Año XIV. Entrega nº 959
“Todo a lo alto, todo a lo alto, lejos del camino seguro,
de las granjas, de los valles, más allá de los ribazos,
más allá de las florestas, los tapices de verdor,
lejos de los postreros prados hollados por los rebaños…”
Charles Baudelaire (1821-1867)
“Es la más bella y la más extensa de todas las montañas. Una gran altura y la soledad son el secreto de su magnificencia”. Conde Russell (1834-1909).
“Enigmático, impávido, el Llardana no hace concesión alguna para atraerse la afición de los montañeros. Su ascensión es larga y monótona. Sin embargo, agrada efectuarla y penetrar lentamente en la intimidad de este grandioso solitario”. Patrice de Bellefon (1938- )
A falta de una, hoy traemos tres citas de sendos poetas del paisaje, franceses todos ellos, como homenaje a esos precursores del pireneísmo, que nos han contagiado su amor por las montañas. El poeta Baudelaire nos enmarca, con bastante precisión, sin dejarse detalle, lo que podría ser el itinerario para la ascensión a uno de los grandes del Pirineo, como es el caso. El conde Russell, que no necesita presentación, pone su mirada en esta gran montaña. Y el contemporáneo Patrice de Bellefon, nos ofrece el placer de subir a esta segunda cumbre de la cordillera, a pesar de lo fusca, de lo celosa que se muestra al que pretende su ascensión penetrando en su intimidad.
Son distintos puntos de vista que, con una mirada "romanticista", convergen en esta gran montaña, cuyas aguas precipitan a tres valles: Estós, Eriste y Chistau, en concreto a los ríos homónimos los dos primeros, tributarios del Ésera, y al Cinqueta de Añes Cruces el tercero, que lo es del Cinqueta, y a su vez, del Cinca. Sus laderas también corresponden a tres municipios: Benasque, Sahún y San Juan de Plan, de la comarca de Ribagorza los dos primeros y de Sobrarbe el tercero.
Pero una montaña es una montaña, y aunque haya oído, leído o sentido en multitud de ocasiones, cosas como éstas, no se inmuta lo más mínimo, ni siquiera sabemos si está conforme con los nombres que se le han dado: Posets, de “pocets” en benasqués, pequeños pozos, pronunciado “posets”; o Lardana/Llardana, en chistabín, que significa “quemado”, y que hace referencia a los colores rojizos que adquiere al atardecer.
Con lo que seguro está a gusto es con la inclusión en el Parque Natural Posets-Maladeta, declarado en 1998 (BOE 172 del 20 de julio), ya que forma parte de esas 33 440 ha de espacio protegido, quedándose en puertas de haberse convertido en Parque Nacional, propuesta que quedó frustrada al salir negativo el referéndum vinculante (esa fue la clave) realizado en Benasque el 10 de septiembre de 2012, debido a las reticencias de los lugareños al considerar que se les iría a restringir los usos tradicionales del territorio.
Políticas aparte, ahí tenemos una montaña que, de momento, es de uso público, y a la que vamos a tratar de seducir para que nos deje penetrar en sus pliegues y alzarnos a su cima, la segunda más alta de los Pirineos, en pleno corazón del Parque Natural Posets-Maladeta, donde se encuentran, entre otros, los grandes macizos que le dan nombre, éste y en el que se entrona el rey Aneto.
última vez que nos dejó subirlo fue en octubre de 2016, para incluirlo en el libro 100 cimas, 100 paisajes. Aragón comarca a comarca (Prames 2018) por la de Sobrarbe, lo que obligaría a hacerlo desde Viadós. En aquella ocasión coincidiría con un luctuoso acontecimiento, motivo de un sentido homenaje en la cumbre. Esta vez, el motivo ha sido de satisfacción, celebrando el cincuenta aniversario de la primera vez que lo ascendió el compañero Manolo, y que lo hizo por esta vertiente, de modo que… allá vamos, 4 JJJ y un “j” minúscula.
El refugio de Viadós, está situado en el bellísimo paraje de las Granjas de Viadós, en la cabecera del valle de Chistau, a 1760 msnm. Es el único refugio de montaña privado en el Pirineo aragonés, que abrió sus puertas en 1957 tras haber sido construido junto a la borda familiar de Joaquín Cazcarra, ganadero de Gistaín, a petición de los montañeros que, a la sazón, pululaban por el valle. Montañeros que, aunque buenos, no serían muchos; al contrario de hoy en día, que se ha tenido que restringir el acceso de vehículos durante el verano, debiendo dejarlos junto al Forcallo, a no mucha distancia, con acceso por la pista o por el GR 11.
Tras una confortable cena y noche de refugio, emprendemos la marcha de mañanada, por el GR 11 valle arriba, abandonándolo al poco, para tomar un sendero, señalizado como GR 11.2, y que le da la vuelta al macizo en tres jornadas, con otros tantos refugios, éste, el de Estós y el Ángel Orús. Se cruza el río Cinqueta de Añes Cruces por la palanca de Viadós, y se sube a una trocha, que tomamos a la izquierda, dejando que el GR 11.2 vaya, o venga, según le dé, al collado de Eriste, o de la Forqueta.
