima del Aspe, en la que la euforia se entremezcla con el repaso de las montañas que la rodean, con un merecido descanso y un reponer fuerzas, que nos queda el largo descenso por la vía normal, y que se hace incómodo por el largo lapiaz que se atraviesa, pero que aun con todo hacemos en hora y tres cuartos.





            Una actividad, que consideramos excepcional, realizada de la mano de dos grandes maestros, ha supuesto un tiempo total de 9h 20’, para recorrer 9,2 km, y salvar un desnivel acumulado de 1160 m D+/-.





Las fotos y el track

sábado, 28 de agosto de 2021

Ibón de Ip, Carretón - Besera

 


IXOS MONS
Ibón de Ip (2115 m)
Viernes, 27 de agosto de 2021

            La Geología es la ciencia que estudia los materiales que forman tanto el interior como la superficie terrestre, y su evolución a lo largo de la dilatada historia de nuestro planeta: su composición, evolución, desplazamiento de las distintas placas tectónicas y su efecto en el paisaje. Para acotar esa historia, los expertos la dividen en fracciones de tiempo, como son la Era, el Período y la Época.



            El Cuaternario es el último período de la Era Cenozoica, y que comenzaba hace aproximadamente 2,6 MM de años con la Época Pleistocena. Los Pirineos ya habían comenzado su formación, y desde hace 10000 años, aunque en los últimos 200 con mucha mayor celeridad, estamos asistiendo al deshielo de las grandes masas glaciares que nos dejaban las épocas anteriores, y que han ido ejerciendo su influencia en el paisaje, modelando los valles y formando grandes cubetas, principalmente en sus cabeceras y en plataformas por encima de ellas, generalmente en cotas superiores a los 2000 metros. Como vestigio de la ocupación de esas cubetas nos quedan los ibones, término aragonés para denominar a los lagos de montaña, y que en nuestro territorio contamos con unos 200, la mitad del total ibérico. 


            Algunos han sufrido el proceso de la colmatación y se han convertido en las actuales “aguas tuertas” y turberas. Otros en épocas recientes, han sido objeto de manipulación para su aprovechamiento hidroeléctrico, modificando así el entorno, unos con más acierto que otros. Pero lo que sí se observa en las últimas décadas son dos fenómenos, paradójicamente opuestos, y es que, por una parte, aparecen y por la otra desaparecen, y a nuestro juicio puede deberse al mismo origen, que es el Cambio Climático, que a lo largo de la historia se han estudiado indudables macro ciclos ajenos a la influencia humana, pero que en los últimos tiempos sí que parece estar probado que se acelera por efecto antrópico. Los hay que desaparecen por colmatación, debido a su poca profundidad, escaso aporte y máxima evaporación; y los que aparecen, por derretimiento de pequeños neveros, son los que este Hijo de la Tierra llama "ibones milenials" De cualquier modo, son joyas geológicas extremadamente frágiles, que albergan, tanto en su interior como en sus proximidades, una fauna y flora en muchos casos endémica y en franco retroceso, incluso en período de extinción, y que merece nuestro máximo respeto y sensibilidad. De mirar sereno, son ojos abiertos al universo, del que, como cualquier ser vivo, reciben su influencia.



            Y uno de esos ojos de mirar sereno es el ibón de Ip, que ocupa su extraordinaria cuenca, un circo glaciar, abierto a poniente, y que vierte al río Aragón, rodeado de los imponentes paredones del macizo de Collarada, techo de La Jacetania, la comarca pirenaica aragonesa más occidental. Por el norte, la Moleta, Tronqueras y Pala de Ip; por el este la Punta Escarra, el Hombro, Pico del Águila, Bucuesa, o Pala Alcañiz, y Cuchillares; y al sur, Somola Alta, Nevera, Collaradeta y la madre de todos, Collarada, entre otros. Para acceder a él, se puede hacer por cualquiera de las dos vertientes de su profundo barranco, la solana o el paco, llamado también ruta de la Besera, por ser el nombre de una partida de antiguos campos, ambos desde Canfranc pueblo. Elegimos este último itinerario para el descenso, realizando la llegada por el camino del Carretón, desde Canfranc Estación, que te deja en el comienzo de una pista que apaciblemente te lleva ya al ibón.




            Al comenzar y terminar en distinto lugar, te obliga a unirlos, bien al comenzar, bien al terminar, a través del Camino de Santiago, a lo largo de unos 3,5 km de delicioso sendero por el bosque, que se añadirían a la distancia ya larga de la ruta. Otra opción es dejar un coche en el llamado Puente de Arriba de Canfranc pueblo y subir con otro al punto de inicio, la central eléctrica de la entrada de Canfranc Estación, que es lo que hacemos en este caso. Pues de ahí salimos por la pista que nos introduce en el bosque, y que nos pasa por uno de los bunquers de la “Línea P” habilitados para su visita. A unos 400 metros del arranque encontramos la entrada al sendero, indicado como PR 2.41, entrando a formar parte de la infinidad de lazadas para superar los más de 900 metros de desnivel, y que nos lleva como unas dos horas de continuo coqueteo con la tubería forzada y las vías del carretón.


            Justo se sale de la línea de bosque a un terreno despejado, con una rallera que asoma al sur y a la zona inferior del barranco de Ip, pudiendo contemplar esa impresionante fachada norte del macizo. Breve descanso para contemplar tan magno escenario, que comprende también el ancho valle del Aragón. Continuamos superando unas plataformas rocosas que van seguidas de un breve tramo de sendero, hasta alcanzar ya el comienzo de la pista que nos llevará hasta el ibón por los aleros de la solana de este barranco, a lo largo de más de tres kilómetros, en los que se van descubriendo los centinelas de este bello rincón de Ip. Finalmente, y tras casi tres horas y media, llegamos al ibón represado, cuyo talud no ofrece impacto visual debido a su revestimiento vegetal. Al contrario que el nivel de las aguas, que es extremadamente bajo. Aprovechamos para echar un bocado mientras seguimos contemplando esta obra geológica que nos rodea.





            El regreso optamos por hacerlo por el camino de la Besera, de modo que nos llegamos hasta los corrales y tomamos el sendero marcado con las señales blanca y amarilla, que primeramente cruza al margen izquierdo, y que en dos horas nos baja a Canfranc, habiendo pasado por una bien conservada cabaña de piedra seca, Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco desde 2019; y por un último suave y cómodo tramo por bosque, en el que dejamos atrás el desvío para la ascensión a Collarada por la Vía Russell. De esta forma damos por finalizada esta bonita ruta por el barranco de Ip, llegándonos hasta el circo, habitado por el ibón y su magia, en un entorno alpino, que reúne las máximas alturas, no solo del valle del Aragón, sino de la comarca de La Jacetania.





            En total han sido 6 horas de auténtico placer, recorriendo 14,4 km, y salvando un desnivel acumulado de 1065 m D+ y 1180 m D-.





Las fotos y el track