jueves, 12 de agosto de 2021

Integral de la Foratata, la cresta de Formigal

 


AQUERAS MONTAÑAS
Foratata Oriental (2329 m)
Foratata Occidental (2288 m)
Miércoles, 11 de agosto de 2021

            Cuán tentador es decir siempre en una cumbre, envuelto en la satisfacción que caracteriza su estancia, aquello de: bueno, ya estamos arriba, solo queda bajar… Pues que nadie se llame a engaño y piense que eso es así en todas ellas, porque como nos recordaba el alpinista italiano Hans Kammerlander, la montaña sólo nos pertenece después de que hemos regresado al valle. Antes, somos nosotros los que pertenecemos a la montaña. La parte más difícil es siempre la bajada. Con la que hemos visitado hoy, damos buena fe de ello.



            En alguna otra ya lo habíamos experimentado, tres miles y no tan tres miles, y entre las que nos quedaban por hacerlo, la de hoy se une a ese club de montañas en las que los jadeos de la subida son sustituidos por una enorme carga de adrenalina bajando, o discurriendo por sus crestas, porque, como decía Kammerlander entre líneas, hasta que no pisas suelo firme, y si es herboso mejor, no respiras tranquilo. Hoy hemos visitado una montaña emblemática del Valle de Tena, una montaña que se te engancha a la mirada y no te suelta, sea la primera vez que la veas o la hayas visto decenas de veces. La Peña Foratata es una cresta inconfundible que rasga los horizontes tensinos de Sallent de Gállego y de Formigal, y que teníamos una deuda con ella, y hoy, por fin, la hemos saldado. Nos hemos aupado a su cima principal, la Oriental, por la Vía Normal, aunque tiene muy poco de normal, porque no hay ninguna fácil que la surque, y de regreso, a la secundaria, la Occidental, cresteando por toda la cornisa en un continuo subibaja hasta completar la larga sierra.



            Formigal. Ocho de la mañana, de una mañana que promete calor, y lo cumple, aunque por esas alturas no se nota demasiado. De la parte más alta de la urbanización arranca el PR HU-90 que, tras 2,6 km y 445 metros de desnivel, nos acompaña los 50 minutos que nos cuesta subir hasta el collado de la Foratata, entre la parte septentrional de esta sierra y el pico El Forato. Un PR que aquí finaliza. El collado nos descubre el dominio Ministirio. A partir de aquí, giro brusco hacia el SE para seguir subiendo, aproximándonos ya a las imponentes paredes rocosas, sobre unos grandes puertos que caen hacia el mundo La Sarra. Tres cuartos de hora, con algún paso asegurado con sirga, nos dura la travesía por la base de la sierra hasta llegar al collado entre las dos cimas, lugar apropiado para colocarnos el arnés y el casco. Con un patio increíble comenzamos la delicada bajada por un empinado y estrecho sendero hasta llegar al comienzo de la Faja Herbosa que, ya en ligera subida, también hay que transitar con sumo cuidado, no admite errores. 




            Cinco minutillos más y termina en un pequeño espolón, tras el cual nos encontramos en el comienzo de la primera chimenea, provista de alguna cuerda que ayuda en la trepada. Al salir de ella, nos vamos guiando por hitos, que nos van llevando por alguna otra chimenea hasta alcanzar finalmente la cumbre de la Foratata Oriental, la mayor cota de la sierra, con unas vistas impresionantes sobre todo lo que alcanza la vista. No está muy orgullosa de sus 2329 metros de altitud, pero sí de estar tan aislada que ofrece unas extensas panorámicas a los cuatro vientos. Una cima que nos encontramos solitaria, y de la que disfrutamos durante casi media hora. Sería prolijo enumerar todo lo que somos capaces de reconocer, pero sí se pueden destacar las montañas que han decidido dar ese salto a los tres mil metros, y que son las primeras desde que los Pirineos se empiezan a poner de pie en el Cantábrico, el Balaitús y sus Frondiellas, aunque con algunos más a su lado que, aunque no llegan a esa cifra, no les tienen envidia, el Palas, los Arrieles









            Hemos llegado a lo más alto de nuestra ruta, y aunque sí algunas, no por ello hemos salvado las mayores dificultades, porque es ahora cuando nos vienen a la cabeza las palabras de Kammerlander, de que lo más difícil es siempre la bajada. Veinte minutos de delicado cresteo hasta llegar al tinglado del primer rápel, que hacemos con cuerda de 40 m, que llega bien hasta el puesto del pino, donde montamos el segundo, hasta un collado, teniendo que bajar como 2 o 3 metros destrepando, sin mayores problemas, al quedarse corta la cuerda. Estamos en el comienzo del descenso por un inclinado canchal que, al disponer también de tinglado y llevar la cuerda, algunos la aprovechamos para bajar con más seguridad. Cuerdas fijas ayudan a terminar de posicionarse en el sendero que, también con su inclinación, nos lleva hasta el collado entre cimas, donde aprovechamos para quitarnos los trastes, justo en el mismo sitio donde nos los habíamos colocado.








            Cuatro horas y media hasta aquí, y no nos costaría mucho más de otra y media el regresar por el mismo itinerario que el de la subida, pero, claro, ya estamos viendo la cara de decepción que nos pone la cima Occidental y el resto de la cornisa si emprendemos ya la bajada. Lo tomamos en consideración y subimos a esta cota secundaria. En hora y tres cuartos la ascendemos y recorremos toda la cornisa con sus otras cotas, que nos obligan a subirlas y bajarlas en un continuo trepar y destrepar, hasta que finalmente convergemos con el camino de subida y lo recorremos ya hasta el punto de partida, pasando por el collado de Foratata, donde nos espera ese PR HU-90, y donde no sabemos quién pertenece a quién, porque siempre la llevaremos en nuestro recuerdo y en nuestro corazón.
















            Siete horas justas nos ha durado el ascenso, travesía y descenso de esta emblemática sierra del Valle de Tena, para lo que hemos recorrido 8,8 km y salvado un desnivel acumulado entorno a los 980 metros D+/-, en una inolvidable jornada por una dura montaña que se ha dejado tratar.





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