viernes, 24 de julio de 2020

Peñas Roya, Blanca y Sabocos, de cresteo por los abismos de Tendeñera

AQUERAS MONTAÑAS
Peña Roya (2573 m)
Peña Blanca (2557 m)
Peña Sabocos (2754m)
Miércoles, 22 de julio de 2020



            “Si no escalas la montaña, jamás podrás contemplar el paisaje”. Desconocemos la afición por la montaña de Pablo Neruda, gran poeta y político chileno del siglo pasado, pero hemos de reconocer que con esta corta, pero contundente frase, lo clavó. Porque es así, hay que subir alto para tomar perspectiva, hay que subir alto si quieres ver las cosas desde arriba, hay que subir alto, para vestirte de paisaje, para integrarte en el paisaje, para contemplar los paisajes, para fundirte con ellos, para ser uno con ellos, porque es el único modo de comprenderlos, de amarlos, recibiendo centuplicado todo lo que des por ellos. ¿Y qué podemos dar por ellos? Nuestro reconocimiento, nuestra valoración, nuestro más profundo agradecimiento.

Peña Roya y Peña Blanca desde la cuenca de Asnos

Una cría de marmota sale a nuestro paso
           Y con esas premisas emprendemos hoy una nueva ruta. Nueva porque es un nuevo día, y nueva por lo novedosa para uno. La Sierra de Tendeñera es una de las llamadas Sierras Interiores del Pirineo, que con cierta envidia ve el comienzo de ese Pirineo Axial. Años, muchos años viendo esta sierra, viendo este monte al atravesar el puerto de Monrepós, viéndolo ahí enhiesto en la gran muralla de Tendeñera, como una cota del tridente formado por ella misma, al oeste, la propia Tendeñera, coronando la sierra, y su vecino Otal, o Arañonera, que también la llaman. Una ancha pala, inconfundible, desafiante, altiva, atractiva, magnética, de mirada dulce pero implacable. Hablamos de ti, Peña Sabocos, y lo sabes. Hoy nuestras miradas se van a cruzar hasta juntarse. Nuestros corazones van a latir al unísono, guiados por ese diapasón que es la Naturaleza vibrante.


Listos para la marcha

LA APROXIMACIÓN Y EL ASCENSO
            Con los amigos, Toño y Juan, nos dirigimos a Hoz de Jaca, para tomar la pista que sube hasta la parte alta de las pistas de alpino de Panticosa. Dejamos el vehículo en la falda norte del Mandilar desde donde emprendemos la marcha. La mañana está titubeante, sin saber si va a poder con unos nubarrones que la atenazan, y también a nosotros. Continuamos por la pista, acortándola en algunas lazadas, y subimos hasta el ibón de Asnos, que apacible refleja en sus aguas los murallones que tenemos que alcanzar.

Siguiendo el antiguo GR

Entramos en la glera,
que aún conserva alguna mancha de nieve
            Al poco, tomamos un desvío a mano derecha, con trazas de pintura rojiblanca, que entendemos corresponden a un antiguo marcaje de GR 11, y que nos desafía para averiguarlo. Como media hora por terreno herboso, cruzando pequeñas cuencas colmatadas, y entramos ya en el tirano mundo mineral. Los macizos se nos van echando encima, como tiene que ser si queremos alcanzarlos. El blanco de las calizas y el royo de las areniscas pugnan por ocupar el espacio, pero se respetan. Sin apenas darnos cuenta comenzamos ese ascenso… sin apenas darnos cuenta, decimos, al principio, porque conforme vamos subiendo sí que nos damos cuenta, ya se encarga la cuesta de ello. Seguimos por el itinerario marcado, y lo hacemos hasta el llamado Portillón Chetro, que alcanzamos en otros tres cuartos de hora. El agobio de la subida tiene su recompensa al llegar y abrir la ventana de esta brecha, pudiendo contemplar todo un mundo que se abre a nuestra vista. El mundo del sur… que también existe.


