lunes, 3 de junio de 2019

Integral de Guara, un largo paseo por el techo del Parque Natural

IXOS MONS
Cabezo de Guara (1870 m)
Tozal de Cubilás (1938 m) 
Punta Ballemona (1873 m) 
Las Puntas (1962 m)
Punta Norte (2042 m)  
Tozal de Guara (2078 m) 
Sábado, 1 de junio de 2019



            Un Parque Natural, este de la Sierra y los Cañones de Guara, con sus más de ochenta mil hectáreas, contando con la Zona Periférica de Protección, es el Espacio Natural Protegido más extenso de Aragón, y tiene en la sierra homónima su máximo exponente. Es la que le permite su mayor acercamiento a los cielos de estas tierras. Unos cielos que han visto a lo largo de los últimos milenios cómo la población se asentaba por estos lares en un ciclo de realimentación, aportando magia a partes iguales y recíprocas entre el paisaje y el paisanaje. Ese flujo continuo se ha visto truncado en las últimas décadas porque de los dos factores que lo sostenían ha fallado uno, y ahí tenemos al paisaje algo triste, despistado, cautivo, porque no recibe ese aporte, ese intercambio de quienes sabía eran sus protectores, y por otro lado no sabe qué hacer con su magia.

Dispuestos para comenzar

Primeros compases
            Esta nueva generación, que apenas sabemos de los aprovechamientos de los recursos, poco es lo que podemos aportar, al margen de una mirada  sensible, al contrario de lo que sí podemos recibir, dejando dar rienda suelta a esas emociones contenidas que salpican por doquier todos los rincones de estas bellas sierras. Esta, en concreto ya fue visitada de forma individual en tres de sus puntos más emblemáticos, el Cabezo de Guara, el Tozal de Cubilás y el Tozal de Guara, con motivo de incluirlos en esa extensa guía de montaña que cuantitativamente trata a todas las comarcas de Aragón por igual, recogiendo tres cimas de cada una, y que editó Prames bajo el título “100 cimas, 100 paisajes. Aragón comarca a comarca”.
  
 
Llegando a los campos de Fenales
Historia callada
            En todas ellas se nos quedó la misma sensación, y era que si tan bonitas eran las ascensiones para alcanzarlas, el recorrer toda la sierra sería mucho más que el triple. Eso es lo que fraguó en la cada vez más extensa área de los “pendientes” en esto de las montañas, el hacer esta que damos en llamar la Integral de Guara, subir por un extremo y no abandonar la sierra hasta llegar al otro. Y por qué no compartirlo con gente afín, con gente con el mismo gusto por las montañas, con gente de la Sección de Montaña del Club Pirineísta Mayencos. De modo que se incluyó en el calendario de actividades para este año… y llegó el día.

Progresando por los campos

Bara
            Y llegó el día. Sí. Trece mayencos, con mayoría simple de los Carlos, el Casasús, el Vicario, el Peñarroya y el Piedrafita, que no necesitaron pactar para alcanzar la absoluta, porque no había discusión en los planteamientos, todos estábamos de acuerdo en el objetivo y los métodos para alcanzarlo, de modo que con Toño, Marisa, Paco, María, Milagros, Mª Jesús, Miguel y José, nos lanzamos para conseguirlo, y que no es otro que el de disfrutar en el medio que nos gusta, como la mayoría de las personas, entre el cielo y la tierra, pero en nuestro caso sobre una tierra que se empina acercándonos a ese cielo que nos ampara.

El Cabezo de Guara, nuestro primer objetivo

            El viento pone la música, y el sol la letra, para que la sombra de las nubes baile sobre los llanos de Cupierlo.

El baile de las nubes sobre los cielos de Nocito, San Úrbez y Used

Elegante pechugada
            Estas palabras podrían definir un poco lo que son las andanzas a lomos de esta impresionante sierra a dos aguas, un eje este-oeste que recorremos en su totalidad partiendo del aparcamiento bajo la localidad de Used, donde nos vamos metiendo ya en faena. Al cabo de casi una hora, el estrecho camino expande ampliamente su mirada hacia los vastos campos de Fenales, que todavía guardan para sí los ecos de cientos, miles, de esquilas al calor de los veranos. Ruinas de alguna caseta que guardara a sus guardianes, y pronto comenzamos ya la ardua tarea de subir a la primera cota de la jornada. El sendero te lleva a comerte las curvas de nivel a pecho, hasta alcanzar el Cabezo de Guara, el apéndice díscolo de la sierra que no se conformó con seguir su línea, sino que se escoró al nordeste.

Sierra de Lupera, entre el Mascún y el Alcanadre

En el asome
            Merece la pena llegar hasta aquí, pero todavía más asomarse en dirección levante, todo lo que el kárstico terreno permita antes del precipicio total, para admirar, aunque no se vea de lo profundo que está, ese incipiente Alcanadre que viene de las Gorgas Negras deseoso de salir a la luz y de ser contemplado por la humanidad que hasta aquí se acerque. Un profundo tajo entre el monte en el que estamos y la Sierra de Lupera enfrente, un anticlinal que también luce lo suyo, unos impresionantes pliegues que se desmayan en lo hondo del precipicio.

