lunes, 8 de julio de 2019

Mondarruego y Escuzana, hermanando Ordesa y Bujaruelo

AQUERAS MONTAÑAS
Mondarruego (2.845 m)
Escuzana (2.766 m)
Sábado, 6 de julio de 2019



            El buen tiempo atrae a las gentes a aqueras montañas y a aquestas también, y nosotros, como los sarrios, aunque cada uno a su ritmo, claro, buscamos las alturas, buscamos terrenos más puros, más francos, más exigentes, en los que poder volar con la mente y traspasar los amplios espacios aéreos, donde habita la paz, la calma, la pura sensación de libertad, dando rienda suelta a lo que aspira todo amante de las montañas, que no es otra cosa que el estrechar lazos con ellas, fundirse con ellas, mostrarles nuestros respetos y nuestro amor incondicional.

            Esclavitud. Bendita esclavitud.

Compañero de viaje

            Todas las salidas tienen algo de especial, y no sabemos por qué esta igual más. Una exigente travesía, concebida ya hace meses e incluida en el calendario de actividades de la Sección de Montaña del CP Mayencos, que en esta ocasión ha congregado a una docena de socios y amigos en torno a lo que nos une, que es nuestra pasión por las montañas. Se trata de unir los valles de Ordesa y Bujaruelo por las alturas, en una variada ruta con buen ambiente de Alta Montaña. Mondarruego y Escuzana, hermanando valles.

Desafiante el Tozal del Mallo

Imponentes las paredes del Gallinero
            Una semana ya de la puesta en funcionamiento esta temporada del bus de Ordesa, por lo que bien al ir, bien al volver, dependemos de él. Siempre es preferible hacerlo a la vuelta, de ese modo tienes control sobre el horario de partida, pero el paso por las Clavijas de Cotatuero recomienda hacerlas de subida y de ida, que se está más fresco. Así pues, acudimos al aparcamiento de Torla pasadas las cinco y media de la mañana, con la cúpula de la torre de la iglesia apuntando a nuestro objetivo. Es de las estampas inmortalizadas en postales a color más antiguas que se conoce de los Pirineos.

Arranque en la pradera de Ordesa

PRIMEROS PASOS POR EL BOSQUE
Tiembla el misterio al entrar en el bosque
            Nos quedamos los ocupantes, y los tres vehículos suben a Bujaruelo para bajar en uno de esos vehículos. No se llega a tomar el primer bus, el de las seis, y lo hacemos en el de las siete. El amontonamiento de aspirantes a subir a Ordesa delata a las claras que es insuficiente la frecuencia de un cuarto de hora desde las ocho de la mañana. En nuestro caso, son las siete y media cuando nos ponemos en marcha bajando hasta la Casa Oliván. Nos vestimos de bosque, y al poco descubrimos que han habilitado una senda para llegar hasta bien entrado el que traemos, sin hacerlo por la carretera. Para la próxima ya lo sabemos.

A la salida del bosque

Progresando para alcanzar las clavijas
            La subida se va haciendo a buen ritmo, el tránsito por el bosque es muy agradable. Al cabo de una hora de marcha, y con el primer posible objetivo a la vista, el Tozal del Mallo, llegamos al punto de arranque de la Faja Racón, la hermana mediana de la de las Flores, que a menor cota recorre todo el macizo del Gallinero. La dejamos a su aire y continuamos, haciendo un pequeño alto en el cruce del barranco, ya engullidos por este circo de Carriata. Una serie de gradas se van sucediendo hasta llegar a donde se disocia nuestra senda, al cabo de media hora más. A la izquierda a las clavijas, y a la derecha a la Fajeta, para eludirlas.

Por las gradas


EL PASO POR LAS CLAVIJAS
Al paso por las clavijas
            Con el consenso general, optamos por subir por las clavijas, que nos topamos en dos tramos, el primero para superar unos pequeños espolones rocosos, y el segundo por el interior de una corta chimenea. Continuamos superando resaltes con la ayuda de las manos, para llegar a donde convergen de nuevo ambos senderos, punto en el que sale también, hacia el oeste, el que va al Tozal del Mallo, para alcanzarlo coqueteando con la curva de nivel de los 2180/2200 metros, cuya visita desestimamos al haber salido más tarde de lo esperado, y en previsión del calor que nos aguarda por las alturas.