Como un cuarto de hora hasta cruzar un pequeño arroyo, desde donde se sigue ya por sendero. Se pasa por la cabaña de la Basa y nos vamos adentrando ya en el bosque del Clot*, término que se podría traducir como “pequeña hondonada” o “circo reducido”, que es lo que es. El cruce del barranco del Clot, a la hora y media del arranque, nos da entrada ya al tirano mundo mineral, en el que nos vamos a desenvolver ya durante las próximas siete horas y media en que volveremos a cruzarlo de vuelta.
El ascenso se hace penoso por lo pendiente del itinerario. Poco a poco se nos va abriendo ese gran circo que albergaba, y lo ponemos en pretérito, un también gran glaciar, el de Llardana, que ha visto reducida drásticamente su superficie, pasando de las 24 ha en 1982 a las 8 actuales, mostrando la desnudez de sus heladas intimidades. Es el único considerado como glaciar de los 7 que había en 1982. Lo que no ha desaparecido es su enorme morrena lateral sobre la que lo contemplamos.
Más de tres horas y media hasta aquí, y aún nos quedan otros tres cuartos de hora de dura pendiente por el pedregal hasta alcanzar un pequeño forcao*, pero grande por lo que muestra, que no es otra cosa que la grandiosa vertiente nororiental, con un enorme circo que alberga lo que queda de los glaciares de la Paúl y de Posets. El primero, con 65 ha durante la Pequeña Edad de Hielo, albergaba el 42% de todo el hielo del macizo, viéndose convertido en la actualidad en menos de 2 ha. El segundo, debido al cese de movimiento detectado en 1998, fue declarado helero.
La Pequeña Edad de Hielo la sitúan los científicos desde principios del siglo XIV hasta mediados del XIX, cuando daría comienzo la Segunda Revolución Industrial, marcada a fuego en las runas de la memoria medioambiental, que traería modernismo, pero también los prolegómenos del caos climático del que no sabemos cómo salir. Son reflexiones que nos asaltan al contemplar el ingente océano de piedras, seno de antiguos y potentes glaciares.
Cuatro horas y media hasta aquí, pero aún nos queda otra para alcanzar la cima. Una hora dedicada a superar los algo más de 150 metros de desnivel, primero por empinado y descompuesto sendero y luego, una vez alcanzada la cresta, una divertida y aérea travesía hasta alcanzar la Cima Norte primero, y la definitiva después, a la que con gran satisfacción llegamos, con la sensación de haber conseguido “algo”, que no es más que la mitad del recorrido.
Una cima ocupada por un nuevo formato de vértice geodésico con el que los próceres del IGN han obsequiado a esta montaña. Los cuarenta minutos de permanencia en cumbre producen un auténtico éxtasis para los sentidos. La mirada se mece hasta el infinito en cada uno de los trescientos sesenta grados, y porque no hay más, sin olvidar el motivo que nos ha traído hasta aquí, además del disfrutar de una inolvidable jornada de alta montaña de la buena, que no es otro que el de acompañar a Manolo, en este homenaje conmemorando los cincuenta años desde que lo ascendió por primera vez.
Las dos menos veinte se nos antoja una hora cercana al límite prudente de estar a estos 3369 msnm, y es cuando emprendemos el descenso. Por la cresta hasta la Cima Norte, y por el delicado “sendero”, por entendernos, hasta un punto próximo al forcao*, desde el que continuamos la bajada ya con menos tensión. Y lo hacemos hasta la morrena que, al contrario que en la subida, optamos por recorrerla, desviándonos del itinerario de subida, algo más corto éste, pero pasando por tramos muy pendientes y expuestos, donde las manos juegan un buen papel.
En la cota 2650 nos unimos a la ruta de subida, que continuamos ya hasta el refugio, pasando por el barranco del Clot*, su bosque, la cabaña, trocha, sendero, palanca, y… finalmente el refugio, dando por finalizada una dura e inolvidable jornada de la más pura alta montaña.
Las sensaciones son las que son, y los fríos datos, que cabalgan a su bola, nos indican que le hemos metido una duración de 10 horas y cuarto, recorriendo una distancia de 13,3 km, con un desnivel acumulado de, en torno a los 1760 m D+/- (Wikiloc: 1675 m D+/-), lo que supone una pendiente media en el ascenso del 26,7%, alcanzando la altitud máxima en los 3369 m del Posets.
GLOSARIO
Clot: pequeña hondonada
Forcao: puerto, collado
BIBLIOGRAFÍA
Los Pirineos, las 100 mejores ascensiones y excursiones. Patrice de Bellefon. Editorial RM (1977)
Á la découverte des Pyrénées. Ramón Lasaosa. Mairie de Lourdes/Ayto. de Graus (2012)
RECURSOS DIGITALES
Las fotos, con sus comentarios, y el track
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.
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