En el Cabezo de Guara, con toda la sierra al fondo

Bajando del Cabezo
            Volvemos sobre nuestros pasos para retomar la ruta, ya que tenemos que pasarnos a esa sierra de la que este nuestro primer hito no quiso formar parte, y es algo que nos cuesta lo suyo, porque hay que descender a una vaguada y no por terreno cómodo, porque si hubo camino, que seguro que sí, los erizones sabrán qué han hecho con él. Más de una hora nos cuesta el caprichito de querer mirar el Cabezo a esta sierra desde lejos, porque también es penosa la subida al Tozal de Cubilás, sin sendero definido, y cuya ascensión parece más cómoda por la izquierda que a pecho.

Llegando al Cubilás

La calima se va apoderando del paisaje
            Una caseta con antenas nos aguarda para quitarnos el aire, pero que puede más que él. Echamos un bocado, pero mayor es el alimento del alma contemplando todo lo que la vista da de sí, que es mucho… y muy bueno. Los horizontes se alejan por los cuatro costados, pero el que se lleva la palma por goleada, como siempre, es ese Gran Norte, esa cordillera pirenaica a la que estos montes fijan eternamente su mirada como queriendo emular, y que en algunos aspectos consiguen.

Segunda etapa, el Tozal de Cubilás

Pozo del nieve de Ballemona o del Duque
            Parecería que en alcanzando este punto, ya estando en el eje de la sierra sería todo coser y cantar… pues va a ser que no, entendiendo perfectamente el porqué de ese nombre genérico de “sierra”. Estamos en su extremo oriental, y un continuo subibaja nos aguarda hasta llegar al occidental. Bajamos hasta el llamado Cuello de la Cruceta de Cubilás, donde cruzamos en perpendicular el camino de Santa Cilia de Panzano a Used. Por delante la subida al Ballemona, para bajar a su collado, y aún un poco más y nos encontramos un pozo de nieve homónimo o del Duque, con cúpula circular en buen estado, al menos su exterior, que el interior no se puede ver.

En la  Punta Ballemona

Señalización reciente
            Otra pechugada buena para alcanzar una de las cotas intermedias, la de las Puntas, que nos permite tomar altura para descender suavemente hasta lo que es el collado de bajada, que ahora pasamos de largo porque hemos de terminar de recorrer la sierra. Un poco antes de llegar hasta el final, ya en franco ascenso para ello, se va dejando a la derecha otra pequeña prominencia, que no podemos despreciar. La subimos y es la Punta Norte, que ofrece un tremendo picado visual sobre los enormes paredones del tozal, una visión que se desmaya sobre el abismo.

Espectacular vertiente norte del Tozal de Guara

En lo más alto
            Nos incorporamos al sendero para acometer ya el esfuerzo final, llegando al Tozal de Guara, habitado por vértice geodésico y monumento a lo que algún sector de la población puede considerar el amo de las montañas y que, por muy nuestro que sea también no hay que dejar de admitir que caben todos… o ninguno. Porque todos nos debemos de sentir amos, propietarios, para respetar, para proteger, para conocer, para aprender de ese Gran Libro de la Naturaleza Viviente, que nos habla a cada momento, como hoy aquí, haciéndonos comprender que de la libertad de estas montañas, que de la libertad de estos paisajes, también podemos participar tratando de elevarnos por encima de todo el murmullo del valle, por encima de todo el murmullo de nuestro valle.

El descanso del guerrero

Evocación a San Urbez
            Siete horas transcurridas hasta aquí bien merecen echarle media más a todas esas reflexiones, contemplando el vasto panorama de una rosa de los vientos que hoy tiene que multiplicar sus pétalos. Mañana se celebra por estos escenarios el “Trail Tozal de Guara”. Mañana, gran parte de estos paisajes van a ser pasto de otra mirada, una mirada más rápida, más competitiva, y que comprendemos porque la hemos tenido, pero que con el paso del tiempo se va serenando.

                                                                      

La sierra que vamos dejando atrás, con el Cabezo al fondo

Comenzando el descenso
            Ya hemos recorrido toda la sierra, ya hemos llegado a su punto más occidental, y más alto. Ya no queda más que descender, y lo hacemos retrocediendo hasta ese collado entre las Puntas y la Punta Norte para tomar el sendero que pronto nos mete por el bosque, y que al cabo de tres cuartos de hora nos deja en el refugio de los Fenales, donde aprovechamos para descansar un momento, continuando después por la pista en itinerario compartido en dirección Used y Nocito, hasta que se cansa y se separa. Dejamos que este último vaya a su destino y nosotros por el nuestro, al nuestro, hasta que en poco menos de media hora burlamos la pista para tomar un sendero que converge con el de subida, y nos lleva al punto de partida.

En el refugio de los Fenales

            Una gran ruta, en una gran sierra, para unos grandes compañeros de viaje, atentos siempre a aliviar la dureza del itinerario, al que le hemos metido 10h 25’ de tiempo total, del que 7 horas han sido en movimiento, para recorrer 26,3 km, y salvar un desnivel acumulado total en torno a los 1680 metros D+/-.


Más fotos,y el track.

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