Poco a poco vamos subiendo todos

La chimenea del segundo tramo de clavijas
            Ya hemos dejado atrás… y abajo, el circo de Carriata. Continuamos por el sendero con fuerte pendiente para entrar en los dominios del de Salarons. Seguimos a la sombra, pero con una raya de sol que se viene hacia nosotros, de modo que antes de que nos alcance del todo hacemos una parada para echar un bocado en torno a esa raya, así damos gusto a todos. Un descanso para el primer respiro y echar algo al cuerpo, que lo merece el espectacular ascenso que estamos realizando. Estamos justo debajo de los paredones que sostienen la entrada a la Faja de las Flores, otro recorrido colgado sobre el Valle de Ordesa, hecho en varias ocasiones, y que no hay que perderse. Sin llegar a esa entrada desviamos nuestros pasos en sentido contrario. 



Continuando hacia Salarons


LOS GIGANTES DEL CIRCO DE SALARONS
Gabietos, Taillon y Pico Blanco rompen el horizonte
            La ascensión por el flanco SE se hace a pecho, enfrentándonos a las curvas de nivel, lo que obliga a ir haciendo lazadas para ir superándolas. Conforme se va ganando altura van emergiendo los gigantes del lugar, los que conforman este gran circo, como son los Gabietos, con su cresterío, visitado ya hace siete años, y el Taillon, también en varias ocasiones, tresmiles todos ellos, y por debajo de esa mítica cota, sus escuderos, el Pico Royo y el Pico Blanco, cuyos nombres delatan la geomorfología del lugar, donde se combinan las areniscas con las calizas.

En plena ascensión

A punto ya de conseguirlo
            Todo ello se contempla en un alto que hacemos, pudiendo contemplar también todo el largo y generoso cordal que continúa: Dedo, Falsa Brecha, Bazillac, Brecha de Rolando, Casco, los picos de Marboré, que son varios, el Cilindro entre otros, el Perdido, el Añisclo… siendo el cercano Pico Gallinero el que rompe ese horizonte. Excepcional escenario el que tenemos a nuestros pies, al que son ajenos los miles de visitantes que pululan por el fondo de este Valle de Ordesa, a más de mil metros por debajo de nosotros. Cuanto más arriba más selección, cuanto más arriba más pureza.

Espectacular telón de fondo


LLEGADA A CUMBRE
Ralleras antes de la cumbre
            Tras unos pendientes tramos de tasca, que va dejando paso a la descarnada piedra, se alcanza un punto en el que se abre la visión sobre los abismos de la cabecera del Valle de Broto, con su población más alta, que en Pleno Municipal del 23 de diciembre de 2013 acordó por unanimidad cambiar el nombre a Torla-Ordesa, para identificarlo más con el Parque Nacional en donde tiene gran parte de su término. Pero las montañas, ajenas a todo ello, siguen ahí, donde han estado desde hace millones de años, y que esta, hoy, aguarda nuestra visita. Una visita precedida por el tránsito por una estrecha rallera a dos aguas, que se pasa sin mayores problemas, para ya la ascensión final, que se materializa a algunos minutos pasado el mediodía, en plena efervescencia tras el chupinazo en la plaza consistorial de la capital navarra.

Peña Blanca, Punta Narronal y Tendeñera al fondo

Circo de Salarons. Impresionante
            Una cumbre alcanzada, siempre con su plácet, y que nos abre nuevos horizontes, los que nos faltaban, los de la parte norte, con unas impresionantes vistas hacia la cuenca por la que descenderemos a Bujaruelo. Toda la sierra de Tendeñera, valle del Ara, los macizos panticutos y el imprescindible Vignemale. La vista y el alma se expanden hasta el infinito. Toda una recompensa al esfuerzo. Tres cuartos de hora en cumbre no son suficientes para empaparnos de la grandeza que nos rodea, ni tres cuartos de año lo serían, ni tres cuartos de vida tampoco… imposible abarcarla desde nuestra pequeñez. El Gran Hacedor de las Montañas estuvo inspirado el día que puso estas en marcha.