Llegando al Portillón Chetro

LA TRAVESÍA Y LAS CIMAS
La primera mirada al sur
            Ya estamos a lomos de esta gran sierra. Ya estamos subidos al cordal, con unas vistas impresionantes a los cuatro costados. Ya solo queda recorrerlo para visitar las tres cimas que nos proponemos, y que son las más occidentales de la sierra de Tendeñera. Nos dirigimos primeramente hacia ese extremo de poniente, para alcanzar la Peña Roya, cuya cima está ocupada por un talabarte que imaginamos necesario, pero que afea una barbaridad. Salimos de la hermana roya para continuar periplo y llegarnos a su hermana Blanca, para que no tenga envidia. De nuevo contemplación, de nuevo admiración, de nuevo agradecimiento… y de nuevo, fotos. Aún apuramos un poco más el cordal en busca de arañar unos metros más, por terreno más delicado, y lo hacemos hasta que la delicadeza se convierte en claro riesgo.

En la Peña Roya

Sabocos y sus abismos
            Volvemos sobre nuestros pasos. Saludamos de lejos a la roya y continuamos. Pasamos junto al Chetro, de cerca, este sí, y emprendemos el tránsito por la cresta. Casi una hora de auténtico placer, de auténtico delirio saboreando los espacios de ambos lados, pero solo cuando el terreno lo permite, ya que hay pasos técnicos en los que hay que estar muy centrado. Una travesía entre el cielo y la tierra, variada, disfrutona, con grandes y verticales paredones al norte, que trazan abismos sobre los mundos de Asnos y Sabocos; y más suaves praderíos al sur, por donde vienen a beber esas sierras menores que se unen perpendicularmente a la que transitamos.

Cuando el suelo se pone de pie

Sierra de Partacua y su somontano,
con el embalse de Búbal al pie
            Un poco antes de llegar a cumbre, dejamos el arranque del sendero de descenso, ese itinerario que visto de lejos nos ha impresionado por su gran verticalidad y su visual falta de conexión entre tramos. Con la confianza de que nos trate mejor que a la vista, lo dejamos para luego, porque hay que terminar de disfrutar de las mieles que nos tiene reservadas el ascenso, cuyo último tramo se ha empinado lo suyo. Bien. Ya hemos llegado, ya estamos aquí, sobre una de las grandes cotas de esta sierra paralela a la gran cordillera. No contentos con eso, dejamos las mochilas que hagan compañía al vértice geodésico, y alargamos nuestros pasos hasta el extremo oriental para contemplar a vista de pájaro ese gran circo que hace el quiebro de esta sierra hasta llegar a su máxima altura, la que le da nombre. Un asombroso y gigante espacio digno de cualquier otro escenario de grandes montañas del mundo.


Cresteo para llegar a Sabocos

EL DESCENSO
Sorprendente circo en la cabecera del barranco del Infierno
            Mirando posteriormente el track, asombra ver que hemos estado tanto tiempo en movimiento como parados, y eso está justificado, solo se explica por la atracción que se siente por permanecer rato y rato… y más rato en este lugar, tanto en ese espolón oriental como en la propia cima. Al filo de las dos de la tarde salimos de este magnético sitio, volviendo sobre nuestros pasos, pocos pasos, hasta el arranque de ese vertiginoso sendero, visto de lejos, al que expectantes nos enfrentamos, comprobando que de cerca no lo es tanto… bueno sí lo es, claro, pero con algo más fácil tránsito que el que aparentaba.

Descenso, aparentemente impracticable

Impresionante, el macizo del Vignemale
            Las calizas y areniscas se van sucediendo, los verticales tubos y las más horizontales travesías se van sucediendo, las interminables zetas se van sucediendo, también la pérdida de perspectiva conforme vamos bajando, siempre en presencia de los enormes paredones y los retorcidos pliegues, testigos de un sufrimiento geológico de millones de años que, por ello, esperamos haya sido menor el sufrimiento. Entre unas cosas y otras, hora y media de salvaje descenso hasta alcanzar la paz en el lecho herboso de esas pequeñas cuencas que salpican el terreno. En poco ya cerramos la circular y llegamos al ribete del ojo de mirar sereno de ese ibón de Asnos, que lo dejamos ahí, a sus anchas.

El sufrimiento de piedra

Descendiendo
            Menos de media hora más y llegamos al vehículo, cargados de una energía especial que, a cambio del esfuerzo, nos ha regalado esta extraordinaria ruta, a la que le hemos metido 8 horas de tiempo total, la mitad en movimiento, para recorrer 10,8 km y salvar un desnivel acumulado de 1085 m D+/-, en una jornada con una compañía que lo ha dado todo por llenarla, y en la que el tiempo ha basculado a nuestro favor.


Las fotos y el track

No hay comentarios:

Publicar un comentario