jueves, 23 de junio de 2022

Gorgas de Alba, por el Sendero Botánico S-1


AQUERAS MONTAÑAS
Gorgas de Alba (1673 m)
Lunes, 13 de junio de 2022

            “El río sabe que existe el mar incluso antes de alcanzar las orillas”. No sabemos qué habría en la mente del famoso ensayista y novelista libanés Khalil Gibran cuando nos dejó esta perla. Por nuestra parte tenemos una interpretación, que es precisamente la del infinito ciclo del agua. En la naturaleza nada se pierde, todo va y viene, se transforma, las formas pueden perecer, pero la esencia permanece. 



            Las aguas del río saben que existe el mar, porque ya han estado ahí cientos, miles, millones de veces. El ser humano, que no es ajeno a ese ciclo de la vida, que no es ajeno a la naturaleza, también sabe que existe su mar, incluso antes de alcanzarlo, porque ya ha estado ahí, como también ha estado en su manantial. A poco que rasquemos, siempre encontraremos paralelismos, siempre encontraremos semejanzas, la Ley de Correspondencia rige para todos los seres vivos, incluidos los humanos, y es portentoso encontrarla en el Gran Libro de la Naturaleza Viviente. Tirando del hilo sale el ovillo... sí, pero ya sabéis que hay que hacerlo con suavidad, de lo contrario da vueltas sobre sí mismo y no viene.


            Nos adentramos en uno de los muchos escenarios en los que se ponen de manifiesto estos pensamientos, en concreto son las laderas de poniente de este inmenso macizo de las Maladetas, donde convive una gran familia, Alba por apellido. Aquí abajo, donde solo el murmullo del río rompe el silencio están los llanos de Turpí, y es de donde salimos para realizar esta corta, pero espectacular ruta marcada como S-1 del Parque Natural Posets-Maladetas, señalizado además como Sendero Botánico Gorgas de Alba, porque en su tránsito nos acompañan una serie de paneles ilustrativos de las distintas especies de árboles y arbustos, incluso alguno referido a la fauna. Allí vamos, pues, a admirar la extraordinaria fuerza de la naturaleza y a reflexionar sobre sus idas y venidas.



            A los diez minutos del arranque, el camino y el río casi se dan la mano, lo que aprovechamos para saludar a este, y a cambio nos da su frescura y una buena imagen para nuestra colección fotográfica. Otros diez minutos y llegamos a un mirador sobre una de las cascadas, que luego visitaremos más íntimamente. Fotografía, y a seguir. Se sucede otro momento mágico a la entrada al hayedo, que nos envuelve y nos ofrece su sombra y su amistad. Distintas palancas nos dan paso para cruzar pequeños barrancos. Se llega a un cruce, en el que dejamos una circular a medias para abrir otra. Sí, porque el itinerario traza un ocho. Se sale a una pista, que recorremos unos metros a nuestra derecha para continuar por sendero.




            Un sendero que va descendiendo por el hayedo, hasta cerrar esta pequeña circular y continuar para la otra, que nos lleva ya al verdadero meollo de la ruta. El río Ésera, capado en sus inicios porque toma senderos subterráneos para hacerse aranés y luego francés, en consecuencia atlántico, renegando de su vocación mediterránea, se ha preocupado de ir engrosando su caudal para ofrecernos aquí unos saltos de agua de una belleza inigualable. Son esas aguas que se apresuran a borbotones, pasando unas sobre otras, como si compitieran para ofrecer sus mágicos destellos, como si tuvieran prisa, como si supieran a dónde van, como si no pensaran volver. Son así, son aguas infantiles, juguetonas, alegres, vivarachas, que contagian su frescura.



            Continuamos nuestro camino, disfrutando del arbolado que nos acompaña, hasta dar con un tramo más despejado, que coincide con una pedregosa subida, que luego hay que compensar con una más plácida bajada, habiendo cruzado el barranco de Aigües Pases para llegar al punto de arranque, completando así esta corta pero extraordinaria circular, en la que hemos invertido hora y media, para recorrer sus 2,5 km, y salvar unos simples 160 m D+/, en una ruta que se puede hacer tranquilamente en familia.





Las fotos y el track


2 comentarios:

  1. Precioso lugar y en esta época más.
    Gracias por la sugerente crónica.

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    1. Sí, José Antonio. En el monte hay una sequía pertinaz, pero los ríos bajan mayencos. Se nos acaban los depósitos de nieve...

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