lunes, 18 de marzo de 2024

Tormos y el embalse de La Sotonera, en los sueños regeneracionistas de Costa

                                                       Año XIII. Entrega nº 861 


FORMACION EN MEDIO AMBIENTE
Tormos al atardecer
Sábado, 16 de marzo de 2024

            Joaquín Costa (Monzón 1846 – Graus 1911) se definía como un “labriego aragonés forrado en intelectual”. Como la clave para un futuro mejor, en “escuela y despensa”, su lema favorito, encerraba dos de las mayores necesidades del ser humano, la educación y la alimentación. Él, como mayor de once hermanos nacidos de una humilde familia sabía muy bien de la importancia de llevarse algo a la boca, pero lo realmente sorprendente es que equiparara la educación como alimentación de la mente, como alimentación del espíritu, como alimentación del criterio para conducirse por la vida.




            Sí. Porque Costa supo destacar a bien temprana edad como máximo exponente de esa corriente de finales del siglo XIX llamada “regeneracionismo”, porque había que insuflar aire fresco, grandes dosis de moral en la población de un país que asistía a un gran declive territorial, político y social. Sus apenas 64 años de vida dieron de sí para doctorarse en Derecho y Filosofía y Letras, además de ser político, economista e historiador, y ser un firme defensor y precursor de la política hidráulica de aquellos años. Conocido como el “León de Graus”, por su énfasis en la defensa de sus teorías, en su cabeza ya estaba sembrado el germen de lo que posteriormente sería el mayor sistema de riegos, no sólo de España, sino de la Unión Europea, Riegos del Alto Aragón, con una superficie proyectada que ronda las 200 000 has.



            Para conseguirlo, una pieza clave fue la construcción del embalse de La Sotonera, alimentado por los ríos Sotón y Astón, que traen las esencias de la sierra de Loarre, además de parte de las del Gállego a través del canal de derivación desde el embalse de Ardisa. El 7 de enero de 1915 se firmó la Ley de Riegos del Alto Aragón, asumiendo el estado la ejecución de la obra que, más de cien años después sigue inconclusa, teniendo que defenderse permanentemente de las ansias trasvasistas. Las obras del pantano comenzaron ese mismo año de 1915, finalizando en 1963, tras 48 de los 25 previstos, debido a la falta de financiación, epidemias, escasez de mano de obra, guerra civil y posguerra, entre otros motivos. En 1968 se culminó el llenado, ocupando una superficie de 1840 has y una capacidad máxima de 189 hm3, con un llenado actual de 180 hm3. La presa tiene 3870 metros de longitud y 30 m de altura desde sus cimientos. En su construcción llegaron a trabajar en torno a los 5000 obreros. Fue, y sigue siendo, una obra faraónica sin parangón, por sus dimensiones, por su proceso constructivo y por los materiales empleados.



            Estos datos, y otros muchos, se recogen en las más de 500 páginas del libro La construcción del pantano de La Sotonera, que el propio autor José Luis Cabez Marco editó en 2022. En él, recopila las indagaciones históricas proporcionadas por él mismo y por el testimonio de los 33 años de trabajos de su padre en las obras, de los que 18 habitó el propio autor en la colonia de Tormos, creada para albergar el gran aluvión de trabajadores que fueron necesarios para la construcción de la presa, realizada a base de numerosas capas de grava y tierra, repetidamente regadas y apisonadas, siguiendo las pautas de construcción de antiguas civilizaciones. 



            La promoción del citado libro se llevó a cabo en varias presentaciones, una de ellas, en el salón “La Cultural”, de Tormos, pilotada por el naturalista oscense Pablo Vallés, de Huesca Naturaleza, quien se quedó prendado del espacio y de su historia, tanto así que sintió la necesidad de ponerlo en valor a través de visitas guiadas, patrocinadas por el ayuntamiento de Alcalá de Gurrea, en cuyo término está emplazada la colonia. Y a una de ellas hemos asistido, dejándonos mecer por la historia de este singular enclave que, aunque sea fácil el llevarnos a pensar que es un pueblo más de colonización, nada que ver con ello, por sus particulares características, al tener que asentar una población de más de un millar de personas, entre obreros, venidos de toda España, y sus familias, amén de profesionales de oficios, tanto relacionados con las obras como con los servicios. Viviendas estructuradas en barrios, con el nombre de lo que más destacaba en ellos, y bien diferenciadas por estratos sociales, la clase baja, la media y la alta. Albergues, talleres, escuelas, piscina, iglesia, economato, peluquería, herrería, puesto sanitario… daban servicio a los ocupantes de la colonia. 




            Mucho de ello se ha ido perdiendo, pero no todo, porque Tormos no se deja morir, se han rehabilitado unas viviendas, ocupadas de forma permanente, pero lo que más destaca, la joya de la corona es “La Cultural”, un pequeño salón con el encanto de los años veinte del siglo pasado, con su coqueto escenario en el que se realizaban funciones de todo tipo para entretener a aquellas gentes en sus pocos momentos de asueto. Lejos de dejar acallarse esas voces que le daban vida, en la tarde de nuestra visita lo encontramos pletórico, jubiloso, lleno de personal que, en su segundo año de celebración de las fiestas, siguieran queriendo recuperar las de los treinta anteriores perdidos sin celebrarlas. Se inauguraba en 1928 con la presencia de Ramón Acín, Ricardo del Arco y Manuel Bescós.


            La llegada al edificio que alberga actualmente la administración del complejo hidráulico viene seguida por el ascenso a través de una corta rampa, que permite el alcance visual de la lámina de agua retenida para darle salida a demanda por el Canal de Monegros. Un pausado paseo por el andador nos permitirá la observación de la avifauna que albergan los islotes, con el incomparable fondo de las Sierras Exteriores, desde la de Santo Domingo hasta la de Guara, que se aúpa con su flequillo nevado para saludarnos. Éstas y otras muchas cosas se aprenden en estas visitas guiadas, totalmente recomendables, y que tienen su punto final, por esta temporada en los cuatro días de Semana Santa, cuando darán comienzo en Alcalá de Gurrea, porque allí también hay mucho que contar, como tan apasionadamente lo hace Pablo Vallés. Así que… no os lo perdáis.










Bibliografía:

Los ríos de Aragón. José Ramón Marcuello. Prensa diaria aragonesa (Grupo Z 1992)

La construcción del pantano de La Sotonera. José Luis Cabez Marco. El autor (2022)

 

Web:

Biblioteca Virtual de Aragón 

Joaquín Costa Graus

Real Academia de Historia  

Riegos del Alto Aragón 

Embalses 

Fundación Ibercaja 

Hoya de Huesca 

SIPCA

Huesca Naturaleza

Ayuntamiento de Alcalá de Gurrea

Wikipedia

RAE

Fundeu

IGN

Geamap

Hijo de la Tierra

El Pirineo no se vende


Las fotos del autor. La imagen de Joaquín Costa es de Manuel Compañy, extraída de Wikipedia



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