En la cumbre de Mondarruego


EL ESCUZANA Y SU FAJA
En el collado de Escuzana
            Desde los 2845 metros, el punto más alto de nuestra travesía de hoy, se nos ofrecen varias alternativas, la del Narronal y la del Pico Escuzana. El pequeño mundo del primero está compuesto por la Peña Blanca y la Punta Narronal, estandartes de Bujaruelo, y que albergan un pequeño y agónico ibón. Tras desestimar su visita, descendemos hacia el collado de Escuzana, al que volveremos tras ascender este pico, que con sus 2766 metros es la segunda y definitiva cota de la jornada.


En la cumbre de Escuzana

Al paso por la faja
            Una vez en el collado de nuevo, tomamos el camino que nos lleva a la base de los enormes morrones que sostienen esta última cima visitada, junto a los cuales discurre la Faja de Escuzana, que recorremos durante tres cuartos de hora de auténtico asombro por la gran panorámica que nos ofrece. Es un sendero colgado sobre grandes abismos, que no ofrece ninguna dificultad, salvo un pequeño paso en el que hay que echar manos, y que le da el puntito a este vivo tránsito.

Un marco increible


EL DESCENSO FINAL
Algún nevero tardano
            El término de la faja nos deja en el cono de deyección que forman los paredones del cresterío norte del Escuzana, con el arranque de los de Gabietos. Un asombroso barranco seco en el que se reparten a partes iguales las rojizas areniscas al norte y las blancas calizas al sur, y siempre que lo contemplamos nos hacemos la misma reflexión acerca de su relación, si será desafiante o calma, si finalmente, y tras la orogenia alpina, se habrán quedado ya conformes en su lugar.

Blancas y negras, ¿quién comienza la partida de damas?

Echando manos para alcanzar la Forqueta de Gabieto
            Tentador es acortar terreno y bajar por el barranco de Gabietos, pero hay que ir a lo seguro y pasar por la Forqueta de Gabieto, alcanzándola echando manos en los últimos compases. Otro mundo se nos abre a los pies, el vertiginoso descenso por el barranco de la Forqueta por el que, primero por pedrera y luego por tasca, descendemos los más de quinientos metros que nos separan de la casa de eléctricas, en el fondo del valle, que alcanzamos tras más de hora y cuarto de vertiginoso descenso, con un alto intermedio para descansar y disfrutar de las aguas del barranco. Otro breve al llegar al fondo de Sandaruelo, y en menos de otra hora alcanzar ya el destino, San Nicolás de Bujaruelo, a donde llegamos tras 10 horas de tiempo total, del que 5h 45’ han sido en movimiento, habiendo recorrido 14,5 km, que no hacen justicia, y salvar un desnivel acumulado total de en torno a los 1800 metros D+/-, que sí hacen justicia. Culminado todo ello con un refrescante baño bajo ese puente medieval que tanta agua por debajo y tanto viajero por encima habrá visto pasar.

Llegada a Bujaruelo

Bujaruelo en la década de los 70
            Es habitual en este Hijo de la Tierra, concluir sus crónicas con los datos finales, unos fríos datos que, a poco que se interioricen no tardan en coger calor. Pero permítasele, y también para hacer justicia, hacer una excepción con este momento y este lugar. Para todo hay una primera vez, a la que siempre que la memoria lo permita se está vinculado mental y sentimentalmente, y lo estamos con este lugar, porque aquí, en torno a cincuenta años, comenzó a gestarse algo que ha ido tomando forma a lo largo de todo ese tiempo. Fue la génesis de nuestra relación con las montañas, una relación que ha tenido altibajos, como todas, pero aun en sus peores momentos ha estado ahí, latente, y a la que hemos vuelto incondicionalmente una y otra vez. Una relación con un balance entre lo que se da y lo que se recibe en claro déficit por nuestra parte, que ha marcado toda nuestra vida y que nos lleva a un profundo agradecimiento, tanto a las montañas como a los que nos han acercado a ellas.


Más fotos y el track

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